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Raquel Welch en la portada de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll»

portada

Raquel Welch ha fallecido a los 82 años. Y la foto de Terry O’Neill de 1966 con ella crucificada en bikini fue la que elegí para la portada de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll». La intención original del fotógrafo y la actriz fue denunciar la cosificación de las mujeres, algo que ella experimentó en la película «Hace un millón de años» (1966). Se paseó en bikini, luciendo palmito, sin decir una sola frase. El concepto y la intención de la foto coincidían totalmente con una de las premisas de mi libro. El tratamiento de la foto y el diseño de Akal hicieron el resto. Quedó una portada de lo más llamativa.

En el encabezado la portada y abajo la foto original.

RW

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Race (El héroe de Berlín)

Anoche vi «Race» (aquí «El héroe de Berlín«), una película de 2016 que desconocía. Y mira que me interesa el tema, Jesse Owens, y cuenta con un reparto de categoría (Jason Sudeikis, Jeremy Irons, o William Hurt entre otros). Pues no me enteré de su existencia.

El título, «Race«, no puede ser más acertado: es un juego entre «carrera» y «raza». Porque la presencia de Jesse Owens, atleta universitario negro del equipo de Ohio State University y de la selección olímpica estadounidense que compitió en los JJOO de Berlín 1936, estuvo marcada por la polémica racial y el éxito (récords mundiales y cuatro oros olímpicos).

Dirigida con eficacia por Stephen Hopkins muestra las contradicciones de la época. La disyuntiva entre la participación o no de EEUU en los Juegos de la Alemania nazi. Estados Unidos era un país racista que practicaba activamente la segregación: baños distintos para blancos y negros, comedores solo para blancos, zonas exclusivas para negros como la parte trasera de los autobuses, etc. Tampoco salían bien parados los judíos, especialmente en los estados del sur. Para que se hagan una idea en la película reflejan una anécdota de lo más significativa: en una cena homenaje en honor de Jesse Owens no le dejaron entrar, ni a el ni a su esposa, por la puerta principal. Los mandaron a la puerta de servicio.

No sabía que en su primer campeonato nacional de atletismo batió tres récords mundiales en 45 minutos (salto de longitud, 200 metros lisos y 200 vallas). En realidad fueron cuatro: en su primera carrera, los 100 metros lisos, cronometraron mal (arrebataba el récord a un atleta blanco) y dijeron que había igualado la mejor marca. Es decir, cuatro marcas mundiales en una hora.

En Berlín Hitler rechazó saludar a Owens, nieto de un esclavo. En cuatro ocasiones porque ganó cuatro oros. En 100 y 200 metros lisos, salto de longitud y el 4×100 de relevos. En esta prueba se produjo otro incidente. Owens no formaba parte del equipo de relevos. Nunca había corrido la prueba. Pero entre los cuatro atletas estadounidenses había dos judíos. La presión nazi logró (intereses económicos mediante) que los apartasen. Owens se negó a formar parte. Pero cuando los dos afectados le pidieron reconsiderar su postura atendió sus razones y fue el primer relevo. Lo de Hitler tuvo su réplica en casa: el presidente de Estados Unidos, Roosevelt, no recibió al héroe de Berlín. La administración de EEUU no reconoció sus éxitos de Berlín 1936 hasta 1976 cuando el presidente Ford le otorgó la Presidential Medal of Freedom. Tres años después fue Jimmy Carter quien le dio otra distinción.

Sus tres primeros oros olímpicos igualaba la mejor marca de un deportista en unos JJOO. La cuarta establecía un nuevo hito.

Race

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Ennio, el maestro

Carlos Narea me escribió para recomendar encarecidamente que viese «Ennio, el maestro«, la película documental sobre el gran Ennio Morricone dirigida por Giuseppe Tornatore (el de «Cinema Paradiso«). «Es emocionante» me dijo. Y en verdad «emocionante» es el adjetivo que mejor describe esta obra maestra audiovisual (disponible en Movistar). Bruce Springsteen también habla de emociones en su intervención.

En casa siempre nos ha gustado Morricone. De hecho La Mundana usaba la música de «La misión» para acunar a nuestro bebé. Yo me inclinaba por el «What’s Going On» de Marvin Gaye. Había otras músicas, por supuesto, pero estas eran las de referencia.

Aparte de emocionarme viendo la peli también me emocioné con Morricone emocionandose.

Hay dos aspectos de la biografía del maestro que desconocía. El primero y quizás el más importante; su formación como músico de vanguardia (en un país que ha producido grandes nombres como los de Aldo Clementi -alumno de Petrassi como Morricone-; Luigi Nono -casado con la hija de Schönberg y alumno de Bruno Maderna-; Luciano Berio -fundador de la Julliard Ensemble y que en sus clases en Julliard tuvo de alumnos a Steve Reich y Phil Lesh de los Grateful Dead, y junto a Maderna en 1955 creó en Milán el primer estudio italiano de música electrónica para la RAI-; Luigi Dallapiccola -maestro en EEUU de Berio y el primer compositor italiano en abrazar el dodecafonismo-;  o el ya mencionado Bruno Maderna. Menciono todos estos nombres para situar el bagaje de Morricone (1928-2020) y las frustraciones provocadas por el rechazo de sus compañeros de estudio y profesión. Esto queda muy bien reflejado en «Ennio, el maestro«. Así como el alivio en su años finales de vida cuando recibe una carta pidiéndole perdón y reconociendo el error de haberle menospreciado. Y todo esto está relacionado con el segundo aspecto que desconocía: su rol como artífice de la gloriosa época de la RCA italiana, que dominó el pop italiano desde finales de los 50. Morricone trabajó ahí como productor, arreglista y compositor musical. Volcó sus conocimientos de la nueva música contemporánea, electrónica, serialista, llámenlo H, a la música popular de éxito. Adaptó ruidos, sonoridades desconocidas, para crear hipnóticos efectos de sonido que realzan el potencial comercial de las canciones. Precisamente es aquí cuando sus compañeros empezaron a echarse las manos a la cabeza y pensaron que estaba desperdiciando su talento. El famoso y tristemente célebre «se ha vendido». Que alcanzaría su cima con su trabajo para las banda sonoras de los conocidos como spaghetti westerns y su dedicación exclusiva a la música para el cine. Género al que sin lugar a dudas dignificó y puso en un pedestal. Como así reconocen John Williams y Hans Zimmer en «Ennio, el maestro»

Entre los grandes nombres y éxitos con los que Morricone se relacionó en su etapa pop destaco los del gran Gianni Morandi, el arreglo del pelotazo de «Il mondo» de Jimmy Fontana y la enorme Mina. Precisamente es el autor de la música y de los arreglos de «Se telefonando…» (1966), el gran hit de esos años de la sin par Mina.

Cuando agradecí a Carlos Narea la recomendación me contestó «Voy a volver a verlo». Yo también lo hice.

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Mi mamá tenía razón

Estos días no puedo dejar de recordar a mi madre cuando veo las imágenes de la retirada rusa de ciertas zonas de Ucrania. Y pienso que «mamá tenía razón» cuando las teles muestran el material armamentístico abandonado por los rusos y recuperado por el ejército ucraniano.

¿A qué se refería mi progenitora? Pongámonos en situación: estamos en la Rumanía de la II Guerra Mundial. A unos 60 kilómetros de la capital, Bucarest, hay un enclave decisivo. Se trata de la localidad de Ploiesti, donde se encuentran unos codiciados pozos de petróleo y varias refinerías. Cuando Hitler rompió su pacto con Stalin e invadió la URSS un objetivo era controlar la localidad petrolera. Sería la base del suministro para las tropas nazis en su marcha dentro del territorio soviético. Rumanía se convertía así en campo de batalla. (Los alemanes tomaron Ploiesti, que fue bombardeada por británicos y estadounidenses; posteriormente fue liberada por el ejército soviético).

Mi madre destacaba la destreza y eficacia de los ataques aéreos de alemanes y británicos. De las fuerzas aéreas de EEUU comentaba que oscurecían el cielo y arrasaban con todo lo que hubiese debajo. Es decir, puntería vs. fuerza bruta. Y de los rusos soviéticos decía que había que tener cuidado con que las bombas no te diesen en la cabeza o golpeasen cualquier otra parte del cuerpo. Además añadía que también había que tener cuidado en no pisarlas, o tropezarse con ellas, no fuesen a explotar. Esa imagen de ineficacia que transmitía su relato podría aplicarse a la Rusia de hoy en día. El cine nos dejó obras maestras de Billy Wilder y Ernst Lubitsch a este respecto en tono de comedia (referidas a la época soviética): «Uno, dos, tres»  y «Ninotchka«.

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Boyero impresentable

Boyero

El impresentable de Carlos Boyero sigue fiel a su línea y añade una faceta más. La de racista. No se puede explicar de otra forma y así se consideró en su día a quienes se negaron a aceptar el cambio de nombre del boxeador. ¡Fue en 1964 cuando el campeón del mundo del peso pesado decidió dejar de llamarse Cassius Clay y oficialmente pàsó a ser Muhammad Ali! La decisión la tomó con 22 años y acababa de conquistar el título derrotando a Sonny Liston. Han pasado 58 años y Boyero no se ha enterado aún. O no se ha dado por enterado. ¿Niega el derecho de Ali a llamarse como quiera, renunciando al nombre y apellido que en su día definió como su «nombre de esclavo»? ¿Al insistir en lo de Cassius Clay implica que sigue siendo un esclavo? Hace tiempo que el estilo de provocación de Boyero traspasó todos los límites. Pregunten a Almodóvar.

¿Dónde están los correctores de El País? ¿El Libro de estilo no cuenta? La deriva del periódico es notoria desde hace años. ¿Al publicar esta pieza se solidarizan con la postura de Boyero y lo que emana de su texto?

Lo realmente patético es Boyero y la empresa que le acoge y difunde sus desaciertos. La misma que cobijó durante años a Hermann Tertsch. Boyero parece querer seguir el mismo camino.

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El golpe de Will Smith

La noche de la gala de los Oscar 2022 tuvo un incidente inesperado: el golpe de Will Smith a Chris Rock, por una broma sobre su mujer. Viendo las imágenes y observando la reacción tan cool de Chris Rock podría pensarse que es un montaje. Aunque todo apunta a que fue una desproporcionada reacción del actor, quien posteriormente obtuvo el galardón al mejor actor. Es el primer Oscar de Will Smith y puede que se lo retiren.

Fue el momento estelar de una ceremonia de entrega de premios que no pudimos ver en España, salvo que pagáramos. Los abonados a Movistar, además de nuestra alta cuota mensual, debíamos suscribirnos y pagar una cuota adicional para trasnochar y ver la entrega de premios más importante del cine. En la que además había cuatro nominaciones para España. Finalmente nos llevamos uno, el de mejor corto de animación por «El limpiaparabrisas» de Alberto Mielgo.

Lo de Movistar y Telefónica no tiene nombre. Y no es de ahora…

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«Manhattan» de Woody Allen

Manhattan

Cuando soy fan de un creador suelo disfrutar repetidamente de sus obras, sobre todo de esas que acaban siendo mis favoritas. Y suele darles una segunda oportunidad a aquellas que no me gustan o no me llenan  Si alguna de ellas reciben el aplauso masivo de público y critica obtienen una tercera e incluso una cuarta oportunidad. Tal es el caso de «Manhattan«, la aclamada película de Woody Allen, que no me gustó y sigue sin gustarme.

La volví a ver anoche con La Mundana. Era mi cuarta vez. Sé que a Woody Allen tampoco le gusta. La Mundana me contó que incluso quiso retirarla de la circulación. Algo excesivo en mi opinión, pero propio de las neurosis de los artistas.

Esta cuarta vez, como las tres anteriores, me volvió a suceder lo mismo. No empatizo con los personajes. Me da completamente igual lo que les pasa. Esto es un fallo del relato cinematográfico. ¿Cuántas películas hemos visto en las que tomas partido por un vampiro, un psicópata, una banda de ladrones o un extraterrestre? Sucede si está bien narrado.

Mariel Hemingway me parece un pestiño como actriz. Cada aparición suya en pantalla me desconecta. Me gusta el arranque de la cinta hasta que sale ella. Me espanta el final, con el personaje de Woody Allen en plan caprichoso egocéntrico repulsivo, que se cree el ombligo del mundo, intentando volver con ella y pidiéndola que anule un viaje (está saliendo de casa para ir al aeropuerto). Viaje a Londres que previamente la recomendó hacer. Dado el paralelismo entre Allen y sus personajes, no dudo que este final sea la autentica razón para que quisiese retirar el film. Porque es para darle de bofetadas. Al personaje se entiende. Aunque por extensión…

Su relación con Diane Keaton es obvia y predecible. Del primer contacto, donde se llevan como el perro y el gato, a su romance, es un tópico tras otro.

Hay buenos gags y situaciones ingeniosas. Es innegable. Caray, se trata de Woody Allen. Y siempre deja huellas de su genio. Pero el resultado completo me deja vacío. Y la película se me hace larga. Desde la primera vez que la vi en el cine. Esta ha sido la última oportunidad. Y en esta ocasión paré la grabación tres veces (la primera a los 38 minutos).

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La mala gestión de Rajoy, Wert, Méndez de Vigo y Lassalle nos va a costar 57 millones

CanonDigital

La mala gestión del presidente de gobierno Mariano Rajoy (2011-2018), de sus ministros de Cultura José Ignacio Wert (2011-2015) e Iñigo Méndez de Vigo (2015-2018) y la del secretario de Estado José María Lassalle (de Cultura de 2011 a 2016 y para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital de 2016 a 2018) nos va a costar 57 millones de euros. Un despacho de la agencia EFE notificaba que el Tribunal Supremo daba la razón a varias sociedades de gestión de derechos intelectuales en concepto de compensación equitativa por copia privada. El famoso canon digital, que el PP en su día de forma demagógica eliminó y quiso cargarlo a los presupuestos del estado, reduciendo notablemente los importes a percibir. Una medida claramente discriminatoria porque no todos los españoles nos dedicábamos a las copias privadas y no teníamos que pagar por algo que hacían otros. El canon digital se imputaba a los fabricantes de equipos y dispositivos de grabación y reproducción como móviles, grabadoras o fotocopiadoras. Estos dieron batalla y subieron los precios con la excusa del canon. Algunas voces alertamos que cuando se suprimiese el canon no bajarían los precios. Como así sucedió.

Todo comenzó en 2011: el gobierno de Rajoy trasladó la compensación por copia privada a los Presupuestos Generales del Estado y fijó un límite para esa partida de cinco millones de euros anuales. La reforma, sin embargo, fue anulada por los tribunales en 2016. Una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea desautorizaba el sistema español ¡por imputar el gasto a los Presupuestos Generales del Estado! Esta sentencia obligó a cambiar la ley. Y el Supremo declaró en ese mismo 2016 que la medida original del gobierno era «inaplicable». Un marrón considerable creado por ese brillante equipo cultural de incompetentes del Partido Popular.

La primera reclamación de las entidades de gestión de la propiedad intelectual fue al gobierno presidido por Rajoy. El silencio administrativo del Consejo de Ministros fue la formula elegida para desestimar el recurso. Muy rajoiano. Tras esas sentencias del 2016 tomó forma otro proceso: reclamar las cantidades adeudadas. Ahora, en abril de 2021, la Sección Quinta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TS ha fijado las cantidades a percibir. Los 57 millones se reparten por años:  2015 (20 millones), 2016 (22,5 millones) y los siete primeros meses de 2017 (14.520.548 euros), cuando entró en vigor la nueva normativa..

El Supremo da la razón, entre otros, a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), la Asociación de Gestión de Derechos Intelectuales (AGEDI), la asociación de Artistas Intérpretes o Ejecutantes (AIE), el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO) y la de Artistas Intérpretes, Sociedad de Gestión de España (AISGE), que reclamaron que se declarase la responsabilidad patrimonial del Estado por la ausencia de percepción de la compensación equitativa, desde la anulación del anterior sistema hasta la aprobación del nuevo en 2017. La Sala del Supremo también fija los porcentajes de distribución entre las tres modalidades de reproducción contempladas: 25% para la reproducción de libros y publicaciones asimiladas reglamentariamente a libros, del 30% para la reproducción de fonogramas, y del 45% para la reproducción de videogramas.

Cabe preguntarse si les embargarán los bienes a estos políticos mencionados, para hacer frente a este desembolso de 57 millones. Porque son ellos los responsables. Sus errores fueron clamorosos en su día, desde el primer minuto. Añadiría a la lista a los medios y periodistas que lanzaron campañas contra el canon y aplaudieron su supresión. No todo vale. Y muchos tenemos memoria y recordamos…

P.D.: otro día ya hablamos de la gestión de Rodrigo Rato, la escandalosa cifra del rescate de Bankia, su fusión y los despidos que se avecinan. ¡Qué bien gestionan estos del Partido Popular!

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Cicely Tyson (1924–2021)

Sorcerer

Ha fallecido, a la edad de 96 años, la actriz Cicely Tyson. No voy a pormenorizar en su carrera en los escenarios o frente a las cámaras, aunque debería, porque la noticia de su fallecimiento ha pasado desapercibida en los medios españoles. Voy a centrarme en su influencia en la música de la segunda mitad del siglo XX.

Los muy aficionados a la música deberíamos tenerla en un altar. La primera vez que la vimos fue en la portada del «Sorcerer» de Miles Davis. Publicado en 1967 fue el tercer álbum del afamado quinteto. Es decir: Wayne Shorter (saxo tenor), Herbie Hancock (piano), Ron Carter (contrabajo) y Tony Williams (batería), acompañando al genio (trompeta). 

La relación de Tyson con Davis tuvo sus altibajos. Empezaron a salir en los 60. Ella estaba divorciada y tuvo a su hija con apenas 17 años. Él se estaba divorciando de la bailarina Frances Davis. Alrededor de la edición del «Sorcecer» Miles Davis anunció que se casaría con Cicely Tyson en marzo del 68. Pero en septiembre del 67 se casó con la cantante Betty Davis. Cicely y Miles retomaron su relación en 1978 y se casaron en noviembre del 81. Iniciaron los tramites de divorcio en 1988. Davis murió en 1991.

En la autobiografía de Miles Davis, escrita por Quincy Troupe, entendemos perfectamente el rol que tuvo en su vida y el agradecimiento que le debemos los aficionados a la música. Miles reconoce que ella le salvó la vida. Y que gracias a ella superó sus adicciones.

Cicely Tyson también era la madrina de Lenny Kravitz (intima amiga de su madre, actriz).

 

 

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Se estrena «Ma Rainey’s Black Bottom» en Netflix

Hoy 18 de diciembre se estrena en Netflix la película «Ma Rainey’s Black Bottom«, basada en el musical de Broadway del mismo titulo. Ma Rainey, conocida como la madre del blues (apelativo al que ella no le puso pegas a pesar de la discutible veracidad del mismo), es de una importancia capital en la popularización y difusión del género, así como de la relevancia que obtuvieron las cantantes. Lo que sí es cierto es que fue quien primero cantó blues desde el escenario de un teatro, en 1902 (siendo una adolescente). El blues rural o urbano encontraba su lugar en tugurios, clubes, esquinas, fiestas privadas, etc.

La precocidad profesional de Ma Rainey la proporcionó el conocimiento suficiente para dirigir su carrera. Impuso sus ideas. Era una líder y un ejemplo. Aparte de sus facetas artísticas y empresariales hizo historia apadrinando e impulsando la carrera de la gran Bessie Smith. Se rumoreaba de una relación más intima. Esos amores prohibidos en la época la han convertido con el paso del tiempo en un icono del colectivo LGTB. Y además muchas de sus letras eran marcadamente feministas, reflejo de su personalidad.

Otra contribución imprescindible fue la grabación en 1924 de la versión original de «See See Rider«, con Louis Armstrong y Fletcher Henderson entre los músicos. Ma Rainey es coautora de la canción. Con el paso del tiempo se convirtió en un clásico del rock. La grabó Elvis. Y Mitch Ryder & The Detroit Wheels (en 1965) y The Animals (en 1966) alcanzaron el Top 10 de las lista pop de EEUU con sus versiones.

Ma Rainey fue una figura decisiva en la difusión de los discos de pizarra. Fue una autentica superventas (se decía que salvó a la división discográfica de Paramount de la bancarrota). En cinco años grabó alrededor de 100 canciones. Cuando a las primeras figuras del classic female blues les llegó la hora del relevo, con voces más refinadas, centró sus actividades en la gestión y programación de varios teatros de su propiedad.

Nacida en 1886 como Gertrude Pridgett en Columbus (Georgia), adoptó el apellido de su marido William Rainey (se casaron en 1904). A él le llamaban respetuosamente Pa Rainey. Y ella adoptó el Ma. El «Black Bottom» del título hace referencia a un baile popularizado en el Nueva Orleans de principios del siglo XX. El origen del nombre es doble: de un barrio negro de Detroit llamado así y del gesto del cachete en la nalga que era uno de los pasos del baile (bottom en este caso significa trasero).

En la película, cuya banda sonora es de Branford Marsalis, la gran Viola Davis es Ma Rainey. Les dejo con el trailer.

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