El matrimonio entre el público del Bernabéu y su equipo está muy bien avenido. Los primeros aplausos que escuché fueron cuando el once titular terminó el calentamiento previo al partido, mientras se retiraban al vestuario (no estuve cuando aparecieron). El estadio estaba a medio llenar. La ovación fue atronadora cuando los jugadores saltaron al campo para disputar los tres puntos en juego. Con el aforo casi completo -hubo huecos, especialmente de seguidores sevillistas- mostrábamos nuestro apoyo a quienes están a punto de ganar la Liga, y han sido semifinalistas de Champions por segundo año consecutivo. El detalle de las camisetas recordando a Sergio Canales añadió carga emocional al momento.
El Sevilla le duró una hora al Madrid. Lo que tardaron en caer tres goles, un poste, múltiples oportunidades, y los cambios. Los dos primeros, en el minuto 61 fueron Khedira por Granero y Callejón por Di María. Un cuarto de hora después Albiol sustituyó a Xabi Alonso (despedido con otra ovación). Ni rastro de Higuaín. Está claro que algo pasa…
El Pirata, titular de nuevo, cumplió con creces (mientras aguantó). Involucrado con el espíritu espartano de Mourinho, bregó con eficacía y acierto. Y manejo la manija con criterio y buen toque. El Fideo volvió a ir de más a menos. Dio grandes pases en profundidad (uno supuso el 2-0, el primero de los dos goles de Benzema, y otro a Özil que fue el inicio de la jugada del 3-0 obra también del francés). Pecó a veces de excesivo individualismo, ese último regate que le sobra (y que me pone de los nervios), y vio una amarilla (no podrá jugar en San Mamés).
Cristiano Ronaldo demostró su potencial por enésima vez. El 1-0, tras un pase en profundidad de Benzema, fue un prodigio. El control, su recorte y el trallazo fueron una obra de arte. Luego estrelló un indirecto en el poste. La violencia con la que remató se escuchó en stereo: primero al chutar y luego al estrellarse en el palo largo (la pelota salió despedida fuera de banda por el lado contrario, y si llega a rebotar en alguien seguro que se incrusta en la red). Fue una pesadilla continua para la defensa del Sevilla. Reclamó un par de penaltis (creo que uno lo era).
Una muy buena hora merengue. En la que además el Sevilla dispuso de varias oportunidades. Especialmente tres en la primera parte, en tres contras vertiginosas. Parecían nosotros, pero sin pegada (aunque tuvimos un 4 contra 2 que no supimos aprovechar). En la primera falló Reyes ante Casillas. Su disparo flojo me recordó al penalti de Kaká ante el Bayern. Un churro. Después hubo una de Jesus Navas, el mejor de los suyos. Y la tercera fue una vaselina que se le fue alta a Negredo, achuchado por Iker, quien había salido hasta el borde del área grande.
Hay que mencionar que al poco de comenzar le anularon un gol a Fazio. No me queda claro si fue por fuera de juego o falta a Pepe. El caso es que ocurrieron ambas infracciones en la misma jugada.
Iker Casillas y Sergio Ramos también recibieron el apoyo de la afición. Especialmente cuando el de Camas le metió el pase de gol a Benzema (un excelente cabezazo en plancha que supuso el 3-0 y cerró el partido): puso el esférico en órbita, esta vez en la atmósfera del área chica, y el galo entró como una exhalación ganando la espalda a los defensores.
Se mantiene la diferencia de 7 puntos tras la exhibición del Barça en Vallecas (donde volvimos a ver las mejores versiones de Messi y Pedro, y el pobre Rayo pagó los platos rotos de la semana trágica culé). Y ya solo quedan tres jornadas. El miércoles viajamos a Bilbao, en lo que sin dudas será un partidazo… Y seremos campeones si ganamos o conseguimos el mismo resultado que los azulgranas contra el Málaga.