Archivo mensual: marzo 2017

Espectacular Oliver Green

La presentación de Oliver Green en el teatro Barceló (el antiguo Pachá) me ha parecido espectacular. Un pedazo de banda para acompañar a un nuevo talento patrocinado por el gran Paco Martín en su nueva discográfica (Martin Music), quien de nuevo apuesta y arriesga por la calidad en un entorno especialmente difícil.

Oliver Green, finlandés criado en Málaga y estudiante de rock en el Trinity College de la universidad de Oxford, bebe en las fuentes de Cat Stevens (Paco dixit) o de Gordon Lightfoot (en mi modesta opinión). Buenos referentes en ambos casos.

Aparte de la enorme calidad de la banda que le acompañó me llama mucho la atención la calidad de sus arreglos, la composición y el color de su voz. Y su personalidad encima del escenario. Se llama tablas. Lo cual es muy sorprendente tratándose de un debutante discográfico.

¿Está la critica preparada para recibir a Oliver Green? ¿Y el mercado? La respuesta a esta última pregunta desafortunadamente depende de los medios y la aceptación que tenga este primer álbum de Oliver Green. Y cada vez desconfío más de los medios musicales y la crítica…

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Serguéi Kislyak el personaje del año

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¿Quién es Serguéi Kislyak y qué méritos atesora para ser el personaje del año? Serguéi Ivánovich Kislyak es el embajador ruso en Estados Unidos y está poniendo en jaque a la administración del presidente Trump. Y Putin es feliz.

Sus contactos con destacados miembros del equipo de Trump, durante la campaña electoral y el periodo de transición entre Obama y el nuevo gobierno más las investigaciones desde la toma de poder del nuevo mandatario, se han saldado con varias cabezas. Desde el jefe de campaña Manafort hasta la salida forzada del gobierno del teniente general retirado Mike Flynn* (Consejero de Seguridad Nacional del Presidente) pasando por la auto recusación de Jeff Sessions, el top cop del país (Fiscal General) en la investigación del FBI (agencia bajo sus ordenes) sobre el hackeo al Partido Demócrata, el equipo de campaña de Hillary Clinton y los vínculos rusos con Trump. Hay otros cargos medios y por tanto de menor relevancia. Pero todos con intereses económicos y empresariales en Rusia y varias de las repúblicas que formaron parte de la URSS.

El circulo alrededor del nuevo presidente se estrechó cuando Jared Kushner, el yerno de Donald Trump, comunicó que se reunió con Kislyak en Trump Tower el pasado mes de diciembre. Se vio forzado a hacerlo antes de que se descubriera como había sucedido con Manafort, Flynn y otros. Ahora se ha conocido que Kislyak le recomendó verse con el primer ejecutivo de Vnesheconombank, banco público ruso prácticamente en bancarrota y sancionado por el gobierno estadounidense por su papel en la invasión de Crimea y el conflicto de Ucrania.

Kushner en una habil jugada se ha adelantado: ha solicitado presentarse voluntariamente para informar al Senado. La cosa se le ha complicado porque su versión de la reunión (blanca e inocente) ha sido desmentida en un comunicado del banco ruso: confirman que fue una cita de negocios. Informaciones periodísticas señalan un posible préstamo para nuevas inversiones inmobiliarias de la familia Kushner en Manhattan (son propietarios del edificio 666 de la Quinta Avenida). Parecería que el diplomático ruso lanzó un cebo al sugerir el encuentro con el banquero y Kushner picó. Y ahora está pillado.

Hace dos días Jared Kushner, el marido de Ivanka Trump, fue nombrado responsable de La Oficina de la Casa Blanca para la Innovación Americana (de nueva creación) y se le otorgaron credenciales de seguridad al más alto nivel. Algo que presumiblemente sea muy del agrado del embajador ruso.

A Kislyak se le señala como el máximo responsable del espionaje ruso en EEUU. Podría ser. Su habilidad es notoria y acaba de encumbrarse (y de paso ha situado a su jefe, Putin, en la cima del mundo). Pero en la extinta URSS (y sus países satélites) el jefe de la KGB no era el embajador sino su chofer.

Lo que bajo ningún concepto debe sorprendernos es que los espías espíen e intenten arrimar el ascua a los intereses de sus respectivos países. Otra cosa es que la ambición y codicia de un clan familiar esté al servicio de sus propios beneficios mientras contaminan el planeta, incrementan su gasto militar y fuerzan el de los demás, buscan la división entre aliados que tras un siglo marcado por dos grandes guerras han encontrado un espacio de convivencia y prosperidad, etc., etc.

* Mike Flynn ocupó cargos de nivel en la inteligencia militar bajo la administración Obama. Fue despedido. ¿Por ineficaz o hubo dudas sobre sus lealtades? Estuvo detrás de varias de las insidias que marcaron la última etapa presidencial de Obama. Su hijo propagó que Hillary Clinton dirigía una red de pederastia desde una pizzería de la capital (un loco entró armado en el local de Washington). 

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¿El nuevo PSOE de Susana Díaz?

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¿Es este el nuevo PSOE de Susana Díaz? En esta patética foto más caspa que casta desentona Madina (por edad). Echo en falta a José Bono o Rodríguez Ibarra para completar la imagen de renovación.

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Peaky Blinders: la serie y su música

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Ante la insistencia de mi hijo me he visto las tres temporadas de la serie Peaky Blinders (la BBC ha confirmado que habrá dos más). Y me alegro mucho de haberle hecho caso. Es sencillamente espléndida.

Como es norma en los británicos la ambientación es magistral. Y es aquí donde surge la primera sorpresa: la trama transcurre en el Birmingham después de la I Guerra Mundial pero la música es actual. Tan contemporánea como que en el penúltimo capitulo de la tercera temporada estrenaron el «If You Want It Darker» de Leonard Cohen.

La sintonia es «Red Right Hand» de Nick Cave & The Bad Seeds. Con las dos canciones mencionadas hasta ahora ya pueden hacerse una idea del tono y nivel de la serie. Añadan que también suenan The White Stripes, The Raconteurs, Johnny Cash, Jack White, Dan Auerbach (The Black Keys), PJ Harvey, Radiohead, Tom Waits, Arctic Monkeys, etc.

Me llama la atención que no suenen héroes locales de Birmingham como los hermanos Winwood (Spencer Davis, Traffic), The Move, ELO o Black Sabbath.

La historia es la de la ascensión de la banda de los Shelby, los Peaky Blinders. Una familia gitana liderada por el segundo hermano Tommy (un héroe de guerra). Desde la marginación hasta llegar a Londres. Apuestas (caballos y juego), extorsión, contrabando, robos, asesinatos y una complicada intriga política donde aparecen Churchill, el IRA y unos aristócratas rusos planeando introducir en la URSS los carros de combate robados por los Shelby.

El rumor de los últimos días es que Samuel L. Jackson ha pedido incorporarse al elenco. Ojalá.

Aquí se ha podido ver en Movistar. Y encontramos la única pega: no hay subtítulos en la versión original. Y los acentos del lumpen de Birmingham, de irlandeses, gitanos, bajos fondos de Londres, etc. no son fáciles de entender.

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De un tiempo libre a esta parte

De un tiempo libre a esta parte es el documental de Beatriz Alonso Aranzábal que ahora ya está disponible en DVD.

Integrante en su día del grupo Los Monaguillosh (los de «Voces en la jungla«) Beatriz es psicóloga clínica además de escritora y directora de documentales. De un tiempo libre a esta parte muestra en palabras de Eloy Tizón «la cara B de la mal llamada Movida de finales de los 70 y comienzos de los 80: Alphaville, Décima Víctima, Aviador Dro, Esplendor Geométrico…».

«Después de 30 años este documental da voz a grupos como Los Nikis o Los Acusicas donde expresan sus opiniones y experiencias con gran naturalidad y sencillez», contaba la directora a El País desde Londres (donde el doc. formó parte de una exposición sobre la Movida madrileña).

Diego A. Manrique decía: «¡No apto para mitómanos! De un tiempo libre a esta parte es un ágil documental sobre la parte salvaje, nunca beatificada, de La Movida. Hablan miembros de los Nikis, PVP, Alphaville, Aviador Dro, La Fundación, Lunes de Hierro, Esplendor Geométrico, Oviformia SCI. Plantean asuntos bien interesantes como la abundancia de personal femenino en los primeros grupos o la importancia de los atuendos.»

Y Ana Curra por su parte afirmaba: «Hubo historias de jóvenes, de música, de creatividad y libertad, que también sucedieron en este país. Fueron más pequeñas, más subterráneas, pero sin duda más excitantes y veraces, que merece la pena contar. Y Beatriz Alonso lo hace con cariño y justicia en este documental.»

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Otro ejemplo del porqué la crítica musical se fue al carajo

Formar parte de un clan garantiza la supervivencia (hasta cierto punto) pero no la calidad de tu trabajo. En el caso de Juan Puchades siempre ha estado apoyado por uno de los popes de la crítica, Diego A. Manrique. Cuando colaboré en Efe Eme (sin cobrar: norma de la casa, contribuyendo a la precariedad de su profesión) era el director y su falta de criterio era notable: los aspectos más polémicos eran consultados con Diego, para su aprobación. Hasta cierto punto es normal, pero lo lógico es tener una visión propia. Pero claro, para eso hay que conocer. Y Puchades no sabía. Sigue sin saber. El visto bueno de DAM, que sí sabe, allanaba el camino.

Ser pusilánime y perrito faldero son recursos. Pero lastran tu trabajo de crítico. Supone un problema más generalizado de lo que parece. Y termina alejando al público de la crítica. En vez de ser faros para iluminar sobre los distintos caminos de la música/cultura popular se han convertido en guías para estrellarse.

El artículo de Puchades sobre Chuck Berry en Efe Eme es lamentable. En el pantallazo de mi muro de Facebook explico brevemente las razones más importantes.

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En la segunda linea del primer párrafo de su artículo Puchades escribía:

«…parecía que la Parca se había olvidado de esos tres tótems que tomaron parte activa (¡y de qué manera!) en la gestación del género y que hasta ayer seguían en pie: Chuck Berry, Little Richard (84 años) y Jerry Lee Lewis (81). Ya solo quedan los dos últimos (y algunos infatigables supervivientes de la segunda oleada rock, como Sleepy LaBeef, de 81)…».

Vamos que se ha cargado a Fats Domino. Quien sigue vivo y sobrevivió al desastre del Katrina (se temió por su vida y la buena noticia de su superviviencia dio la vuelta al mundo). ¿O acaso va a resultar que según Puchades Fats Domino no era rock ‘n’ roll? El género al que tanto contribuyó junto a Dave Bartholomew y el backbeat de Earl Palmer. Pues tengo noticias no tan frescas para Puchades: Elvis Presley declaró en su día que el autentico Rey del Rock ‘n’ Roll era Fats Domino. ¿Sabrá Puchades algo que Elvis no sabía?

Veremos cuantos de sus compañeros de profesión se hacen eco, porque el corporativismo funciona. Otra razón más que aleja a la peña de la crítica: estas cosas se perciben.

Soy plenamente consciente que esta nota puede acarrearme problemas en mi actividad actual (a punto de editar un libro). Me da igual: soy independiente y tengo criterio propio. Por tanto, capacidad de riesgo.

P.D.: en la imagen pone hace 32 min y se refiere a las 13.00 horas de hoy cuando publiqué en Facebook.

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Divide de Ed Sheeran

Hace cinco años, cuando este blog se actualizaba diariamente, di cuenta sobre la aparición de Ed Sheeran, entonces la nueva sensacion británica (Sheeran estaba a un mes de cumplir 20 años). En este intervalo el pelirrojo ha publicado dos álbumes más (Divide es el tercero). Además ha compuesto para One Direction, Taylor Swift, Major Lazer, The Weeknd o Justin Bieber (atención a su último disco y no es coña) y colaboró con Pharrell Williams y Rick Rubin en X, su segundo larga duración.

El primer CD de Ed Sheeran no era el de un cantautor al uso. Aunque la guitarra acústica era su imagen de marca. Este tercero, Divide, sigue explorando nuevos terrenos que parecían vedados a los trovadores tradicionales. Su aproximación al pop de hoy, al rap, a sonidos «electrónicos», es no solo muy interesante también resulta de lo más comercial. Como muestra el ejemplo español: Divide debutó al n.º 1 en la lista de los más vendidos. Avalado por un temazo como «Shape Of You«.

Paul Simon sobrevuela en el tratamiento de ritmos afrocaribeños.

En Divide hay dos solos de John Mayer y Eric Clapton (bajo el seudónimo de L’Angelo Mysterioso). Y una canción «Barcelona» dedicada a la ciudad condal.

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El Ciclo de Canciones de Laura Tunbridge

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El ciclo de canciones de Laura Tunbridge, profesora de la Facultad de Música en la Universidad de Oxford, es una joya de libro. Tan revelador como deslumbrante. Un viaje apasionante por uno de los géneros más importantes de la música del siglo XIX. Y llega hasta nuestros días, desde Phil Spector hasta los discos conceptuales de Beatles, Beach Boys, Who, Pink Floyd, Jethro Tull, etc. Es decir, sin complejos ni ataduras. Superando esos tópicos anacrónicos de alta y baja cultura.

La autora investiga otros tipos de música que han influido en el ciclo de canciones, de la ópera y las sinfonías a la canción popular. Una guía completa y sugerente que perfila cómo las prácticas interpretativas, de los conciertos a las nuevas tecnologías de grabación, han cambiado el modo en que las escuchamos. Hay ejemplos célebres, como las obras de Schubert, Schumann o Mahler, que han sido objeto de particular atención y estudio. Sin embargo, otros muchos ciclos –de compositores igualmente famosos tanto del XIX como del XX– no lo han sido. Con el fin de conocerlos en toda su amplitud, este libro introduce una serie de conceptos clave y un repertorio amplio con los que perfilar una historia del género desde Beethoven hasta el presente. En sus capítulos se explora cómo estos ciclos reflejan el mundo que los rodea, y cómo las tradiciones nacionales y las relaciones sociales están presentes en la elección de textos y estilos musicales que lleva a cabo el compositor.

Tunbridge tiene en cuenta dos factores sociales:

«Primero, el lied surgió a la vez que un nuevo tipo de público musical y fue a éste al que sirvió; las clases medias con educación, que suplantaban poco a poco a la aristocracia como principales mecenas. Este cambio necesitaba una mayor sensibilidad comercial de los compositores y sus editores, que ahora tenían que anunciar sus mercancías en un mercado competitivo. La conversión de la música en artículo de comercio afectó directamente a la evolución del ciclo de canciones. Como los lieder, al igual que los poemas en que se basaban, eran de escala relativamente reducida, tendían a publicarse en colecciones… El segundo factor a tener en cuenta es la estrecha relación, hasta en los ejemplos más tempranos, entre los lieder y las expresiones de identidad nacional, en particular el aspecto popular o folclórico de estas sencillas canciones estróficas con textos en alemán, que gustaban y atraían como expresión y definición del espíritu nacional.»

Cuando Laura Tunbridge escribe «se disparó la ambición de los compositores» me siento totalmente identificado. No como autor musical -que no lo soy- pero sí como estudioso y amante de la música cuando hablo de lo que denomino como mercado de canciones. Ella lo aplica a «cuando los lieder empezaron ya a ser cantados por profesionales» siendo uno de los puntos de arranque de lo que hoy conocemos como música popular.

El ciclo de canciones es un libro muy recomendable para todos los amantes de la buena música. Un relato tan erudito como apasionante.

 

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