He tenido el honor y tremendo placer de publicar un resumen del Mundial para la excelente revista digital El Contragolpe. Lo pueden leer ahí o a continuación:
¿Ha sido la Copa del Mundo de Brasil el mejor Mundial de todos? Pertenezco al grupo de quienes piensan que sí. Desde el principio del campeonato tuve este palpito. No recordaba una fase de grupos con tantos buenos partidos. El Inglaterra 1 -Italia 2 de la primera jornada del grupo de la muerte, partidazo, es el mejor ejemplo.
Quizás habría que matizar que el formato de la competición ha ido variando para evitar una primera fase con “marías” -alguna se cuela, pero cada vez menos- y, por supuesto, porque cada vez hay más países. Otro detalle es que llevo siguiendo los Mundiales desde 1966 (Inglaterra).
¿En qué me baso para afirmar que Brasil 2014 ha sido el mejor de todos? Al menos desde 1966. La respuesta es sencilla porque goles son amores. Se ha igualado el récord goleador de Francia 1998. No se ha superado por la pésima semifinal entre Holanda y Argentina. Acabó a cero y los argentinos pasaron a la final de penaltis. Un solo gol hubiese servido para superar la marca del 98. Este aciago partido tiene un componente añadido: el mal sabor de boca que dejó siendo el antepenúltimo que se disputó. De haberse producido antes, mejor, mucho antes, ni nos acordaríamos. Y tampoco extrañaría tanto que hubiese gente que opinase que ha sido una excelente competición.
Hay una circunstancia que no hay que pasar por alto. Se ha denominado al torneo como El Mundial de los porteros. Cierto. Hemos visto grandes arqueros y paradas excepcionales. Varios se han lucido en las tandas de penaltis. ¿Y es el más goleador? ¿Cómo se entiende esta aparente contradicción? La lectura que deberíamos hacer es que ha mejorado el nivel de todos los jugadores, sobre todo los guardametas. ¿Cuántos goles más se habrían anotado de no ser por Howard, Neuer, Keylor Navas, Courtois, etc.? No se recuerda un Mundial con una cosecha de porteros tan generosa. Antes era cuestión de dos, tres como mucho. Es por esto que el valor de los 171 tantos es mayor. Podríamos establecer un paralelismo con el valor doble de los tantos conseguidos fuera de casa. Lo comento por el empate con Francia 1998.
La Alemania campeona del mundo ha sido la más goleadora (18) seguida de Holanda (15). Estas dos selecciones junto a Argentina han sido las que menos goles han encajado (4). Son las tres que ocuparon el podio. Para la historia queda el 1-7 que los campeones infligieron a los anfitriones, en la semifinal. La peor derrota en la trayectoria de Brasil y además en casa. Lo vimos y disfrutamos en este Mundial. Como el mejor gol, el de James, quien además fue el “pichichi”.
Löw consiguió el ansiado titulo. El primero que logra un equipo europeo en América. Supo rectificar errores, propios y ajenos. Entre estos últimos se cuenta el de Lahm, el mejor lateral derecho del mundo jugando de medio centro. Idea que importó de Guardiola. En cuanto le puso en su sitio Alemania voló y el capitán mejoró sus prestaciones individuales.
Ha sido el torneo donde por fin FIFA ha introducido mejoras tecnológicas. El ojo de halcón, que no ha hecho falta usarlo. No ha habido lugar. Tranquiliza saber que está por si surge la duda. Otra novedad ha sido el spray, ¡Acierto total! Quiero verlo ya en Liga y Champions. Los franceses han anunciado que lo van a implementar esta próxima temporada. He leído que aquí lo están estudiando o lo van a estudiar. Supongo que algunos estarán ganado tiempo para monopolizar las licencias, homologaciones y fabricación del producto. El llamado cooling break también ha sido bienvenido. Supongo que será algo circunstancial, aplicable solamente en condiciones extremas.
Siempre he defendido la defensa de cinco. Parecía en desuso. En Brasil 2014, para mi sorpresa, volvió con fuerza. Holanda que no lo empleó en la fase de clasificación jugó todo el torneo así. Argentina empezó usándolo en el primer encuentro. Sabella lo modificó en el descanso y lo archivó en la papelera. Menciono a estas dos selecciones porque me parece que han tenido a los dos mejores técnicos del campeonato. Van Gaal gana partidos desde el banquillo. La jugada del cambio de portero para la tanda de penaltis, contra Costa Rica, queda para los anales. Algo para contar a hijos y nietos. Y lo hemos visto en esta Copa, no en otras. Sabella por su parte no ha parado de modificar. Sobre la marcha, en el transcurso del juego. Ha afrontado y superado adversidades, en forma de lesiones. Primero Agüero y sobre todo Di María. No me gusta el estilo de la Albiceleste ni voy a entrar en ausencias clamorosas (Willy Caballero, Tévez). Solo opino sobre lo que hemos visto desde el partido inaugural hasta la final del 13 de julio.
No quiero empañar mi discurso optimista con los aspectos negativos. Que los ha habido. Por la parte que nos toca el fracaso de España ha sido devastador. Es posible que este sea otro factor de peso entre quienes critican el Mundial. El Balón de Oro a Messi tampoco figura entre los nominados al acierto del año. Y es un hecho relevante cuando se otorga un galardón a un futbolista que no aparece en el Top 10 de los mejores jugadores, ni en el once titular. Como es sabido estas estadísticas las elabora la propia FIFA, la misma que concede el Balón de Oro.
He dejado aparte la pésima imagen que ha dejado todo lo que rodea a Brasil (las infraestructuras, las manifestaciones y revueltas sociales, los arbitrajes, la corrupción, la seleçao, la torcida, Scolari, etc.). Con su pan se lo coman.
Tengo que añadir un componente emocional muy importante en mi vida, que también influye en mi apreciación. He publicado mi primer eBook, MI MUNDIAL BRASIL 2014, donde cuento todo esto y más (recomiendo la master class de Puskás sobre los remates). Ha sido el primer libro publicado sobre Brasil 2014. Todo un récord. Punto de Vista Editores lo puso a la venta en menos de 48 horas después de mi última entrega (el 14 de julio, al día siguiente de la final). En Amazon (llegó al #1 a los cuatro días) ponen el 15 de julio como fecha de edición. Rápido y al primer toque.
De despedida, mi once del Mundial (no está en el libro, quizás en una próxima edición, en papel): Neuer, Lahm, Garay, Thiago Silva, Ricardo Rodríguez, Kroos, Mascherano, Di María, James, Messi y Robben. Y desde luego con Van Gaal en el banquillo. A pesar de no jugar con tres centrales. Si el técnico holandés se pone terco –que se pondrá- y hay que dar entrada a un defensa, para jugar con cinco, metería a De Vrij. Y tendría que sacar a uno de una terna formada por James, Messi y Di María (por su lesión, si no ni hablar). Pero esto ya es parte de otro escrito.

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