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Adiós a Carlos Tena, amigo y jefe

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Ayer por la tarde me enteré del fallecimiento de Carlos Tena. A los 79 años y medio. Me quedé de piedra. Fue vía un WhatsApp de Javier Diez que inmediatamente reenvié a La Mundana, quien iba camino de ver la exposición de Leonora Carrington. Ella adoraba a Carlos. Por su bonhomía, su sentido del humor, su compromiso, por ser amigo de sus amigos. Y quisiera incidir en esto último.

Conocí a Carlos Tena escuchándolo en Radio Peninsular «la más musical» a mediados de los 60. Posteriormente, en la década siguiente, nos hicimos amigos y fue mi jefe en el «Para Vosotros Jóvenes» que dirigía en Radio Nacional de España (programa del que llegué a ser productor tras Gonzalo García Pelayo y Jorge de Antón). En ese programa desembarcamos el equipo de Gonzalo por iniciativa de Carlos. Para la gente de hoy, en realidad para quienes no vivieron en la España de mediados de los 70, es imposible que entiendan la importancia del premiado programa «Para Vosotros Jóvenes«. Un soplo de aire fresco a nivel nacional. Recogía el espíritu de las FM madrileñas. Gran acierto de Carlos. Que además de batallar con las fuerzas vivas de la radio servía de pararrayos. Los problemas que causaban algunas de las músicas que poníamos o las opiniones que vertíamos eran fuentes inagotables de problemas. Carlos las ventilaba poniendo en riesgo su carrera y defendiendo siempre a su equipo y al programa. La variedad musical que programamos es impensable hoy en día.

Mantener la amistad durante décadas es complicado y más aún si ha habido una relación profesional de por medio. O cambios de residencia (incluso de continentes con un océano de por medio). Siempre apoyó a lo que acabo de denominar el equipo de Gonzalo. Tanto en Radio Popular FM, 99.5, como en Onda 2, la FM de Radio España. Si se molestan en pinchar en el enlace de 99.5 lo verán en dos fotos de cuando se organizaron las 24 Horas Beatles (la primera y penúltima del post) y una caricatura que hizo de Antonio Gómez. Entre las muchas habilidades de Carlos la del dibujo era una de ellas. Como escribe Antonio en la entrada conjunta que hicimos de 99.5 «nunca hizo ningún programa, pero siempre estaba, el más viejo y el más gamberro, dispuesto a una de sus genialidades». Cuando nos mudamos a Onda 2 y empezamos a organizar partidos de fútbol, contra los que formaban parte de nuestra antigua radio siempre se alineó con nosotros. En la foto, de izquierda a derecha, es el segundo a la derecha de los que están de pie (entre José María Ponce y Gonzalo Garrido).

Onda 2

Tener a Carlos como amigo siempre ha sido un honor. Pasar de ser oyente suyo a colega y tenerlo de jefe es un preciado tesoro. Siempre estaré agradecido a cómo solucionó mi contratación en RNE. Era menor de edad y su empeño logró superar barreras burocráticas. También admiro su compromiso de cuando resistió los cantos de sirena de la SER, concretamente de Los 40 Principales de Rafael Revert. A pesar de las garantías que ofrecían no se acababa de fiar. Era una radio comercial y conocía de primera mano las presiones publicitarias de su época de Radio Peninsular. Así que nos quedamos donde estábamos aunque un par de años después surgieron otros problemas… éramos peligrosos para los nostálgicos del franquismo atrincherados en RNE, que no en TVE. En Prado del Rey Carlos migró de la Casa de la Radio al edificio de TVE.

De la foto del encabezado, en El Schotis original en julio del 76, solo quedo yo de los chicos. Rodri, otro gran amigo, se fue en noviembre de 2020. Rodri, Carlos y José Ramón Pardo (los tres de Radio Peninsular) me dieron a conocer los placeres del castizo restaurante. Eran devotos de sus cangrejos de río. Cuando me mudé al barrio en 1988 ese Schotis fue una extensión del comedor de mi casa. Carlos también me descubrió otro restaurante del que es mi vecindario: El Cosaco, hoy desaparecido, un restaurante ruso cuya parte trasera da al patio de nuestro edificio. Carlos era la versión más divertida y gamberra de la gauche divine.

Acabo de leer un pedazo de artículo de Paloma Concejero sobre Carlos. He vuelto a emocionarme leyendo a Paloma. Recomiendo su lectura. Tengan un pañuelo al lado.

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Adiós a Luis Mario Quintana

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Me he enterado hace un rato del adiós de Luis Mario Quintana, El Profe. Me he quedado de piedra. No me lo esperaba. Me he levantado tarde y mientras preparaba el desayuno he dado una vuelta por Facebook. Y en el muro de Óscar Mariné he conocido la fatal noticia. También la he visto en otro par de muros.

La foto del encabezado creo que es de mayo del 2009. Los Mundano fuimos a pasar un puente a Segovia y nos acercamos a su casa a saludarlo. Hacía tiempo que no teníamos contacto. Nos fuimos a comer (la foto es de después). Vivía con Moncho Alpuente, que curiosamente pasaba el fin de semana en Madrid. Eran cuñados. Moncho falleció seis años después y El Profe me pidió que escribiese algo aquí al respecto. En realidad me recriminó no haberlo hecho. Estábamos en el crematorio por el fallecimiento de Fernando Esteve. Probablemente fue la última vez que nos vimos. Sucedió a finales de marzo de 2015… y siete años sin vernos -pandemia por medio- es una barbaridad. Manteníamos contacto por escrito, pero cada vez más esporádicamente. 

Solía vacilarme con que no me acordaba como nos conocimos, primero, y luego con que no recordaba la primera canción que puso en mi programa de Radio Popular FM, la 99.5. Resumo la historia a continuación. Pedí en antena discos de grupos alemanes como Amon Düll, Can, etc. Suponía que algún oyente tendría. Y así fue. Quien llamó fue Luis Mario Quintana, aún no era El Profe. Quedamos, nos conocimos y lo invité al programa. «Sing Swan Song”, del “Ege Bamyasi” de Can fue ese primer tema que pinchó. Al poco le ofrecí compartir el programa conmigo. Así entró en la radio. Luego pasamos a Onda 2 donde cada uno hacíamos nuestro programa. En aquellos tiempos las emisoras estaban obligadas a conectar con el parte (las noticias del régimen que emitía Radio Nacional de España). Lo echaron porque daba paso diciendo ”y ahora os dejo con el rollo hablado” que originaron multas y amenazas de cierre. Tras Onda 2 él y otros pasaron a la recién creada Radio El País (también colaboró en el diario). Pinchaba discos en la agitada noche madrileña. Actividad que mantuvo en Segovia a donde se mudó con Moncho y sus parejas (eran hermanas).

No me esperaba esta noticia. Y despido con una foto de esos días que compartimos en Onda 2. Fue un partido contra nuestra exemisora, 99.5. Luis Mario está en cuclillas en la posición del delantero centro. La alineación en el pie de foto.

Onda 2

De pie, de izquierda a derecha: Paco Galindo, Carlos Finally, Julio Matito (exSmash), Chema Martínez (ex Nuestro Pequeño Mundo que hacía un excelente programa de folk rock), José María Ponce, Carlos Tena y Gonzalo Garrido (de masajista). En cuclillas, de izq. a dcha.; Gonzalo Garcipelayo (que así firmaba entonces), un servidor, Luis Mario Quintana, Pedro de Frutos y Eric Saba.

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Gipsy Power

Gipsy Power

Tenía ganas de hincarle el diente a este «Gipsy Power«, el recopilatorio dirigido por David el Indio de Vetusta Morla con excelentes textos de José Manuel Gómez Gufi. Es el segundo proyecto conceptual de ambos tras el estupendo «Gipsy Rhumba – El Ritmo Original de la Rumba Gitana en España 1965-74» (editado por el sello inglés Soul Jazz Records). Afortunadamente este «Gipsy Power» lo publica Sony España. Y digo lo de afortunadamente porque Sony tiene las grabaciones originales de CBS, Epic, RCA, Zafiro y Columbia.

«Gipsy Power«, que como subtítulo lleva el lema de «la banda sonora del cine quinqui», nos muestra los caminos de la fusión de la rumba flamenca con otros estilos, preferentemente el soul y también la salsa. Y en este sentido es un emocionante homenaje a la figura del fallecido productor José Luis de Carlos, artífice de estas mezclas sonoras. También a otros como Gonzalo García-Pelayo y Julio Palacios, Ricardo Pachón, etc. Personalmente me siento muy identificado con esta colección de canciones y artistas. Tanto de manera indirecta (por amistad o compañerismo) como directa (El Luis y Zingaro).

«Gipsy Power» es el sonido de los barrios del extrarradio de Madrid (y también de Barcelona y Sevilla), que en muchos casos viajó con éxito al resto de España. Es la música de los coches de choque de las ferias, de las casetes de gasolinera o de las piratas en ferias y mercadillos. ¡Un puntazo de disco!

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El ajedrez y yo

Blancas abandonan

Mi relación con el ajedrez ha sido discontinua. Es lo peor que se puede hacer en disciplinas que requieren práctica y constancia. Me pasa igual con el tenis.

La afición al ajedrez me viene de pequeño. Me la inculcó mi padre, buen jugador. El reto de ganarle fue la principal motivación. Me ejercitaba, leía (tenía dos libros estupendos), seguía las partidas de los periódicos y jugaba con quien pudiese (que eran más bien pocos). Hasta que un día llegó la ansiada victoria. A partir de ahí podemos decir que solo le ganaba a mi padre una de cada 10 o 12 partidas.

Entre mi círculo no era frecuente la afición al ajedrez. Me cansé del juego. La llegada de las máquinas de jugar fue una bendición. La primera que vi la tenía Gonzalo Garciapelayo (que así firmaba entonces). No era rival para él, me ganaba con suma facilidad. Y como en el tenis las diferencias entre contendientes lastran las partidas.

Ahorré para comprarme una máquina. Estuve enganchado un tiempo. Y lo dejé. A partir de entonces el proceso de conexión/desconexión ha sido constante. La penúltima vez que volví fue con los teléfonos móviles. Descargué una app y volví a jugar hasta que las sucesivas actualizaciones y la obsolescencia de mi iPhone 5 inhabilitaron esta posibilidad. Hasta este verano, cuando empecé a ver videos de partidas del gran Magnus Carlsen en Facebook. A lo que siguieron los videos del Maestro Luisón (Luis Fernández Siles), quien explica y analiza de maravilla.

El 14 de julio me inscribi en chess.com y empezé de nuevo. A jugar (partidas cortas de 20 minutos o largas), a resolver problemas, seguir cursos e incluso me he apuntado a un torneo que arrancó el pasado 1 de septiembre. Y he jugado las dos mejores partidas de mi vida. Que al menos recuerde. Una la perdí contra un estadounidense que me tocó aleatoriamente y que me triplicaba en puntuación. Le hice sudar la gota gorda. Al acabar me mandó un mensaje de felicitación que me supo a triunfo. Esta derrota no me restó puntos en la clasificación, por la diferencia de nivel. La otra, se la gané a alguien que me doblaba en puntuación. Y me llovieron los puntos. En la imagen pueden ver el tablero final, tras mi jaque con la torre negra que provocó su abandono. El llegar hasta esta posición fue una gozada.

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Se apagó la luz de Caballero Bonald

Se apagó la luz de José Manuel Caballero Bonald. Un faro de muchas madrugás, de mañanas, tardes y noches. Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926 – Madrid, 2021) era ante todo un hombre culto, de vasta cultura. Asumo que influido por sus progenitores (padre cubano y madre descendiente de aristócratas franceses), supo navegar entre las mal llamadas alta cultura y baja cultura. Apasionado de esta última, especialmente del flamenco, siempre supo distinguir cual era la música popular de su tiempo. En casi todos los obituarios que lean destacarán su faceta de escritor, sobre todo como poeta. Es justo que sea así. Pero no podemos ni debemos olvidar su aportación a la música popular.

Fue además un excelente gestor cultural. El librero asturiano Silverio Cañada fundó Ediciones Júcar (Gijón, 1967). Encargaría la dirección de la editorial a Pepe Caballero Bonald, que abrió oficina en Madrid y bajó su mandato se editaron casi 2.000 libros. Cañada y Caballero Bonald le compraron una idea a otro grande, Mariano Antolín Rato (trabajaba de traductor en la editorial): ampliar al rock la colección «Los Juglares» dedicada a los cantautores, bajo la dirección del propio Antolín Rato, el primer traductor español de las letras de Bob Dylan. En «Los Juglares» se editaron los primeros libros en España sobre Bob Dylan (del gran Jesús Ordovás), Leonard Cohen, Serrat (de Vázquez Montalbán), The Beatles, The Who, Simon & Garfunkel, etc. Se tradujeron libros franceses sobre sus principales cantautores, Ramón de España publicó volúmenes en los 80 sobre Roxy Music y Buddy Holly. Marcos Ordoñez (Gato Pérez) y Ramón Chao (George Brassens) también forman parte del ilustre elenco de autores de «Los Juglares«.

Su labor de difusión del flamenco fue muy activa en varios frentes. Como letrista, productor y director de sello discográfico. Las alegrías que abren este post son letra suya. Como todas las de los dos primeros discos de Diego Clavel, a quien produjo esos dos primeros LPs para Ariola. «Tierra» el doble álbum de El Lebrijano también son letras suyas. Lo produjeron ambos. Entre Clavel y El Lebrijano, Caballero Bonald dirigió el sello Pauta para Ariola. Pauta, fue la respuesta a mediados de los 70 del jefe de Ariola, Ramón Segura, al éxito de Gong, el sello en Movieplay de Gonzalo García-Pelayo (entonces Garcíapelayo). Gong ampliaba sus miras al rock, mientras Pauta se enfocaba en el flamenco y la canción de autor. El día a día de Pauta lo llevaba Charo García. En Pauta reeditaron el primer LP de Luis Eduardo Aute (RCA) y le grabaron dos más («Babel» y «Sarcófago«). Rosa León, el Forgesound, Miro Casabella, María del Mar Bonet, Paco Ibáñez y el Cuarteto Cedrón, Manuel Gerena, El Sordera, Agujetas padre e hijo, son algunos de los artistas que formaron parte de los casi tres años de existencia de Pauta.

Como productor, aparte de los mencionados y por mencionar, destacar dos discos para Ariola: el «Heliotropo» de Vainica Doble y «Rito» de Aute con el gran Carlos Montero en la dirección musical y artífice de los arreglos.

Ramón Segura y Pepe Caballero Bonald se conocían desde los tiempos de Vergara, la discográfica barcelonesa que fue adquirida por la alemana Ariola. En Vergara, Caballero Bonald puso en marcha y produjo en 1968,  con Segura coordinando, la magna obra «Archivo del Cante Flamenco«. En seis discos se recorrían todos los cantes, divididos en Cantes Primitivos y Cantes Derivados. Esta antología, años después, me sirvió de enciclopedia para mi aprendizaje flamenco.

Mi admiración por José Manuel Caballero Bonald fue siempre desde la distancia. Coincidímos brevemente en la presentación de «La raíz del grito«, el segundo LP de Diego Clavel con portada de Guinovart (Ariola, 1974). En esa época trabajaba en medios. Se mostró interesado por el hecho de alguien apasionado por el rock apreciase el cante. Volvimos a coincidir en otros saraos: la presentación de Pauta, el Forgesound y el «Babel» de Aute. Breves ráfagas, en las que su luz se proyectaba en cada frase. Muchos años después nos vimos en BMG (el grupo empresarial formado tras la compra de RCA por parte de Ariola). Yo trabajaba ahí. Salía del despacho de Tato Luzardo (exbatería de Canarios y brazo derecho de Segura) y nos cruzamos en la escalera. El subía y yo me disponía a bajar a mi despacho. Su cariñoso saludo me sorprendió. Me agarró del brazo y me pidió que le acompañase. Había quedado para comer con Ramón Segura. Tato, testigo de la escena, se acercó y se dieron un fuerte abrazo. Dos sentidos del humor complementarios: el canario y el jerezano. Segura no le hizo esperar demasiado tiempo. El suficiente para alertarnos que si teníamos pendientes con el jefe que aprovechásemos, porque la comida, según costumbre, se alargaría bastante. Tato le replicó que como ya lo sabía había cancelado el desayuno conjunto que tenían para el día siguiente.

He sabido de su fallecimiento por Javier Rioyo en su muro de Facebook. Pedro Lópeh en el suyo puso el video de Diego Clavel. Y Ángel Sánchez Harguindey recordaba en FB esta frase del desaparecido maestro:

«Un buen poema es la máxima temperatura que puede alcanzarse manejando el idioma. Un buen poema justifica toda una vida. Ojalá me llegue algún día ese buen poema».

Archivo cante flamenco

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La historia de Audiofilm

Gracias al Facebook de Mercedes Lomas, gestora de algunos de los principales estudios de grabación de Madrid, descubro este documental sobre Audiofilm. Estudio mítico que tristemente desapareció. El 68 de la calle Alonso Cano de Madrid, donde estaba Audiofilm, fue un centro creativo tanto de música grabada como de grabaciones de publicidad y programas de radio. Su plantel de técnicos de sonido a lo largo de su historia, bajo la dirección de Raúl Marcos, supuso una marca que ningún estudio superó. El Audiofilm que fundó José María Batlle a mediados de los 60 dio paso a otra empresa, dedicada a lo mismo. Pero ya no fue lo mismo.

A nivel anecdótico recuerdo comentarios de gente que grabó ahí en su primera época y recordaban el yuyu que les daba la Fundación División Azul, en el portal de al lado. Y viendo el documental me ha sorprendido ver a Gonzalo García Pelayo ayudando en el desembalaje, en la calle, y el posterior traslado al interior del local, de la primera mesa de 24 pistas que tuvo Audiofilm.

Les recomiendo ver el documental. Es único.

P.D. a Carlos Galán: creo que Mercedes Lomas sería una excelente opción para tus brillantes podcasts de «Simpatía por la industria musical«.

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Luis Eduardo Aute (1943-2020)

Estoy conmocionado, son días de dolor y duelo. Hace como dos horas me enteré del fallecimiento de Luis Eduardo Aute (Manila, 1943-Madrid, 2020). Los últimos sorbos del café que estaba tomando han sido los más amargos que recuerdo. Me cuesta articular frases. En Facebook recurrí a un texto de Luis Lapuente que reflejaba un fragmento de su libro «Conversaciones con Gonzalo García Pelayo. Nostalgia del futuro«, en el que GGP mostraba su admiración y afecto por Aute. Inmediatamente pensé hacer lo mismo aquí en El Mundano. Porque Aute forma parte de mi «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll«. Como no podía ser de otra forma, porque es un pionero del rock & roll madrileño. Al igual que otros importantes cantautores que tuvieron sus inicios en el incipiente r&r patrio (Patxi Andión, Manolo Díaz, Raimon, Xabier Ribalta, Serrat, etc.).

Otra de las facetas del mestro Aute es la de artista plástico. Y en esto también estuvo cercano al pop-rock español. Suya es la ilustración de la portada del primer álbum de Barrabás. el exitoso proyecto afrolatino del Fernando Arbex de los 70. En el grupo formaban dos Morales, Ricky y Miguel.

Tenía claro que la canción que iba a elegir para este post era «Slowly» (y mira que es difícil seleccionar una entre tantas grandes canciones). Siempre pensé que tenía el potencial de ser un hit mundial. Mi idea original era que la grabase Julio Iglesias. No prosperó. Aute ya tuvo un éxito internacional con la adaptación inglesa de su «Aleluya Nº. 1» (1967) en la versión que grabó Ed Ames. La original de Aute contó con los arreglos y producción de Juan Carlos Calderón y triunfó en España. También Massiel tuvo éxito con su versión. La de Asner funcionó en EEUU, Canadá y en Australia (en menor medida). El tema era un proto Leonard Cohen en toda regla. Escribo esto y enseguida me viene el recuerdo de su admiración por Cohen y el entusiasmo con el que comentamos su primera actuación en el Teatro Monumental de Madrid (era la gira del «New Skin For The Old Ceremony» y representaba una evolución sonora importante). Me ha llamado la atención que Víctor Lenore  también eligiese «Slowly» en su muro de FB. Aquí me viene de perlas porque refleja perfectamente el ambiente de ese primer Aute rocanrolero.

Vecino del barrio de La Mundana (la Karina ye yé era la otra celebridad de Fuente del Berro) recuerda que el primer, y probablemente único autógrafo que pidió, fue con 12 o 13 años cuando ella y su amiga Ana Davies se lo encontraron a la puerta de El Corte Inglés de Goya. Yo, en cambio, la recuerdo mirándole embobada en el vestíbulo del Teatro Alcalá Palace (no me acuerdo que actuación pudo ser; igual fue Leo Sayer).

Les dejó con pantallazos de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» referidos al gran Luis Eduardo Aute:

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Tigres copia

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Leer del tirón

Libros 2

Leer del tirón siempre se ha asociado a algo positivo. Es un elogio para cualquier libro decir que «me lo he leído de un tirón». Pero desde hace unos años me freno. Concretamente desde «Patria» de Fernando Aramburu (en mi opinión la mejor novela española de este siglo). No quiero terminar. Y mira que «Patria» tenía más de seiscientas páginas y me enganchó desde el principio. Pero iba ralentizando su lectura. El que los capítulos fuesen cortos ayudó mucho para imponer este ritmo lento. Desde entonces me ha pasado con todos los que leído que me han entusiasmado: «La uruguaya» de Pedro Mairal o «Cara de pan» de Sara Mesa, que leí dos veces, por citar dos novelas cortas, en las que era más complicado bajar el ritmo compulsivo de lectura; entre las largas destaco la última de Mario Vargas Llosa «Tiempos recios«.

Respecto a la de Vargas Llosa me pasó algo curioso. Suelo aprovechar los viajes en avión para ponerme al día en lecturas (sean libros, revistas o suplementos de los diarios). Si por alguna razón coincido en la lectura de dos libros, suelen ser de géneros distintos (una novela y un ensayo, pero nunca dos novelas o dos ensayos). Este dejar de ser un eyaculador precoz, referido a la lectura, me condujo a una situación imprevista. No deseaba terminar «Tiempos recios» y lo empecé a simultanear con el magnifico «Conversaciones con Gonzalo García Pelayo» de Luis Lapuente. Dos grandes, mano a mano. Así que me vi estableciendo estrategias para retrasar el orgasmo literario. Pero tuve un error de cálculo. Y de repente me vi simultaneando lo que aparentemente eran dos libros de música. Digo aparentemente porque el de «Conversaciones con Gonzalo García Pelayo«, dada la polifacética personalidad profesional de Gonzalo, es algo más que de música. Mas es el eje de las charlas y, en mi criterio, la música es su mayor aportación cultural (y tan importante en su cine). Tanto en su faceta de productor musical como de comunicador en medios (contribuyendo decisivamente al gran cambio en radio y TV).

Me he ido por las ramas así que toca volver al tronco. Decía que me vi simultaneando dos libros de música. Los de la foto del encabezado. Dado mi vinculo con GGP (mi mentor) y mi admiración por Luis Lapuente (gran trabajo el suyo en ordenar, editar y dar forma a horas de conversación), resultaba complicado echar el freno. Lo fui retrasando y retrasando. Iniciar «Música en 1853» de Hugh Macdonald curiosamente me ayudó.

«Música en 1853» es la biografia musical de ese año. Macdonald nos encuadra la importancia de 1853. Y nos enseña perfectamente lo decisivo que fue. Algo que desconocía y que nunca me había parado a pensar. Siempre se agradece aprender algo (y más a mi edad).

Recomiendo (mucho) ambos libros. Uno, porque es historia viva de gran parte de nuestra música popular del último tercio del siglo XX. Y el otro, porque es parte de nuestro subconsciente cultural y de nuestra formación musical. Y cierro con otra opinión contundente, como le gusta a Gonzalo: aprovechan el confinamiento para leer ambos.

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El pintor de canciones

Hoy estuve viendo la exposición El pintor de canciones, en el Teatro Fernán Gómez del Centro Cultural de la Villa (Madrid). Se trata de una impresionante muestra que abarca 30 años, desde 1948 hasta 1978 (año en el que se aprueba nuestra actual Constitución). Estuve con los alumnos de este curso del Máster en Industrias Musicales y Estudios Sonoros (MIMES) de la Universidad Carlos III. El comisario de la muestra, Javier Panera (a quien podemos ver en el video), se trajo a sus alumnos de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca. Nos juntamos un buen grupo que disfrutamos de las explicaciones del shérif. (No pude evitar estar callado e intervine un par de veces).

El trabajo fino, riguroso e impecable de esta exposición se debe a Panera, sus dos colaboradoras y a La Fábrica, que dirige Alberto Anaut.

Mientras Panera nos daba una charla de introducción antes de recorrer la muestra vi entrar a Luis Mendo. Tanto él como Bernardo Fuster (incluyendo su faceta artística con seudónimo) están presentes en El pintor de canciones. Nos saludamos desde la distancia. Y me comentaron que la mayoría de quienes aparecen, o son mencionados, han visitado las salas de la exposición. Los vivos, claro está.

El impacto emocional que me supuso la exposición es difícil de expresar. Al acabar estuve comiendo con Javier Panera e Ignacio Marín, director del Fernán Gómez y viejo conocido. Javier me comentó lo emocionado que se sintió Gonzalo García-Pelayo, uno de los protagonistas culturales de la España de los 70. Me solidaricé con lo que comentó Gonzalo (siendo un servidor tan solo un segunda fila). Mi sobrecogimiento se debió a dos factores muy sencillos. Primero por revivir mi infancia, adolescencia y mis inicios profesionales, recorriendo los distintos apartados de las salas dedicadas al El pintor de canciones, mientras reconocía a amigos, conocidos y colaboradores. Y el segundo motivo fue por ver reflejado, o reivindicado, mi trabajo de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll«. El paralelismo entre el libro y la exposición es evidente. Hay diferencias, lógicamente, pero son de enfoques puntuales en algunos aspectos, pero que son complementarios. En este aspecto de contar la historia de España, desde 1948 (ellos) o 1950 (yo), desde el punto de vista de la cultura popular ya no me siento tan solo. Es más, siento que he sido pionero al respecto (aspecto que señalaron varios críticos en su momento, pero que hoy he podido contrastar, palpar in situ).

Y aparte de refrescar cosas también aprendí: la primera visita a España de John Cage fue financiada por Joan Miró. Miró se enteró que la compañía de danza del bailarín Merce Cunningham estaba de gira por Europa. Intentó convencer al Hot Club de Barcelona para que le trajesen. Los problemas económicos frenaron la contratación. Miró no se amilanó y corrió con los gastos, además de realizar el cartel del evento. Club 49 (burocráticamente una sección del Hot Club) organizó la velada. Cunningham vino acompañado de su entonces pareja, John Cage (una de las piezas era música suya).

Cage Miró

La mala noticia es que El pintor de canciones se clausura el 11 de noviembre.

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«Noches de Rock ‘n’ Roll» el doc de Colomo sobre Burning

Anoche asistí al estreno en cines de «Noches de Rock ‘n’ Roll«, el documental de Fernando Colomo sobre Burning. Forma parte del festival In-Edit dedicado a documentales musicales (todos los de esta edición tienen una pinta estupenda). Y ya se está emitiendo por uno de los canales de Movistar.

A la sala del Proyecciones acudieron los coproductores Susana López Corcuera y Roberto Oltra (quien además fue batería de Burning) y el director. La Mundana nos hizo unas fotos. Entre los presentes estaban además parte del equipo técnico, Gonzalo García-Pelayo y el gran Jesús Ordovás (aparece en la foto con Susana).

Finalizado el pase hubo un turno de preguntas y respuestas. Susana, en su segunda intervención, comentó que el concierto del entonces denominado Barclayscard Center, con una pléyade de estrellas del rock nacional, y que es parte esencial de la filmación, lo organizó ella para recaudar fondos para financiar el documental. Es decir, no fue al revés, rodar aprovechando el evento.

Fernando Colomo vuelve a encontrarse con Burning. La primera, «¿Qué hace una chica como tú en sitio como este?«, no pudo ser más fructífera y lanzó comercialmente a la banda. Una vez más encontramos ejemplos de la estrecha colaboración entre el cine y el rock (y la música en general). Concepto que menciono frecuentemente en mis dos últimos libros. En «Noches de Rock ‘n’ Roll» Colomo nos cuenta los 40 años de existencia de Burning. Desde sus comienzos. Su ascenso a los cielos. Y sus infiernos. La narración es ágil y nos da la dimensión exacta de la importancia del grupo. Que es mucha. Así como su influencia. Y así lo reflejan los múltiples testimonios que recoge el documental. Desde Rosendo hasta Loquillo. De las personas que intervienen me gustaría destacar a las dos hermanas de Pepe Risi (José Casas Toledo), el que fuera guitarra solista y miembro fundador de Burning. Y también quiero agradecer a la productora por haber contado conmigo. Nunca me había visto en pantalla grande…

De los supervivientes de la formación original es el enorme Johnny Cifuentes quien lleva la antorcha de Burning, desde las desapariciones de Toño Martín (el primer cantante) y Pepe Risi. Y lógicamente Johnny es el gran protagonista de la cinta. Y objeto del cariño de sus compañeros de profesión y de Colomo.

No pierdan la ocasión de ver «Noches de Rock ‘n’ Roll«. Merece y mucho la pena. No les defraudará. Es más, les encantará.

Con Roberto Oltra y Fernando ColomoCon Susana López Corcuera y Jesús Ordovás

 

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