30 de junio de 2009
El departamento de marketing de Apple es un ejemplo a seguir. Son los Reyes. Religiones aparte no hay nadie más fiel que un “maquero” (si teclean “mac follower” en Google aparecen más de cuatro millones de resultados). Son incluso más leales que un seguidor de un club de fútbol. El caso más extremo que conozco es el de los del Bétis que se pasan al Sevilla (Lopera nunca encontraría trabajo en Apple). Y volviendo la vista a la excepción que citaba al principio, el de las religiones, hay personas que cambian o reniegan (aunque en algunas creencias monoteístas esto esté castigado con la pena de muerte).
Un “Appleadicto” lo será siempre. Cautivado por la belleza de los diseños de sus productos y una (supuesta) superioridad tecnológica, siempre encontrará argumentos para justificar los (innumerables) fallos de sus lanzamientos.
He de confesar que desconfio de ellos desde el principio: una empresa que plagia el nombre de la que crearon The Beatles no puede merecer ninguna confianza. ¿No fueron capaces de encontrar otra denominación? ¿O estaban estableciendo un principio? El de plagiar. O “copiar y pegar” por ceñirnos más al asunto informático. Tampoco me gustaba ese empeño de la incompatibilidad. Pensaba lo mismo de Microsoft, quienes acabaron ganado esa guerra comercial (¿desafortunadamente?).
He tenido la ocasión de probar algunos de sus hitos audiovisuales como Quick Time, Final Cut y Final Cut Pro. Así como su potentísimo G4 (las dos primeras versiones). Y es ahí cuando empecé a reflexionar. El G4 volaba si sólo lo dedicabas a sus tareas específicas: las audiovisuales. Como le cargases de trabajo adicional, de oficina o personal, su rendimiento se ralentizaba y dejaba bastante que desear. Lo cual era un incordio, teniendo en cuenta su coste (elevadísimo para su época).
Pero la cosa no queda ahí. Este año editando los ocho episodios de “Rodri y la becaria”, el encargado del estudio de edición en Ondas Formación nos insistió en usar lo de Apple. Le comenté a Antonio Durán que era una perdida de tiempo. Me miró extrañado. Como ya me conozco la historia no dije nada y dejé que los hechos hablaran por si mismos. Tras varios intentos, donde surgieron varios problemas con la sincronización de imagen y sonido, sugerí usar Microsoft. ¡Anatema! El caso es que no hubo ningún problema y todo funcionó a la perfección. A pesar de la prueba (y éramos Antonio y yo quienes dábamos fe de ello) el técnico/profesor del estudio se negaba a reconocer la evidencia.
Otro ejemplo son los iPods. El interruptor de On/Off, de los primeros modelos, que se lanzaron en España, no funcionaba. Si no puedes encender o apagar un aparato que te acabas de comprar… Y a pesar de ello conozco usuarios que tardan más de cuarenta minutos de conversación en reconocer este hecho, y eso que lo han sufrido.
John me cuenta que en su casa, en USA, sus hijos usan los iPods a todo trapo. Pero se estropean y los reemplazan a la velocidad del rayo. Lo cual es el paraíso para cualquier vendedor, pero no necesariamente para el consumidor. Y los averiados quedan arrinconados por toda la casa.
Desde hace dos años se conoce que los portátiles de Mac presentaban grietas en su carcasa. Se supone que los avances incorporados al Mac Book blanco habían superado estos inconvenientes. Pues no. Apple ha tenido que aceptar estos problemas. Y también hay que mencionar incidentes con sus baterías.
El lanzamiento del iPhone produjo unas situaciones curiosas o más bien chapuceras. ¿Cómo se puede explicar que tengan problemas de saturación de líneas? Se tomaron prepedidos. Es decir controlaban el número de teléfonos a fabricar porque los tenían vendidos de antemano. Por tanto también debieron calcular los de reposición, porque a la vista de las órdenes confirmadas de compra conocían el previsible boom de ventas. ¿Y no calcularon que la gente compraba los iPhones para, por ejemplo, hablar por teléfono? ¿Qué esperaban? ¿Cualquiera otra actividad alejada de la función básica del aparato? Sencillamente ridículo.
Y hay un asunto novedoso. Tiene que ver con las carcasas de nuevo. En este caso con las del nuevo modelo del iPhone, el 3GS: es una tostadora. No deja de ser una función novedosa. Aunque no estuviese prevista: se calienta más que mi Toshiba. Y no lo digo yo. Lo dice Wired, la Biblia.
Pero no les cuenten nada de esto a un “maquero”. Serán percibidos enseguida como agentes del imperio del mal. Y les miraran de soslayo con superioridad y desprecio.