30 de septiembre de 2009
Nueva jornada de Champions para Real Madrid y Atlético de Madrid. Vuelven a Madrid, esta vez al Bernabéu, los del Olympique de Marsella, que tanto follón montaron el año pasado en el Calderón. Y el Atleti viaja a Oporto, con sed de venganza.
Hoy empiezo yo porque jugamos en casa.
¿Exceso de confianza? (por Adrian Vogel)
Tras los deslumbrantes partidos del Barça y Sevilla entran en juego los equipos madrileños. Y la verdad es que en lo que respecta al Madrid no las tengo todas conmigo. La foto tocando la Copa tampoco ayuda. Este tipo de cosas me dan yu-yu (al igual que las celebraciones antes del principio de los partidos). Si a esto le añadimos que el Olympique viene con un par de ex nuestros (Heinze y Morientes) me pongo más nervioso aún. Todavía recuerdo una eliminatoria contra el Monaco en las que el bueno de Fernando Morientes y Giuly nos cosieron a goles. El extremeño estaba cedido y en una “hábil” gestión del entonces responsable deportivo, Jorge Valdano, le permitieron jugar contra nosotros. Ese año, tal y como se desarrolló la competición, podríamos haber llegado a la final. Pero se interpuso el Monaco…
Mis malos presagios aumentan con la baja de última hora de Lass. Que unida a la de Arbeloa y la incógnita sobre Sergio Ramos (si juega lo hará forzando, con el riesgo que eso conlleva) descompensa, y mucho, la banda derecha de la defensa. Y hay más bajas (ya conocidas) y jugadores tocados como Guti.
Confiemos que Heinze no lesione a ninguno y que los delanteros del OM (esas iniciales de mantra budista tampoco me confortan) tengan la pólvora mojada.
Lo normal es que ganemos y fácil. Pero percibo un exceso de confianza. Y eso es mala señal. Muy mala. Vamos, que le temo a este partido más que a la concesión de los JJOO a Madrid (otra desgracia, si se produce, que planea sobre mi cabeza esta semana).
Me fiaré de mi enlace (por Julio R. Llorente)
Hace dos meses me mandaron con Radio 3 al Festival Paredes de Coura. Llegué al aeropuerto de Vigo y desde allí un conductor de la organización del festival me condujo al lugar de los hechos (un enclave de anfiteatro natural, por cierto, precioso, en donde vi a Franz Ferdinand, Nine Inch Nails, The Pains of being pure at heart… entre otros) un poco más allá de la frontera, ya, metidos en Portugal.
Y, claro, con el dueño del volante, hablamos de música, de viajes para allá y para acá y, por descontado, de fútbol. Paulo presumía de su Oporto, porque sigue ganando títulos domésticos de Liga, gesto muy expresivo él suyo -«hace caja«- y sigue teniendo un equipo muy competitivo. Recordamos la eliminatoria del año pasado y como nos quedamos los rojiblancos fuera por el valor doble de los goles. En un momento determinado de la charla, no sé si por deferencia de anfitrión a huésped me dijo que si este año de nuevo nos encontrábamos -fíjate qué caprichosas las bolitas- ganábamos, seguro, y le echaba piropos a nuestra punta de ataque: Kun–Forlán.
Ha pasado un tiempo, llegó el sorteo, empezaron los torneos ligueros de España y Portugal. Y los blanquiazules están arriba y nosotros estamos con tres puntos miserables en una clasificación y uno, en la otra, en la de la Champions. Vamos, que se impone reaccionar.
Los optimistas han visto una señal de luz que guía hacia la salida del túnel por lo que pasó en Valencia: empatar un partido que se tuvo perdido y antes ganado, pero que nos voltearon en un pis-pas. Algo de razón tienen. Si ese choque es como los del año pasado, en vez de 2-2 quizás habría acabado 3-5 o así porque se marcharon fuera balones que, sobre todo, impulsados por Forlán, con cualquiera de las dos piernas, antes, acababan en la jaula. No sé yo hasta qué punto al uruguayo le maniata esa posición de media-punta o escorado a la izquierda. Sólo por él y por todo lo que le dio al Atleti el año pasado me gustaría un partidazo suyo en Oporto para que recogiera su Bota de Oro ante el Zaragoza, dentro de unos días, con el ambiente festivo que se merece.
Las bazas del Atleti son las del año pasado más Jurado, que, destello a destello, me va convenciendo. Porque ahí se acaba el recuento. A ver si hay suerte y en su tierra resucita Simao, sería maravilloso que lo de Maxi viendo puerta no fuera flor de un día y que la defensa concediera lo justo; no más regalos, por favor. O sea, que ojo a Hulk y sus facultades, que, de armario, tiene lo justo, y a Falcao al que su paisano Perea algo le debe de tener controlado. Buena noticia es que no juegue el «Cebolla» que está lesionado y Abel deberá instruir a los suyos para que le tiren al portero Helton (claro, eso dirán también ellos pensando en que guarda nuestro arco un novel).
Total que yo barrunto un partido de «equis» pero eso vale de poco tras el patinazo de hace unas semanas. O sea que me voy a fiar de mi conductor portugués.