¡Qué grande es el amor! El tetracampeón mundial al aire libre, pentacampeón mundial indoor y oro en Sydney 2000 en salto de longitud, Iván Pedroso (La Habana, 1972), se enamoró y tuvo una hija, nacida en Guadalajara. Y para España se vino. Acto seguido, tras abandonar el atletismo, montó su escuela en la ciudad alcarreña. Una fábrica de campeones.
El primero fue el francés Teddy Tamgho. Fue el tercer atleta en superar los 18 metros en el triple salto (al aire libre). También batió tres veces el récord mundial bajo techo entre 2010 y 2011. Se superó a si mismo dos veces. Fue doble campeón del mundo (pista cubierta y aire libre). Al francés le siguió la madrileña de padres africanos Ruth Ndoumbe, a quien quizás perjudicó su doble actividad, salto de altura y triple salto. El portugués nacido en Costa de Marfil Nelson Évora, pareja de nuestra Ana Peleteiro, fue el siguiente campeón. Sus padres, originarios de Cabo Verde, llegaron a Portugal cuando Évora tenía cinco años. Bajo la tutela de Pedroso fue campeón olímpico (Pekín 2008) y mundial (Osaka 2007) en triple salto.
Hasta ahora todo bien. Mas falta la explosión de Tokio 2020 del Team Pedroso. En el triple salto. Oro y bronce. La caraqueña Yulimar Rojas y la riveirense Ana Peleteiro respectivamente. La venezolana además batió el récord del mundo en 17 cm. (15,67) y la gallega el español, dos veces para asegurar el bronce. Las dos discípulas de Pedroso representan su cima profesional como entrenador.
Cuando la actual campeona olímpica Yulimar Rojas ganó su primera medalla olímpica, en Río 2016 (plata), contó cómo entró en contacto con Iván Pedroso: «Me gustan mucho las redes sociales. Cuando Facebook me lo sugirió de amigo decidí escribirle, le dije que era una joven atleta de Venezuela, que él era mi ídolo y que quería entrenar con él“. Esto sucedió en 2015. Y a los tres meses ya había mejorado su marca medio metro. Desde entonces una plata y un oro en JJOO, récords mundiales al aire libre y en pista cubierta, tres mundiales indoor y dos outdoor.
Por su parte Ana Peleteiro, bronce en Tokio 2020, declaró en su momento: «Pedroso me sacó de la mierda. Cuando llegué me dijo que saltaba mucho, pero que no era nadie. Me hizo llorar mucho al principio, pero soy lo que soy gracias a él». La labor del entrenador, además de cuidar los aspectos técnicos (como mejorar su movimiento de brazos) tuvo un rol psicológico fundamental. Supo domar y motivar el talento y el carácter de la triplista. La picó poniéndola retos. Si los salvaba continuaba con él.
Rojas y Peleteiro, compañeras de habitación en Guadalajara, han cimentado su amistad bajo la atenta mirada de Pedroso. El buen rollito entre ambas quedó patente en la celebración tras la prueba del triple salto en las que compartieron el podio.
En el caso de Peleteiro su personalidad extrovertida también se palpó en la alegría que demostró con la plata de su amigo el gimnasta Ray Zapata (con quien tuvo un desencuentro en Río 2016) y sorprendentemente con el italiano Marcell Jacobs, oro en los 100 metros. El abrazo que le dio, se le tiró encima, es de los que deberían hacer historia. Si ya era fan de Peleteiro esto -además de sus bailes virales con Rojas- me ha ganado por los siglos de los siglos.
¡Qué grande es el amor! Las pistas de atletismo de Fuente de la Niña de Guadalajara dan buena fe de ello.