
Me arrepiento de no haber acudido al Bernabéu, por el elevado precio de las entradas. Visto lo visto el Real Madrid 3 Manchester City 2 resultó un partido inolvidable. Donde hubo de todo: dos grandes equipos, goles, oportunidades, incertidumbre en el marcador, emoción, una remontada épica. ¿Qué más se puede pedir?
La confusión sobre la alineación inicial tuvo varios protagonistas. Desde la inclusión de Coentrao, en un comunicado oficial del club, hasta la suplencia de Sergio Ramos. En un twitter mostré mi sorpresa, y mi duda sobre Di María (el partidazo del Fideo disipó todos mis recelos).

Supongo que la diatriba de Mourinho en Sevilla, cuando se refirió a jugadores que tenían la cabeza en otras cosas, iba por los líos de faldas del de Camas. Mou no se casa con nadie: Ramos se une a una lista de «castigados» en las que también han estado Iker Casillas y Cristiano Ronaldo.
Desde el pitido inicial se vio que este Madrid era el de verdad, respondiendo a mi pregunta de ayer. Los seguidores queremos que haya continuidad, como la temporada pasada. No solo en las grandes ocasiones. Como anoche en nuestro debut en Champions. Contra el campeón de la Premiere, imbatido desde abril.
La primera parte fue muy buena. Un Ronaldo muy activo, buscando el gol y recibiendo el balón de sus compañeros. Y Hart, el portero rival, se lució en varias intervenciones. Un Higuaín incisivo, pero sin fortuna de cara al gol. Marcelo y Di María los dos mejores. Una apasionante lucha en el centro del campo con 5 jugadores destacados: Xabi Alonso, Essien, Khedira, Silva y Touré Yaya (inmenso a lo largo de todo el encuentro). Pero se llegó con 0-0 al descanso.
La segunda mitad se inició por los mismos derroteros. Y Marcelo se atrevió a rematar en un par de ocasiones. Con mucho peligro. El marcador seguía sin moverse. Y el pulgar de mi mano izquierda cada vez estaba más despellejado. Le comente a La Mundana que «verás como hacen un cambio, entra el Kun Agüero y nos la enchufa». Aunque confiaba que el calor hiciese mella en los del City.
En el 65 entró Mesut Özil por Essien, quien ya acusaba la falta del ritmo de competición. Y es entonces cuando Dzeko -en vez del Kun-, recién ingresado en el campo por Silva, anotó el primer gol. Fue una gran contra llevada por Yaya, y el goleador aliviaba la discutible decisión de Mancini de cambiar al canario. Se rompió el trivote y encajamos un tanto. Mou se la jugó: Modric por Khedira y Benzema por el Pipita. No quedaba otra. Pero sin debilitar el medio campo, más bien al contrario. Lo reforzó con dos jugones y un delantero que la toca. En el 77 empataba Marcelo, en su tercer remate.
La victoria seguía siendo posible. Pero el 2-1 no llegaba. Al contrario más bien: en el 86 Kolarov, de falta, lograba el 1-2. Casillas no estuvo acertado (estuvo peor en el 0-1), la zaga no la olió, y lo que parecía un pase acabó en la red. El corazón y la casta se impuso al reloj y al rival. Una jugada del omnipresente Di María acaba con la pelota al borde del área en los pies de Benzema. El francés se revuelve, en un movimiento prodigioso, y con una sangre fría descomunal golpea el balón al palo corto. 2-2. El Madrid empataba el partido por segunda vez. Y quedaba tiempo, poco, para intentar ganar.
«Vamos Cristiano, muestra lo que eres capaz» le gritaba La Mundana al televisor (en realidad era al crack portugués). Antes le había afeado una jugada en la que tras perder un control no luchó por recuperar la pelota, y se quedó parado lamentándose. En estos instantes finales se percibía el peligro en cada arremetida blanca. Y tuvo que ser Cr7 en el último minuto quien puso el 3-2 final. Sorprendió a Hart con disparo que le botó justo delante de su manopla, tras una brillante internada. El delirio.
Estos 3 puntos saben fenomenal. Y si hubiésemos perdido también estaría orgulloso de mi equipo: lucharon, dieron la cara, jugaron, llegaron y remataron. Claro que el triunfo es más gustoso que el empate o la derrota.

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