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Flowers

«Flowers» es el pelotazo mundial de Miley Cyrus. Lanzado el pasado 13 de enero lleva batiendo récords en Spotify desde entonces. Y por segunda semana consecutiva ocupa el número uno global en Billboard por su impacto en multitud de países. Es su tercer nº. 1 en Gran Bretaña, el segundo en Estados Unidos y el primero en Alemania y Francia.

La canción versa sobre la ruptura con su marido. No ha tomado la senda de otras artistas como Paquita la del barrio, Taylor Swift o Shakira que despellejan a sus ex. Más bien va por los derroteros del «Blue» de Joni Mitchell: se abre en canal (como ya hiciera en «Wrecking Ball«, otro temazo). Las flores del título son de una frase del estribillo, «me regalo flores», que hace referencia a un texto de Virginia Woolf. Y también es una respuesta a una de Bruno Mars que su exmarido la dedicó cuando se quemó la mansión de ambos.

«Flowers» es un pedazo de canción y Miley Cyrus lo borda. Siempre me gustó el color de su voz y su personalidad cantando.

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Iggy Pop canta a Leonard Cohen

En el nuevo álbum de homenaje a Leonard Cohen «Here It Is: A Tribute to Leonard Cohen«, Iggy Pop ha elegido interpretar «You Want It Darker» que daba título a su último disco en vida (2016). La versión del veterano rockero se ciñe a la original de Cohen, con un arreglo de tintes jazzeros que proporciona un aire vanguardista al ambiente de la canción.

Este tributo se editará la semana que viene, el 14 de octubre, y ha sido producido por Larry Klein, quien fuera músico, pareja y productor de Joni Mitchell. Bajista procedente del jazz ha tocado con varios de los grandes del género así como con Bob Dylan, Peter Gabriel, Don Henley, Robbie Robertson, Randy Newman, etc.

Además de Iggy Pop intervienen en este «Here It Is: A Tribute to Leonard Cohen» artistas de la talla de James Taylor, Norah Jones, Mavis Staples o Peter Gabriel.

Respecto a su participación Iggy Pop fue contundente en su apreciación: “There’s nobody like Leonard. Not in the whole world”. (No hay nadie como Leonard. En ninguna parte del mundo).

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Los Grammy de Jon Batiste

Respecto a los cinco premios Grammy de Jon Batiste he leído en un par de medios estadounidenses una reflexión que quisiera compartir con ustedes. Hacen referencia al paralelismo entre el Grammy al Mejor álbum del año de Herbie Hancock por «River, The Joni Letters» en 2008 y el de Batiste por su «WE ARE» de este año. Ambos álbumes pasaron prácticamente desapercibidos en su día para crítica y público y solo arrancaron en ventas tras ser galardonados como Mejor álbum del año.

Otro punto de encuentro es el jazz. Hancock, ilustre y veterano pianista de jazz, ha coqueteado con otras músicas y alcanzó sus mayores éxitos comerciales con temas bailables, cercanos a la electrónica. Su disco dedicado a las composiciones de Joni Mitchell, la cantautora canadiense aficionada al jazz, era una vuelta de tuerca. Batiste por su parte, también pianista de jazz, ha explorado distintas formas musicales dentro de la rica tradición musical afroamericana. Su tema «Freedom» y su video, Grammy al Mejor video musical, es buena prueba de ello.

Poner en un mismo texto a Jon Batiste y Herbie Hancock es tan solo una muestra de la grandeza del más joven de los Batiste. Y los Grammy, premio de la industria musical made in USA, son un reconocimiento a su talento más allá de las escasas reseñas y ventas. Los aficionados a la música estamos de enhorabuena.

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Guerra a Spotify. ¿Y los madridistas?

Pitchfork

A la declaración de guerra a Spotify de Neil Young se han sumado Joni Mitchell y Nils Lofgren, guitarrista que acompañó a Young, rechazó entrar en Rolling Stones y desde hace tiempo colabora con Bruce Springsteen. David Crosby también se suma a la iniciativa de su antiguo compañero, pero no puede porque ha vendido todos sus derechos. Lo cual nos lleva a la siguiente cuestión: ¿el silencio de otros veteranos ilustres como Dylan y Springsteen se debe a esta circunstancia? ¿La venta de todos sus derechos les lleva a estar vendidos? Neil Young también vendió y ha pedido retirar su música de Spotify. Warner puso en marcha los trámites.

Warner también inició la tramitación para retirar el catálogo de Joni Mitchell con la compañía (sus álbumes clásicos). Mientras, los que grabó para Geffen, hoy propiedad de Universal, siguen en la plataforma. Esto conduce a otra reflexión: los tres grandes grupos multinacionales son accionistas de Spotify. En 2018 Warner se deshizo de sus acciones. Universal las ha mantenido. ¿Tiene esto algún peso en las decisiones de ambas discográficas?

Aunque ayer la acción de Spotify subió, los acontecimientos desde el comunicado de Neil Young han propiciado el descenso de la cotización en bolsa de la empres sueca (con domicilio fiscal en Luxemburgo).

Daniel Elk, cofundador y primer ejecutivo de Spotify, ha tenido que salir al paso del revuelo mundial provocado por el desafío de Neil Young. Elk se ha hecho el sueco. Lo que dijo el pasado domingo no va a ningún lado. Y eso de que van a advertir sobre los espacios que difunden información controvertida es insuficiente. ¿Vertir falsedades es controvertido? ¿Y si quienes difunden mentiras, poniendo en solfa a la comunidad científica, exigen ese aviso para los científicos cómo reaccionará Spotify? ¿También avisará que es información controvertida?

Hace un mes 270 profesionales, autodefinidos como “una coalición de científicos, profesionales médicos, profesores y comunicadores científicos”, firmaban una carta abierta en la que pedían a Spotify que dejaran de difundir las afirmaciones de Rogan (el mismo del que se quejó Neil Young). Estos 270 abarcan campos, como la microbiología, la inmunología, la epidemiología y la neurociencia, además de medicina y enfermería. Su petición no tuvo ninguna repercusión. Todo lo contrario de lo sucedido con Neil Young.

Este conflicto con Young es distinto al que han tenido otros artistas en el pasado. Principalmente eran de índole económico (Taylor Swift fue el más sonado) o de contratos de exclusividad (Garth Brooks). No me extrañaría que en esta ocasión los principales beneficiados fuesen la competencia, principalmente las plataformas de Amazon y Apple.

En algunas redes estadounidenses decenas de suscriptores han anunciado su intención de darse de baja del servicio de Spotify. Las crisis de reputación, como la que acecha a Spoti, se llevan muchas empresas por delante. Y son lo único que puede debilitar la fuerza de una marca.

¿Y los madridistas? A qué viene esto se preguntaran. La semana pasada saltó una noticia que pasó inadvertida para muchos: Spotify está negociando el patrocinio del Barça. De ser así muchos madridistas darán la espalda a la plataforma de streaming. Algunos ya lo hemos hecho…

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Joni Mitchell rescata «River»

Dos días antes de Navidad Joni Mitchell recataba «River«, canción de su icónico álbum «Blue» (1971). 50 años después se ha realizado un video para acompañar la canción.

«River«, que con el paso del tiempo se ha convertido en una clásica del repertorio de Mitchell, habla del desamor. Es la historia de una ruptura. Su temática navideña se ciñe a la descripción de pasar las navidades solos.

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La superbanda de Joni Mitchell en 1979

Joni Mitchell montó una superbanda en 1979 para la gira en la que presentaba su álbum «Mingus«. La formación era:

Jaco Pastorius: bajo

Michael Brecker: saxo tenor

Pat Metheny: guitarra eléctrica

Don Alias: batería y percusión

Lyle Mays: teclados

Pastorius venía colaborando con Mitchell desde hacía unos años. Se inició en la grabación del «Hejira«, disco en el que el sonido y la presencia de su bajo es protagonista.

El video está grabado a principios de septiembre de 1979 en el Santa Barbara Bowl. Esta actuación en el anfiteatro californiano fue grabada y editada discograficamente  en 1980 («Shadows And Light«) y posteriormente en DVD (2003).

La canción «Free Man In Paris» está inspirada en David Geffen. Incluida en otro de sus grandes álbumes, «Court And Spark» (1974), el sexto de su carrera, fue compuesta durante un viaje a la capital francesa con Geffen, Robbie Robertson y su esposa. Robertson, además de canadiense como Mitchell, era el guitarrista de The Band y habitual colaborador de Bob Dylan y Neil Diamond. La letra versa sobre las sensaciones de Geffen durante estas vacaciones, al verse libre de compromisos profesionales y sociales.

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Fairport Convention: «Folk Heroes»

Acabo de ver este documental, «Folk Heroes«, sobre la legendaria banda inglesa Fairport Convention. Es de 2017, con motivo del 50 aniversario de su fundación. Lo grabé hace unas semanas cuando lo emitió Sundance TV.

Fairport Convention, apadrinados por el indispensable Joe Boyd (su productor y mánager), asentaron las bases del folk-rock inglés. Renovaron el acervo tradicional y lo electrificaron. También fueron los primeros en grabar canciones de Joni Mitchell, antes de que ella se diese a conocer masivamente. Bob Dylan les reconoció como los mejores interpretes de sus canciones inéditas (las que el aún no había grabado). La edición del primer álbum de The Band «Music From The Big Pink» (1968) les hizo cambiar su dirección musical. Vieron imposible alcanzar esa cota. Y dejaron de mirar a la música popular estadounidense para bucear en las raíces de su propio país. 

El documental recoge los múltiples cambios de formación, los nuevos grupos y solistas que surgieron y los diversos fallecimientos a lo largo de las cinco décadas que celebra. Y, por supuesto, airea y reafirma el enorme legado de Fairport Convention.

Les recomiendo que lo busquen en el canal Sundance TV (con subtítulos) o a continuación (sin subtítulos): 

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50 años del «After The Gold Rush» de Neil Young

Hoy se cumplen 50 años de la edición del «After The Gold Rush» de Neil Young. Era su tercer álbum en solitario y en mi opinión el mejor de su carrera. Es mi favorito y el único suyo que aún sigo escuchando. Luego vendría «Harvest«, que lo catapultó al estrellato mundial absoluto, con ese «Heart Of Gold«, n.º 1 en Estados Unidos y Top 10 en los principales mercados.

Generalmente cuando se habla del country-rock (hoy conocido como Americana) siempre surgen dos nombres pioneros: Gram Parsons y The Byrds. Y solemos olvidar el tercer pilar: «After The Gold Rush» de Neil Young.

El ambiente campero del LP rezumaba desde los primeros compases de la maravillosa «Tell Me Why«, que abría la cara A. Y continuaba con tres joyas más: «After The Gold Rush«, «Only Love Can Break Your Heart» y «Southern Man«. Esta última sirvió para que Lynyrd Skynyrd  respondiesen a Neil Young con otra obra maestra, «Sweet Home Alabama«. La cara A, al igual que la B, cerraba con un pequeño divertimento.

La cara B arrancaba con la versión de un clásico de Don Gibson (un grande del country, conocido como The Sad Poet). El resto de los temas estaban al nivel de los de la cara A, sobre todo «Don’t Let It Bring You Down» y «When You Dance I Can Really Love«.

Una característica de este LP, y de la nueva época discográfica, era el foco puesto en los álbumes. El primer sencillo no se editó hasta un mes después del LP. Y solo hubo uno mas, en marzo del 71. Se trataba de resaltar la obra conjunta.

1970 fue el año de la explosión de Crosby, Stills, Nash & Young en Estados Unidos. Su disco «Dèjá Vu» se había editado en marzo de ese año. Era la primera colaboración con Neil Young tras el LP de debut de Crosby, Stills & Nash del año anterior. El éxito del álbum les convirtió en el grupo más taquillero del país. Esa gira del 70 fue recogida en el excelente doble «4 Way Street«, editado en 1971. En ese 1970, además del «Dèjá Vu» de CSN&Y y el «After The Gold Rush» de Neil Young, tuvimos el primer LP en solitario de Stephen Stills, en noviembre, con el hit «Love The One You’re With«. Y en el 71 llegaron los debuts en solitario de Graham Nash y David Crosby.

En los años que viví en Nueva York descubrí, hablando con compañeros y colegas, que la edición de «After The Gold Rush» coincidió con el comienzo del curso universitario. Esto quería decir que los adolescentes que crecieron con la revolución de los Beatles y Bob Dylan y/o luego con la del rock, la contracultura y los hippies, estaban predispuestos a los nuevos sonidos del conglomerado CSN&Y. «After The Gold Rush» nació de pie entre los jóvenes universitarios y se convirtió en una obra que formó parte del dormitorio de todas las residencias universitarias y colegios mayores. Las incipientes radios universitarias también tuvieron mucho que ver. Se convirtió en un disco generacional.

Les dejo con esta versión en directo con Paul McCartney de «Only Love Can Break Your Heart«, la canción que Young compuso a raíz de la separación de Nash y Joni Mitchell.

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Elliot Roberts (1943-2019)

Trasher's Wheat 1985

Ayer me enteré del fallecimiento de Elliot Roberts, un gigante de la industria musical estadounidense. Sucedió el día 21 de junio. Tenía 76 años, cumplidos el pasado mes de febrero.

Nacido y criado en el Bronx neoyorkino acortó su apellido judío (Rabinowitz) y tras abandonar los estudios universitarios (dejó dos carreras) quiso ser actor. Empezó a trabajar en el departamento de envíos de la William Morris Agency de Nueva York. Ahí conoció a David Geffen, otro gigante. Aunque debería decir que Geffen es el gigante de la industria cultural de Estados Unidos. Esta relación devino en amistad y compartieron negocios y aventuras empresariales (Geffen-Roberts Company y Asylum Records en 1971).

Fueron Geffen y Roberts quienes convencieron a Bob Dylan para que abandonase su discográfica de siempre (Columbia Records/CBS) para unirse a la discográfica Asylum y a su oficina de representación (Geffen-Roberts Co.). Editó dos álbumes con ellos: «Planet Waves» y «Before The Flood«, un doble en directo con The Band. Posteriormente Dylan volvería a su casa de siempre.

En 1973 Geffen, Roberts, Elmer Valentine (dueño del Whisky a Go-Go) y Lou Adler abrieron el club The Roxy en el Sunset Strip de West Hollywood. Neil Young inauguró el local.

Roberts y Geffen dejaron de ser socios por culpa de terceros. Un joven agente, Irving Azoff, que trabajaba en la Geffen-Roberts Co. fue el causante principal del cisma: The Eagles cambiaron de pareja de baile, abandonaron a Geffen-Roberts y se fueron con Azoff, quien montaba su propia oficina. Geffen y Roberts, ambos impulsivos y apasionados, chocaron en su forma de afrontar la situación. Geffen fue frío y cerebral y Roberts diríamos que más hippy. El primero tomó una actitud profesional y siguió trabajando con Azoff (convenció a Warner Bros. para que le financiase un sello, Giant Records) y los Eagles (en Asylum y luego en Geffen Records, donde también tuvo a Don Henley), mientras que Roberts roto el amor fraternal juró odio eterno al traidor y al grupo. Y formó Lookout Management. Las malas lenguas dicen que la movida de Geffen con Azoff fue para quitárselo de en medio de MCA (donde presidía la cia.) y poder vender Geffen Records a los nuevos dueños de MCA.

El primer descubrimiento de Roberts fue la canadiense Joni Mitchell. La vio actuando en un club del Greenwich Village de Nueva York (Cafe Au Go Go) en 1966. Se mudaron juntos a Los Ángeles, a Laurel Canyon (centro artístico y bohemio). Les acompañaba el entonces novio de Mitchell, David Crosby. Al poco se les unió David Geffen. Ya situados en la costa oeste Joni Mitchell le habló de un compatriota suyo, Neil Young, que estaba en un grupo (Buffalo Springfield). Curiosamente fue Young quien provocó que la banda prescindiese de los servicios de Roberts. Cuando ellos se separaron, a los 18 meses de formarse, Neil Young llamó a Elliot Roberts para que fuese su manager. Quería empezar su carrera en solitario. Ha sido representante suyo hasta la fecha de su muerte. Son más de cincuenta años. Y «aguantar» a Neil Young no es fácil… Jimmy McDonough, autor de la biografía de Young, escribía al respecto de la relación Young/Roberts que «Ha habido otros equipos infames en el rock and roll –Dylan y Albert Grossman, Ray Charles y Joe Adams, Bruce Springsteen y Jon Landau– y, por supuesto Elvis y el Coronel Tom Parker. Elliot Roberts definitivamente vive en este salón de la infamia y es el único ser humano capaz de guiar la carrera de Neil Young.»

Con Joni MItchell rompió en 1985. La foto de Trasher’s Wheat en la que vemos a Young, Mitchell y Roberts es de ese 1985.

Roberts también fue manager (con o sin David Geffen) entre otros de Crosby, Stills & Nash, Crosby, Stills, Nash & Young («el pegamento que nos mantenía unidos» ha declarado Graham Nash), Jackson Browne, America, Devo, Talking Heads, The Cars, Tom Petty, Tracy Chapman (su último descubrimiento de relieve) además de los ya mencionados anteriormente.

Cuando llevé el marketing internacional de Geffen Records en NY tuve el inmenso honor de conocer a Elliot Roberts. (David Geffen tenía un contrato de distribución con Warner Bros. para EEUU y Canadá y otro con CBS para el resto del mundo; Warner eran socios de Geffen Records). Me tocó trabajar con él en tres proyectos: Neil Young (dos álbumes), Joni Mitchell y el debut en solitario de Ric Ocasek, el líder de The Cars.

Con Ocasek no hubo nada que hacer. Aparte de trabajar para que se editase en los principales mercados del mundo. El álbum era flojo. No funcionó en EEUU, ni en ventas ni tuvo el apoyo de la crítica musical. No había ninguna historia que contar. En cambio con Joni Mitchell fue otra cosa. Dada la vertiente pintora de la cantautora, y que la portada del álbum «Wild Things Run Fast» era obra suya, Roberts y Mitchell tuvieron la idea de organizar presentaciones del disco en galerías de arte (en conjunción con sus pinturas). En Estados Unidos solo consiguieron hacerlo en Los Ángeles. Por mi parte coordiné con las compañías de  Inglaterra, Italia, Australia y Japón para hacerlo en Londres, Milán, Sydney y Tokyo. Salí bien parado del asunto aunque ella echó de menos no haber estado en París. Aún recuerdo la mirada de Elliot Roberts a Joni Mitchell: la calló. Y rápidamente paso a agradecer lo que CBS Records International había logrado.

Lo mejor de nuestra relación sucedió en San Francisco, en el rancho de Neil Young (una hora al norte de la ciudad). Young debutaba en Geffen Records con un disco difícil «Trans«. Influenciado por Kraftwerk se alejaba drásticamente de lo que sus seguidores podían esperar. El trasfondo del disco eran los ejercicios vocales que practicaba con su hijo Ben, quien sufría parálisis cerebral infantil. (Pero eso no lo sabíamos entonces). Young había accedido a recibir periodistas musicales y críticos en su rancho, para pasar el día con él, hablar del disco, etc. Las delegaciones australianas y japonesas habían llegado directamente y ya estaban en el rancho cuando llegué desde NY con los ingleses, Antoine de Caunes y su equipo de TV de Francia, la corresponsal italiana de la RAI, un par de medios alemanes y uno holandés. Nos recibió Elliot Roberts en el aeropuerto de LA. El trayecto fue todo un muestrario de Roberts. Todo lo que me habían contado era cierto: despierto, buena persona, bromista, rápido, inteligente, encantador, etc. Recuerdo vívidamente dos temas: la historia de porque Neil Young y él se habían comprado esos terrenos. La idea era que, según estudios geológicos que hablan sufragado, cuando los movimientos de la Falla de San Andrés fuesen perceptibles, sus propiedades se convertirían islas del Pacífico. Cuándo le pregunté cuando ocurriría eso, me contestó entre risas que en unos miles de años. Y se encendió un porro (que ya llevaba liado). El segundo asunto fue cuando nos llevó por unas carreteras rurales, con pequeñas subidas que tomaba a gran velocidad (como si fuesen dunas) y el todo terreno literalmente volaba hasta caer sobre sobre suelo firme de nuevo. El vehículo que nos seguía, con el resto de la expedición, le pitaba (asumo que pidiéndole prudencia).

Al llegar a la casa de Neil Young, nos esperaba con su familia, músicos, amigos y los australianos y japoneses que habían llegado antes. El salón era lo que te esperabas. Rústico, lleno de guitarras, amplis, una enorme chimenea, muebles de madera, telas en las paredes, alfombras cubriendo todo el suelo. Y una peste a marihuana que ya te embriagaba. Improvisamos una pequeña rueda de prensa mientras preparaban la cena. Tras la parte profesional del asunto nos relajamos, comimos, bebimos y Young nos tocó un par de temas con sus amigos músicos. Tuve ocasión de charlar con él. Le felicité por el riesgo que asumía con «Trans«. No es fácil que un artista de renombre de un cambio estilístico tan acusado y se lance al barro de esta manera. Estaba especialmente interesado en la opinión de los alemanes (por lo de Kraftwerk). A Roberts (y a Young) le gustó lo que dije. Y creo que fue ahí cuando me gané la confianza del manager. Respecto a mi comentario sobre asumir riesgos soltó irónicamente que David (Geffen) no compartía mi punto de vista. Años después Geffen demandó a Young por no entregar obras acorde a su estatus, por los que la compañía le pagaba un millón de dólares de adelanto.

Lo último que supe de Roberts fue la semana pasada. Unas declaraciones suyas respecto al incendio que afectó a muchos de las cintas originales propiedad de Universal (y los sellos que ha ido absorbiendo o creando). Decía: «Es un crimen que hayan desaparecido los masters originales de Billie Holiday o Buddy Holly o de todos esos artistas de los 40 0 50. Cuando la industria discográfica empezó a declinar hace unos 15 años, la gente (por los ejecutivos) fue reticente a hacer copias porque costaba dinero. Cuesta de 2.500$ a 3.000$ convertir un original analógico a una copia digital de audio en alta resolución. No quisieron gastarse el dinero… Es trágico.»

 

 

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Las jazzeras (Efe Eme)

6 de junio de 2009

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Estamos viviendo una edad de plata de las “jazz singers”. La de oro fue hace más de cincuenta años con figuras de la talla de Billie Holiday, Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald o Lena Horne, quien cumplirá 92 años el próximo 30 de junio y vive retirada en su Nueva York natal. Bessie Smith reinó entre ambas guerras mundiales y fue un claro referente para todas ellas.

Las reinas del momento son Norah Jones, Madeleine Peyroux y Diana Krall, la punta de lanza por edad y trayectoria. Algunas cosas han cambiado, y no solamente en el obvio tema racial: las tres son instrumentistas. En la onda de una excepción de su época, Nina Simone. Y es especialmente la canadiense quien destaca en este aspecto. La Krall, casada con Elvis Costello, es una excelente pianista.

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Diana Krall, nacida en 1964 en Nanaimo, en la isla de Vancouver -en la costa oeste canadiense- estuvo la semana pasada en Madrid promocionando su último álbum “Quiet Nights”. Es su tributo a la bossa nova brasileña –una de las pocas músicas que modificaron el jazz- sin olvidarse de sus compositores preferidos como Burt Bacharach o Rodgers/Hart. Lo cual es un vínculo con una tradición jazzera: la reinterpretación de “standards”. Y el que este disco se encuentre entre los más vendidos de España es como lo de la botella. ¿Está medio llena o medio vacía? ¿Tanto han caído las ventas para que una grabación de estas características se pueda colar en el TOP 5 de la lista de ventas? ¿Está ya el mercado discográfico definitivamente en manos de maduros y melómanos? Como yo mismo. Desde luego si es así, la caída en ventas seguirá siendo imparable: es ley de vida (por extinción). En cualquier caso la buena noticia es que su CD figure entre los más populares.

Tuve la oportunidad de asistir al recital que ofreció para TVE y que no tardará en emitirse. Éramos apenas un centenar los afortunados asistentes. Una joya. Si el año pasado, al aire libre en el patio del Conde Duque, ante más de dos mil personas supo recrear la intimidad y cercanía de un club de jazz, aquí ya lo tenía todo a favor de antemano. Aquella noche Seju Monzón ante mis elogios me decía “es exactamente lo mismo que me comentaba el líder de El Gran Combo de Puerto Rico: toca sencillo y llena el bolsillo.” La clave está en lo de “toca sencillo”, algo que puede parecer un contrasentido cuando nos referimos al jazz. Pero ahí es donde entra en juego la selección del repertorio. En su caso es impecable.

Es de justicia recordar a dos pioneras: Joni Mitchell y la desaparecida Laura Nyro. Se acercaron al jazz desde la canción (Mitchell) o viceversa (Nyro). Y seguro que sus caminos se debieron cruzar en Nueva York en algún momento.

El padre de la neoyorkina Laura Nyro era trompetista de jazz además de afinador de pianos. Su debut discográfico data de 1967. Y rechazó sustituir al gran Al Kooper en Blood, Sweat & Tears, la banda de jazz-rock que él había fundado. David Geffen era su manager y Jackson Browne su novio. “That Girl Can Sing” del primer disco de Browne está dedicado a la inolvidable Laura.

David Geffen y Jackson Browne debieron conocer a Joni Mitchell en Nueva York. Ciudad a la que llegó en 1967 desde su Fort Macleod natal, en el oeste canadiense, después de un periplo por Toronto y Detroit (con su entonces marido Chuck Mitchell). Pero fue David Crosby quien la animó a trasladarse a Los Angeles, tras verla actuar en un club de Florida. Sus canciones ya habían sido grabadas por algunos de los principales de la boyante escena folk del Village neoyorquino (Judy Collins, Tom Rush, Buffy St. Marie o Peter, Paul & Mary). Crosby la consiguió su primer contrato discográfico (Reprise) y editaría su primer disco en 1968. Posteriormente ficharía por Asylum, el sello que fundaron David Geffen y su entonces socio Elliot Roberts para  grabar a Jackson Browne (no conseguían que nadie lo fichase). Los Eagles, Linda Rondstadt y Bob Dylan también formarían parte del elenco. Posteriormente se mudó a Geffen Records, cuando Warner Bros. absorbió Asylum, y es cuando la conocí. Era 1983 y para apoyar “Wild Things Run Fast”, su estreno con Geffen, se organizó una gira por Europa, Japón y Australia (en algunos lugares coordinamos exposiciones de su obra pictórica en galerías de arte).

Y me centró en la figura de Joni Mitchell, porque su carrera ha sido más fructífera. La Nyro falleció en 1997, pero su ultima colección de canciones nuevas son de 1993, producidas por Gary Katz (Steely Dan).

Court and Spark” de 1974 fue la primera incursión discográfica de Mitchell en el jazz. Su banda de acompañamiento para los directos fueron los L.A. Express, el grupo del saxofonista Tom Scott. La formación original estaba formada por Max Bennett (bajo), John Guerin (batería), Larry Carlton (guitarra) y Joe Sample (teclados). Otro habitual de sus actuaciones era Wayne Shorter (Miles Davis, Weather Report, etc.). También colaboraron con ella Jaco Pastorius y Herbie Hancock. Este último recibiría en 2008 el Grammy al álbum del año 2007 por “River, The Joni Letters”, su tributo a la figura y las composiciones de Joni Mitchell. Pero aun hay más. Un genio, un grande como Charles Mingus la llamó para grabar juntos, impresionado por sus composiciones y estructuras musicales. Con las sesiones en marcha falleció y “Mingus” supuso su epitafio musical.

En esta relación de historias cruzadas entre personajes (Browne, Geffen), ciudades (Nueva York) o países (Canadá) relacionados con las jazzeras de nuestro relato, falta Larry Klein. Se casó con Joni Mitchell en 1982. Era su bajista. Y se convirtió en su “director musical” (productor discográfico). Después de 12 años de matrimonio se divorciaron. Y desde 2004 es el productor de Madeleine Peyroux. También produjo el “River, The Joni Letters” para Herbie Hancock.

Publicado en Efe Eme

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