Archivo diario: agosto 23, 2010

Las chapuzas de la Caja Mágica

23 de agosto de 2010

Anoche fui a ver el España-Estados Unidos a la Caja Mágica. Se impusieron los norteamericanos por 85-86 y la última posesión fue nuestra. Una mala selección de jugada -se pudo entrar a canasta y forzar tiros libres o lanzar de dos- supuso que Ricky y Rudy intentaran triples imposibles. Y se llevaron una chapa cada uno. Ellos dominaron todo el partido. Sólo estuvimos por delante una vez en el marcador: al final del partido con una gran jugada de Navarro. Y Reyes puso el 85-84 en el marcador.

Pagamos una mala primera parte. Solamente destacaron la chispa de Ricky Rubio -tardó en salir a pista y para mi gusto dispuso de poco tiempo- y el poderío anotador de Felipe Reyes. Estos dos también lucieron en la segunda parte. Se añadieron Navarro y Marc Gasol. Y la diferencia en el marcador se fue estrechando (llegamos a estar 14 abajo). Hubo momentos, sobre todo en la segunda mitad del tercer periodo y principios del cuarto, que parecía que les alcanzábamos y de repente nos metían un arreón y volvían a distanciarse. Durant fue clave en su acierto ante nuestra canasta: el máximo encestador de la NBA también lo fue ayer (25 puntos).

Pero me estoy desviando del asunto, porque no pretendía entrar a hablar del partido. El cual por otra parte era un test magnífico para ambas selecciones (la nuestra es la vigente campeona del mundo y la de USA campeona olímpica, tras habernos ganado la final). Mi intención era compartir con ustedes mi primera experiencia en la Caja Mágica. La considerada «joya de la corona» del frustrado proyecto olímpico del megalómano de nuestro alcalde, Don Alberto Ruiz-Gallardón. Y les anticipo el resumen de mi impresión: menos mal que no nos concedieron los JJ.OO. porque si este era el mejor proyecto ¿cómo demonios serán los demás?

De entrada en Madrid hay un run run sobre el peligro de ir a la Caja Mágica en coche. Todo el mundo recomienda ir en transporte público (metro o autobús). La cosa llega hasta tal punto que para unas representaciones de ópera se ponían autobuses a disposición de los asistentes, desde el Teatro Real (ida y vuelta). No sé si las lunas rotas, robos de vehículos y demás son leyenda urbana o forman parte del paisaje habitual. Y tampoco quise comprobarlo (El Mundanito y yo fuimos en metro). Sí me di cuenta que no había donde aparcar. Los residentes del barrio copan la zona, que no está preparada para recibir aluviones de miles de personas. Y la alternativa de un descampado no parece la opción más segura. Si se molestan en darse una vuelta por su Web comprobarán que mencionan que hay 100 plazas de aparcamiento en el recinto. Supongo que, entre los involucrados en los eventos y los VIPs, se cubrirán rápidamente. Una simple cuenta -y un vistazo al área- nos enseña que para eventos como el de ayer, en un local con capacidad para 12.000 espectadores (según algunos medios ayer éramos quince mil personas), no tenían previsto que la peña pueda desplazarse por su cuenta a este lugar, situado en las afueras de la ciudad.

Me contaron que EE.UU. no quiso jugar al aire libre. Así que no pude comprobar el famoso techo corredizo. En cambio tuve la desgracia de enfrentarme a la falta de aire acondicionado. O de haberlo era claramente insuficiente. El calor era tremendo. 36 grados en el exterior, poco antes de comenzar el partido. Dentro, durante el transcurso del encuentro,  no sabría decirles. Solamente un detalle: sudé tanto que el color de mi camisa oscureció al empaparse totalmente.

La falta de previsión no acaba: sólo hay dos bares. Lo cual en pleno mes de agosto es dantesco. Además hay que añadir que se quedaron sin agua, sin vasos y sin hielo (debieron perder la receta). No lo entiendo: las entradas estaban prácticamente agotadas desde hace semanas. El verano no ha aparecido de repente.

Y el colmo, para rematar la faena de los «ingenieros» responsables del funcionamiento y organización de la Caja Mágica, fue la salida. Hay una. Nada más que una. Y estaba entreabierta. No habían abierto la verja del todo. De tal forma que salíamos tres o cuatro a la vez, creando un cuello de botella. Más de doce mil personas teniendo que formar cuatro filas para poder abandonar el recinto. Intervino la Policía Municipal: fueron a avisar al personal para que abriesen la valla, que ya había finalizado el evento. Así que 45 minutos después de terminado el España 85 Estados Unidos 86 abrieron la verja entre los vítores del público.

Supongo que ahora me entenderán cuando decía que menos mal que no nos habían concedido los JJ.OO, porque si esta era «la joya de la corona» ¿cómo demonios serán las demás instalaciones?

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