Finalizada la fase de grupos ya conocemos los cruces de la Eurocopa 2024. Sobre todo ya sabemos nuestro rival de octavos, que será Georgia. Y si pasamos la cosa se complica bastante con Alemania y Francia en el horizonte. Pero como dice mi amigo Humberto Ríos para ganar la Eurocopa (o la Champions) hay que tumbar a los mejores.
Esta Eurocopa ha ido de más a menos. Arrancó con goleadas y fútbol vistoso (de Alemania y España). Fue un espejismo y el tacticismo y las estrategias defensivas se impusieron. Salvo en el caso de España y en menor medida Alemania, cuyo tercer partido fue un paso atrás (empataron in extremis, en la última jugada del partido). Los demás nos han ofrecido partidos tediosos.
De mis cuatro favoritas ya he dejado constancia de mi opinión respecto a Alemania y España. De Inglaterra y Francia, que todavía no han dado el do de pecho, cabe esperar mucho más. Ambas selecciones son victimas de los caprichos y excentricidades de sus seleccionadores (aquí sabemos bastante de esto; los nombres de Clemente y Luis Enrique son los primeros que me vienen a la cabeza). Southgate se ha empeñado en jugar con un lateral como uno de los dos pivotes (Alexander-Arnold) y en ignorar a dos jóvenes talentos como Palmer o Mainoo. Rectificó en el tercer partido. Tampoco olvidemos que el Bellingham de Ancelotti no es el de Southgate. Ver a Giroud como revulsivo de la delantera francesa es patético. Deschamps ha fabricado un equipo solido en lo defensivo. Solo han encajado un gol, en el tercer partido. Mas solo han marcado dos en tres partidos. El primero fue un autogol de un defensa austriaco y el otro un penalti transformado por Mbappé. Un bagaje goleador muy pobre. Otra extravagancia de Deschamps es la suplencia de Camavinga. Pierde ese punto de ebullición que necesita su medio campo. Y lo de Dembélé de titular indiscutible tampoco es comprensible. Lo lógico sería pensar que ambos combinados tienen que ir para arriba. El talento lo tienen.
El Mundano 