¿En qué está pensando Rodrygo? ¿En la final de Champions? No lo parece a tenor de sus últimas declaraciones. Ha buscado un protagonismo innecesario en el momento más inoportuno. Demuestra un egoísmo exagerado: antepone sus intereses personales a los del colectivo justo antes del partido más importante de la temporada.
Los fieles a las crónicas deportivas de El Mundano recordarán que me he mostrado crítico con Rodrygo a lo largo de esta temporada. Sus apariciones y desapariciones se han alternado y solo la enorme confianza de Ancelotti lo ha mantenido en el once inicial. En los 49 partidos jugados (42 de titular) ha marcado 17 goles. Tres menos que Joselu, suplente habitual y héroe de la semifinal ante el Bayern. Rodry me recuerda a un inmenso cantaor llamado Guadiana (Antonio Suárez Salazar). La referencia al río que según la leyenda aparece y desaparece también se puede aplicar al futbolista.
Las cuitas que traslucen las palabras públicas de Rodrygo muestran preocupación ante su futuro. ¿Se está rajando? ¿No se ve titular la próxima temporada ante la presunta llegada de Mbappé? ¿No va a luchar por el puesto? Su declaración sobre el Manchester City como el mejor equipo del mundo es también significativa. El interés de Guardiola por Rodry es conocido. ¿Por qué dice esto el jugador ahora? El City ha vuelto a ganar la Premier. Y ha perdido la final de Copa (FA Cup) ante su vecino, el Manchester United. En Champions el vigente campeón no pasó de cuartos de final. Donde cayó ante… el Real Madrid.
¿A qué juegas Rodrygo? Tu cabeza debería estar en el partido de mañana. Es decisión de Ancelotti alinearte o no. Hay dos escuelas: darte confianza y ponerte para que la rompas, callando a los detractores (y de paso se eleva el precio de traspaso); la otra es castigarte relegándote al banquillo, para que sirvas de revulsivo en la segunda mitad si fuese necesario. Esta última opción, que es la que me pide el cuerpo, abre otra incógnita: ¿es buena idea castigar a un jugador más o menos importante en una final de Champions?