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Mi texto sobre Pelé

Pelé VP

Estoy encantado con la reacción recibida a mi texto sobre Pelé para Voz Pópuli. Recomiendo que lo lean ahí, porque va con video y en redacción arreglaron estupendamente mi artículo, incluyendo encabezados a los párrafos de cada hito de Pelé (creo que se llaman «ladillos»). A continuación hago un copia y pega del Word para facilitar la lectura a quien no quiera pinchar en el enlace:

Los hitos de Pelé que cambiaron para siempre la historia del fútbol

O Rei ha muerto, larga vida al rey. Pelé, el futbolista, la persona, el símbolo, nos ha dejado. Su legado permanece.

Es difícil escribir sobre Pelé desde España y por extensión desde Europa. En sus tiempos de gloria, poco más de dos décadas, la televisión no tenía el peso de hoy en día. Primaban las retransmisiones por radio de los partidos y las crónicas en prensa. Tan solo en su tercer Mundial, México 1970, pudimos admirarlo en todo su esplendor. Y los privilegiados lo disfrutamos en color. Porque fue el primero en emitirse integro en directo y en color (en Suiza 1954 se televisaron siete partidos y supuso la creación de Eurovisión entre un puñado de países para cubrir a sus combinados nacionales). Hemos visto a Pelé en filmaciones (tanto en blanco y negro como color), pero pocos partidos completos. A España vino tres veces de gira con su club, el Santos, y jugó un partido con la selección brasileña. Un total de 16 partidos amistosos (que no oficiales), entre 1959 y 1974, con un balance de ocho victorias, seis derrotas y dos empates. En esos 16 encuentros anotó 17 goles. Un aspecto para destacar era que por contrato el Santos recibía una cantidad si jugaba sin Pelé y el doble si lo alineaban. En esto también fue precursor.

Cuando en el párrafo anterior mencionaba “su tercer Mundial” me refería al tercero que ganó Pelé (de los cuatro que disputó) y en este caso levantó la copa como capitán de la selección de Brasil. Este es uno de los hitos por los que se recordará a Pelé: es el único jugador en haber ganado tres Copas del Mundo.

No solo es el único con tres Mundiales a sus espaldas, con participaciones decisivas, también tenemos otras aportaciones relevantes. Algunas que tuvieron influencia directa en el juego y su reglamentación. Entre las primeras esta la paradinha. Fue el primero en lanzar así los penaltis. Y se extendió hasta nuestros días hasta que cambiaron la norma. Ahora solo se puede hacer antes de iniciar la carrera. De hacerla en carrera se castiga con tarjeta amarilla y tiro libre en contra.

La cacería a Pelé era una constante de las defensas de la época. El cénit se alcanzó durante el Mundial de Inglaterra en 1966. En el primer partido la defensa búlgara le machacó y en el tercero la Portugal del gran Eusebio lo retiró del campo. Brasil, la entonces vigente campeona, quedaba eliminada y Pelé, lesionado, anunció su retirada de la selección. A raíz de esto los dirigentes del fútbol mundial implementaron el sistema de tarjetas para proteger a los grandes jugadores de las patadas sin ton ni son. Las figuras lesionadas perjudicaban el espectáculo y por tanto al negocio. Se iniciaba así una nueva época del fútbol. Las tarjetas, amarillas y rojas, se estrenaron en el Mundial de México 70, en el que Pelé retornó a su selección. La de Brasil en ese Mundial de 1970 es considerada la mejor de todos los tiempos. Curiosamente esta cacería a Pelé se originó en su país en un partido amistoso (ni más ni menos). Su convocatoria para la selección para la disputa del Suecia 1958 levantó ampollas. Por su corta edad y por dejar fuera de la lista a la estrella del Corinthians. La afición se dividió y para crear un buen clima, sin haber superado aun el trauma del Maracanazo del Brasil 1950, se decidió organizar un partido de confraternización entre la canarinha y el Corinthians. Los defensas del Timao fueron a por Pelé. Quisieron lesionarlo para sacarle de la selección y forzar así la llamada de su compañero, estrella del equipo. Consiguieron en parte su objetivo: se cargaron a Pelé, pero no lo sacaron del combinado dirigido por El gordo Feola. El astro en ciernes viajó tocado y no debutó hasta el tercer partido. Dicen que fueron los veteranos quienes convencieron a Feola para que alinease al joven Pelé. Debutó anotando y se convirtió en el jugador más joven en marcar un gol en un Mundial, con 17 años, 7 meses y 8 días. Un hito que se mantiene vigente. A este primer gol siguió un hat-trick en el siguiente y dos en la final que ganaron al equipo anfitrión. En Chile 1962, donde Brasil revalidó su título, también se cargaron a Pelé que solamente disputó los dos primeros partidos. Recuerden que FIFA no creó las reglas de sustitución hasta la Copa del Mundo de 1970. Ese México 70 vivió las novedades de las tarjetas y los cambios, reflejo de la influencia de Pelé en el juego y sus reglas.

El peso de la camiseta con el número 10 también corresponde a Pelé. Y nació fruto de la casualidad. Cuando Feola, a través de la federación brasileña, mandó a los organizadores del Suecia 1958 su lista de jugadores por el Mundial lo hizo sin especificar la numeración de los dorsales. Los suecos asignaron los números por el orden según aparecían en la carta. De arriba abajo. Y Pelé ocupaba el décimo puesto. Hoy en día llevar el 10 a la espalda es sinónimo de figura.

Pelé fue hábil en popularizar sus logros. Empezó la cuenta atrás hasta su gol 1.000. Cuando se alcanzaron esos mil goles la noticia dio la vuelta al mundo. Recuerdo a Puskás comentar que Pelé contaba cada tanto marcado en partidos oficiales y amistosos, y él nunca lo hizo. La leyenda húngara del Real Madrid llevaba razón. En 1995 IFFHS (International Federation of Football History and Statistics) y FIFA hicieron justicia y nombraron a Cañoncito Puskás como el máximo goleador del siglo (se sobreentiende que del siglo XX). Sirva este ejemplo de cómo la maquinaria de Pelé también funcionaba con maestría en el ámbito de la promoción publicitaria. En esto también fue precursor. La foto de Pelé con Puskás me maravilla. Se tomó en Madrid en junio de 1959 (durante la primera gira del Santos, en las que el Madrid vistió de azul por deferencia con el equipo visitante; se impuso 5-3 el Madrid en lo que fue el partido homenaje a Miguel Muñoz que se retiraba).

Pelé y Puskas

La marca Pelé fue decisiva para la implantación del fútbol en Estados Unidos. En 1974 jugaba su última temporada en su club de siempre, el Santos. Nacido en 1940 ingresó en las categorías inferiores del club debutando con el primer equipo en septiembre de 1956 frente al Corinthians, en un amistoso, en el que anotó su primer gol. Con Santos ganó seis de los ocho Brasileiraos del club, cinco de ellos consecutivos. A esta media docena de campeonatos nacionales hay que añadir 10 torneos paulistas (solo compiten los equipos del estado de Sao Paulo) y cuatro copas Rio-Sao Paulo (disputadas por los mejores clubes cariocas y paulistas). Sumen dos Libertadores y dos Intercontinentales. Además de numerosos galardones individuales como mejor jugador, máximo goleador, etc. Su trayectoria en el Santos se puede resumir en este dato: 643 goles en 659 partidos oficiales (con la selección fueron 77 tantos en 92 encuentros). Su idea original era abandonar el fútbol profesional de alta competición. Una suculenta oferta para fichar por el Cosmos de Nueva York (1975-1977) lo devolvió a los campos de juego. En su momento representó el contrato más elevado de la historia para un futbolista.

El Cosmos fue fundado por los hermanos Ertegun, a la sazón responsables de la discográfica Atlantic Records que acababan de vender al grupo Warner. Ahmet, el hermano pequeño, socio fundador que permanecía en Atlantic, había incorporado a su hermano mayor Nesuhi a Atlantic después de la marcha de uno de los fundadores. Cuenta la leyenda que Steve Ross, presidente de Warner, insistió en que los Ertegun permaneciesen en la estructura de Warner tras la adquisición. Ahmet continuaría presidiendo Atlantic y Nesuhi se haría carga de la recién creada división internacional de WEA (Warner, Elektra y Atlantic, las tres compañías que formaban el grupo discográfico). La cuestión se zanjó cuando Ross preguntó que querían para quedarse. La respuesta recibida fue que querían montar un club de fútbol. Así nació el Cosmos. La pasión por el fútbol de los hermanos Ertegun, como la de la música, surgió en Londres, en su juventud, donde su padre ejerció de embajador de Turquía. A Estados Unidos llegaron cuando su progenitor se hizo cargo de la embajada en Washington. El Cosmos, fundado en 1970, no arrancaba en ventas. Sus taquillas eran escasas. Y eso que en 1972 se impusieron en la liga estadounidense. La media de espectadores era de 4.000 por partido. La llegada de Pelé dio un vuelco a la situación. La cifra media se multiplicó por 10 y hubo partidos en los que se superaron los 70.000 espectadores. Lo sorprendente es que este impacto no se tradujo al mercado televisivo. Los ratings apenas superaban el 2,5%, dato muy bajo de audiencia especialmente para el primer mercado televisivo del país (junto a Los Ángeles). Esto auguraba problemas económicos (como así sucedió y se acentuarían tras la retirada de Pelé al descender los ingresos por taquilla). El alto salario de Pelé se distribuyó entre todas las divisiones del grupo Warner. Mientras tanto la marca Pelé funcionaba a pleno rendimiento con patrocinadores, merchandising y anuncios. Cuando conocí a Pelé, a mediados de los 80 en su ático de Manhattan, se sorprendió al conocer el rechazo de Santiago Bernabéu a la televisión y a que los jugadores hiciesen anuncios. Se tronchó con la historia del anuncio de las medias de mujer y las piernas de Di Stéfano. Cierto es que el provocador concepto era avanzado para la época. Nos había invitado a comer a su casa para agasajar a su amigo Raimundo Fagner, cantautor brasileño, quien estaba grabando en la ciudad. Fagner además de amigo mío era artista de CBS, la discográfica para la que yo trabajaba en Nueva York. Era de las primeras veces, si no fue la primera, que mi esposa y yo comimos sushi. Nos aficionamos. Pelé en esos momentos era vicepresidente de Comunicación del Cosmos. Un par de días después nos invitó a un cóctel corporativo del grupo Warner. Y me presentó a los Ertegun. Un inciso: CBS y WEA eran las grandes rivales en el mercado discográfico. A los hermanos Ertegun, especialmente a Ahmet, solo les interesaba conocer historias y anécdotas de Di Stéfano. Sabían a través de Pelé que mis padres eran compadres de los Di Stéfano (y también de los Santamaría, a quien Pelé tenía un gran respeto como defensa central).

Para llegar al Cosmos hubo que superar obstáculos políticos. La dictadura brasileña (1964-1985) llevaba 10 años en el poder. No querían que Pelé saliese del país y pretendían que volviese a la selección para el Mundial de 1974 en Alemania. Steve Ross recurrió a los servicios del ministro de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, su amigo Henry Kissinger, fan del fútbol y admirador de Pelé. Kissinger era un experto en dictaduras latinoamericanas (había promovido varias). Su intervención allanó las dificultades con las autoridades brasileñas.

Otro aspecto nada baladí es el racial. Pelé fue el primer ídolo mundial de etnia negra del fútbol. Su calidad humana y excelencia deportiva rompió todas las barreras y prejuicios. Y despejó el camino para muchos jugadores…

Cuando me preguntan cuál o cuáles son los mejores goles de la historia siempre responde lo mismo: el que no fue. Lo elijo por la genialidad de la acción, no por su finalización. El protagonista no fue otro que Pelé. Sucedió en México 70 en un encuentro que enfrentó a Brasil con Uruguay y que ha pasado a la historia. Tostao avanzó desde la divisoria de ambos campos y filtró un pase a Pelé. El prodigioso delantero, que remataba y jugaba con las dos piernas, llegó corriendo y no tocó la pelota. Amagó y engaño al portero charrúa en su salida desesperada al balcón del área (donde no puede usar las manos). Mazurkiewicz, el guardameta, se escoró hacia la izquierda siguiendo a Pelé mientras la pelota continuó su trayectoria hacia la derecha. Superado el portero por el delantero y la pelota, Pelé rectificó su dirección y fue a buscar el balón. Una vez alcanzado disparó en diagonal buscando el palo largo, por el hueco entre un defensa que corría a cubrir la línea de gol, otro que se incorporaba a la jugada y Mazurkiewicz que intentaba recuperar la posición. El problema es que el balón salió rozando el poste. Comentando la jugada con Pelé me comentó, con la mejor de sus sonrisas: “Nos habría gustado más si hubiese entrado”.

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O Rei ha muerto, larga vida al rey

Pelé VP

Asumo que ya conocerán la triste noticia del fallecimiento de Pelé. Ayer a las 20:04 Voz Pópuli publicaba el artículo que me encargaron sobre los hitos de Pelé. Mi texto arrancaba con el titular de esta entrada: O Rei ha muerto, larga vida al rey. El pantallazo que encabeza esta entrada es de la portada del diario digital.

El pasado 3 de diciembre Miguel Fiter de Voz Pópuli contactaba conmigo, a sugerencia de Víctor Lenore. Quería encargarme una pieza sobre los logros de Pelé. Le corría prisa, porque las informaciones de agencia daban horas de vida al astro brasileño. Mostré mi escepticismo al respecto. Incluso llegué a mandarle un mensaje tranquilizador de la actual pareja de Pelé (que me había llegado a través de mi compadre Raimundo Fagner). De cualquier manera la situación revestía gravedad y la idea de Fiter de tenerlo todo preparado era la correcta. Tanto es así que Voz Pópuli ha sido el primero en España en dar cobertura a la trágica noticia. Me enorgullece haber formado parte de esta iniciativa. En la que, por cierto, aunque quede mal decirlo, mi artículo y el de Alfredo Relaño en El País son los dos mejores que se han publicado. Del mío destaco un aspecto que no recuerdo que nadie haya mencionado: la importancia que tuvo que Pelé fuese negro, afrobrasileño en la terminología actual. Fue el primer ídolo mundial negro del fútbol. Algo que ya le sorprendió a los 17 años en su primer Mundial, el de Suecia 1958. Brasil era la única selección que jugaba con futbolistas negros. La aparición de Pelé, su calidad humana y excelencia deportiva, rompió todas las barreras y prejuicios. Y despejó el camino para muchos jugadores en .muchas partes del planeta

Cierro, recomendando que lean la nota de Voz Pópuli, con unas fotos. Primero dos con Fagner (la de las melenas es de los 70). Incluyo las de mi compadre porque gracias a él conocí a Pelé (en su ático de Manhattan, como cuento en Voz Pópuli).

La foto con Puskas, del partido en homenaje a Miguel Muñoz jugado en el Bernabéu en 1959, también está relacionado con el artículo. Ese día también se fotografió con Alfredo di Stéfano. Pero he preferido una de Raúl Cancio y que ilustra el texto de Relaño. El gesto de ambos me es muy familiar. Cancio es un maestro en captar momentos.

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«Manhattan» de Woody Allen

Manhattan

Cuando soy fan de un creador suelo disfrutar repetidamente de sus obras, sobre todo de esas que acaban siendo mis favoritas. Y suele darles una segunda oportunidad a aquellas que no me gustan o no me llenan  Si alguna de ellas reciben el aplauso masivo de público y critica obtienen una tercera e incluso una cuarta oportunidad. Tal es el caso de «Manhattan«, la aclamada película de Woody Allen, que no me gustó y sigue sin gustarme.

La volví a ver anoche con La Mundana. Era mi cuarta vez. Sé que a Woody Allen tampoco le gusta. La Mundana me contó que incluso quiso retirarla de la circulación. Algo excesivo en mi opinión, pero propio de las neurosis de los artistas.

Esta cuarta vez, como las tres anteriores, me volvió a suceder lo mismo. No empatizo con los personajes. Me da completamente igual lo que les pasa. Esto es un fallo del relato cinematográfico. ¿Cuántas películas hemos visto en las que tomas partido por un vampiro, un psicópata, una banda de ladrones o un extraterrestre? Sucede si está bien narrado.

Mariel Hemingway me parece un pestiño como actriz. Cada aparición suya en pantalla me desconecta. Me gusta el arranque de la cinta hasta que sale ella. Me espanta el final, con el personaje de Woody Allen en plan caprichoso egocéntrico repulsivo, que se cree el ombligo del mundo, intentando volver con ella y pidiéndola que anule un viaje (está saliendo de casa para ir al aeropuerto). Viaje a Londres que previamente la recomendó hacer. Dado el paralelismo entre Allen y sus personajes, no dudo que este final sea la autentica razón para que quisiese retirar el film. Porque es para darle de bofetadas. Al personaje se entiende. Aunque por extensión…

Su relación con Diane Keaton es obvia y predecible. Del primer contacto, donde se llevan como el perro y el gato, a su romance, es un tópico tras otro.

Hay buenos gags y situaciones ingeniosas. Es innegable. Caray, se trata de Woody Allen. Y siempre deja huellas de su genio. Pero el resultado completo me deja vacío. Y la película se me hace larga. Desde la primera vez que la vi en el cine. Esta ha sido la última oportunidad. Y en esta ocasión paré la grabación tres veces (la primera a los 38 minutos).

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Lloyd Price (1933-2021)

Mientras trasteo con el ordenador, a la espera del arranque del Barça-Atlético de Madrid, me entero del fallecimiento del gran Lloyd Price. Ocurrió hace dos días. Acababa de cumplir 88 años el pasado 9 de marzo. Mr. Personality, su apodo tomado de uno de sus tres grandes éxitos, definió junto a su admirado Fats Domino lo que se denominaría como el Sonido de Nueva Orleans. Tenían un nexo común: la banda de Dave Bartholomew. Y para acrecentar la conexión, Fats Domino grabó (y salvó la sesión) en el primer disco del jovencísimo Lloyd Price, «Lawdy Miss Clawdy«.

La importancia de esta grabación, su historia y sus versiones la encontrarán en los tres pantallazos que cierran este post. Están tomados de mi libro «Rock ‘n’ Roll: el ritmo que cambió el mundo«.

«Lawdy Miss Clawdy«, «Personality» y «Stagger Lee» son sus tres grandes éxitos.

Cuando Price abandonó temporalmente la música se fue a vivir 10 años a Nigeria.  En 1974 organizó en Kinshasa (Zaire) el festival de música, alrededor del campeonato del peso pesado entre Muhammad Ali y George Foreman. Los cabezas de cartel fueron James Brown, B.B. King, Bill Withers y The Spinners. Price aparece en el documental de Leon GastWhen We Were Kings«, ganador del  Oscar en 1996, sobre el combare al que se denominó “The Rumble In The Jungle” y también. de manera más destacada en la filmación de Jeffrey Kusama-Hinte (2008) sobre el festival, «Soul Power«, que resultó caótico. La conexión de Price con el promotor Don King les llevó a colaborar en el «The Thrilla In Manila«, la pelea de 1975 entre Ali y Joe Frazier.

Además de sus proyectos inmobiliarios (casas accesibles para las clases medias bajas), sus negocios de productos alimentarios, quisiera destacar su incursión en los locales de música en vivo. En 1968 compró junto a Harold Logan el Birdland, el legendario club de jazz de Nueva York. El vendedor fue el empresario Morris Levy, un asociado de la Mafia (como podrán leer en mi libro anteriormente citado). El asesinato de su socio y colaborador, en su despacho de Manhattan, desbarató los planes de Price para montar un circuito nacional de salas de conciertos.

Lloyd Price 1Lloyd Price 2Lloyd Price 3

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Las paellas de Osvaldo

Las paellas de Osvaldo Gomariz fueron míticas en el Nueva York de los 80. O nos invitaba cenar a su casa, cuando vivía en el Meat District, o venía a nuestro apartamento a cocinarlas (la mayoría de las veces). También se desplazaba a los pisos de nuestros amistades.

Era una época sin selfies ni móviles, redes sociales, etc. Así que no tenemos muchas fotos. En realidad solo existen las que aparecen aquí. La del encabezado es de una cena para seis en el Upper West Side (calle 81 con Columbus Avenue), en la casa de Leonor Brun (no se pierdan su post  en este blog sobre su experiencia trabajando para Serge Gainsbourg), en la que vivía con su pareja el escritor Laurent Chalumeau. En la siguiente se ve a Osvaldo, portando su creación, y a Laurent. No reconozco ni recuerdo a quien pertenece el torso que les acompaña y que sería el sexto comensal.

De nuestra casa echo en falta fotos de las paellas con Lisa Kramer, otros compañeras/os de CBS, amigos de Naciones Unidas, Leonard Cohen, Raimundo Fagner, etc. Solo tenemos una foto: La Mundana y Osvaldo (con barba) junto a la pintora manchega afincada entonces en NY, Amelia Moreno, y su pareja en aquella época, Bennett Melzak.

Este pasado martes fantaseaba sobre las paellas perdidas del Dakota con John y Yoko. Las que no pudieron ser…

Sobre las actividades culturales en NY de Osvaldo Gomariz, medico y pintor, les recomiendo el post sobre cuando la noche neoyorquina era española. Osvaldo (junto a dos socios) tenía el sitio puntero del underground del Lower East Side de Manhattan, el Gas Station.

Para cerrar, una última foto tomada a principios de los 80 (1981 o 1982) en un ático que Osvaldo alquiló en la zona de finales de la calle Goya. Se había mudado ahí tras su separación de la poetisa argentina Etelvina Astrada, exiliada en Madrid desde 1975. En 1983 Osvaldo se vino a Nueva York con una beca Guggenheim. En la foto, de izquierda a derecha: Etelvina, Rafael Alberti, La Mundana, Mercedes Sosa, Raimundo Fagner (con un cigarrillo en la boca) y Osvaldo. Sentada de espaldas, en el centro, Gloria Fuertes.

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Mi vida con y sin Lennon

Mi vida con John Lennon, bajo su influencia, se podría resumir en las canciones anotadas en el sobre de la imagen. Son mi selección final para el especial 24 Horas Lennon de Rock FM. Me dejé fuera muchas favoritas de John, tanto con The Beatles como sin ellos. Un ejemplo: en el teléfono tengo de tono la introducción de guitarra del «Revolution«. También entraron temas que no están apuntados y que surgieron durante la conversación. De esta lista, que luego reduje porque no cabían todas, me sabe mal haber dejado fuera «Fame«. Compuesta por David Bowie, Carlos Alomar y John Lennon, fue el primer nº 1 de Bowie en EEUU. Me resarzo con el video: Bowie la interpreta en el show de TV «Soul Train«.

Por resumir: desde mi infancia John Lennon ha estado presente en mi vida. (Paul también así como George y Ringo).

Su asesinato, el 8 de diciembre de 1980, marca un antes y un después. Y arranca mi vida sin John. Hacia unas semanas que Lennon (y Yoko) había editado «Double Fantasy» con Geffen Records & Tapes. Un gran disco que contenía dos maravillas: «(Just Like) Starting Over» y «Woman» (me costó horrores quitarlas de la lista). Podría citar un par más, pero estas dos son las imprescindibles. A la altura de sus mejores obras.

Casi un año después, el 24 de noviembre de 1981, La Mundana y un servidor aterrizábamos en Nueva York. Llegaba a la central de CBS para gestionar el marketing internacional de Geffen. De no haber sido asesinado habría trabajado con Lennon, artista Geffen. En el presumible álbum posterior a «Double Fantasy«. Y a partir de aquí arranca mi fantasía…

Hubiese conocido el edificio Dakota por dentro, concretamente el piso de John y Yoko. Seguro que me habría amigado con ambos. Nunca he formado parte del grupo de haters de Yoko Ono. Al revés, lo cual me convertía en una rareza y podría ser un excelente pasaporte de cara a la pareja. Hoy, muchos de sus detractores han madurado y ya ven a Yoko de otra forma.

También fantaseo con la buena pandilla que habríamos formado Leonard Cohen, John Lennon y un servidor. Y cuento con un as en la manga: las magnificas paellas de Osvaldo Gomariz, celebradas en todo Manhattan. Ay, esas paellas perdidas en el Dakota… maldito asesino!!!

Si en Rock FM decía que me habría gustado dirigir Apple, la discográfica de los Beatles, imaginen lo que me hubiese gustado llevar el marketing internacional de Lennon. ¡Y tratarle!

 

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La música vuelve a las calles de Nueva York

La música vuelve a las calles de Nueva York. Concretamente es el jazz. Probablemente esta sea la única noticia positiva de la pandemia que asoló la ciudad. Los bares y restaurantes también aprovecharon para instalar terrazas. Por sorprendente que parezca lo de las terrazas no es una costumbre muy extendida en la gran manzana. Al menos no lo era en Manhattan.

Las restricciones a la música callejera en vivo en NY ha sufrido diversas vicisitudes a lo largo del tiempo. Su presencia se ha limitado a momentos puntuales y no ha tenido el protagonismo como en Memphis o Nueva Orleans. La aparición de los grupos vocales de doo wop invadió las esquinas de los barrios de Nueva York desde finales de los 50 hasta principios de los 60. Los cantautores folk hicieron suyas las calles del Greenwich Village a principios de los 60. Y hasta el nacimiento del rap no volvió a verse un movimiento masivo de música en la calle. De principios a mediados de los 80 las aceras se llenaron de raperos y breakdancers.

Este pasado fin de semana el New York Times reportaba sobre este nuevo fenómeno del jazz en la calle. Y también en los parques, aprovechando el buen tiempo veraniego y los buenos días otoñales. Citaban Prospect Park en Brooklyn y dos de Manhattan, Central Park y Riverside Park de Harlem. El titular y el subtítulo del artículo eran significativos: «A Bright Spot in the Pandemic Gloom: Jazz is Everywhere in New York» y «Musicians are playing al fresco all over the city to earn money and boost morale«.

El texto cifraba en 2.400 los locales cerrados en NY dedicados a la música en vivo. En lo referido al jazz se citaba un estudio de la Asociación de Periodistas de Jazz (Jazz Journalists Association) que afirmaba que el 61% de los músicos de jazz ganarían en 2020 la mitad de lo que ingresaron en 2019. Añadían que el 73% de los músicos de jazz no tienen actuaciones programadas para 2021. El subtitulo del artículo, referido a la subsistencia económica y a la terapia moral, cobra más trascendencia ante la cruda realidad de los datos. Lo malo es que el invierno está a la vuelta de la esquina. Y el mal tiempo cercenará esta salida…

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Manhattan sur desde el ferry a Staten Island

Panoramica

Las vistas del sur de Manhattan desde el ferry a Staten Island son espectaculares. A ser posible recomiendo las de última hora de la tarde, por la puesta de sol y las oficinas de los rascacielos encendidos con su correspondiente reflejo en las aguas de la bahía de Nueva York.

El transporte por ferry es gratuito, un añadido muy atractivo. Y se pasa al lado de La Estatua de la Libertad (que no tiene mucho por visitar y además el acceso al islote es caro).

Algunos recordaran la canción de Carly Simon «Let The River Run«, tema central de la película «Armas de mujer» («Working Girl«), cuyo video se rodó en el ferry (la protagonista Melanie Griffith vivía en Staten Island y trabajaba en Wall Street). En mi clip echo en falta el tema de Carly Simon como fondo musical…

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El club de jazz Fat Cat

Fat Cat

Nacho Gallego, mi boss en la Universidad Carlos III (codirector del MIMES, Máster en Industria Musical y Estudios Sonoros), me recomendó echar un vistazo al club de jazz Fat Cat. En su día me aconsejó ir al CAFF (Club Atlético Fernández Fierro) de Buenos Aires, hogar de la sensacional Orquesta Típica Fernandez Fierro, y acertó de pleno. Así que el cabezazo en el Fat Cat era obligado.

Nueva York y los clubes de jazz son prácticamente sinónimos. Este Fat Cat presentaba una singularidad: es además un salón de juegos. Mesas de billar (considerada una de las mejores salas de Manhattan), ping pong, ajedrez, damas, scrabble, shuffleboard y futbolines. Respecto a estos últimos, a los que denominan foosball, son trece los jugadores por cada equipo, en vez de los once habituales.

Foosball

Asumo que, tanto el nombre como el número de piezas, es un tema de patentes. Han reforzado la portería con ¡tres porteros! Delante tenemos dos defensas, cinco centrocampistas y tres delanteros.

En la partida de futbolín, jugada por madre e hijo, ganó La Mundana por diferencia de goles. Perdió por la mínima la primera y arrasó 7-2 en la segunda. Aunque quien realmente salió perdiendo fui yo porque pagué las consumiciones.

AA

Para todos los juegos, así como para música, dibujo, electrónica, carpintería, etc. tienen una escuela. (Cuando visitamos el Fat Cat estaban dando una clase de ping pong). Además de las clases organizan competiciones en las distintas especialidades de juegos y también exposiciones de arte.

Fat Cat entrada bar

La música que suena es jazz, principalmente be bop (también escuchamos el «Lucille» de Little Richard). Y cada noche hay actuaciones en vivo. A partir de las 22:00 es el turno de las jam sessions. Acuden músicos de jazz de la ciudad o que están de paso. Fat Cat es al jazz lo que la vecina cancha de la calle 4 con Seventh Avenue South es al baloncesto. (En su día ahí vi a Kareem Abdul Jabbar, Walter Berry y Michael Jordan, los tres nativos de NY). El escenario se encuentra a la derecha, nada más pasar la barra. Hay unos bancos, como de iglesia, para quien quiera sentarse. Una vez a la semana hay una noche dedicada a los baterías de jazz.

Fat Cat escenario

Mitch Borden es el responsable del Fat Cat. Este exsubmarinista de la Armada estadounidense, exenfermero, exprofesor y violinista se dio a conocer en el mundo del jazz con su anterior local, el Smalls. Lo abrió en 1994 y fue una ventana de oportunidad para todos los músicos que empezaban. Cerró en 2003 y Borden lo reabrió como club de jazz en 2006 con dos músicos como socios (entre medias el local se había convertido en un bar brasileño). Entre el cierre y reapertura de Smalls se lanzó a la aventura del Fat Cat. Y desde 2014 también regenta Mezzrow, local que sigue la estela del inolvidable y desaparecido Bradley’s (estaba en University Place, una manzana al sur de Washington Square, donde Ron Carter tocaba casi todas las noches y Betty Carter cantaba al menos una vez por semana, durante el tiempo que estuvimos viviendo en NY). En el enlace encontraran un enlace al programa de Jazz entre Amigos del gran Juan Claudio Cifuentes Cifu, rodado en Bradley’s.

Fat Cat está en el corazón del West Village. En Christopher Street casi esquina a la Séptima Avenida. Ideal para pasarse a tomar una copa, escuchar buen jazz y echarse unas partidas, después de cenar en el Village o de dar un paseo por el barrio, visita obligada cuando vas a Manhattan.

 

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La iglesia de San Francisco Xavier de Nueva York

Empieza a ser una tradición familiar celebrar la Nochebuena en Nueva York en un japonés, con nuestra amiga Lisa Kramer. Al acabar la cena surgió la inevitable pregunta del ¿qué hacemos? Lisa se excusó diciendo que iba a misa, a la iglesia de su barrio. Pregunté si cantaban. «Claro» me contestó. La Mundana y yo respondimos al unísono «¡Vamos!». Nuestro hijo se excusó. Así que, en este sorprendente giro de acontecimientos, una judía, una agnóstica y un ateo nos encaminamos a la iglesia de San Francisco Xavier.

The Church of St. Francis Xavier, en la calle 16 entre la Quinta y la Sexta Avenida, es un edificio neobarroco de finales del XIX. Es la segunda edificación. La primera ubicación, en la misma manzana, estaba a escasos metros de la actual.

El coro, los músicos y el órgano sencillamente magníficos. Y el repertorio se podría calificar de ecuménico porque incluía obras de luteranos como Bach.

La labor de esta congregación jesuita está enfocado al barrio. Y se notaba en los ahí reunidos y en sus tareas sociales. En la foto del encabezado pueden observar algunos de los grupos de fieles que participan. El lema para la recaudación de fondo de estas Navidades ha sido «Justicia y Caridad«.

PD.: Espero que sepan agradecer que no me haya extendido sobre la figura del santo, el misionero navarro que ayudó a San Ignacio de Loyola fundar la Compañía de Jesús.

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