La descortesía de Aragonès

Se celebra hoy en el Senado una comisión general de comunidades autónomas, organizada por el Partido Popular, para debatir sobre una amnistía cuyos términos desconocemos. Han excusado su asistencia el lehendakari Iñigo Urkullu y los tres presidentes regionales socialistas, Adrián Barbón (Asturias), María Chivite (Navarra) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha). Así que la cosa quedaba prácticamente en un monólogo de los presidentes autonómicos del PP. Salvo que Pere Aragonès decidió intervenir. Rompía con un frente común contra la convocatoria del PP para soltar su rollo. Está en su derecho, faltaría más. El problema es la forma elegida para hacerlo. Llega, habla y se marcha. No escucha a lo que su audiencia, los del PP, tengan que decir. Esta descortesía trasluce dos aspectos. El primero, da la razón a sus detractores cuando critican sus posturas unilaterales. Su actuación de hoy así lo confirma. Y segundo, demuestra su debilidad política. Aragonès tiene toda la pinta de ser un cadáver político. Eclipsado por el triunfo electoral de Salvador Illa y el protagonismo de Oriol Junqueras afronta un difícil próximo reto en las urnas.

Su descortesía de hoy hay que entenderla en clave electoral, ante las próximas elecciones catalanas. Y ha usado la plataforma que le ha brindado el PP, en su absurda estrategia contra algo que desconocemos. También me ha sorprendido el buen talante de los populares de no abandonar sus escaños cuando intervino Aragonès. Ya sabían de su actitud. Han dado una de cal y otra de arena.

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