Archivo diario: febrero 19, 2013

Carta abierta a Candela Peña

Candela Peña

Estimada Candela Peña,

Ante todo mis condolencias por el fallecimiento de su padre. A lo que añado mis felicitaciones por su premio Goya de anoche y su maternidad.

Como veterano seguidor del séptimo arte y admirador del cine español conozco su trabajo y lo aprecio. Por eso me atrevo a escribir estas líneas y recomendar que no vuelva a improvisar en público. Hasta ahora sus mayores logros han venido de la mano de buenos guionistas. Por supuesto no podemos olvidar a los directores. No fue el caso anoche.

Su breve discurso de aceptación estuvo plagado de errores. Principalmente dos: universalizar una situación personal y dar pie a un argumentario contrario a lo que pretendía denunciar.

Voy a empezar por el segundo punto. Como usuario -y defensor- de la sanidad pública su denuncia sobre la carencia de agua y mantas en el Hospital San Lorenzo de Viladecans me desconcertó (confieso que he visto su intervención a posteriori: estaba en el Bernabéu a la hora de la gala). Quizás hasta tenga suerte porque el nivel de la caverna mediática deja bastante que desear, pero le aseguro que las empresas defensoras de la sanidad privada no desaprovecharán la oportunidad. Usted les ha brindado en bandeja el anuncio: «en los centros de Sanitas/Adeslas/etc. siempre hay medios para nuestros pacientes. Nunca les faltarán mantas ni agua.» Porque lo que usted ha hecho es un ataque a la sanidad pública. No dudo que su intención haya sido otra. Pero conocerá ese refrán que dice «la ignorancia es muy atrevida». En su caso se extiende al trascendental tema de la Sanidad. Ha elevado un problema local a nivel nacional. Porque supongo que sabrá que los asuntos de la Sanidad están transferidos a las Comunidades Autónomas. Así que debería dirigir sus quejas en Cataluña (y usar un medio como TV3 y no TVE): al propio centro hospitalario y a la Generalitat. ¿Lo ha hecho?

Curiosamente el director del hospital, el señor Jordi Monedero, ha desmentido sus declaraciones. Ha asegurado que para los enfermos hay mantas, bebidas, y agua en todas las comidas; además recuerda que hay situaciones clínicas -parecidas a las sufridas por su padre- que requieren restricciones hídricas. Y por supuesto no hay ninguna queja ni reclamación registrada en el centro que él dirige. Ha elevado un problema personal a un asunto de debate nacional. Lo cual me lleva al primero de los dos puntos.

La universalización de un problema personal es propio de personas egocéntricas. Por su profesión doy por supuesto que lo es. A esto hay que añadir la fea costumbre de nuestro país de confundir la libertad de expresión con la respetabilidad de todas las opiniones. Porque no todas las opiniones son respetables: por ejemplo no me merece ningún respeto la de alguien que diga 1+1=3. Me pasa lo mismo con usted.

Empezó su alocución con unas pocas palabras en catalán. Nada que objetar. Es loable. El problema es que responde a una situación que ha vivido recientemente: cuando recogió el premio Gaudí a la Mejor Actriz Secundaria por su papel en «Una pistola en cada mano» -igual al Goya de anoche- no dijo nada en catalán. Y fue recriminada por ello. Ayer quiso saldar cuentas al respecto. Una vez más nos transfirió su problema personal. Y usó una ventana de exposición estatal.

Por cierto: ¿por qué no aprovechó la plataforma de los premios Gaudí (que son un certamen del cine catalán) para denunciar al hospital de Viladecans?

También nos traspasó una vivencia propia cuando pidió trabajo desde el escenario delante de las cámaras. A los de una cierta edad esto nos metió en el túnel del tiempo. A la larga noche del franquismo cuando las folklóricas aprovechaban sus apariciones en la televisión única para solicitar cosas tan peregrinas como una linea telefónica. ¿No estaba en una celebración de su industria? ¿No estaban presentes algunos de los productores y directores más importantes del sector? ¿No era un buen momento para solidificar relaciones, conocer gente, etc.? ¿Era necesario pegarse la llorada en público?

Espero que estas palabras lleguen a su destino y las lea.

Para terminar repito el consejo: no vuelva a salir a la calle sin guión.

Atentamente

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