No puedo evitar pensar que el PP ejerce una oposición con los pies de barro. Su contundencia parlamentaria y mediática no puede esconder su falta de consistencia. Tienen al menos 30 juicios pendientes por corrupción este año, están sus vínculos con narcos y un exceso de hipérboles donde cada denuncia es más grave que la anterior. Lo hemos visto varias veces. Ahora mismo, con lo de las mascarillas del caso Koldo (las más baratas de todos los casos que conocemos). Pasan por alto lo que les afecta en Galicia, Madrid e incluso Baleares (como consecuencia del caso Koldo, al desatender el plazo de reclamación).
La amnistía es la penúltima indignación. ¿O es la antepenúltima? Han quedado en evidencia tras los acontecimientos recientes como lo de Feijóo, con los periodistas en la campaña gallega, desbaratando todas las iniciativas impulsadas contra indultos y amnistía o el varapalo infligido por la Comisión de Venecia, con el agravante que fue el propio PP el que pidió su intervención para frenar la Ley de Amnistía.
No soy quien para dar lecciones sobre cómo ejercer la oposición. Tampoco soy votante del PP, mas creo que mantener un electorado fiel a base de exageraciones y mensajes apocalípticos no favorece la captación del votante indeciso. Y tampoco ayuda a posicionarse favorablemente en Cataluña y el País Vasco.
El Mundano 