El Villarreal remontó un 1-4 al descanso para empatar a cuatro. Fueron dos mitades bien distintas. En la primera todo le salía bien al Real Madrid. En la segunda todo mal y se encontró con un Sorloth superlativo que aprovechó todos los regalos. Los cuatro goles de su equipo son suyos. Con la inestimable colaboración de Ceballos en el 1-2 (resbala en el área intentando hacer no sabemos qué y pierde el balón) y de Militao en los tres restantes. Lunin tampoco estuvo fino. Nadie daba a Ceballos como titular en la final de Champions y ahora pasará lo mismo con el portero y el central.
El 1-4 al descanso era un castigo excesivo para el Villarreal. La efectividad del Madrid fue asombrosa. Anotaron Arda Güler (dos golazos en el 13 y el 46), Joselu (min. 29) y Lucas Vázquez (min. 39 en la posición de delantero centro). Tres jugadores blancos marcaron las diferencias: Güler con sus dos goles, Lucas Vázquez (un gol, una asistencia -la del gol de Joselu- e intervino en otro) y Brahim (dos asistencias). El gallego y el malagueño dominaron sus bandas y canalizaron el juego ofensivo blanco.
La torrija con la que salimos en la segunda mitad nos costó tres goles. En muy pocos minutos, los que van del 47 al 55. Me preguntaba en el descanso como afrontarían Marcelino y Ancelotti la segunda parte. Uno, porque tenía que motivar a sus jugadores, levantarles el ánimo. Convencerlos que la remontada era posible. Y el otro, mantener la concentración de los suyos, evitar que se produjesen desajustes y sobre todo insistir en que el partido no estaba ni mucho menos finiquitado. A la vista del resultado uno logró su objetivo y el otro no. El triple cambio de Marcelino en el descanso dio sus frutos. Su equipo ganó en solidez y velocidad. Además decidieron aprovechar los signos de debilidad mostrados por Militao en la primeros 45 minutos. Su arranque de partido fue penoso. Hubo tres jugadas al limite que nos podían haber costado un par de penaltis y un autogol (salvó Lunin). Leía en Marca después del partido que «El último jugador que había sido capaz de marcar cuatro goles a los blancos fue el Taty Castellanos, que se los hizo a Lunin en un 4-2 del Girona al Madrid la pasada temporada. Fue, por cierto, en otro partido que dejó en muy mal lugar a Militao, que volvió a ser el gran damnificado del acierto de un delantero rival en el duelo de este domingo en La Cerámica«.
El partido, vistoso y emocionante para público y telespectadores, es de los que odian los entrenadores. Por los goles encajados. Porque señalan deficiencias defensivas y organizativas. Y olvidan el talento y el acierto del rival.
Al Real Madrid ya solo le quedan dos partidos para completar la temporada. El próximo fin de semana en casa contra el Betis y el 1 de junio en Londres la final de Champions. Se me está haciendo muy larga la espera.
El Mundano 
Será tan bueno Arda como parece?
Militao se ha borrado de la final , qué penosa actuación.