Archivo diario: julio 9, 2017

La voz de la memoria: Homenaje a Joaquín Díaz en su 70 aniversario

Joaquín, Diego y Pablo

Joaquín Díaz, flamante premio Nacional de Antropología, recibió ayer un merecido homenaje por su 70 aniversario: La voz de la memoria. Celebrado en el salón de actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, consistió en un recital de piano a cargo de Diego Fernández Magdaleno, otro premio Nacional (en su caso el de Música 2010). En la foto que encabeza estoy con los dos Maestros y con uno que lo será en el futuro, Pablo (hijo de Diego y estudiante de violín). Fue al acabar el concierto y la foto nos la hizo Teresa Sobredo, Doctora en estudios medievales del árabe y hermana de Evangelina Sobredo, más conocida como Cecilia. Pero vamos al principio de una mañana emocionante, por su sencillez y por el arte y talento desplegado en torno a la inmensa figura de Joaquín Díaz.

Salón de actos BBAA

En la foto apreciamos varios detalles. En primera fila está el homenajeado. Tres asientos a su izquierda está Teresa Sobredo (sentada al lado de alguien parecido a Fernando Aramburu). Justo detrás de Joaquín Díaz están la esposa de Diego Fernández Magdaleno, Tere, y su hijo Pablo. Entrando, con chaqueta beige y camisa azul, Tomás Marco.

Uno de los momentos emocionales cumbres fue el abrazo público de los dos Maestros al terminar el recital.

Fernández Magdaleno organizó el recital en ocho bloques. Cada uno de ellos, salvo el central, eran un ciclo de tres obras, que comenzaba o cerraba con una composición de Joaquín Díaz. De las 24 composiciones tan solo dos no eran de autores españoles (Montague y Bernstein). Diego incluyó compositoras españolas (no en vano tiene un ciclo de conciertos dedicados a la mujer en la música). Su interpretación fue vibrante, precisa. Con la agresividad necesaria según lo requerían algunas de las piezas o la suavidad y elegancia que precisaban otras. Contó con dos cómplices: un bellísimo Steinway y una acústica inmejorable.

Es en estas fotos donde echo de menos a un crack de la fotografía como Raúl Cancio. El sí sería capaz de captar la belleza de este imponente piano.

Mencionaba antes la excelente acústica del salón de actos de la Academia de Bellas Artes de San Fernando (calle Alcalá 13). Ambos Maestros coincidieron conmigo en esta apreciación. El pianista la destacaba comparándola con otros recintos y el mismo modelo de piano. Y al homenajeado le recalcaba que teniendo en cuenta los materiales de construcción empleados en la sala resultaba más sorprendente aún la calidad sonora. Pregunté sobre la importancia de las bóvedas y las claraboyas (de digamos doble techo creando una especie de colchón o cámara de aire). Díaz citó que probablemente fuese «el efecto Vitruvio«. Se refería al tratado arquitectónico del siglo I a.C. en el que el romano Vitruvio entendía la aplicación del sistema de proporción, el de las armonías musicales, a las piezas arquitectónicas. Además Vitruvio en su texto describía tres tipos de maquinas: «La segunda clase de máquinas -máquinas pneumáticas- consta de unos elementos que se mueven por la acción violenta del aire que pasa a presión y permite emitir sonidos y tonos armónicos.» Y un poco más adelante explicaba su utilización: «Los órganos obtienen sus efectos simplemente con el manejo experto de un solo hombre competente.» Hoy en día estos instrumentos también reciben el nombre de órganos: instrumento musical de viento, compuesto de muchos tubos donde se produce el sonido, unos fuelles que impulsan el aire y un teclado y varios registros ordenados para modificar el timbre de las voces. El órgano musical, pertenece a esa «mecánica» que Vitruvio describía en su tratado de arquitectura. La conversación derivó hacia la importancia española en la fabricación de órganos, especialmente en Cataluña y Castilla y León. Lo cual nos lleva al siguiente punto: el magnifico órgano de la Academia de Bellas Artes.

Obra de Blancafort padre tiene una pinta imponente. Una vez más agradezco a Antonio Perea por haberme sumergido en el fascinante mundo del órgano. Las clases definitivas me las ofreció en nuestro viaje a Gijón (para la presentación de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll«). Precisamente en la ida de ese viaje paramos en Urueña (idea original de Antonio) para saludar al Maestro Joaquin Díaz en sus dominios. Ahí ya abordamos el asunto Vitruvio. Curioso que Joaquín y yo no nos hubiésemos visto desde el siglo pasado y en el breve espacio de unas tres semanas hemos coincidido dos veces. La foto con Antonio y el Maestro es del pasado 16 de junio.

Joaquín Díaz y Antonio Perea

 

 

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