Las prisas del PP de Feijóo por llegar a La Moncloa se deben a dos motivos principales (en mi opinión): su calendario judicial y la presidencia española de la UE.
2023 va a ser complicado para el PP por la ristra de juicios por corrupción aún pendientes. La mayoría son de la época de Aznar, el gurú político de la actual dirección pepera. Aún colean juicios pendientes de expresidentes valencianos como Camps, Olivas y Zaplana (que también fue ministro en un gobierno Aznar), del expresidente de la Diputación de Valencia (Rus). Los de Camps y Rus arrancan el 23 de enero (en dos lunes). En mayo será el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, un patrocinado de Esperanza Aguirre pata negra del aznarismo. Otro vicepresidente de Aguirre, Prada, tiene abierta causa por la sociedad Campus de la Justicia de Madrid. El que está pendiente de fecha de juicio es Rodrigo Rato, el poderoso ministro económico de Aznar. Rato es ya un veterano de los banquillos. También tenemos el caso Marbella, con las imputaciones del marido de la alcaldesa y su hijastro. Y así hasta 25 casos.
El calendario electoral viene marcado por las autonómicas y municipales de mayo. Las generales son para fin de año (se desconoce la fecha exacta). ¿Pasarán factura al PP los casos de corrupción o esto ya sucedió en anteriores citas locales? En cualquier caso refrescaran la memoria de muchos y crearán situaciones incómodas a las/los candidatas/os populares. Es obvio que el relato será distinto si se está en el poder, como en Valencia, o en la oposición, como en Madrid. Desde el poder el mensaje tiene más amplificación. Otro marco previsible es el de los pactos del PP con Vox, tanto en alcaldías como en comunidades autónomas. Esto tendrá peso de cara a las generales.
La presidencia de la UE de Pedro Sánchez durante el segundo semestre es un gran activo electoral para el presidente del gobierno. Algo que temen en la sede de Génova, mas no hablan de ello. De ahí las prisas por llegar a La Moncloa y la insistencia en pedir un adelanto electoral (además del calendario judicial). De cara a esta presidencia europea tenemos dos antecedentes: el creciente peso del gobierno español en Europa (con su liderazgo en asuntos energéticos) y el gran ejemplo de la cumbre de la OTAN. En las circunstancias en que se produjo (la invasión de Ucrania) reunir a los máximos dirigentes políticos (y militares) en Madrid era un reto. Y España dio el do de pecho en términos de seguridad, organización y buen rollo (sin la intervención del PP, conviene recordarlo). ¿Por qué iba a ser diferente la presidencia europea? Lo lógico es pensar que la imagen de Sánchez salga reforzada.