Uno no puede dejar de admirar el enorme valor de las mujeres afganas e iraníes. Es sobrecogedor ver las imágenes de enorme valentía en sus manifestaciones contra las teocracias que oprimen sus derechos. ¡Ole sus ovarios!
La primera noticia que dio la vuelta al mundo fue este pasado verano. A mediados de agosto hubo una manifestación masiva contra el régimen talibán de Afganistán. Protestaban por las restricciones que imponían a sus derechos al trabajo y al estudio. Hace unos días las afganas han vuelto a salir a la calle en solidaridad con las iraníes (es la foto del encabezado). Tanto en agosto como este pasado jueves fueron disueltas con disparos al aire.
Un artículo de la catedrática Luz Gómez en El País de hoy comienza así: «En los vuelos a Irán hay un momento tragicómico, cuando la sobrecargo toma el micrófono y dirigiéndose al pasaje le comunica y compele: “Nos disponemos a entrar en el espacio aéreo iraní. Por favor, conforme a la legislación de la República Islámica de Irán, las mujeres han de cubrirse el cabello”. La cosa no es anecdótica, por más que las pasajeras europeas se sonrían e intercambien chascarrillos y modelos de pañuelo. Es ante todo la plasmación de la relación con la realidad de un régimen que ha hecho del control del cuerpo de las mujeres un principio nacionalista». El párrafo final de la catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid es un perfecto resumen de situación: «La nueva gramática del activismo que se venía gestando ha estallado y sustituido a las viejas fórmulas reformistas, inoperantes ante la oclusión de las vías de interlocución con el poder. Lo que está sucediendo estas semanas en Irán es una acción revolucionaria, en la medida en que interpreta, rompe, estructura, colectiviza y moviliza deliberadamente energías hasta ahora dispersas y descoordinadas. Tiene, sobre todo, una clara intencionalidad política. Un grito ahora unánime —antes esporádico y a menudo acallado— es indicador del cambio: “¡Muerte al dictador!”. Se suma a “¡Mujer, Vida, Libertad!”, el lema principal de estas revueltas, que en persa tiene, además, la belleza aliterativa de su milenaria poesía: “Zan Zendeguí Azadí!”.
La mecha ha prendido. Confiemos que el fuego se avive.