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Medios y racismo en la República Bananera de Estados Unidos

En el post de ayer comentaba temas que hoy han sido ejes centrales del debate sobre los sucesos ocurridos, el pasado 6 de enero, en la capital de la República Bananera de Estados Unidos. Me refiero a la destitución de Trump (mediante el impeachment o la vigésimoquinta enmienda de la Constitución) y a las responsabilidades de los políticos responsables, empezando por el propio Trump y siguiendo por sus colaboradores así como los diputados y senadores republicanos que le han bailado el agua. También escenificaba el obvio racismo (sobre lo que incidiré al final de esta entrada). Y me guardaba la baza de los medios de comunicación para hoy.

El rol de los medios no se puede ni debe pasar por alto. Su actitud ha dejado mucho que desear. Los no favorables a Trump empezaron riéndole las gracias y menospreciando su relevancia. Le consideraron un bufón. Mientras tanto, durante todos estos años, les fue colocando sus teorías conspirativas. Desde inventarse que Obama no había nacido en EEUU hasta los mundialmente famosos emails de Hillary Clinton. Más decenas de otras historias igual de absurdas (como la de la red de pederastia cuya sede estaba en inexistente sótano de una pizzería de Washington). Se burlaban de él pero no le desmontaban, aireando sus estupideces. ¿Por qué? Por las audiencias y su conversión en ingresos publicitarios Es decir, los intereses económicos de esos medios supuestamente críticos primaban sobre una información veraz y rigurosa. La que se espera de ellos. Al otro lado del espectro, los infames medios favorables a Trump eran implacables en el elogio y apoyo a Trump. Y demoledores con sus rivales (fuesen los de las primarias del Partido Republicano o los de las presidenciales). A la cabeza están los controlados por Rupert Murdoch. Recordemos que Aznar se sienta en el consejo de administración del holding de Murdoch.

Murdoch, australiano nacionalizado estadounidense para poder montar su imperio mediático, montó Fox News para el acosador Roger Ailes. Ailes y Fox News fueron básicos para el impulso de la carrera política de Trump. Apostaron por él cuando nadie lo hizo. Y lo llevaron en volandas a la presidencia. Las falsedades y bulos de ambos se retroalimentaban. Hoy en día aunque los medios de Murdoch (Fox News, The Wall Street Journal, The New York Post, etc.) intentan poner una prudente distancia con Trump, sus estrellas le siguen apoyando incondicionalmente. El último ejemplo es de la noche del día 6: el infumable Tucker Carlson lamentaba el fallecimiento de la seguidora de Trump, disparada por un policía en el interior del Capitolio. El contraste con su actitud respecto a los afroamericanos, muertos a disparos de la policía, era más que obvio. En un caso hubo empatía y en otro silencio. Aparte del sesgo ideológico está el flagrante racismo de las dos situaciones. Pero esto ya avisé que lo dejo para el final.

Retirarle la nacionalidad a Murdoch y volver a la ley anterior a 2017 (los extranjeros no podían controlar más del 25% de las empresas de medios) o no renovar la licencia de emisión a Fox News podrían ser medidas para oxigenar el ambiente.

He incidido en Fox News por su alcance y relevancia en términos de audiencia. Medios digitales, como Breibart News (donde brillaba Steve Bannon, exasesor de Trump y actualmente pendiente de juicio por estafa), también influyeron. La propagación por redes sociales de todo tipo de mentiras no deben pasar desapercibidas. En este coctel falta el ingrediente de la injerencia rusa. Una vez agitado y servido nos encontramos con la trama de las ultimas temporadas de la serie «Homeland«: campañas de intoxicación rusa, bots, elecciones presidenciales, extrema derecha en EEUU, medios alternativos, etc.

Como ya anuncié dejaba para el final el asunto del racismo, que ya formó parte del post de ayer. No estoy loco ni exageraba. Durante el transcurso del día de ayer muchas voces autorizadas se sumaron a este asunto. Y a los argumentos que presenté. Cuando escuché a Joe Biden afrontar el tema de cara, cogiendo el toro por los cuernos, pensé que se había avanzado una barbaridad. Biden venía a decir lo que escribí: «No me puedo quitar de la cabeza que la turba de Trump eran blancos, algunos con uniformes de camuflaje y chalecos antibalas… De ser afroamericanos, no hubiesen pasado del primer escalón de la escalera de acceso a la entrada principal del edificio. Y los hubiesen baleado sin contemplaciones (por bastante menos se han cargado a chavales negros)… recuerden como gasearon y golpearon a los del Black Live Matters para despejar la calle y que Trump la pudiese cruzar y hacerse una foto con la Biblia, en la iglesia enfrente de la Casa Blanca«.

Biden también uso el ejemplo del Black Lives Matters. Asumo que conocerán las imagenes del asalto al edificio del Congreso y la pasmosa falta de seguridad (así como el asombroso fallo de los servicios de inteligencia). Comparen con la foto de como se protegió el mismo edificio durante las protestas del Black Live Matters. Los de entonces eran manifestantes afroamericanos y los del día 6 eran blancos. No hay otra.

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El clan Trump

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El clan Trump tiene una doble vertiente: la política, en la Casa Blanca, y la empresarial, con la Trump Organization. En la primera, ademas del jefe del clan como presidente de los Estados Unidos, encontramos a la pareja formada por su hija Ivanka y su marido. Los negocios están en manos de los hijos Donald Jr. y Eric.

Ambas vertientes confluyeron en el caso de la Trump University. El fraude y las demandas son anteriores a la victoria electoral. El pago de los 25 millones de dólares a los estudiantes afectados y a las autoridades es posterior (operaban como universidad sin tener licencia para ello). Pero quien hizo frente al pago fue el socio de Donald Trump en su hotel de Las Vegas. Todo este asunto de la Trump University fue aireado durante la campaña presidencial de 2016 por Hillary Clinton. Pero la atención mediática tenía el foco puesto en la falacia de los emails de la candidata del Partido Demócrata.

De los chanchullos vigentes destaca la demanda del Estado de Nueva York contra la Trump Organization, por falsificación en la documentación presentada para pedir créditos (aumentaron artificialmente el valor de los activos). En Wikipedia hay dos entradas muy significativas: una con la lista de 70 demandas en las que está involucrado el jefe del clan desde que es presidente de los EEUU y la otra es la relación de los 3.500 pleitos en los que ha estado involucrado antes de asumir la presidencia.

A todo esto hay que añadir los nueve colaboradores de su campaña electoral y/o en la Casa Blanca. Abarcan desde detenidos a condenados pasando por imputados. Incluso ya hay alguno amnistiado. La agencia Reuters en esta nota cita a ocho de los nueve. En la relación falta Rudy Giuliani (y dos de sus asociados). Steve Bannon ha sido el último en caer. Quien fuera el todopoderoso asesor de Trump fue detenido por una estafa. Está en libertad condicional con una fianza de 5 millones de dólares. El juicio está fijado para el 24 de mayo. ¿Ningún periodista español va a preguntar a Vox por Bannon, su gurú?

¿De verdad habrá votantes que se traguen lo del Law and Order?

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Vox vuelve a arremeter contra Macron

LC

Ya es la segunda vez que Vox arremete contra Macron, el jefe de Estado francés. Sí, el presidente de la República Francesa. A los dirigentes políticos se les debe exigir un respeto hacia los mandatarios y las instituciones de otros países. Y en este caso concreto, hacía nuestro vecino del norte. Esto de Vox me parece tan grave como la ridícula y gratuita ofensa de Zapatero no levantándose ante la bandera de EEUU (algo que le acabó pasando factura y a nuestro país también).

Como les supongo conocedores de ambas meteduras de pata de Abascal y los suyos, paso a centrarme en el tema de Macron. Y las palabras de Leonard Cohen me vienen al pelo. Porque encuentro que coinciden las posiciones tanto de la derecha extrema como las de la izquierda radical. Ambas ofrecen valoraciones negativas sobre quien fuera asesor económico del presidente Hollande (del partido socialista) y luego ministro de Economía en el segundo gobierno del entonces socialista Valls (con Hollande de presidente). A la presidencia de la República llegó liderando su propia formación (En Marche! cuyas iniciales, EM, coinciden con las de su nombre y apellido).

No tengo una opinión formada sobre Macron. Ni puedo opinar sobre su gestión. No sé si es buena, mala o regular. Y eso que conozco el país (he vivido en París y lo visito todos los años al menos una vez). Debo ser un español raro al no tener un criterio sobre algo y reconocer mi desconocimiento sobre algún asunto. Quizás se deba a que no soy periodista ni político. Porque estos saben de todo. Aunque no hayan salido de su terruño. La alegría con la que algunos de ellos afrontan la realidad de países que desconocen, a los que no han ido ni siquiera de turistas (haber vivido en ellos ya sería de nota) es aterradora. La facilidad con la que emiten sentencias y verdades absolutas son más propias de tertulia de bar que de medios o tribunas políticas. En las que debería primar un sentido de la responsabilidad.

Ya antes de ganar Macron las presidenciales de su país (en segunda vuelta frente a Marine Le Pen), otro huido del Partido Socialista francés (esta vez por la izquierda), Mélenchon, pretendió hacerle la pinza con Le Pen. Que los (muchos) partidarios de la derecha extrema francesa la apoyasen tiene su lógica. Pero no la tiene con Mélenchon y su Francia Insumisa.

Mélenchon, exministro del gobierno Jospin (bajo la presidencia de Chirac), fue criticado por su indefinición sobre a quién apoyar en la segunda vuelta. Francia Insumisa organizó una consulta pública de cara al duelo final. «No se trataba de dar una consigna de voto, pero sí reflejar la opinión de los insumisos sobre su opción en la segunda vuelta», señaló Mélenchon en un comunicado de Francia Insumisa. (En la primera vuelta obtuvieron siete millones de votos, casi el 20 % de los sufragios).

Los participantes se inclinaron en favor del voto blanco o nulo en la segunda vuelta. De los 243.128 votantes el 36,12 % eligieron votar en blanco o el voto nulo, mientras un 34,83 % se mostraron favorables a Macron y el 29,05 % por la abstención. En realidad deberíamos sumar esta última opción a la del voto en blanco o nulo. Esta ambigüedad de Mélenchon respecto a Macron frente a Le Pen guarda paralelismo con lo de Hilary Clinton y Trump. La Clinton será todo la mala que quieran, mucho más mala aún gracias a la propaganda negativa que tuvo desde la maquinaria del Partido Republicano (más la incansable labor de su enemigo Putin), pero era y es mejor que Trump. De quien la prensa afin a Podemos (que obviamente apoyaba a Mélenchon y odiaba a Macron con la misma intensidad que a Hilary Clinton) siempre olvida sus bombardeos, incluyendo el lanzamiento de la mayor bomba no nuclear (sobre Afganistán). Es la misma izquierda endogámica que se atribuye la exclusividad de ser la autentica izquierda (aunque ahora anden enfrentados Iñigo Errejón, el Gallardón de esta izquierda, y los Ceaucescu de Galapagar). Y cuya inquina al PSOE (a quienes ahora mendigan grupo propio en el Senado y ministerios en el gobierno) es comparable a las mencionadas sobre Macron o la Clinton.

Esta misma izquierda neocomunista española es la que continuamente nos lanza nuevas figuras mundiales, en un afán internacionalista sin sentido ni conocimiento, cuya reputación y prestigio duran tres asaltos (Chávez/Maduro, Lula, los Kirchner, Evo Morales, López Obrador, Mélenchon, los griegos, Corbyn, Sanders, los sandinistas, etc.). Y en muchos de sus planteamientos coinciden con las nuevas derechas extremas, los neofascistas o con charlatanes como Steve Bannon (a quien en su ignorancia otorgan una relevancia que no tiene) o los antivacunas, los okupas, etc.

¡Cuánta sabiduría encuentro siempre en las palabras de Leonard Cohen!

 

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