7 de junio de 2010

Estoy como un niño con el nuevo PC (el anterior petó completamente y estamos a ver si recuperamos datos del disco duro). Espero que mientras lo pongo al día pueda reiniciar mis actividades habituales en la blogosfera. Como, por ejemplo, contarles del Rock in Rio de este año.
Tuve ocasión de estar presente el primer día. Y seguí los dos siguientes por la tele.
Jorge, quien amablemente me invitó, comentaba que esto ya parecía una romería. La del rock (y derivados). Y no le falta razón. Aunque como ya comprobé en la edición anterior hay algo que me gusta de este festival sobre todos los demás: la comodidad. Aunque este año se nota alguna rebaja en el presupuesto. Será cosa de la crisis.
Del día inaugural me sorprendió el predicamento que tiene Mago de Oz entre el sector femenino. Se sabían todas las canciones. Las cantaban con convicción y pasión. Sustituían a John Meyer, quien a última hora había cancelado por problemas de salud.
Nada más entrar te encontrabas con los Mago. Al terminar su actuación nos dimos una vuelta por el recinto. Y nos encaminamos al escenario principal. Donde actuaba Macaco. Soberbio, como siempre. Invitó a La Shica para cantar juntos. Fenomenal, a pesar de que se notaba que no estaban demasiado ensayados. Pero a la gente le dio igual.
Macaco dejó el ambiente muy caldeado para Pereza. Quienes se lucieron con su repertorio y «look» más «stoniano». También contaron con artistas invitados. En su caso fueron Ariel Rot y Carlos Tarque, cantante de M Clan: se arrimaron para una gran versión del «Hace Calor» de Los Rodríguez.
Bon Jovi marcaron la apoteosis final ante los 47.000 asistentes (según los organizadores). Lo interpretaron todo. Fue una sucesión de hits, con apenas 3 temas de su último álbum.
Fue interesante ver cómo iba llegando la peña a medida que se acercaba la hora de su aparición en escena. Música americana al 100%, así como su show (lo mismo se podría decir de Rihanna o Miley Cirus). Más interesante fue averiguar que Jon Bon Jovi -o su staff- se mosquearon porque las pantallas le daban mayor protagonismo a Richie Sambora, el guitarrista, que al cantante que da nombre a la banda. Por mi parte agradecí ese «detalle» porque permitió ver de cerca una lujosa colección de guitarras… Fuese como fuese, su actuación fue impecable. De las que se recuerdan: sus temas te «martillean» el cerebro días después.
La segunda jornada fue «la batalla de las divas»: Rihanna vs. Shakira. Con el complemento previo de Calle 13 y otros (que no vi por la 2). Ganó la de Barranquilla, repitiendo su triunfo de hace dos años.
La de Barbados -con una puesta en escena elaborada y costosa, pero más propia de un musical que de un festival, me resultó distante. La salvó su físico -que no su ropa: era como de la época Madonna/Gautier)- y sobre todo sus canciones. En esto no se la puede reprochar nada. El repertorio es de primera (Jay Z siempre ha tenido buen ojo). Pero otros caribeños como Calle 13 o la propia Shakira demostraron más entrega. Mucho más coraje y «swing».
Poco puedo decir de Calle 13. Salvo que me empeño en que me gusten, pero creo que estoy un poco mayor para lo que me pretenden contar. Cuando ellos llegan ya he ido y vuelto un par de veces…
Shakira es impepinable. Una voz personal. Unos temas que llegan a todos los públicos y edades. Una forma de bailar que mezcla estilos de todos los continentes. La fusión total. En español e inglés. Su presencia congregó al mayor número de asistentes: 85.000 (dicen que el 35% de ellos fueron por ella).
Y me gustaría resaltar un dato: este año los únicos flamencos que han aparecido en el escenario principal han sido por cortesía de la colombiana. Fue El Negri, ex Barbería del Sur. Me resulta patético que un festival que se celebra en España haga esta discriminación respecto a nuestra música más racial e internacional. Hemos pasado de Pitingo, Antonio Carmona y Rosario, en el primer Rock in Rio, a ninguno este año… Residente, de Calle 13, también colaboró en la apoteosis de Shakira, rapeando con ella.
La plenitud de la romería se produjo ayer, en una especia de «día familiar». El cual coincidió con la peor cifra de asistencia. Y en medio se nos perdió una excelente Amy McDonald. La escocesa nos ofreció un recital sobrio, alejado de la parafernalia del show business americano, cimentado sobre la base de un ramillete de buenas canciones y unos eficiente músicos.
McFly se llevó a la parroquia de calle. Son una especie de Ramones inocentes o de unos Green Day en plan buenos chicos (de hecho cantan uno de sus himnos). Toda una sorpresa, al menos para mí. Y repararon otra ausencia: la de Black Eye Peas (se lanzaron con el «I Got A Feeling«.)
¿Qué quieren que les diga de Miley Cirus? El que quiera huir de su papel infantil/adolescente de Hannah Montana para mostrarnos que ya es una mujer, aunque menor de edad, no es mi problema. Y tampoco creo que la escasez de vestimenta sea un signo de afirmación femenina. De hecho la poca ropa que llevaba la molestaba. Las tiras del hombro se le caían, el short se le subía nalgas arriba. Estaba de lo más incomoda ajustándose los pocos trapos. Quizás in situ no se notaba. Pero en la tele resultaba chocante. Y de los taconazos mejor no comentar…
En lo referente a la música me entenderán mejor si les cuento que lo mejor fue el dueto con David Bisbal (un baladón de esos tan americanos), la versión del «Rock and Roll» de Gary Glitter y su gran éxito «Party In The USA«.
El fin de semana que viene promete: Rage Against The Machine, Motorhead, Metallica, Söber, Cypress Hill, etc. Eso sí: lamentable la inserción de spots publicitarios entre actuación y actuación. Nos hemos librado de anuncios en la tele pública como para que ahora vengan los del Rock in Rio y nos machaquen con publicidad intrusiva. No creo que sea una buena idea y los patrocinadores deberían de revisar este planteamiento. ¿O los de Prosegur creen que su público objetivo es el del festival? Nunca había visto algo semejante: ni en festivales ni en conciertos… ¡Sencillamente vergonzoso!
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