Anoche en el Bernabéu asistimos a una merecida victoria del Villarreal. El 2-3 final refleja fielmente quien puso más ganas y juego. En la foto vemos a la estrella del partido: Samu Chukwueze. Autor de una asistencia (a Morales) y de dos golazos. El del empate (min. 39) y el del triunfo en el 80 (2-3) de un trallazo espectacular. El nigeriano destacó en su equipo, que funcionó engrasado. En el Real Madrid Vinicius y poco más. También anotó un golazo, el del 2-1, en el 48. Pero al brasileño le falló su equipo.
De entrada el medio campo blanco no funcionó. Ceballos se entretenía demasiado en la conducción, reteniendo la pelota. Tchouaméni, carente de chispa, no tiene la velocidad necesaria para un ritmo de juego alto como el que proponía el rival y que es característico del Madrid. Marco Asensio cumple de media cancha hacia adelante. En labores de contención y repliegue sufre y el equipo lo acusa. Aquí se empezó a fraguar la victoria amarilla. Parejo era el jefe del campo. Bien apoyado por Baena y Trigueros, quien entró en el 32 por Terrats. Este cambio producto de un infortunio (lesión muscular) fue decisivo para el transcurso del partido.
Arriba solo Vinicius, como ya he apuntado. Rodrygo hizo su peor partido desde que llegó a Chamartín. Benzema, ausente, no fue el de los dos partidos anteriores (seis goles). Y en defensa el problema ya tantas veces comentado: no tenemos laterales. Ayer los parches fueron Lucas Vázquez y Nacho. Cuando Ancelotti tuvo que mover piezas lo hizo a cuentagotas agotando las tres ventanas de cambios. Las entradas de Fede Valverde (58), Modric (71) y Camavinga (75) no cambiaron el partido. Entraron por Benzema, Ceballos y Tchouaméni. En el descanso Militao había sustituido a Alaba en una decisión pactada de antemano. Se confirmaba que la cabeza estaba en el partido de Champions del miércoles y no en este de Liga. La naturaleza de las sustituciones no dejaba lugar a ninguna duda.
Setién colocó a Lo Celso de falso nueve. El gol del empate a poco de llegar al descanso justifica su decisión. Antes ya habían dispuesto de varias ocasiones de evidente peligro. Rondaban el gol. Era cuestión de tiempo. El 1-1 de la primera parte era justo.
El encuentro no pudo empezar mejor para el Madrid. El 1-0 al cuarto de hora, autogol de Pau Torres, fue fruto de la insistencia de Vinicius y Marco Asensio, que se resistieron a dar el balón por perdido. La segunda mitad también arrancó de la mejor manera para los blancos: a los tres minutos Vinicius culmina una internada eléctrica (2-1). Estas dos jugadas y alguna más son claros ejemplos de lo que fue el fútbol del Madrid: ráfagas. Unos pocos destellos puntuales. Insuficientes para hacerse con los tres puntos. Las estadísticas no engañan: De 18 remates solo cuatro fueron entre los tres palos. Ellos, en cambio, de 17 tiros ocho fueron a portería (marcando tres goles).
Ganó quien mejor lo hizo. El equipo motivado con un objetivo claro. El Villarreal, que además remontó dos veces un resultado adverso.