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Barça y Madrid empatan sus partidos

AS

El Barça empató a dos ante la Juventus y el Real Madrid, en San Francisco, también empató a dos frente al América de México. La noticia en Dallas, además de los dobletes de Dembélé y Keane, fue que Lewandowski no anotó. Son ya dos partidos en blanco. Mientras que Benzema, en su primer encuentro, sí marcó.

A mi parecer las dos grandes novedades blancas estuvieron en la vuelta de Benzema y en la presencia de Lunin en la portería. Ancelotti repitió con Lucas Vázquez en el lateral derecho. Mendy ocupó el izquierdo. Nacho y Rüdiger fueron los centrales. En la media los tres tenores: Casemiro, Kroos y Modric. Y arriba Vinicius y Marco Asensio acompañando a Benzema.

Nos perdimos el primer gol del partido por problemas con la señal internacional. Que estas cosas sucedan en la segunda década del siglo XXI dice muy poco en favor de TVE (sin recursos) y del país originario de la señal, Estados Unidos (si damos por buena la versión de los comentaristas de la tele). Cuando por fin conectaron, a los 11 minutos de juego, el América ganaba 0-1.

El equipo mexicano está más rodado. Llevan jugados cuatro jornadas de su Torneo de Apertura. Pero eso a Benzema no parecía importarle mucho. Empató el partido con una rosca sensacional (min. 21). Recibió un balón de Kroos, avanzó y se apoyó en Asensio, en la frontal del área. La pared corta la resolvió con la mencionada rosca desde la curva izquierda del balcón del área. En el 35 el nueve protagonizó la otra gran oportunidad del Madrid, de nuevo con una rosca.

Para la segunda mitad Ancelotti efectuó ocho cambios. Solo mantuvo a Lunin, Lucas Vázquez y a .Rüdiger. Alaba ocupó el lateral izquierdo y Hazard repitió, como ante el Barça, de falso nueve.

En el 53 Hazard abrió a Lucas Vázquez, quien fue derribado en el área. El belga transformó el penalti, con un disparo raso al palo izquierdo. El meta adivinó la trayectoria mas no llegó. 2-1.

El rival acusó el golpe. Y el Madrid fue un vendaval. El América no pasaba de la divisoria del campo y nosotros buscábamos el tercero. En el 59 los multicambios de los mexicanos pretendían cambiar la dinámica del partido. Ancelotti sustituyó a Rüdiger para dar entrada a Vallejo.

Los cambios dieron su fruto. El América asentó su juego y tuvo un par de aproximaciones a la meta de Lunin.

Ceballos tuvo el tercero en el 64. Al minuto el otro Vini, Vinicius Tobias (18 años), entraba por Lucas Vázquez. Era su debut con el primer equipo.

Las oportunidades blancas se sucedían. Salvadas por el meta, Ochoa, o falladas por los nuestros.

En el 79 le señalan penalti a Vinicius Tobias, en una acción tan infantil como dudosa. Lunin paró el lanzamiento. Estaba adelantado. Se repitió y al segundo intento Hidalgo, un excanterano blanco, anotó. 2-2. El resultado con el que finalizó el partido. Y en la madrugada del sábado nos toca la Juve.

Sigue siendo pronto para sacar conclusiones. Aunque al equipo se le vio con algo más de empaque respecto al duelo con el Barça. Se crearon más ocasiones que frente a los azulgranas pero el acierto ante la portería sigue siendo un asunto pendiente. Todo llegará, sobre todo ahora que ya tenemos a Benzema de vuelta. Lo positivo, confirmar la profundidad de la plantilla. Sobre todo en el centro del campo.

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Barça y Madrid vuelven a jugar esta madrugada

La 1

El Barça y el Real Madrid vuelven a jugar esta próxima madrugada. Primero lo harán los culés en Dallas frente a la Juventus a partir de las 02:30. Luego comparecerá el Madrid a las 04:30 en San Francisco para enfrentarse al América de México. Ambos encuentros serán retransmitidos por La 1.

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50 años de «Cosmo’s Factory»

CCR

Tal día como hoy hace 50 años se editaba «Cosmo’s Factory» de la Creedence Clearwater Revival. Seis meses después lanzaban otro álbum «Pendulum«. 1970 fue un año muy fértil para el pop-rock. Por ejemplo, Grateful Dead lanzaban «Workingman’s Dead» y «American Beauty«, en mi opinión sus dos mejores LPs. Hay más ejemplos pero me ciño a estas dos bandas emblemáticas del área de la bahía de San Francisco (el otro grupo insignia Jefferson Airplane, tras su obra maestra «Volunteers» de 1969, editaron en 1970 tan solo un recopilatorio «The Worst Of Jefferson Airplane«).

El primer álbum de la CCR es de 1968. ¡En 1969 sacaron tres y dos en 1970! Algo impensable en nuestros días y más concretamente a partir de mediados de los 70.

El nombre del álbum hace referencia al local de ensayo de la banda en Berkeley, la ciudad natal de los hermanos Fogerty. Se trataba de un almacén. El batería Doug «Cosmo» Clifford (montado en la bici en la portada del LP) lo bautizó como «la fábrica», por que John Fogerty les obligaba a ensayar todos los días y era especialmente exigente con su forma de tocar los tambores.

«Cosmo’s Factory» fue n.º 1 en los principales mercados discográficos (EEUU, UK, Australia, Canadá, Francia) y n.º 2 en muchos otros países (como Italia y Holanda). Fue todo un éxito planetario.

Siendo adolescente bebía los vientos por la Creedence. Ya iba solo los domingos al Rastro. Y me sorprendía que la opinión mayoritaria, entre los aficionados habituales que nos congregamos alrededor de los puestos de discos, fuese la de que eran unos horteras. La razón principal era porque tenían éxito comercial (sus singles eran cañonazos que sonaban en las radios). Mi opinión no era tenida en cuenta porque en 1969 tenía 13 años. Uno más en 1970. Esos días aprendí que la calidad y la popularidad no estaban reñidas. Al contrario. Era mucho mejor que lo bueno triunfase. Como se supone que deberíamos haber aprendido del éxito de Beatles, Brincos, etc. Esta enseñanza que ha marcado mi rumbo profesional y personal data de esos años de la adolescencia, en los que por otra parte mis gustos eran bastante radicales y limitados al rock. La madurez amplió mis miras.

«Travelin’ Band» fue el primer sencillo de los dos que anticiparon el «Cosmo’s Factory«. Se sacó en enero del 70.

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Robert Hunter (1941-2019)

Robert Hunter posed

Ayer cuando me enteré del fallecimiento de Robert Hunter, a los 78 años de edad, no pensé en escribir nada al respecto. Daba por supuesto que medios y redes sociales se harían eco de la triste noticia. Esta mañana he comprobado que no ha sido así.

Hunter, letrista habitual de Grateful Dead, rechazó la oferta de su amigo Jerry Garcia (de origenes gallegos por parte de padre) para unirse al grupo. Prefirió concentrarse en escribir sus textos. La amistad entre Hunter y el guitarrista fue inquebrantable y superó un mal comienzo: la novia de Garcia le dejó para casarse con Hunter (terminarían separándose).

La primera letra que Robert Hunter hizo para los Dead fue la de «Dark Star«, un tema instrumental que ya desde los inicios de la banda de San Francisco mostraba las querencias por los desarrollos e improvisaciones.

Si por su trabajo con los Grateful Dead ya ocupa un lugar en el panteón del rock, añadan a la lista a Elvis Costello, Bruce Hornsby,… y ¡Bob Dylan!

Qué mayor honor puede haber para un escritor de versos de canciones que colaborar con el maestro del oficio. La primera en la que colaboraron fue en «Silvio» del álbum «Down In The Groove» (1988). En ese mismo disco hay otra colaboración. 20 años después volvieron a escribir juntos. para el «Together Through Life«, editado en abril de 2009. Grabado en diciembre de 2008 era el trigésimo tercer álbum de Bob Dylan. Todas las canciones, menos una, eran de Dylan y Hunter.

En los últimos años su salud se resquebrajó. Y para poder cubrir los gastos médicos se embarcó en varias giras (la última fue en 2013), para apoyar las varias grabaciones en solitario que había editado.

«Uncle John’s Band» (1970), una de mis favoritas de Grateful Dead, con esas voces tan Crosby, Stills & Nash, sirve para despedir a Robert Hunter.

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Elliot Roberts (1943-2019)

Trasher's Wheat 1985

Ayer me enteré del fallecimiento de Elliot Roberts, un gigante de la industria musical estadounidense. Sucedió el día 21 de junio. Tenía 76 años, cumplidos el pasado mes de febrero.

Nacido y criado en el Bronx neoyorkino acortó su apellido judío (Rabinowitz) y tras abandonar los estudios universitarios (dejó dos carreras) quiso ser actor. Empezó a trabajar en el departamento de envíos de la William Morris Agency de Nueva York. Ahí conoció a David Geffen, otro gigante. Aunque debería decir que Geffen es el gigante de la industria cultural de Estados Unidos. Esta relación devino en amistad y compartieron negocios y aventuras empresariales (Geffen-Roberts Company y Asylum Records en 1971).

Fueron Geffen y Roberts quienes convencieron a Bob Dylan para que abandonase su discográfica de siempre (Columbia Records/CBS) para unirse a la discográfica Asylum y a su oficina de representación (Geffen-Roberts Co.). Editó dos álbumes con ellos: «Planet Waves» y «Before The Flood«, un doble en directo con The Band. Posteriormente Dylan volvería a su casa de siempre.

En 1973 Geffen, Roberts, Elmer Valentine (dueño del Whisky a Go-Go) y Lou Adler abrieron el club The Roxy en el Sunset Strip de West Hollywood. Neil Young inauguró el local.

Roberts y Geffen dejaron de ser socios por culpa de terceros. Un joven agente, Irving Azoff, que trabajaba en la Geffen-Roberts Co. fue el causante principal del cisma: The Eagles cambiaron de pareja de baile, abandonaron a Geffen-Roberts y se fueron con Azoff, quien montaba su propia oficina. Geffen y Roberts, ambos impulsivos y apasionados, chocaron en su forma de afrontar la situación. Geffen fue frío y cerebral y Roberts diríamos que más hippy. El primero tomó una actitud profesional y siguió trabajando con Azoff (convenció a Warner Bros. para que le financiase un sello, Giant Records) y los Eagles (en Asylum y luego en Geffen Records, donde también tuvo a Don Henley), mientras que Roberts roto el amor fraternal juró odio eterno al traidor y al grupo. Y formó Lookout Management. Las malas lenguas dicen que la movida de Geffen con Azoff fue para quitárselo de en medio de MCA (donde presidía la cia.) y poder vender Geffen Records a los nuevos dueños de MCA.

El primer descubrimiento de Roberts fue la canadiense Joni Mitchell. La vio actuando en un club del Greenwich Village de Nueva York (Cafe Au Go Go) en 1966. Se mudaron juntos a Los Ángeles, a Laurel Canyon (centro artístico y bohemio). Les acompañaba el entonces novio de Mitchell, David Crosby. Al poco se les unió David Geffen. Ya situados en la costa oeste Joni Mitchell le habló de un compatriota suyo, Neil Young, que estaba en un grupo (Buffalo Springfield). Curiosamente fue Young quien provocó que la banda prescindiese de los servicios de Roberts. Cuando ellos se separaron, a los 18 meses de formarse, Neil Young llamó a Elliot Roberts para que fuese su manager. Quería empezar su carrera en solitario. Ha sido representante suyo hasta la fecha de su muerte. Son más de cincuenta años. Y «aguantar» a Neil Young no es fácil… Jimmy McDonough, autor de la biografía de Young, escribía al respecto de la relación Young/Roberts que «Ha habido otros equipos infames en el rock and roll –Dylan y Albert Grossman, Ray Charles y Joe Adams, Bruce Springsteen y Jon Landau– y, por supuesto Elvis y el Coronel Tom Parker. Elliot Roberts definitivamente vive en este salón de la infamia y es el único ser humano capaz de guiar la carrera de Neil Young.»

Con Joni MItchell rompió en 1985. La foto de Trasher’s Wheat en la que vemos a Young, Mitchell y Roberts es de ese 1985.

Roberts también fue manager (con o sin David Geffen) entre otros de Crosby, Stills & Nash, Crosby, Stills, Nash & Young («el pegamento que nos mantenía unidos» ha declarado Graham Nash), Jackson Browne, America, Devo, Talking Heads, The Cars, Tom Petty, Tracy Chapman (su último descubrimiento de relieve) además de los ya mencionados anteriormente.

Cuando llevé el marketing internacional de Geffen Records en NY tuve el inmenso honor de conocer a Elliot Roberts. (David Geffen tenía un contrato de distribución con Warner Bros. para EEUU y Canadá y otro con CBS para el resto del mundo; Warner eran socios de Geffen Records). Me tocó trabajar con él en tres proyectos: Neil Young (dos álbumes), Joni Mitchell y el debut en solitario de Ric Ocasek, el líder de The Cars.

Con Ocasek no hubo nada que hacer. Aparte de trabajar para que se editase en los principales mercados del mundo. El álbum era flojo. No funcionó en EEUU, ni en ventas ni tuvo el apoyo de la crítica musical. No había ninguna historia que contar. En cambio con Joni Mitchell fue otra cosa. Dada la vertiente pintora de la cantautora, y que la portada del álbum «Wild Things Run Fast» era obra suya, Roberts y Mitchell tuvieron la idea de organizar presentaciones del disco en galerías de arte (en conjunción con sus pinturas). En Estados Unidos solo consiguieron hacerlo en Los Ángeles. Por mi parte coordiné con las compañías de  Inglaterra, Italia, Australia y Japón para hacerlo en Londres, Milán, Sydney y Tokyo. Salí bien parado del asunto aunque ella echó de menos no haber estado en París. Aún recuerdo la mirada de Elliot Roberts a Joni Mitchell: la calló. Y rápidamente paso a agradecer lo que CBS Records International había logrado.

Lo mejor de nuestra relación sucedió en San Francisco, en el rancho de Neil Young (una hora al norte de la ciudad). Young debutaba en Geffen Records con un disco difícil «Trans«. Influenciado por Kraftwerk se alejaba drásticamente de lo que sus seguidores podían esperar. El trasfondo del disco eran los ejercicios vocales que practicaba con su hijo Ben, quien sufría parálisis cerebral infantil. (Pero eso no lo sabíamos entonces). Young había accedido a recibir periodistas musicales y críticos en su rancho, para pasar el día con él, hablar del disco, etc. Las delegaciones australianas y japonesas habían llegado directamente y ya estaban en el rancho cuando llegué desde NY con los ingleses, Antoine de Caunes y su equipo de TV de Francia, la corresponsal italiana de la RAI, un par de medios alemanes y uno holandés. Nos recibió Elliot Roberts en el aeropuerto de LA. El trayecto fue todo un muestrario de Roberts. Todo lo que me habían contado era cierto: despierto, buena persona, bromista, rápido, inteligente, encantador, etc. Recuerdo vívidamente dos temas: la historia de porque Neil Young y él se habían comprado esos terrenos. La idea era que, según estudios geológicos que hablan sufragado, cuando los movimientos de la Falla de San Andrés fuesen perceptibles, sus propiedades se convertirían islas del Pacífico. Cuándo le pregunté cuando ocurriría eso, me contestó entre risas que en unos miles de años. Y se encendió un porro (que ya llevaba liado). El segundo asunto fue cuando nos llevó por unas carreteras rurales, con pequeñas subidas que tomaba a gran velocidad (como si fuesen dunas) y el todo terreno literalmente volaba hasta caer sobre sobre suelo firme de nuevo. El vehículo que nos seguía, con el resto de la expedición, le pitaba (asumo que pidiéndole prudencia).

Al llegar a la casa de Neil Young, nos esperaba con su familia, músicos, amigos y los australianos y japoneses que habían llegado antes. El salón era lo que te esperabas. Rústico, lleno de guitarras, amplis, una enorme chimenea, muebles de madera, telas en las paredes, alfombras cubriendo todo el suelo. Y una peste a marihuana que ya te embriagaba. Improvisamos una pequeña rueda de prensa mientras preparaban la cena. Tras la parte profesional del asunto nos relajamos, comimos, bebimos y Young nos tocó un par de temas con sus amigos músicos. Tuve ocasión de charlar con él. Le felicité por el riesgo que asumía con «Trans«. No es fácil que un artista de renombre de un cambio estilístico tan acusado y se lance al barro de esta manera. Estaba especialmente interesado en la opinión de los alemanes (por lo de Kraftwerk). A Roberts (y a Young) le gustó lo que dije. Y creo que fue ahí cuando me gané la confianza del manager. Respecto a mi comentario sobre asumir riesgos soltó irónicamente que David (Geffen) no compartía mi punto de vista. Años después Geffen demandó a Young por no entregar obras acorde a su estatus, por los que la compañía le pagaba un millón de dólares de adelanto.

Lo último que supe de Roberts fue la semana pasada. Unas declaraciones suyas respecto al incendio que afectó a muchos de las cintas originales propiedad de Universal (y los sellos que ha ido absorbiendo o creando). Decía: «Es un crimen que hayan desaparecido los masters originales de Billie Holiday o Buddy Holly o de todos esos artistas de los 40 0 50. Cuando la industria discográfica empezó a declinar hace unos 15 años, la gente (por los ejecutivos) fue reticente a hacer copias porque costaba dinero. Cuesta de 2.500$ a 3.000$ convertir un original analógico a una copia digital de audio en alta resolución. No quisieron gastarse el dinero… Es trágico.»

 

 

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Psicodelia en la cultura visual de la era beat (1962-1972)

Psicodelia CdBAAyer por fin conseguí ver la exposición Psicodelia en la cultura visual de la era beat (1962-1972) en el Círculo de Bellas Artes. Lo había intentado dos veces antes y no pude. La última vez fue el lunes, aprovechando la presentación del libro de Esteban Hernández «El tiempo pervertido«. Pero los lunes las exposiciones del Círculo están cerradas.

La nueva intentona fue a raíz de la presentación del libro «La llama» de Leonard Cohen, traducido por Alberto Manzano, en Blanquerna. Al igual que el lunes llegué al Círculo una hora antes de la presentación. Y esta vez sí pude disfrutar.

La exposición me impactó. Vi los discos de mi infancia, adolescencia y juventud. Los tuve casi todos. Y descubrí con alegría que Los Bravos y Los Brincos habían llegado a Checoslovaquia. Porque la muestra esta comisariada por Zdenek Primus, historiador checo de Arte.

Brincos Bravos

De Bravos nos encontramos el LP «Black Is Black» al lado del «Contrabando» de Brincos (portada de Iván Zulueta). De Brincos hay dos más, el segundo LP y el «Mundo, demonio y carne«.

Tener a un historiador de arte significa que la base de Psicodelia en la cultura visual de la era beat (1962-1972) es el maravilloso grafismo que se desarrolló tanto en portadas como carteles de conciertos (especialmente acertados -y crearon escuela- los desarrollados en San Francisco anunciando las actuaciones en el Avalon, Winterland o Fillmore). Es muy interesante observar la evolución de los primeros pósters de los conciertos del Avalon a los más elaborados del Fillmore.

Primeros carteles

Otro aspecto a destacar de los carteles es ver la programación que anunciaban: como las nuevas bandas de la bahía de San Francisco alternaban en los escenarios con las leyendas del blues y del rhythm & blues como Big Mama Thornton, Bo Diddley, James Cotton, etc. Y también con las nuevas bandas de blues (blanco) que se estaban formando (Butterfield Blues Band, Blues Project, Janis Joplin con Big Brother & The Holding Company, etc.).

También hay clásicos como el póster de Zappa en el retrete, que adornó mi habitación para horror de mi madre. Respiró aliviada cuando lo quite. Y se preocupó mucho más cuando lo reemplacé por uno de Bowie (el de «Hunky Dory«).

Zappa

Psicodelia en la cultura visual de la era beat (1962-1972) está en la Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes hasta el 20 de enero de 2019. Altamente recomendable. Y les dejo con un texto del programa:

«Como dijo Paul Kantner, de Jefferson Airplane, la música rock significó para toda una generación una nueva forma de comunicación, que transformó la mentalidad de los jóvenes y su forma de percibir la vida. A través de elementos procedentes del mundo de la música y de la escena alternativa, esta muestra intenta evocar el espíritu que impulsó a gran parte de una generación que, a través de su aspecto, preferencias musicales y, en cierta medida, actitud política, denunciaba y rechazaba las convenciones imperantes y que encontró en la música una vía de escape.»

 

 

 

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