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Una más de Giuliani

En estas Crónicas del Imperio (CDI), referidas a sus elecciones presidenciales, aparece de nuevo Rudy Giuliani. Se ha convertido en el protagonista del esperpento organizado por Trump. La giulianada de ayer la publiqué anoche en mis redes sociales y hoy la traigo al blog. El pantallazo habla por si solo.

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Un Giuliani desteñido incorpora a Venezuela al fraude electoral

Rudy Giuliani sigue haciendo méritos para incorporarse al equipo de Saturday Night Live. En su delirante y eterna rueda de prensa de ayer echó el resto. Esputó teorías conspirativas, acompañado de dos fieles de su equipo legal. Sudó mucho y como apreciamos en la foto se le corrió el tinte del pelo.

A un lado del estrado de los oradores un mapa mostraba los «múltiples caminos hacia la victoria», donde destacaban en rojo los seis estados en los que guerrean. Muchas de esas batallas legales ya las han perdido. Pero siguen dando la matraca, erre que erre. Y siguen sin presentar pruebas que corroboren lo que afirman.

Si la intervención de Giuliani fue delirante la de Sidney Powell fue estratosférica (en la foto es la mayor de las dos). De su boca salieron perlas como que el fraude se ha financiado con «dinero comunista«. Recogía la teoría conspirativa de Giuliani sobre las maquinas electorales de la empresa Dominion Voting Systems (la expuso en Fox News el paso fin de semana e involucró a Indra). La conspiranoia se basa en que el software de Dominion se ha financiado con dinero de ¡Venezuela! Una operación que inició Chávez y continuó Maduro. Este procedimiento se probó con éxito en Argentina. Y estas maquinas se han usado en las ciudades Demócratas de EEUU donde ha ganado Biden. Giuliani añadió a la presunta red fraudulenta de alcaldes a la policía y a los jueces que le han tumbado las demandas. Todo esto sigue sin explicar como en las maquinas se ha manipulado el voto de las presidenciales y no el de los demás asuntos (elecciones de gobernadores, senadores, diputados y votaciones de legislaciones locales). Porque todo va incluido en la misma papeleta y el Partido Republicano salió bien parado de la noche electoral. Y para que no falte nada en la ensalada conspirativa Powell metió a Soros por medio.

Lo de Venezuela no es nuevo. El 2 de abril ya lo comentábamos aquí. Durante la campaña las referencias a Venezuela y a Cuba han sido una constante, sobre todo en Florida.

A Chris Krebs, responsable de la ciberseguridad de las pasadas elecciones, lo acaba de despedir Trump por declarar que estas habían sido las elecciones más seguras y fiables de la historia del país. Contradecir al jefe le ha costado el puesto. Su tuit al respecto de la rueda de prensa de hoy es de lo más elocuente. Especialmente la última frase: «Tenéis suerte si no sabéis a lo que me refiero».

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Giuliani on fire!!!

Giuliani on fire!!! La hartá de reír que me he pegado con este asunto es indescriptible. Desde las lagrimas de risa hasta el dolor de tripa. Es un episodio que no se le habría podido ocurrir a los guionistas de Veep, Saturday Night Live o las dos Borat. Es de esas veces que la realidad supera a la mejor ficción y a los mejores humoristas.

Los hechos sucedieron cronológicamente el pasado sábado de la siguiente manera. A las 11 de la mañana Trump manda un tuit anunciando una rueda de prensa de Rudy Giuliani para esa tarde en el Four Seasons de Filadelfia (Pensilvania). El Four Seasons es una cadena hotelera de lujo. Sus ultimas aperturas son el de la Plaza Canalejas de Madrid y este de Filadelfia. Situado en las últimas plantas del rascacielos más alto de la ciudad, el Comcast Technology Center (diseñado por  Lord Norman Foster). Todo muy Trump, quien lanzó su primera campaña electoral bajando por las doradas escaleras mecánicas de su Trump Tower de Nueva York. En esta comparecencia de su abogado personal, el exalcalde de NY, Giuliani desgranaría los detalles del fraude electoral que según ellos se estaba perpetrando y las medidas legales que iban a tomar al respecto. A la media hora, se atisba el primer problema: Trump envía otro tuit especificando que no se trata del hotel Four Seasons y que se celebrará en el Four Seasons Total Lanscaping Co. Una empresa de jardinería y paisajismo.

Por su parte el hotel, ante la avalancha de llamadas de los medios, se ve obligado a lanzar un tuit negando la celebración de la rueda de prensa en sus instalaciones.

Four Seasons Total Landscaping Co. está localizado en un poligono a las afueras de la ciudad. Enfrente de un crematorio. Y al lado de una tienda porno, Fantasy Island.

El staff de Giuliani y Trump habían alquilado el aparcamiento al aire libre del Four Seasons Total Landscaping Co., situado en la parte trasera del edificio de una planta que aloja al negocio. 

¿Giuliani o alguien de su equipo se confundieron de Four Seasons? ¿Alquilaron el Four Seasons Total Landscaping Co. por ser más barato? Viendo lo cutres que son esta opción no puede ser descartada. Y abundando en esta línea, quizás quisieron jugar con la confusión del nombre (Four Seasons). Les debió parecer un buen gancho de marketing para asegurar el éxito de la convocatoria. En cualquier caso, se detecta una falta de profesionalidad con un asunto tan delicado como es denunciar el amaño de unas elecciones. Cero credibilidad. 

Recuerden que este Giuliani es el intrépido viajero a Ucrania. Fue en busca de basura sobre el hijo de Biden. La primera consecuencia fue el impeachment de Trump y la última, de hace unas semanas, cuando los servicios de inteligencia de EEUU confirmaron que las pruebas obtenidas por Giuliani eran obra del espionaje ruso. El gran golpe final de la campaña de Trump se desmoronó como un castillo de naipes.

Por si todo lo anterior no fuese suficiente, en medio de la comparecencia de Giuliani, mientras Trump jugaba al golf, se supo que Biden había ganado en Pensilvania y por tanto la presidencia. Al abogado se le ocurrió decirle al periodista que le comunicó la noticia: «No sea ridículo». Que sea precisamente Giuliani quien hable de ridículo no deja de ser… ridículo. 

Visto lo visto, Giuliani siempre en el equipo rival.

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Borat 2

Estos días se ha estrenado Borat 2, que en realidad se llama «Borat Subsequent Moviefilm«. Asumo que conocen la primera película, o al menos han oído hablar de ella. Y que estarán familiarizados con el creador del personaje, Sacha Baron Cohen.

La primera de Borat sorprendió por su enfoque, fresco y desvergonzado. Era un satira descarnada de lo que conocemos como la América profunda. Esta segunda incide en los planteamientos. Solo que ahora esta América profunda y conspiranoica está al mando del país y ha votado a Trump como presidente. En este sentido Borat 2 es la mejor arma propagandista para el Partido Demócrata y la candidatura de Joe Biden.

En la tierra de lo políticamente correcto Trump fue una disrupción. Las dos Borat también lo son. Es el tipo de oposición que Biden nunca hará y que tampoco está bien visto entre los dirigentes del Partido Demócrata. En cambio, es el ataque más brutal y despiadado que ha sufrido Trump, sus votantes y sus colaboradores. Como el abogado personal del presidente, Rudy Giuliani, quien queda retratado como lo que es, un baboso. O el vicepresidente Mike Pence a quien definen como un sabueso sexual de tal magnitud que le prohiben estar con mujeres en la misma habitación (parodian una norma religiosa del credo de Pence referida a compartir comidas con otras mujeres si no es en presencia de su esposa o estar a solas con mujeres en un recinto bajo techo).

Tom Hanks, afin al partido de Biden, entendió perfectamente las intenciones de Sacha Baron Cohen y aparece en un cameo. Es significativo que esta actitud tan punky de Borat llegue desde una producción cinematográfica independiente y no desde el planeta musical. Lejos quedan los tiempos de la contracultura y los primeros grandes festivales de rock, las marchas por los derechos civiles o contra la guerra del Vietnam, la rebeldía del primer rock ‘n’ roll que tuvo continuidad hasta llegar al punk, cuyo relevo fue tomado por el rap de los guetos urbanos. Revistas como Rolling Stone o shows de TV como Saturday Night Live, iconos de tiempos pasados fuertemente vinculados a la música, hoy en día han perdido radicalidad. Su compromiso se mueve en zonas de confort perfectamente asimilables. No les resto méritos, pero ya son otra cosa. Han perdido capacidad de riesgo. Este Borat 2 (y la primera así como las otras obras de SBC) reúne todas estas características perdidas. Adaptadas a la realidad actual. De una forma cruda y soez. Me atrevería a decir que de una forma Trumpiana, por raro que suene.

Sacha Baron Cohen ha vuelto a mostrar el espejo donde se refleja lo peor de EEUU. Solo que, en esta segunda parte, la imagen que vemos es la de la parte del país que ha aupado a un farsante autoritario a la presidencia. 

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El último debate Trump vs. Biden

El tercer y último debate entre Donald Trump y Joe Biden tuvo lugar en Nashville, en la Universidad de Belmont (institución privada y cristiana que estuvo vinculada a los Bautistas). En realidad fue el segundo porque el anterior se suspendió. Es decir, de los tres debates previstos solo se han celebrado dos.

Este enfrentamiento presentaba un par de características especiales. La primera fueron las medidas para evitar las interrupciones de Trump en las exposiciones, que marcaron el primer debate, pero sin desvirtuar los intercambios propios de una discusión. La solución: cerrar el micro del oponente solamente durante la exposición de dos minutos del rival, cuando responde a la pregunta de la moderadora. No evita la molestia para quien sufre los cortes, mas alivia al telespectador. Se deja abierto para todo lo demás. La segunda, y para mi trascendental, es que se llegaba con 47 millones que ya han votado. En unas presidenciales en EEUU votan entre 120 y 125 millones. De ahí la importancia de estos 47 millones de votos por correo (más los que quedan). Y como ya he repetido en varias ocasiones dudo que haya muchos indecisos. Porque el planteamiento de estas elecciones se acerca mucho al de un referéndum sobre Trump. Es el problema al que se enfrenta el presidente. Se lo ha buscado el mismo, por su narcisismo y afán de protagonismo.

Me van a permitir que use similes boxísticos. Trump es el campeón que defiende el título. Biden es el aspirante y favorito en las apuestas (las encuestas).

La estrategia del campeón está siendo un calco de la que le llevó al título en 2016. Parece haber olvidado que entones ganó en un combate entre dos aspirantes. Su candidatura era la del outsider. Ahora, en 2020, el outsider ya no lo es y se trata de un combate diferente, entre un campeón y un aspirante.

El primer asalto fue sobre el coronavirus. El aspirante golpeó con contundencia. Atacó los muchos puntos débiles del campeón. Le bailó. Trump no perdió los nervios, en el asunto que puede costarle la presidencia. Tampoco interrumpió, aunque estuvo a punto finalizando el asalto.

En el siguiente round sobre las interferencias de potencias extranjeras en las elecciones de EEUU, Biden muy hábilmente deslizó el asunto de Putin. Trump contraatacó con presuntas acusaciones sobre ganancias de Biden en Rusia. El aspirante le crujió con un directo al hígado y otro a la mandíbula. El primero fue sobre pagar impuestos en China y no en EEUU. El segundo se refirió a la ocultación de las declaraciones fiscales de Trump. Las (falsas) acusaciones de Trump a Biden sobre sus negocios en China, Ucrania y Rusia fueron desmentidas. Ya se habían confirmado las falsedades por las agencias estadounidenses encargadas de investigar (se ha cerrado una investigación por falta de pruebas y se ha demostrado que el servicio de inteligencia ruso pasó información falsa sobre Biden a Rudy Giuliani, abogado personal de Trump). Este asalto dependió de los simpatizantes de cada uno de los contendientes. Porque los seguidores de Trump son fieles a su palabra y no atienden a razones.

El siguiente asalto, sobre Corea del Norte, fue un empate. Mientras que el del Obamacare y el (inexistente) plan sanitario de Trump, que lleva anunciando desde 2016 y que aún no se vislumbra, fue para Biden. El aspirante no solo resaltó lo obvio, cuatro años anunciando un plan que no existe, también marcó las pautas de su proyecto. Biden además recalcó que tener un plan de salud público es un derecho. Lo mismo sucedió en los siguientes temas (empleo, salario mínimo y nuevos planes económicos de rescate).

Trump empezaba a estar grogui. Y como los boxeadores aturdidos y tambaleantes buscaba el golpe de suerte que noquease a su rival. Lo intentó con el escándalo de los niños separados de sus padres. Pretendió culpar a Obama y Biden de la situación. No coló. Tampoco logró el puñetazo definitivo en el asunto racial. Trump se atrevió a decir que ha sido el mejor presidente de EEUU para la comunidad negra desde Abraham Lincoln. ¡Toma ya! Es literal, no mi interpretación. De hecho he reflejado su matización, porque de primeras dijo que había sido el mejor quizás con la excepción de Lincoln. El revolcón que le dio Biden fue notorio. Y eso que no mencionó a Roosevelt, Eisenhower o Lyndon B. Johnson (la ley de los derechos civiles). Sobre el cambio climático más de lo mismo. La ametralladora Trump de falsedades y realidades paralelas funcionaba a tope pero no lograba el KO. Y empezó a interrumpir. Estábamos llegando al final del debate.

En la alocución final Trump elevó su apuesta y auguró un futuro apocalíptico si ganaba Biden. Olvidó mencionar Venezuela. No es broma. Lo ha hecho con anterioridad. Biden en su turno estuvo en su linea, comedido. Y con un punto de optimismo, confiado por las encuestas que le avalan.

Trump mejoró ostensiblemente respecto al primer debate. Parece que aprendió de sus errores y controló sus impulsos. Era una actuación destinada a recuperar a los votantes moderados que parece haber perdido. ¿Lo consiguió? Lo sabremos el 3 de noviembre, salvo que algunos ya hayan votado y formen parte de los 47 millones mencionados al principio.

Biden, por su parte, no metió la pata. En mi opinión ganó, pero eso da igual (como mi comentario al respecto), porque Hillary Clinton ganó sus debates y Trump la presidencia. Para Biden no hacerlo mal y salir airoso es un triunfo. Y le sirve para seguir comandando las encuestas. Recuerden: no hagan caso de elaboradas a nivel nacional, no reflejan la realidad que importa, la de los colegios electorales que es donde se deciden las elecciones. Las encuestas fiables son las estatales, estado a estado, que sí responden a la verdad de los posibles resultados.

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El clan Trump

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El clan Trump tiene una doble vertiente: la política, en la Casa Blanca, y la empresarial, con la Trump Organization. En la primera, ademas del jefe del clan como presidente de los Estados Unidos, encontramos a la pareja formada por su hija Ivanka y su marido. Los negocios están en manos de los hijos Donald Jr. y Eric.

Ambas vertientes confluyeron en el caso de la Trump University. El fraude y las demandas son anteriores a la victoria electoral. El pago de los 25 millones de dólares a los estudiantes afectados y a las autoridades es posterior (operaban como universidad sin tener licencia para ello). Pero quien hizo frente al pago fue el socio de Donald Trump en su hotel de Las Vegas. Todo este asunto de la Trump University fue aireado durante la campaña presidencial de 2016 por Hillary Clinton. Pero la atención mediática tenía el foco puesto en la falacia de los emails de la candidata del Partido Demócrata.

De los chanchullos vigentes destaca la demanda del Estado de Nueva York contra la Trump Organization, por falsificación en la documentación presentada para pedir créditos (aumentaron artificialmente el valor de los activos). En Wikipedia hay dos entradas muy significativas: una con la lista de 70 demandas en las que está involucrado el jefe del clan desde que es presidente de los EEUU y la otra es la relación de los 3.500 pleitos en los que ha estado involucrado antes de asumir la presidencia.

A todo esto hay que añadir los nueve colaboradores de su campaña electoral y/o en la Casa Blanca. Abarcan desde detenidos a condenados pasando por imputados. Incluso ya hay alguno amnistiado. La agencia Reuters en esta nota cita a ocho de los nueve. En la relación falta Rudy Giuliani (y dos de sus asociados). Steve Bannon ha sido el último en caer. Quien fuera el todopoderoso asesor de Trump fue detenido por una estafa. Está en libertad condicional con una fianza de 5 millones de dólares. El juicio está fijado para el 24 de mayo. ¿Ningún periodista español va a preguntar a Vox por Bannon, su gurú?

¿De verdad habrá votantes que se traguen lo del Law and Order?

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