A El rey del cachopo le condenaron a 15 años de prisión por matar (y descuartizar) a su novia. A Oriol Junqueras le cayeron 13 años de cárcel por todo lo relacionado con el procés.
La Audiencia Provincial de Madrid condenaba a César Román, que así se llama El rey del cachopo, por homicidio con las agravantes de parentesco y género a 15 años de prisión. Es el máximo para este delito por «el reproche que merece la conducta del acusado» al matar a una joven con dos hijos menores y tener en cuenta que desmembró el cadáver, sin que aún hayan aparecido ni la cabeza ni las extremidades. Pero no le condenan por el delito de profanación de cadáver porque la desmembró con el único fin de evitar ser descubierto. La sentencia asimismo condena a César Román, además de a la pena de prisión, a 15 años de libertad vigilada cuando salga de la cárcel, así como a indemnizar a los hijos de la víctima con 142.229 euros a cada uno y a su madre con 100.000.
El Tribunal Supremo condenó al exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras a la pena de 13 años de cárcel y a 13 de inhabilitación absoluta por los delitos de sedición y malversación en concurso medial de delitos, por intentar proclamar la independencia de Cataluña fuera de las vías legales.
Comprenderán a la vista de estas dos sentencias condenatorias mi desconfianza en el sistema judicial español. Y no me sirven los argumentos que son delitos distintos y se aplican legislaciones diferentes. Me da igual toda esa jerga legal. No es mi negociado ni quiero que lo sea. Debe imperar un sentido común y curiosamente los encargados de ponerlo en práctica son los mismos que permiten estas disonancias. ¿Lo de Junqueras es casi igual de grave que un asesinato? ¡Venga ya! Además, tengo suficientes experiencias personales (directas y de amigos y conocidos) para conocer las incertidumbres que rodean a cualquier juicio (y sus recursos). El caso de Teddy Bautista es el más flagrante: una tortura de una decena de años para ser finalmente declarado inocente. Otro asunto sonado fue el del expresidente del Barça, Sandro Rosell, que se chupó casi dos años encarcelado siendo inocente. ¿Qué criterios se aplicaron para Bautista y Rosell? ¿Cómo pudo equivocarse tan gravemente la Fiscalía en ambos casos? ¿Qué consecuencias legales tienen estos errores? ¿Cómo se compensa a los afectados? Hay más, mas no quiero aburrirlos ni abrumarlos con una ristra de casos. La maldición gitana de «tengas juicios y los ganes» viene al caso.
Estos días hemos asistido a dos espectáculos en los tribunales madrileños. La confirmación de la absolución del caso del falso master de la expresidenta de la CAM, Cristina Cifuentes. Ella, la principal (y única) beneficiada, sale de rositas. Añadan lo de Rocío Monasterio y su falsificación documental.
Estos dos pantallazos expresan perfectamente lo que siento al respecto de la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid (y su alianza con el PP de Madrid).
Dicen que la justicia es ciega. Sobre todo para algunas…