Un grupo de salvajes sí, consentidos además desde hace tiempo, provocan la suspensión del River Plate-Boca Juniors, el partido de vuelta de la final de la Libertadores. Recordemos que el partido de ida también tuvo que aplazarse. Entonces fue por la lluvia (y la deficiente estructura del estadio de Boca, cuyo drenaje demostró ser insuficiente). Y que no me vengan con excusas o más bien «argentinadas» (siempre encuentran alguna disculpa, incluso cuando se les pierde un submarino). Se han aplazado 24 horas ambos partidos. El de ayer por los graves incidentes ocurridos. Agravados por la incompetencia de los políticos, la policia y los dirigentes futbolísticos (Conmebol, la UEFA sudamericana, la federación argentina, las directivas, sobre todo la de River, etc., todos bajo la supervisión del máximo idiota del fútbol mundial, Infantino, presidente de la FIFA y presente en Buenos Aires).
En la imagen dos jugadores de Boca: Pablo Pérez, capitán de Boca, y Gonzalo Lamardo. Fueron llevados al hospital. Y aún se hablaba de retrasar el partido y no suspenderlo porque según un médico de la Conmebol no se había verificado que hubiese jugadores lesionados. ¿La eminencia medica y los federativos no vieron el autobús destrozado porque fue apedreado? ¿No se enteraron que los dos de la foto no podían jugar el partido? ¡Dos bajas!
Los futbolistas de Boca llegaron al vestuario del Monumental -estadio de River- tapándose la cara y con nauseas provocadas por los gases lacrimógenos y con heridas por los cristales rotos del autobús.
Los jugadores no fueron los únicos afectados por el gas pimienta y las pedradas. También lo fue el conductor del bus, ingresado en un hospital.
Gustavo López estuvo magistral en la tele, mientras nos íbamos enterando de lo que sucedía. No puedo repetir sus palabras, que suscribo al 100%, pero sí la de dos medios impresos: El País y Marca.
Comienzo con Giuse Constantini de Marca (las fotos de los jugadores encabezaban su artículo «Elegimos mostrar el lado oscuro del fútbol argentino«):
- Tristeza. Verguenza. Bochorno. Pepelón. Sobran los adjetivos para describir lo que se vivió esta tarde en El Monumental. Una gota que rebalsó el vaso y que terminó de destruir al fútbol argentino.
- Elegimos mostrar el lado oscuro y nefasto. La violencia, incapacidad y desprolijidad que reina en Argentina, y que lamentablemente, está a la orden del día. Una sociedad que no aprende y que lejos de intentar hacerlo, se hunde aún más en la locura.
- Demostramos, una vez más, no estar a la altura de las circunstancias para semejante acontecimiento. Demostramos ser un país subdesarrollado socialmente. Triste pero real.
De Andrés Burgo desde Buenos Aires para El País selecciono lo siguiente:
- Bienvenidos al fútbol argentino, bienvenidos a la sociedad argentina, bienvenidos a la policía argentina. Y bienvenidos, también, a la Conmebol, esa organización tan insospechada que no se le habría imaginado a Gabriel García Márquez ni al resto de la literatura sudamericana fantástica.
- El mundo fue testigo de lo habitual en los estadios de Buenos Aires y alrededores: el coqueteo con el horror.
- Si en 2015 un par de hinchas de Boca tiraron gas pimienta a los jugadores de River en el intermedio de los octavos de final de la Copa Libertadores, si hace un mes un hincha de San Martín de Tucumán fue asesinado a causa de los golpes de la barra brava de Boca en Formosa, o si el miércoles pasado los hinchas de All Boys (un equipo de Tercera División) hicieron retroceder a las policías a base de palos y golpes —y son ejemplos al azar—, ¿por qué debería sorprender que un puñado de aficionados de River atacaran a pedradas a los jugadores de Boca cuando ingresaban al Monumental para jugar el partido del siglo?
- Los alrededores del Monumental eran un frente de batalla. El ingreso de los espectadores, aunque no hubiera incidentes, estuvo salpicado por golpes de palo y gases lacrimógenos de las autoridades de seguridad, incluso a 500 metros del estadio.
- Al menos no había simpatizantes visitantes, tal como ocurre desde 2013 en Primera División. Añado de mi cosecha para entender la gravedad del asunto: es una ley la que prohibe a los hinchas visitantes acudir al campo del rival.
- Pasadas las 19:00 en Buenos Aires, y tras mucho presionar para que se disputara el partido contra la voluntad de los representantes de ambos clubes, la Conmebol anunció que la vuelta de la final se aplazaba.
En una decisión paralela, que me huele a corruptela (algo tan habitual por esos lares), leo en As una nota de EFE: […] la Agencia Gubernamental de Control (AGC) de Buenos Aires determinó la clausura preventiva del estadio Monumental, por un exceso de capacidad y el bloqueo de las salidas de emergencia en el partido de vuelta de la final de la Libertadores. Según informaron a EFE fuentes de la AGC, River Plate deberá presentarse en la Dirección General de Infracciones para solicitar el levantamiento de la clausura y que se pueda finalmente jugar mañana. «Entonces se paga la multa y se levanta la infracción», explicaron las fuentes. […] Vamos, que el problema para la AGC fue tan solo el exceso de capacidad y el bloqueo de salidas de emergencia en un partido que no se disputó… porque tuvo que suspenderse por lo sucedido fuera del estadio.
Lo ocurrido no tiene ningún pase. ¡Ya está bien! Lleva sucediendo desde hace décadas. Se ha tolerado y mirado para otro lado. Hay que tomar medidas drásticas. Como se hizo en su día con los hooligans ingleses: la UEFA sancionó a los clubes ingleses sin poder disputar competiciones europeas durante cinco años y al Liverpool le prohibieron participar durante 10 en competiciones europeas (posteriormente le fue rebajada la sanción a seis años). Pues lo mismo para los equipos argentinos y la selección: cinco años fuera de las competiciones internacionales.
P.D.: salvo imprevistos el partido se jugará hoy a partir de las 21:00 hora española.
P.D. bis: en su día el Bayern de Munich se negó a disputar la final de la Intercontinental contra el Independiente de Avellanada por lo cerdos que eran (repartían coces a diestro y siniestro). Por eso la jugó y ganó el Atlético de Madrid, subcampeón de Europa. Si en aquel momento no se siguió el ejemplo del club alemán, en una clara falta de solidaridad y aprovechamiento grosero de una oportunidad que no era tal, quizás ahora sea el momento. El fútbol debe levantarse y reaccionar!!!
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