
El Real Madrid agrandó su leyenda europea en la caldera del Bernabéu. Independientemente del resultado final el Manchester City y el Real Madrid nos han brindado una enorme semifinal. El primer partido, con siete goles, fue espectacular. Lo mismo puede decirse de la vuelta con victoria merengue por 3-1 en la prórroga. Así que ¡enhorabuena! a los dos equipos.

Ancelotti presentó el once que todos preveían. Me dio un ataque de entrenador y discutí la presencia de Kroos. Prefería a Camavinga o Ceballos, porque el alemán no está al 100% de forma. Lo comenté con mi hijo y con Esteban Hernández. Ambos concordaron conmigo. Afortunadamente el mister sabe más. Porque aunque Kroos estuvo discreto en la primera mitad su presencia fue importante en la segunda mitad. Su aportación fue notable en los mejores minutos del frenético arranque blanco de los segundos 45 minutos. El problema es que el Madrid no logró marcar en ese eléctrico cuarto hora de juego. En el que hubo una fase en la que el City no pasó de la divisoria de ambos campos.
La primera mitad fue una belleza, a pesar de la falta de goles. Jugado de poder a poder. El aparente dominio del City, sin mordiente, fue respondido con tres ocasiones desaprovechadas por Benzema (2) y Vinicius. Las tres se fueron fuera. En cambio, el City que no finalizaba las jugadas puso a prueba dos veces al milagroso Courtois, que evidenció una vez más estar tocado por los dioses.
El medio campo inglés, con De Bruyne muy activo en la primera mitad y desaparecido en la segunda por mérito merengue (le cambiaron en el 71), un gran Bernardo SIlva y un excelente Rodri, cortocircuitaba al nuestro. Walker se las tenía tiesas con Vinicius, en un duelo que fue de los destacados del encuentro. Hasta que el inglés se retiró tocado en el 71. Nuestro Fede Valverde estuvo inmenso los 120 minutos. Un tuttocampista que dicen los italianos. Modric soberbio mientras estuvo en el campo, perjudicado por una amarilla al poco de empezar el encuentro. Y Casemiro eficaz en el corte, pero intermitente en la salida eficaz del balón.
El 0-0 al descanso era merecido. Me refiero al empate.
El Madrid salió enloquecido del vestuario. Sacamos de centro y repetimos la primera jugada de Manchester: pase largo buscando a Vinicius. Como entonces se creó la ocasión mas no se materializó. A partir de ahí la avalancha blanca se impuso, sin fruto en el marcador.
El primer cambio, en el 67, acabó siendo decisivo: se iba Kroos y entraba Rodrygo. Me sorprendió porque veníamos de ver los mejores momentos del alemán. Cinco minutos después nos tocó el mazazo del golazo de Mahrez. Una internada de Bernardo Silva, que se corre medio campo para cedérsela al punta que fusila a Courtois por la escuadra del palo corto. 0-1 en el peor momento posible. El Bernabéu se levantó para animar al equipo. Ancelotti reaccionó con un doble cambio sorprendente, que critiqué: retiró a Modric y Casemiro para dar entrada a Marco Asensio y Camavinga. El francés se agigantó a la altura del partido y de la ocasión. A sus 19 años ya ha demostrado que tiene madera de gran futbolista. Es una realidad.
A partir de estos cambios y con el marcador en contra entramos en una fase anárquica de juego del Madrid. El City controlaba y Guardiola intentaba que los suyos rematasen la eliminatoria con un segundo gol. Que pudo llegar en el 86 y en el 87. La primera la salvó Courtois y la segunda Mendy bajo palos en una acción inverosímil. Asensio no llegó en el 89 a lo que pudo ser el empate. Y cuando todo estaba prácticamente visto para sentencia surgió el tsunami blanco. Corría el minuto 90 cuando Benzema recogía cerca de la línea de fondo un balón colgado al área por Camavinga y de volea pasaba al área chica, donde aparecía Rodrygo y empataba el partido. Este momento produjo la magia y todo los madridistas nos levantamos al unísono. Los del césped y en las gradas del estadio, en los hogares y los bares. De las oportunidades que tuvo el Madrid este gol de Rodrygo fue el primer remate entre los tres palos.
Con seis minutos de descuento todos sabíamos que llegaría el segundo. Algunos tendríamos dudas sobre si habría un tercero o una prórroga. La convicción del segundo se confirmó en el 91. No hubo que esperar mucho. Un minuto después del gol del empate Carvajal centraba al área. Marco Asensio intentaba cabecear y la rozaba. Rodrygo, de nuevo y de nueve, cabeceaba para lograr el 2-1.

Era nuestro segundo remate entre los tres palos. Seguíamos sin ver al portero del City. Porque nuestros tiros iban fuera o eran gol. Le vimos cuando salvó el hat-trick de Rodrygo, que se internó por la derecha. Evitó la prórroga en su primera parada de la noche, con cierta fortuna en este mano a mano.
Al poco de comenzar la prórroga Benzema tuvo su tercera ocasión. El meta salvó en dos tiempos. A los cuatro minutos una arrancada de Camavinga de área a área termina con Rúben Días derribando a Benzema. Penalti claro que el francés anotó para subir el 3-1 al marcador. ¡Estábamos clasificados!
Ceballos saltó al campo en el 103 por Benzema. Solidificó el centro del campo, para ayudar a Camavinga y Valverde. Posteriormente entraron Lucas Vázquez y Vallejo por Vini y un tocado Militao.
Lo peor del partido, a pesar de la emoción de los minutos finales, fueron los quince minutos de la segunda parte de la prórroga. Porque el Madrid jugó a lo que tenía que jugar, con el reloj a favor, interrumpiendo el juego, despejando en largo, buscando contras. El City, descompuesto, se desesperaba intentando llegar a los dominios de Courtois.
Una grandiosa semifinal entre dos equipos plagados de talento, en la que se ha impuesto el más fuerte, tanto mentalmente como físicamente. Ganó el equipo que supo afrontar marcadores en contra. En la ida un 2-0, un 3-1 y un 4-2 para terminar perdiendo 4-3. Y en la vuelta un 0-1 a 18 minutos del final, que suponía tener al Madrid en la lona con dos goles abajo.
El Real Madrid afronta su decimoséptima final con el reto de ganar la decimocuarta. Enfrente tendremos al Liverpool. Los dos mejores equipos del mundo frente a frente. Y también los que mejor están físicamente.

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