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Breland

Breland (1995) es un rapero, autor y productor de Burlington Township (Nueva Jersey) que se distingue por su híbrido de country y rap. Hace un par de años que se detectó esta mezcla, que tuvo su mayor exponente comercial con Lil Nas X y su pelotazo «Old Town Road» (2018). Que los nuevos artistas afroestadounidenses acerquen su música, el rap o el trap, al country es además de sano una forma de cerrar un círculo. El que se abrió cuando el rockabilly y el rythm & blues dieron lugar al primer rock ‘n’ roll. Esta fusión de ahora aún no tiene una etiqueta definida. Algunos hacen un juego de palabras y lo llaman hick hop (hick es paleto y hop proviene de hip hop). Otros lo llaman country trap. Sea como fuere estos artistas colaboran con las figuras del country. Lil Nas X lo hizo con Billy Ray Cyrus. El tema que dio a conocer a Breland, «My Truck«, tuvo su versión con Sam Hunt. Este «My Truck» es como un nuevo «Blue Suede Shoes«, donde el camión o la camioneta sustituyen a los zapatos. El pasado 4 de junio Breland presentó su nuevo tema, «Throw It Back«, con Keith Urban. Breland ya había colaborado con Keith Urban: juntos habían compuesto dos canciones para el álbum de Urban del año pasado.

El video de «Throw It Back» encabeza esta entrada y suena a éxito.

Para finalizar no está de más recordar el revuelo que montó Ray Charles en 1962 cuando grabó un disco de country. O que el recientemente fallecido Charley Pride, un gigante del country, era afroestadounidense.

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Sleepy Joe Biden camino de dormir en la Casa Blanca

Sleepy Joe Biden va camino de dormir en la Casa Blanca a partir de enero. En una noche vertiginosa dos estados están a punto de protagonizar flips descomunales para Biden. Se trata de Georgia y Pensilvania. Este último era la gran baza de Biden. Sus 20 votos electorales aseguran matematicamente la presidencia (Biden cuenta con 253 votos y se precisan 270 para ser presidente).

La remontada en Pensilvania ha sido espectacular. Ha superado un deficit de más de 600.000 votos. La escalada arrancó en cuanto empezó el computo de los votos por correo y el de los votos presenciales adelantados. La ira del perdedor Trump también aumentó. El problema no radica en sus acusaciones, carentes de fundamento (como veremos luego en un ejemplo). La realidad es que el responsable de sus problemas ha sido él mismo, como bien señalaba The Washington Post:

[…] The reasons so many Biden-friendly mail ballots were counted so late in states like Michigan, Pennsylvania and Wisconsin are actually rather simple. One reason is that populous urban areas (which lean strongly blue) have more votes, which means it takes longer to count them. Another is that Trump spent months raising concerns about mail-in balloting, leading to an extraordinary partisan imbalance in which voters embraced them.

But the biggest reason for the lag is that Republicans allowed it to happen. Despite the urging of state election officials, the GOP-controlled legislatures in those three key states all declined to let mail ballots to be counted earlier — unlike the vast majority of states — despite knowing the number of mail ballots would dwarf any previous election. […]

Es decir, el Partido Republicano controla los Congresos de los tres estados, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, que Trump ha perdido ahora y que en 2016 le llevaron a la presidencia. Lo que entonces fueron sus flips ahora son sus flops

Hay factores a considerar en la polarización provocada por Trump. La primera es que ha llevado a una participación electoral masiva. La segunda es que a grosso modo hay dos aspectos que materializan la previsible derrota de Trump, el autentico loser & sucker de estas elecciones. Se trata de la pandemia (ya apuntada en este blog ¡a principios de marzo!) y el racismo. Los analistas deberían fijarse en las grandes ciudades que han protagonizado los flips y flops: Milwaukee en Wisconsin, Detroit en Michigan, Atlanta en Georgia y Philadelphia en Pensilvania. En estas urbes el voto afroamericano ha sido decisivo. Un voto que apoyó a Obama, le dio más o menos la espalda a Hillary Clinton y que se ha levantado en masa para aupar a Biden. Desde las primarias del Partido Demócrata (en una campaña que Biden calcó a la de Obama).

Las mujeres afroamericanas han votado ampliamente a Biden. No tanto los hombres, porque Trump ha recibido un apoyo sobre el 12%. Aquí pueden entrar en juego asuntos como el de los millonarios raperos que públicamente expresaron su votos por Trump (50 Cent, por ejemplo, dijo que no quería convertirse en 20 Cent). Y luego está el tema del macho alfa, con el que tantos afroamericanos se identifican con el actual presidente. Para espanto de las mujeres y familias que lo sufren. Otro aspecto destacado del racismo latente en Estados Unidos son las instrucciones que las madres afroamericanas dan a sus hijos. Sobre como tienen que comportarse en una sociedad blanca y con esa policía que les acosa y culpabiliza por el color de su piel. Aquí no hay barreras sociales. Incluso diría que los pijos lo llevan peor, al carecer del street smart de los de extracción social más baja. Es una cuestión de racismo. Las oleadas de brutalidad policial de los últimos años y las movilizaciones del Black Lives Matters, así como las simpatías no disimuladas de Trump por los supremacistas blancos, han tenido un peso enorme. Tanto para Trump como para Biden. Porque no olvidemos el enorme apoyo del presidente saliente (cerca de 70 millones de votos) y que Biden es el candidato más votado de la historia de EEUU (sobre los 74 millones). 

Las falsas promesas (incumplidas todas) de crear puestos de trabajo y traer inversiones a los estados industriales también han tenido su peso. No olvido esto, porque fueron estas las razones que cambiaron el voto a Clinton por el de Trump. No se fiaron de ella y depositaron su confianza en un timador… Lo que entonces fueron flips para Trump ahora son flops. Salvo en Ohio e Indiana, feudos republicanos.

Georgia es el ejemplo más claro de las falacias de Trump. El estado tiene un gobernador republicano. Las dos cámaras de su Congreso están controladas por el Partido Republicano. ¿Y Trump nos cuenta que ha habido fraude electoral? ¿De verdad? El flip de Biden y el flop de Trump en Georgia ha sido historico: es la primera vez, en casi 30 años, que un candidato Demócrata gana en Georgia, el estado del melocotón. ¿En serio ha habido fraude electoral? ¿En un estado republicano? ¿Tan torpes son? No es creíble. Como recordaba hoy Javier Zurro está táctica nos retrotrae a la obra maestra de Orson Wells, «Ciudadano Kane«, y esa portada del Fraud At Polls para justificar el fracaso electoral de Kane, el dueño del periodico.

¿Y del fraude postal Trump no tiene nada que decir? Han sido continuas las zancadillas perpetradas contra el voto por correo. Con un responsable claro: el ejecutivo que él eligió para presidir el servicio de correos y que, casualidad, es uno de sus mayores donantes. Esto del voto por correo, me recuerda a unas elecciones del Real Madrid: acusaron al vencedor, Ramón Calderón, de haber falsificado los votos por correo. El asunto acabó en los tribunales y se descubrió que ¡los acusadores eran los que habían intentado amañar el voto por correo! 

En estas presidenciales se votaban otras cosas: las dos cámaras del Congreso de EEUU (Senado y Casa de los Representantes), legislaciones locales (como la legalización del uso recreativo de la marihuana en Nueva Jersey, el salario mínimo en Florida, etc.). ¿El fraude de las papeletas solo ha afectado a Trump y no a lo demás que iba incluido en las mismas? El Partido Republicano tuvo una buena noche electoral en el Congreso. Aumentaron su numero de diputados en la Casa (con los Demócratas perdiendo cinco actas) y no sufrieron la debacle anunciada en el Senado. Las encuestas daban mayoría a los Demócratas. No ha sido así. aunque aún se desconoce el resultado final y en Georgia habrá que volver a votar los dos puestos de senadores el próximo enero. 

Ya avisé sobre las encuestas, a nivel presidencial: no hagan caso a las nacionales, porque no reflejan la realidad del voto electoral que es estatal. Solo son fiables las encuestas estatales. Y estas no se han equivocado. Ambas predecían la victoria de Biden, pero las locales han estado más cerca de las diferencias. En cualquier caso, de momento y adjudicando a Biden los cuatro de los cinco estados que faltan por completar, supera ampliamente los 270 votos electorales necesarios. Con estos cálculos lograría 306 (Trump en 2016 también ganó con 306).

Ya lo decían los Allman Brothers Band: «Eat A Peach«. Trump cómete un melocotón…

 

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Trump debería donar su cuerpo a la ciencia (con el permiso de J.M. Soto)

Visto lo visto propongo que Donald Trump done su cuerpo a la ciencia, siempre y cuando a José Manuel Soto le parezca bien y a la espera de conocer la opinión de Miguel Bosé. Trump tras pasar tres noches hospitalizado volvió anoche a la Casa Blanca. Con 13 contagiados, hasta el momento, la residencia presidencial se ha convertido en un foco de la infección. Asumo que cundirá el pánico entre los trabajadores (la mayoría negros y latinos) y los funcionarios del complejo. Sabemos del malestar de los agentes del Servicio Secreto, especialmente de quienes le tuvieron que acompañar en su paseo en coche del sábado, para saludar a algunos simpatizantes. A Trump le da igual, sigue minusvalorando públicamente al coronavirus y enfocado a su objetivo principal, la reelección. Se juega la inmunidad y sortear las enormes deudas que afronta. Respecto a esto último se habrán dado cuenta que su covid-19 ha barrido de las noticias sus líos financieros. ¿Casualidad? Algunas voces, ante la desinformación en torno a su infección y el alcance real de la misma, cuestionan toda esta historia. Espero a que se pronuncien Soto y Bosé para poder opinar. Mientras tanto su alta hospitalaria, en tiempo récord, es digna de mención. De ahí mi propuesta para que su cuerpo sea donado a la ciencia para su estudio. Con el permiso de Soto y Bosé, como podrán imaginar. 

Asimismo hay dudas sobre cuando Trump dio positivo. Su anuncio del viernes de madrugada ha quedado obsoleto. Ahora se especula sobre el miércoles o el jueves. Con lo que estaría infectado el día del debate con Biden (martes). Esto explicaría porque él y su entorno llegaron tarde, sin mascarillas, al local donde se celebró y rechazaron hacerse los tests previstos en el protocolo del debate. Y hemos sabido que a una de sus más estrechas colaboradoras la aconsejó no decir nada, tras conocerse que ella había dado positivo, porque era mejor esperar a celebrar la reunión de recaudación de fondos (el jueves pasado en Nueva Jersey). Todo esto acrecienta las sospechas, cada vez más fundadas, del acto del sábado anterior en el Rose Garden para la nominación de la jueza al Supremo, como evento superpropagador del coronavirus.

En el video pueden ver la salida del hospital y como Trump baja con paso firme del helicóptero a su llegada a la Casa Blanca. Subió a la balconada, se quitó la mascarilla y despidió al helicóptero con un saludo militar. 

Se preguntarán por qué busco la aprobación de Soto. Porque encuentro paralelismos entre el cantautor romántico y el presidente de los Estados Unidos. Hay uno muy claro: sucedió cuando el incendio de Notre Dame. Ambos sugirieron lanzar litros de agua desde el aire (con avionetas, helicópteros, lo que fuese). Y los dos obviaron, por ignorancia supina, que un litro de agua pesa un kilo. Por lo que en realidad su propuesta, bombardear con agua, resultaría en la demolición de la catedral. ¡Brillantes!

Las derivas de Soto y Trump sobre el coronavirus son antológicas y también van en paralelo. El problema se acrecienta porque uno de ellos es el presidente de la primera potencia del mundo occidental. Y en su país han muerto más de 210.000 de sus compatriotas. Ninguno de los cuales tuvo acceso al tratamiento de jefe de estado que ha tenido él. 

 

 

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¿Donde pasará Trump este Halloween?

¿Dónde pasará Trump este próximo Halloween? ¿En la Casa Blanca o seguirá hospitalizado? El caso es que el coronavirus se ha colado en la residencia presidencial y entre destacados miembros de su administración. En la imagen del The New York Times vemos las personas que han dado positivo en las últimas 48 horas. Y también las que han dado negativo, incluyendo a los Biden (porque compartieron espacio durante el debate del martes pasado).

Todas las fuentes señalan como «el infectódromo» al evento celebrado hace una semana, el sábado 25 de septiembre, para anunciar la nominación de la juez Amy Coney Barrett al Tribunal Supremo. El acto tuvo varios segmentos: una reunión previa en el despacho oval entre las familias Trump y Coney Barrett. Posteriormente en el Rose Garden se reunieron más de 200 personas sentadas sin distanciamiento social y apenas media docena llevaban mascarillas. El presidente hizo el anuncio formal de su elección y se pasó al ágape. Que tuvo lugar tanto en el exterior como en el interior. En los videos hemos visto abrazos y saludos afectuosos a doquier. Todos los positivos de la imagen salvo dos (Hope Hicks y Bill Stepien) estuvieron presentes. Y se da la circunstancia que los dos senadores contagiados forman parte del comité judicial del Senado que debe entrevistar, el 12 de octubre, a la juez Coney Barnett antes de proceder a la votación de su nombramiento. El jueves pasado el comité tuvo una reunión, a la que asistieron ambos senadores. Se han disparado todas las alarmas. A estas horas no me consta que sucederá con la sesión del día 12.

Coney Barrett pasó el coronavirus unas semanas antes, lo cual podría explicar su negativo.

El NYT ha rastreado la agenda de Trump de la última semana (sus viajes a actos electorales). El mapa: 

La actitud pública de Trump ha sido irresponsable. Lo cual tiene un efecto negativo directo sobre sus seguidores y sobre las medidas de seguridad en su administración. El uso de las mascarillas en la Casa Blanca no está muy extendido. Mark Meadows, el jefe de gabinete de Trump, justificaba diciendo que hacen tests diarios. Lo cual no concuerda con la cronología de positivos de Hicks (jueves 30 septiembre) y el presidente (viernes 1 de octubre) más su viaje del día 1 de octubre a un acto de recaudación de fondos en Nueva Jersey. ¿El positivo anunciado del presidente fue el segundo, confirmando uno anterior no revelado? ¿O no se testa todos los días como dice Meadows y por eso viajaron ambos el viernes? Otra duda: ¿cuándo comunicó Hicks su positivo al presidente?

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Yo no voy a Brooklyn

Bridge DUMBO

Si todo ha salido acorde a lo planeado cuando vean esta entrada Los Mundano estaremos en Nueva York. En Manhattan más concretamente. Y no, yo no voy a Brooklyn. Ni siquiera la vista del skyline de Manhattan me llama la atención. Esa pulsión me queda satisfecha en el trayecto del aeropuerto a la isla, según te vas acercando al Midtown Tunnel. Este túnel sude peaje atraviesa el East River y conecta Queens con Manhattan. La vista de todo el East Side es imponente. Más completa que desde Brooklyn. Las del West Side desde Nueva Jersey también están muy bien. Pero, vamos, tampoco voy a New Jersey por la vistas,… ni para nada dicho sea de paso, salvo que sea estrictamente necesario (un concierto, un partido). De todos modos, las mejores vistas son las que hay desde el ferry que hace el trayecto a Staten Island, de ida y vuelta, desde la punta sur de Manhattan.

Paso de modas y tendencias. En los casi cinco años que vivimos ahí experimentamos la consolidación de Soho y el nacimiento de Tribeca y de Noho. Muchos de los bohemios que estuvieron en el inicio de estos barrios fueron víctimas de la gentrificación. (Algunos incluso eran supervivientes de los tiempos del Village o del Lower East Side). Acabaron exiliados en zonas concretas de Brooklyn. Según cuentan, le han dado la vuelta a varios barrios de ahí. ¡Enhorabuena! Pero esa ya no es mi cultura. Soy de los antiguos, de cuando los de Brooklyn llegaban a Manhattan a buscarse la vida (incluso antes de que Brooklyn se integrase en la ciudad de Nueva York).

Me interesa –nos interesa– la renovación de Chelsea. Era un barrio complicado en nuestra época, sobre todo en sus márgenes al oeste, cerca del río Hudson. Ahora desde un megaproyecto urbanístico para las elites (Hudson Yards) hasta el High Line, el parque elevado surgido de la iniciativa ciudadana, pasando por bares, restaurantes, tiendas, etc., Chelsea está experimentando un renacer. Elvis Costello cantaba que no quería ir a Chelsea, el londinense, nosotros vamos al neoyorquino y no queremos ir a Brooklyn.

Manhattan no tiene fin y nuestro tiempo sí. Hay que ir al grano…

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La pista de baile del club Sugar Hill

EF GIoncarlo Valentino NYT

La pista de baile del club Sugar Hill de Brooklyn se ha convertido en un emblema del barrio de Bedford-Stuyvesant. Desde 1979, año de su inauguración, ha vivido y protagonizado todas las mutaciones musicales y sociales ocurridas desde entonces: desde el disco hasta el techno en un barrio que ha pasado de ser totalmente negro a hipster.

El fundador del club, Eddie Freeman (en la foto de Gioncarlo Valentino del New York Times), lo nombró así por una calle de su Kinston natal. Este pueblo, entonces segregado, de Carolina del Norte alojaba en una acera negocios de propietarios blancos y en la de enfrente la población afroestadounidense regentaba tiendas de alimentación, restaurantes y clubes nocturnos.

Freeman llegó en autobús a Nueva York en 1957. Con 40$ y una caja con pollo frito. Encontró varios trabajos en la zona de Bedford-Stuyvesant y ahí se instaló para vivir. Hasta que, con sus ahorros, compró un local en la Avenida DeKalb y abrió el club Sugar Hill.

Cuento todo esto para no confundir el club Sugar Hill con Sugar Hill Records y The Sugarhill Gang, los del «Rapper’s Delight«. Más o menos coinciden en el tiempo pero no están relacionados. Sugar Hill Records, propiedad de Sylvia Robinson (y su marido Joe), con financiación entre otros del mafioso Morris Levy (de quien pueden obtener bastante info. en mi libro «Rock ‘n’ Roll: el ritmo que cambió el mundo«) también se fundó en 1979. Pero en Englewood, Nueva Jersey. El nombre de la discográfica responde al barrio Sugar Hill de Harlem (Manhattan). Su área se extiende en el oeste desde la calle 145 hasta la 155, en una zona comprendida entre las avenidas Amsterdam y Edgecombe. En la década de los años 20 del siglo pasado, durante el Harlem Renaissance, se convirtió en el lugar de residencia de los afroestadounidenses con dinero.

The Sugarhill Gang cuya primera formación, un trio, fue montada por Sylvia Robinson, también son de Englewood (NJ).

Volviendo al club de Brooklyn, su peso en la comunidad a lo largo de los años es palpable como centro de reuniones sociales y políticas. El reverendo activista Jesse Jackson presentó en el local su Coalición del Arco Iris (entre otras muchas apariciones). Hillary Clinton, tanto en su carrera electoral al Senado o a la presidencia como en las primarias de su partido, también organizó actos en el Sugar Hill.

El club, que evolucionó a ofrecer música en directo y abrió un restaurante esta ahora regentado por los hijos de Freeman (78 años): Akesha y Aaron.

Recortes G Valentino NYT

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