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Más Morricone: Gianni Morandi

En esta mañana de Black Saturday he aprovechado para comprar algunos CDs que no tengo y que sí tuve en vinilo. Entre ellos el magnífico disco de Lucio Dalla y Gianni Morandi de 1988. Una de las ventajas de Amazon es que a veces la compra viene acompañada de la descarga digital del álbum al dispositivo que elijas. Como ha sido el caso de «Dalla/Morandi«. Escuchándolo he recordado lo mucho que me gustaba de pequeño el «C’era un ragazzo che come me amava i Beatles e i Rolling Stones» de Gianni Morandi de 1966. En el «Dalla/Morandi» la canta Lucio Dalla.

Inmediatamente me he acordado de Ennio Morricone y las intervenciones de Gianni Morandi en la película documental de la que les hablé aquí. Y efectivamente el arreglo de la grabación original es del maestro Morricone. Pero la canción y su grabación tienen más historias.

La primera es que la primera grabación del tema, música de Mauro Lusini que también tuvo la idea original del concepto de la historia (en inglés macarrónico) y letra de Franco Migliacci (productor del disco e histórico del pop italiano), fue acustica y así se editó. En la portada vemos a Morandi escuchando a Lusini a la guitarra.

morandi

La RAI censuró el tema por hacer mención a la guerra de Vietnam y ser un conflicto que afectaba a un país amigo. Al ser presentada a un festival retransmitido por la RAI en la discográfica decidieron sustituir la menciones a Vietnam y al Vietcong por una onomatopeya.

A todo esto a la RCA italiana el asunto no le hacía demasiada gracia. Morandi era un cantante de éxito entre las adolescentes y no veían con buenos ojos esta postura «revolucionaria». Una canción protesta no encajaba en sus planes con el artista. Morandi, en cambio, estaba totalmente a favor. Vio la oportunidad de dar un salto hacia adelante, crecer artísticamente. El caso es que la canción gustó en el festival y Migliacci decidió regrabar la canción. Así que llamó a Morricone, quien ya había hecho los arreglos de la cara B (una versión del «Solitary Man» de Neil Diamond). Morricone lo tuvo claro. Era un himno. Un himno pacifista que conectaba con las inquietudes y gustos de la gente joven de mediados de los 60. La onomatopeya se convirtió en «ra ta ta tatan», simulando una metralleta, y siendo parte indispensable del estribillo en vez de un recurso para burlar la censura. El arreglo impulsó el concepto de himno y tras ver el documental es fácil encontrar y entender el sello de Morricone. Son esos detalles que acentúan el sentido de la canción, por imperceptibles que parezcan. El disco se volvió a editar, cambiando la referencia pero manteniendo la misma portada, y fue un pelotazo inmediato. Estuvo tres semanas en el n.º 1 de las listas italianas.

Escuchando hoy en día la versión con arreglos de Morricone se puede apreciar la influencia que tuvo en el pop español de la época. Desde el sonido TorrelagunaTrabucchelli era italiano- hasta Alain Milhaud. ¡Grande, grande Morricone!

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La superbanda de Joni Mitchell en 1979

Joni Mitchell montó una superbanda en 1979 para la gira en la que presentaba su álbum «Mingus«. La formación era:

Jaco Pastorius: bajo

Michael Brecker: saxo tenor

Pat Metheny: guitarra eléctrica

Don Alias: batería y percusión

Lyle Mays: teclados

Pastorius venía colaborando con Mitchell desde hacía unos años. Se inició en la grabación del «Hejira«, disco en el que el sonido y la presencia de su bajo es protagonista.

El video está grabado a principios de septiembre de 1979 en el Santa Barbara Bowl. Esta actuación en el anfiteatro californiano fue grabada y editada discograficamente  en 1980 («Shadows And Light«) y posteriormente en DVD (2003).

La canción «Free Man In Paris» está inspirada en David Geffen. Incluida en otro de sus grandes álbumes, «Court And Spark» (1974), el sexto de su carrera, fue compuesta durante un viaje a la capital francesa con Geffen, Robbie Robertson y su esposa. Robertson, además de canadiense como Mitchell, era el guitarrista de The Band y habitual colaborador de Bob Dylan y Neil Diamond. La letra versa sobre las sensaciones de Geffen durante estas vacaciones, al verse libre de compromisos profesionales y sociales.

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Un siglo de canciones 99: “I Am…I Said” (por Juan de Dios)

4 de abril de 2011

Hace unos días, en la ya famosa comida de Cogolludo, el autor de este blog me volvió a pedir que le enviara mi aportación a la sección “Un siglo de canciones”, esta vez acepté el envite aunque le advertí que tenía claro cual iba a ser.

El tristemente desaparecido Joaquín Luqui –el 28 de Marzo hizo seis años que nos dejó- estimaba que el top 3 de las mas grandes canciones de la soledad eran «Eleanor Rigby» de los Beatles, «Space Oddity» de David Bowie y «I Am…I Said« de Neil Diamond. Como no soy quien para discutirle a mi maestro y amigo asumo su decisión y quiero traer una de las obras cumbres del autor neoyorquino.

 ¿Quién no ha sentido dudas, no se ha sentido desarraigado, se ha encontrado solo en un mar de multitudes en algún momento, o ha vivido durante mucho tiempo en esa situación? Puedes estar en un lugar paradisíaco, incluso elegido, pero el vacío interior es tan inmenso que solo te acompaña la soledad, y en ese mundo en el que te encuentras nada te compensa y consuela. Y sientes que has perdido las raíces y tus orígenes…

Ese vacío te llena, la oscuridad te rodea y no hay nada que te acompañe… Gritas, clamas, lloras y es paradójico que, buscando consuelo en un ser inanimado, ni siquiera la silla te haga caso.

No te consuela recordar que la historia de la rana que quiso ser rey –y lo fue- que tú has protagonizado se haya hecho realidad. Como escribió Miguel Hernándezes tan fuerte el dolor que se agolpa en mi costado que por doler me duele hasta el aliento y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos…”  El protagonista de «I Am…I Said» no puede ir a mas asuntos que su propia soledad.

Esta canción apareció por primera vez como single en 1971 y luego fue incluida en el álbum “Stones” con dos versiones, la primera comenzaba con un ligero toque de guitarra a la que se unía el piano para terminar con la sección de cuerda y rítmica que, con una voz rota del intérprete, terminaba en un crescendo impresionante, y la segunda rompía ese crescendo, a punto de culminarlo, con un simple arreglo de cuerda para volver a romper con la sección rítmica para terminar desvaneciendo.

Cuando 36 años después Diamond regresa a Nueva York -en 2008- y se encierra cuatro días en el Madison Square Garden, para reeditar para sus conciudadanos aquel memorable «Hot August Night» de 1972 en el Teatro Griego de Los Ángeles, ofrece una versión diferente. Durante la interpretación, a pesar de la “compañía” del auditorio, el se muestra incrédulo, y no transmite sentir esa compañía porque, a pesar del silencio y la entrega de la audiencia –no hay mas que ver a esa madre y su hija- manifiesta su total soledad con un arreglo que, con la guitarra primero y siguiendo con la fuerza de la banda, termina abajo, casi “a capella” en un alarde de dominio del escenario y ya consciente de la entrega de la audiencia.

Este momento es rescatado en Youtube y, a pesar de estar extraído del resto del concierto del que realizó una gran película Hamish Hamilton, a medida que van pasando los segundos su interpretación te va ganando y tú también llegas a sentir su soledad en ti.

Y la versión original a continuación:

Entradas anteriores en:

Un siglo de canciones (todos los posts)

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