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Alejandro Sanz y Rosalía nominados a los Grammy (los pata negra)

Grammy

Alejandro Sanz y Rosalía han sido nominados para tres Premios Grammy (los pata negra). Esta 62ª edición de los Grammy tendrá lugar el 26 de enero de 2020 en el Staples Center de Los Angeles. Alicia Keys repetirá como anfitriona de la gala de entrega. La lista completa de aspirantes la pueden ver aquí.

Alejandro Sanz está nominado a Mejor álbum de pop latino por «#ELDISCO«. Compite con «Vida» de Luis Fonsi, «11:11» de Maluma, «Montaner» de Ricardo Montaner y «Fantasía» de Sebastian Yatra. Es difícil pronosticar y el factor nacional de quienes votan puede decidir el Grammy en un sentido u otro. Consideraciones aparte, creo que Alejandro Sanz cuenta con bastantes probabilidades de ganar.

Rosalía está nominada a dos: Mejor nueva artista y Mejor disco latino de rock, urbano o alternativo por el «El mal querer«. Sorprende que nominen a un álbum de 2018.

A Rosalía la ha favorecido la ampliación en la categoría de Mejor nuevo artista a ocho candidaturas (en vez de las cinco habituales). La nominación está muy bien, ganarlo ya es otra cosa. Compite con revelaciones de la industria estadounidense, avaladas por ventas, como Lizzo (8), Billie Eilish (6) y Lil Nas X (6). Estos tres son los más nominados (entre paréntesis tenían el n.º de categorías a las que optan). Veo más factible que Rosalía triunfe con el Grammy a Mejor disco latino de rock, urbano o alternativo. Rivaliza con «X 100pre» de Bad Bunny, «Oasis» de Bad Bunny y J Balvin, «Indestructible» de Flor de Toloache y «Almadura» de iLe. En cualquier caso los designios de quienes votan son inescrutables. Lo importante es haber logrado estas dos nominaciones.

En referencia a Rosalía no sé si ya se percibe un cierto cansancio en nuestros medios. Estas dos nominaciones a los Grammy son realmente importantes. De mucho más valor que, por ejemplo, haber ganado unos Grammy Latinos. A estos se les ha dado una bola tremenda. Como a los premios de MTV, que no representan nada. Por otra parte, hace unas semanas fue portada del dominical del New York Times. ¡Un pelotazo! Pasó desapercibido. Una vez más el criterio mediático respecto a Rosalía dejó mucho que desear. Dan relevancia a asuntos que no son para tanto y no se vuelcan cuando llega lo que realmente cuenta (como ese suplemento del NYT).

P.D.: Rolling Stone denuncia que se está arrinconando a la música latina en los Grammy 2020. Y destacan que Rosalía es la única artista cantando en español que figura en una categoría general (Mejor artista nuevo), mientras que el resto de artistas de habla hispana compiten en categorías latinas. Esto representa un retroceso respecto a ediciones anteriores (claro que «Despacito» tuvo mucho que ver en la relevancia del pasado). ¿Y sus fans en las redes? Por lo que he visto no ha sido trending topic

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Alguien se lo quiere llevar crudo con el nuevo video de Rosalía

Rosalía videoTiene toda la pinta que alguien se lo quiere llevar crudo con el nuevo video de Rosalía. Lo que sabemos hasta ahora y los antecedentes son los siguientes:

El pasado día 4 de diciembre ABC se hacía eco de una polémica que se había desatado en las redes sociales. El origen del asunto estaba en el tweet cuya imagen encabeza esta entrada. Una tal Paula Espuny, con toda la caradura del mundo, buscaba incautos para trabajar gratis. ¿Esto es lo moderno? ¿Lo innovador? Se llama esclavismo.

Como ha pasado el tiempo suficiente y no ha habido ningún desmentido del artista, ni de su representante o de su discográfica, doy por buenas la aviesas intenciones de Espuny (maneras más habituales de lo que nos gustaría). Con lo que cabe preguntarse ¿cómo funcionan los presupuestos de los videoclips?

En mi época (en los 80 en NY cuando el fenómeno explotó por la aparición de MTV) dado el alto coste producción había distintas formulas. Ha pasado mucho tiempo, ha desaparecido MTV como emisora de clips, han aparecido youtube, VEVO, etc. y se han abaratado los costes. Por lo que la mayoría de esas formulas han quedado obsoletas. Lo que si ha permanecido es que todo depende del contrato del artista con la discográfica: si es una licencia para distribución o está firmado a la compañía. En realidad estamos debatiendo la propiedad del master de la grabación. Los patrocinadores y el product placement siguen vigentes. Me atrevería a decir que más que nunca. Luego tenemos los contratos de 360º por los cuales las discográficas firman e invierten en todos los aspectos económicos del artista (buscando el retorno en todos los ingresos).

Si el disco de Rosalia es una licencia y ella (o sus financiadores) son los propietarios de la grabación lo normal es que el marketing corra de su cuenta (videos, giras, viajes, etc.). Se puede haber llegado a algún tipo de acuerdo tipo compartir gastos en un porcentaje determinado (y la compañía adelante a cuenta de futuros ingresos la parte que tendría que pagar ella).

Si es artista Sony a todos los efectos será Sony quien pague las facturas. Nuevamente puede haber cláusulas, en este caso, de reducción de regalías para determinadas acciones (campañas de TV, rodaje de videos, financiación de giras, etc.).

En cualquier caso ni Rosalía, ni su oficina de representación o agencia, ni Sony se pueden ir de rositas. Ella ya metió la pata fotografiándose con Tim Cook, jefe supremo de Apple. Entiendo que la haga mucha ilusión, se sienta importante, etc. Pero demuestra una ignorancia supina del mundo en el que vive y de lo que Apple representa a nivel fiscal y laboral. Y si aspiras a ser un artista global debes saberlo. A no ser que sí lo sepas y hayas escogido voluntariamente. Entonces no te tires el rollo… porque se te ha visto la goma de la careta (y Cook redujo tu música a hilo musical de tiendas). Y, por otra parte, Rosalía de momento de global no tiene nada: su álbum fuera de España no ha funcionado en ningún sitio. Igual por eso tienen que recurrir a no pagar a trabajadores porque no han generado suficientes ingresos…

¿Por qué digo que «alguien se lo quiere llevar crudo con el nuevo video de Rosalía»? Porque conozco el percal de ambas industrias (la audiovisual y la discográfica). Se aprueba un presupuesto y seguro que hay un/os ejecutivo/s que se lleva/n una comisión del presupuesto de producción aprobado. En mi época nos conocíamos todos: los que se lo llevaban y los que no nos lo llevábamos (curiosamente éramos los apestados y éramos peligrosos precisamente por no casarnos con nadie). Es fácil deducir que si te ahorras en personal, porque les vendes la moto de trabajar con Rosalía, esto va directamente a la linea de beneficios (a repartir). Estás reduciendo la columna de gastos.

Si se fijan en la redacción del texto de Espuny lo de no pagar debe ser la norma. Escribe «Como sieeeeempre no hay dinero». Coloquial, campechana, pero seguro que ella sí cobra.

Se empieza arrimándote al presunto glamour de Tim Cook y se acaba en este cutrerío.

Espero ansioso el dueto de la canción «Empoderadas» de las empresarias Rosalía y Leticia Dolera.

 

 

 

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Antoni Miralda en Manhattan: cuando la noche neoyorquina era española

Antoni Miralda (Tarrasa, 1942), Premio Velázquez de Artes Plásticas 2018, estuvo viviendo en Nueva York desde 1971, junto a su esposa la cocinera Montse Guillen (Melilla, 1946). Ambos, en los 80, fueron artífices junto a otros protagonistas de una explosión española en las noches de Manhattan. Protagonistas directos. También los hubo indirectos. Entre estos últimos destaca el club de rock The Ritz de la calle 11, meca durante la década de los 80 de los mejores conciertos y eventos de la ciudad.

Era un viejo teatro/salón de baile reconvertido en sala de conciertos siendo los primeros de NY en instalar pantallas gigantes de video. Ahí, por ejemplo, actuaron por primera vez en EEUU Culture Club, U2,  Depeche Mode, Duran Duran, Sepultura y la nueva banda de Johnny Rotten tras los Sex Pistols (Public Image Limited); MTV inauguró sus emisiones desde el Ritz (incluso crearon una serie de programas Live From The Ritz); Sting nos presentó ahí su primer álbum en solitario; Tina Turner relanzó su carrera con un showcase en el Ritz; se grabaron varios discos en directo y las ultimas actuaciones de  Talking Heads y Stevie Ray Vaughan ocurrieron allí. ¿Saben lo qué era The Ritz y quienes eran sus propietarios? ¡La casa de Galicia! Desde 1970. Los inmigrantes gallegos habían encontrado el local adecuado para que cupiesen las numerosas agrupaciones de gaiteros y se pudiese bailar la muñeira. Y luego alquilaron la sala. En 1989 el Ritz cambió de local y se mudó al que ocupaba Studio 54. Se llamaron The New Ritz pero ya no fue lo mismo. El sitio original de la calle 11 ahora es el Webster Hall, rememorando el nombre original de la sala de baile (y sede feminista y de numerosos grupos de izquierda durante las dos primeras décadas del siglo XX) antes de ser estudio de grabación de RCA o Casa Galicia y posteriormente The Ritz. Casa Galicia de Nueva York siguieron siendo los propietarios del edificio hasta 2017.

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A Antoni Miralda y Montse Guillen se les considera responsables de la introducción de las tapas en la ciudad que nunca duerme. Creadores del concepto Food Cultura tuvieron su bautismo en Nueva York con un evento cocinado por Guillen en 1981, en el restaurante Windows of the World, situado en el ultimo piso de una de las desaparecidas Torres Gemelas, donde introdujo las tapas a público y crítica. Craig Clairborne, el prestigioso crítico gastronómico del The New York Times, dedicó una doble página a Montse Guillen. En septiembre del 84 la pareja inauguró El Internacional Tapas Bar & Restaurant en Tribeca, el barrio que pocos años después desplazaría al Soho como punto de encuentro de la vanguardia y las elites artísticas y que en esos momentos empezaba a despuntar. Principalmente gracias a otro bar y restaurante, The Odeon. Precisamente estos dos locales compitieron por el mismo público y El Internacional empezó a acoger al publico habitual del Odeon, gracias a los revolucionarios conceptos artísticos y estéticos que Miralda desarrolló. ¿Quiénes eran estas personas que pusieron de moda El Internacional? Nombres como Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Keith Haring, Pina Bausch, Robert Wilson, Robert de Niro, Michael Douglas, Diane Keaton, David Lynch, John Kennedy Jr., David Byrne, Frank Zappa, Deborah Harry, Umberto Eco, nuestros Antonio Gades y Sara Montiel y sobre todo Lorne Michaels, el creador y productor de Saturday Night Live (SNL), quien acudía con su cuadro de guionistas y actores. Este espacio televisivo fue clave en el desarrollo y popularización tanto del Odeon como de El Internacional.

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El restaurante, dos estrellas en la guía del New York Times y situado en el 217 de West Broadway, captó muy pronto la atención del puntero programa de humor de TV. Por sus tapas (el primero en ofrecerlas en la ciudad y dicen que en EEUU), su look rompedor gracias a las instalaciones y los detalles de Miralda, el aire de locura donde todo parecía posible (tan cercano al espíritu del show), su video carta donde explicaban las recetas de callos, gambas al ajillo, pulpo a la gallega y otras especialidades españolas, los cócteles de color turquesa, las fiestas del porrón (The Porron Olympics), etc. Un happening continuo. El salto definitivo al estrellato fue cuando una instalación de Miralda, la replica de la corona de la Estatua de la Libertad colocada sobre el edificio del local, apareció en la careta de entrada de SNL. Estuvo varias temporadas. En el pantallazo vemos la imagen completa que salía dos veces y se alternaba con un par más, detallando la corona y la ventana iluminada.

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La “coronación” del local, emplazado entre dos edificios de mediana altura, tuvo lugar el 15 de julio de 1985. Y como es obvio hubo una gran fiesta. Todo Nueva York se dio cita. Un año después la pareja abandonaba El Internacional e iniciaba el proyecto Honeymoon (1986-1992), la boda entre la Estatua de la Libertad y la del Cristóbal Colón de la Ciudad Condal.

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De jefa de sala estaba Elena Guereta (hija del galerista Fernando Guereta, maestro de Soledad Lorenzo). Al cierre de El Internacional regresó a Madrid y abrió Delic, en la céntrica Plaza de la Paja (aún sigue funcionando a tope). Recuerdo una noche gloriosa en el local, gracias a los buenos oficios de Elena. Habíamos montado un desplazamiento de medios ingleses, franceses y holandeses para ver a Lone Justice (Geffen) en el Madison Square Garden, Eran teloneros de U2. Nos habíamos puesto de acuerdo con Island (en Londres) y Atlantic (en Nueva York) para compartir gastos. Su primer álbum había sido producido por Jimmy Iovine, tenian una buena cantante en Maria McKee y Steve Vanz Zandt y Tom Petty compusieron un par de temas para el disco (Van Zandt y dos Heartbreakers tocaron en el álbum). Bono estaba teniendo una de esas noches cargantes. Me estaba incomodando. Y de repente tras una larga parrafada se arrancan con «We Are The World«. No pude más. Me levanté para irme. Me excusé con el director general de Epic en Inglaterra alegando que tenía que supervisar el local donde íbamos a cenar. «Te acompaño. Yo tampoco aguanto esto» me contestó. Nos siguió toda la prensa británica desplazada. El director de la compañía inglesa comentó entre carcajadas que a alguien de Island se le iba a caer el pelo. Tras arreglar varios taxis llegamos a El Internacional. La noche fue delirante. Era Fools Day, el día de los Santos Inocentes en EEUU. Y tuvo como colofón un cuarteto de violinistas tocando el himno británico. Muy monas las cuatro, vestidas de etiqueta. Al llegar a casa le comenté a La Mundana que me echaban. «Pues con el pedo que llevas al menos te lo has pasado en grande» me dijo. A la mañana siguiente, con la resaca puesta, iba camino del matadero. «We Are The World» era de CBS, nuestra canción estrella del momento, un proyecto de la máxima estrella de la casa, Michael Jackson. Y para rematarlo era un disco benéfico. Y mi gesto fue público y notorio. Según iba por el pasillo de la planta 14, del edificio de CBS, para ir a mi despacho mi secre me avisó que la jefa me estaba buscando. Que había preguntado por mi un par de veces y se la notaba ansiosa. Confirmado: mis temores se iban a convertir en realidad. Cuando asomé por la puerta recibí una estruendosa ovación. Mi jefa estaba con los de la compañía inglesa, el presidente de la misma que no había ido al concierto pero sí a la cena y el presidente de la división internacional (en la que curraba). La lluvia de elogios fue tremenda. Que si la mejor cena, que nunca se habían divertido tanto, que vaya pedazo de local, como se notaba que tenía ascendente en el sitio, que bien nos había tratado la maître (Elena), que los medios ingleses estaban encantados, que lo del himno fue apoteósico y que por favor que cada vez que viniesen o mandasen a alguien a NY que me encargase personalmente…

Los orígenes del local que albergó El Internacional (y que Antoni Miralda reformó de arriba abajo, empezando por esa fachada tan de dálmatas, que le daba un aire de lo más pop) son igual de fascinantes. Comenzó siendo un restaurante alemán, Teddy’s (por su dueño Teddy Bartel). En 1945 Bartel lo vendió a Sal Cucinotta quien lo transformó en un restaurante italiano de lujo. Y empezó a atraer a estrellas del cine como Elizabeth Taylor, Groucho Marx, Sophia Loren, Kirk Douglas, Anthony Quinn o Jane Fonda. También a la Mafia. A los capos les gustaba rodearse y frecuentar a las estrellas del celuloide. Pero como siempre sucede la presencia de los mafiosos acaba trayendo malas noticias y el Teddy’s inició su decadencia a finales de los 60. Estuvo cerrado durante algún tiempo hasta que aparecieron Miralda y Guillen.

Si El Internacional se convirtió en el punto de referencia del cool downtown de Manhattan, el Gas Station fue el lugar alternativo que rompió en el East Village, concretamente en Alphabet City. En la esquina noroeste de la Avenida B con la calle 2, debe su nombre a que ocupó una gasolinera abandonada. También era conocido como 2B por la dirección. Un lugar post apocalíptico que surgió de los restos de la caseta, los surtidores, algunos asientos de coches y el edificio contiguo, donde los abundantes yonquis del barrio pasaban el rato. Un chutadero por llamarlo de alguna forma. El médico y pintor hispano-argentino Osvaldo Gomariz y su socio Xavier Domingo, oncólogo español, llegaron a Nueva York. Osvaldo en 1983 con una beca Guggenheim desde Madrid y Xavier a trabajar en lo suyo. Y comenzaron a desescombrar la vieja gasolinera con la ayuda del caribeño Rubén García. No solo recibieron el aplauso de los del barrio. También les ayudaron en la ingente tarea. Mantuvieron en pie las estructuras abandonadas, que le daban un aire fantasmagórico al lugar. Repararon las farolas, asearon los asientos e incorporaron mesas y sillas que iban encontrando o comprando en ventas de trasteros y tiendas de segunda mano. La caseta fue el bar donde servían zumo de sandía “con o sin gas” (con o sin vodka). Operaban en una situación de semi clandestinidad: no disponían de licencias de licores, pero sí de apertura porque eran un centro cultural. Organizaban exposiciones, al aire libre, de esculturas y pinturas. Y funcionaban como taller y estudio. Las esculturas y piezas creadas en el lugar permanecieron ahí, lo cual fue creando por acumulación ese ambiente Mad Max. Como el Lower East Side era refugio de artistas underground que habían salido del Soho, por su gentrificación, encontraron una veta y siempre había muestras y creadores en acción.

Ginsberg, Ory, Gomariz GS 1987

La conexión e inclinación artística del lugar venía de los escultores que trajo Rubén y de la mano de Osvaldo (amigo de Rafael Alberti, Gloria Fuertes, Carlos Edmundo de Ory –amistad casi quebrada por la publicación de un libro de poemas de Ory editado por Gas Station–, Mercedes Sosa y Allen Ginsberg), quien además de pintor era un excelente cocinero de paellas (doy fe: las paellas que cocinaba en casa –la suya o la nuestra–– eran un evento en la comunidad musical de NY). En la foto Ginsberg, Ory y Osvaldo en el Gas Station.

Spanish Poetry in NY Fundacion CEdO

La presencia de artistas emergentes como Haring y Basquiat (más de una noche ejerció de dj) disparó la popularidad de Gas Station y sus exposiciones entre la comunidad alternativa. Otro factor importante fue que en la acera de enfrente estaba Save The Robots, el afterhours más underground de NY. Sus clientes a la entrada o salida paraban en Gas Station. Las horas punta eran entre las cuatro de la madrugada y las ocho de la mañana. En Save The Robots el único alcohol que servían era vodka (pronto establecieron una política conjunta de compra). Este golpe del destino hizo que Gas Station fuese la comidilla de la vanguardia de la ciudad.

Un embargo en 1995 puso fin a la aventura de Gas Station, cuando hacía tiempo que ninguno de los tres fundadores estaba ya al frente. Ese mismo año falleció Osvaldo Gomariz en su Argentina natal. Hoy en día el lugar que ocupaba Gas Station/2B es un Duane Read (la cadena de supermercados farmacéuticos).

Otro aspecto no tan conocido de la noche neoyorquina fue la explosión en ventas del cava Cordón Negro de Freixenet. Fui testigo de cómo y donde sucedió. En la fiesta prenupcial de un compañero de trabajo y su novia, ex de la Factory de Warhol y vicepresidenta de prensa y publicidad de Epic Records (entonces en la cresta de la ola con “Thriller” de Michael Jackson). La fiesta era en el apartamento de ella (le abrí la puerta a un demacrado James Taylor, vecino del piso de arriba; venía acompañado de Carly Simon, quien se había empeñado en que su ex fuese buen vecino y bajase a felicitar a la pareja). Los sospechosos habituales de la jet artística y empresarial de NY estaban presentes (Warhol, Basquiat, Morrisey –el director de cine–, los dueños de Studio 54, Area y The Odeon, etc.). La única bebida disponible era Cordón Negro. Abrías la nevera y estaba hasta arriba de Freixenet (los frigoríficos estadounidenses son grandes). Las bañeras de los dos baños llenas de agua, hielo y botellas de cava. El producto gustó y al enterarse del (bajo) precio entusiasmó. Ese fin de semana se agotaron las existencias en la ciudad. Y fue uno de los espumosos más vendidos de esas Navidades. Desde Nueva York saltó al resto del país.

En este recorrido hemos pasado del éxito de Miralda –y Guillen introduciendo las tapas– al underground del Gas Station pasando por Freixenet y The Ritz. Añadan las actuaciones de flamenco (siempre llenas y con dos cimas: el bailaor Mario Maya en el Public Theater de Joseph Papp y Paco de Lucía en el Carnegie Hall), la entonces emergente figura de Almodóvar, los nuevos diseñadores españoles y el siempre pujante arte español (el importantísimo galerista Leo Castelli fichó a Barceló, Sicilia expuso por primera vez en Manhattan en la primera galería de grandes dimensiones que abrió en el Soho y en el 85 se presentó la exposición colectiva 5 Spanish Artists, etc.). Es fácil comprobar que en el Nueva York de los 80 lo español estaba en boga.

P.D.: he pasado por alto el restaurante El Quijote del Chelsea Hotel (donde paraban los afamados clientes del hotel). Abierto en 1930 cerró sus puertas este año.

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Miley Cyrus la vuelve a liar parda

Miley fumando

Miley Cyrus la vuelve a liar parda. Esta vez fue en Amsterdam con  motivo de la entrega de los MTV Europe Music Awards. Anteriormente ya la había montado en los premios de la casa madre -MTV- en EEUU. Entonces fue con motivo de su «perreo» con Robin Thicke durante el «Blurred Lines» que se marcaron. El video no censurado de esta canción, en su versión original, lo pueden ver aquí. Aquello sirvió de base para una histórica aparición en Saturday Night Live que dejó muy a las claras que la joven estrella de 20 años va en serio y apunta muy alto.

Su afición a la maría es de sobra conocida. Y además estaba en Amsterdam, ciudad muy abierta en estos asuntos aunque últimamente empiezan a legislar para poner limitaciones (en sentido inverso a lo que está sucediendo en otras partes del mundo). Quiero decir que no me sorprende en absoluto que al ir a recoger el premio al mejor video por «Wrecking Ball» (sensacional tema por otra parte) apareciese fumando un porro.

Tampoco me llama a escándalo la ropa tan provocativa que suele llevar. Forma parte del juego y en esto Miley Cyrus está demostrando ser una autentica maestra (discípula aventajada de Madonna y sin caer de momento en las chorradas de Britney Spears).

Camel toe

Les dejo con el momento de la entrega del premio (a ver cuanto tarda el medio propietario de los derechos en quitar el video).

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Un siglo de canciones 74: «Billie Jean»

25 de junio de 2010

Hoy se cumple un año del fallecimiento de Michael Jackson, el autoproclamado Rey del Pop. Gracias a una invitación de Antonio San José -conocedor de mi relación profesional con MJ– para el programa de Concha García Campoy, en Cuatro, entré en una rueda de apariciones mediáticas (pinchando en el enlace hay un resumen). Y no hay mejor forma para recordar al gran Michael Jackson, en un día como hoy, que con una de sus canciones más emblemáticas «Billie Jean«.

Compuesta por Jacko, recordaba Quincy Jones -su productor- las disputas que ambos tuvieron respecto a la canción. El veterano maestro no pensaba que daba la talla como tema y dudaba de su encaje en «Thriller«. Tampoco le gustaba la intro. Pero el joven artista insistió. Y su argumento más convincente fue que precisamente ese principio «le hacía bailar«. Y eso según relataba Jones eran palabras mayores. Pero esta no es la única historia alrededor de «Billie Jean«. Hay otra sobre la que escribía en La noche que Michael Jackson rompió todos los esquemas:

Siempre he oído hablar de la conmoción causada por la primera actuación de Elvis en el show de Ed Sullivan. Hay unanimidad al respecto. Os contaba en Springsteen como excusa  la anécdota del Boss comparando la impresión que tuvo viendo la Sagrada Familia de Gaudí con la de Elvis actuando en el programa. 

Lo mismo pasó con la interpretación de Michael Jackson del “Billie Jean, en el especial conmemorando el 25 Aniversario de la Motown. Pero antes de proseguir, unos antecedentes.  

Thriller ya era un éxito y “Billie Jean había sido el primer video de un Artista negro programado por MTV –el canal estaba en su apogeo y todavía programaba videos-. Pero eso no se consiguió fácilmente. Hubo que ir a la guerra.  

Epic era la compañía de Michael Jackson. Pertenecía a CBS (luego adquirida por Sony) No había forma de conseguir que MTV pasase el video. Estaban más interesados en los rockeros blancos con extensiones. Ese rock star look tan de Los Angeles. Y eso que Susan Blond, la VP de Prensa y Publicidad de Epic, y el máximo responsable del canal eran amigos.  

Trabajaba en Black Rock, las oficinas centrales de Nueva York, y el comentario en la compañía era cuanto tardaría Walter Yetnikoff, el Presidente de CBS, en montar el pollo. Y lo más importante, si debería montarlo o no. Los que más trato tenían con él, temían el momento. 

Frank Di Leo, el jefe de Susan, paseaba su enorme humanidad pasillo arriba, pasillo abajo, maquinando con la Blond. Querían evitar el numerito que imaginaban que se avecinaba. Frank se convirtió posteriormente en el manager de Michael Jackson y en España le hemos visto actuando en Los Soprano (el mafioso gay) y en “Goodfellas“ de Scorsese

Estaban esperando a que terminase la reunión con alguno de los abogados más importantes de la ciudad. Algo se estaba cociendo. Y Yetnikoff estalló. A lo bestia. En una jugada maestra decidió que CBS (todas las compañías que formaban el imperio) rompiera relaciones con MTV. No más videos, no más exclusivas, no more free lunches for these motherfuckers.  

El que CBS, entonces la primera discográfica del mundo, tomase esa decisión sacudió a toda la industria. Todos los ojos nos miraban y estaban pendientes de la evolución de los acontecimientos. Y sucedió algo inesperado para todos, menos para el tito Walter. Las organizaciones pro derechos civiles, la NAACP, Jesse Jackson, Farrakhan y otros líderes políticos y religiosos se pusieron del lado de CBS y acusaron a MTV de trato discriminatorio. Lo cual además era verdad. Y demostrable. Los de MTV cedieron ante el revuelo que se montó y la amenaza de otras compañías en seguir los pasos de CBS. Y “Billie Jean se convirtió en el primer video de un black act en MTV. Abriendo puertas hasta entonces cerradas. 

La expectación ante la actuación en el especial de Motown era enorme. Esa noche de 1983, 47 millones de personas se congregaron frente al televisor. Se sabía que MJ estaba preparando algo especial. Era su primera actuación como solista en TV. También era su retorno a la casa que le había visto nacer artísticamente. La reconciliación con Berry Gordy, el fundador de Motown (y de Tamla

Pongamos la situación en contexto: una fiesta de la Motown no es un asunto baladí. En el auditorio estaban todas las estrellas de la historia de la casa, incluyendo hijos pródigos como el propio Jackson y sus hermanos, Marvin Gaye –que también era CBS– o Diana Ross (las Supremes se volvieron a reunir para este evento). Luminarias como Quincy Jones, su productor, no podían faltar. Entre los Artistas de la casa estaban Stevie Wonder, Smokey Robinson, el primer fichaje de Gordy, de quien Dylan dijo en 1967 que era el mejor poeta vivo de América, los Temptations,  y los compositores, músicos, arreglistas y productores supervivientes de esa máquina de producir éxitos que fue Motown. En resumidas cuentas, una audiencia exigente.  

La noche que Michael Jackson se folló a América supuso el debut del Moonwalk. Esos pasos tan especiales caminando hacia atrás y que desde esa noche se convirtieron en su imagen de marca. Nunca se había visto nada parecido. A no ser que fueses a los ghettos, donde algunos lo ensayaban. Y el público estalló. Se oye. Se ve. Se palpa. Se siente. Gritos de hombres y mujeres como sólo gritaban y se desmayaban las mujeres en los conciertos de Marvin Gaye o Luther Vandross. El delirio. Y contagioso. Ni los asistentes ni los telespectadores dábamos crédito. 

Al día siguiente se empezaron a despachar ¡cien mil Thrillers diarios! El resto ya es historia. 

Pero lo que pocos saben es la intrahistoria. En 1983 el Hip Hop estaba tomando Manhattan. A lo grande. Desde Madison Avenue, el centro neurálgico de las multinacionales de la publicidad. Y el breakdance evolucionaba rápidamente.  

Jeffrey Daniel fue quien ayudó a Jackson a preparar su actuación para el Aniversario de la Motown. Y le enseñó unos pasos, que todavía no habían saltado desde el ghetto. Era el Back Slide. Y Michael decidió bautizarlo como Moonwalk –paseo lunar- que eran otros pasos. 

En este video de 5 minutos podéis ver la historia contada por J.Daniel, con fragmentos de la actuación y comentarios de algunos de los asistentes. Destacaría el entusiasmo de Smokey Robinson narrándolo.

Pinchando aquí llegáis a la página de haha donde está el documental (tarda en cargar un pelín). 

Y por supuesto, La Actuación:

Entradas anteriores en:

Un siglo de canciones (todos los posts)

Entradas relacionadas:

Michael Jackson: Primer Contacto (Efe Eme)

BAD (Efe Eme)

Tal Cual: la tarde que maté a Sofía Loren (otro post sobre Michael Jackson)

Memorial de Michael Jackson

Apuntes dominicales

El marciano y sus frutos (by Julio Valdeón Blanco)

Michael Jackson (1958-2009)

Fotos recuperadas 2  

La noche que Michael Jackson rompió todos los esquemas

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