El corporativista silencio mediático sobre el proceso contra el Grupo Planeta, su presidente y el secretario de su Consejo de Administración, es muy significativo. Los delitos que va a investigar el juzgado nº 50 de Plaza de Castilla de Madrid, dirigido por la magistrada Ana María Iguácel, son los de falsedad en documento privado, revelación de secretos, denuncia falsa y estafa procesal. Casi nada. Asumo la presunción de inocencia. Y habrá que ver en qué queda todo esto. Pero el caso es que Pablo Iglesias lleva toda la razón. Denuncia el silencio mediático al respecto. Al que un servidor añade que es un silencio corporativista.
Es corporativista porque cuando los asuntos afectan a directivos de empresas mediáticas, medios de comunicación o compañeros de profesión, se establecen unos lazos de solidaridad muy particulares. Porque si es a compañeros de profesión prima la simpatía que despierte el o la periodista en cuestión y su alineación ideológica. Si es a empresas, medios o directivos el cierre de filas es unánime. Porque son posibles empleadores. Y el instinto de supervivencia se dispara. Es sobre esto último sobre lo que quería comentar y quizás responda a la pregunta de Pablo Iglesias.
Lo de posibles empleadores es un eufemismo. La realidad nos demuestra que el Grupo Planeta además de libros posee televisiones (Antena 3, laSexta, etc.), radios (Onda Cero, Europa FM, Melodía FM) y un periódico diario (La Razón). Por lo cual además de publicar libros a periodistas también los contrata para sus medios como trabajadores o colaboradores. De hecho varios de los nombres que menciona Iglesias son tertulianos en las empresas mediáticas del grupo. ¿Van a jugarse los cuartos contra la empresa que los paga o pueda pagarles? En este tema demuestran claramente su falta de credibilidad y como anteponen sus propios intereses al servicio público de informar (siempre lo han hecho, dicho sea de paso).
Por otro lado tienen a aquellos profesionales del teclado que no tienen ningún reparo en firmar en medios golpistas (denunciados en su día por el pope de la derecha mediática, Luis María Ansón) o en aquellos que difundieron las grandes mentiras de «las armas de destrucción masiva» o el «Ha sido ETA», cuando los atentados islamistas de los trenes del 11-M. Suelen ser los mismos medios en estas acciones, salvo el ABC de la época de Zarzalejos que no se prestó a difundir el bulo de la autoría de ETA. En estos casos el instinto de supervivencia (cada vez hay más licenciados en periodismo) se alinea con el posicionamiento político.
Para finalizar dos apuntes sobre el asunto que denuncia Pablo Iglesias. Por una parte se agradece que levante la voz, pero seamos conscientes del descrédito que sufre, por lo que es probable que sus palabras caigan en saco roto (aparte de lo ya referido). La cosa es que tanto el como su partido han sufrido campañas mediáticas de acoso y mentiras (y eso que su ascenso mediático se debe a las TVs: Intereconomía -donde era uno de los arietes antiPSOE de la cadena-, y laSexta). El segundo apunte es por si quieren conocer los pormenores del caso: lean este enlace donde aclaran lo acontecido. Encontrarán a los sospechosos habituales comenzando por el comisario-empresario de las elites.