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Apoteosis de Miguel Ríos en el WiZink

Edu Galán

La celebración de los 40 años del «Rock & Ríos» de anoche en el Wizink fue apoteósica. Miguel Ríos convirtió el aniversario en la gran fiesta del rock español. Sobre el escenario juntó a varias generaciones de músicos, estrellas de nuestro rock. Y también se rindió homenaje a los desaparecidos en combate durante el «Mis amigos dónde estarán» de Topo, atención spoiler, con la participación de José Luis Jiménez y Lele Laina. Al ver en las pantallas la imagen del enorme Jesús de la Rosa eché en falta a Tele, el batería de Triana (en mi opinión Triana y Los Brincos son los mejores grupos españoles de la historia). Sucedió en la parte final del recital, en la que se rindió tributo a algunos himnos clásicos del rock nacional. Los que no pertenecen al repertorio de Miguel Ríos, ya repasados anteriormente como hace 40 años en los conciertos originales del «Rock & Ríos«.

Precisamente ayer al igual que entonces se arrancó con el «Bienvenidos«, uno de tantos himnos que son bandera del infinito pionero del rock & roll patrio. A las 22:00 puntualmente se apagaron las luces del recinto, se vieron las sombras de los músicos salir a escena y al poco (menos de dos minutos) sonaron los primeros acordes del inmortal tema compuesto por el propio Miguel (letra) y Tato Gómez (música). Tato, coproductor junto a Carlos Narea y Miguel de la grabación del «Rock & Ríos«, estuvo presente ayer al bajo, como miembro de la banda original de hace 40 años. Este inició nos incendió a todos. Por todos me refiero a los músicos -incluidos los artistas invitados-, y al público que llenaba el recinto (salvo algunos huecos en la zona de invitados de las sillas de pista). La comunión fue perfecta. Y dio lugar al denominador común de la noche: el buen rollo. Tanto en el escenario como en las gradas. Buen rollo que ha caracterizado, a lo largo de las décadas, la carrera del incombustible Miguel Ríos.

No quiero hacer spoilers (salvo el del principio) para no desvelar sorpresas a quienes asistan esta noche. Que era el primer y único concierto previsto. Mas al agotarse rápidamente las entradas se añadió una segunda fecha, la de anoche. Así que dejo para mañana la crónica del concierto, que será la de los dos.

Tras dos horas y 19 minutos de un concierto pleno de emociones a flor de piel se echó el cierre. Si nosotros, el público, estábamos exhaustos de disfrutar cantando, aplaudiendo, bailando, resulta fácil imaginar el estado de los músicos y del propio Miguel. Poco antes de la traca final a nuestro héroe, nuestro hermano mayor, se le encendieron las mejillas del esfuerzo. Y al final se le veía visiblemente emocionado y fatigado. Lo de este hombre, el sumo sacerdote del rock español como le ha definido Edu Galán, es sobrenatural. Supera todas las leyes físicas. Es un portento.

MR

P.D.: la foto del encabezado es del Facebook de Edu Galán y la pésima de abajo es mía (recoge el momento en el que Miguel guitarra en mano cantó el «Himno a la alegría«, que estos días vuelve a tomar significado al igual que un par de temas de John Lennon). Al fondo se pueden distinguir las siluetas del gran coro que acompañó este tema y otro más.

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La nave de Izal vuela muy alto

Izal escenario

Anoche tuve la fortuna de ver a Izal y comprobar en vivo el altísimo nivel que han alcanzado. También fui testigo de la comunión total de la banda con su público. Corearon y cantaron las canciones más conocidas de su repertorio (y algunas, por la longitud de los textos, no son fáciles).

Era su primera noche en el WiZink, de las dos programadas. Con aforo reducido, se colgó el cartel de entradas agotadas para el concierto de esta noche y añadieron la fecha de ayer. Me acompañó VIcente Paniagua, quien no pudo resistirse a hacerse la foto sentado a la batería de atrezzo colocada a la entrada de los palcos.

El recital fue sencillamente espectacular. En todos sus aspectos. El sonido impecable. El juego de luces en su medida justa, realzando y no restando protagonismo a la banda. Ellos, Izal, impecables. Grandes músicos. El audiovisual, elaborado por Ángela y Manu Notario, me impresionó. El concepto del show era de una nave espacial que pierde el rumbo y es rescatada por una civilización de un planeta desconocido. El escenario reflejaba en su fondo el equipamiento de la nave y en la pantalla central, además del grueso del montaje audiovisual y planos de los cinco Izal, idearon un recurso ingenioso para presentar a los artistas invitados. La sincronización fue perfecta y pudimos disfrutar de la banda cantando con Rozalén, Sidonie, Mäbu, Zahara, Miguel Ríos y Bunbury. Gran trabajo de sincronización entre el directo y la grabación de video. También aparecieron, entre otros, como parte del relato Santi Millán, Jorge Garbajosa o Amaya Valdemoro (Pani se encontró con ella mientras entrabamos al recinto con anécdota incluida: le confundió con Siro López porque los veteranos de pelo blanco enmascarados son todos iguales y ella estuvo genial desfaciendo el entuerto).

El arranque del concierto, tan arriesgado como atrevido, me convirtió inmediatamente al izalismo. Comenzar una actuación con un tema acústico, en el que predominan las voces tipo Crosby, Stills, Nash & Young, es insólito. Lo normal es empezar con un tema marchoso. Este hecho supuso mi primera ovación de la noche. La foto del final de este post es al terminar este tema.

Comentaba en el primer párrafo sobre la longitud de las letras de las canciones. Añado su complejidad y su profundidad poética. Algo que se aleja del canon del pop rock habitual y se acerca más al mundo de los cantautores. Es decir, están en este sentido más cerca de Bob Dylan que de los Rolling Stones. O de Serrat que de Los Brincos.

Izal Mikel

Otra característica de Mikel Izal y su grupo es la construcción de temas que tienen el potencial de convertirse en himnos. Y lo consiguen en media docena de canciones, las más coreadas por su público fiel y entregado.

Las espléndidas fotos del recital son de Raquel López. Y no quiero terminar sin agradecer a D. Manuel Notario, de Hook, por haberme brindado la oportunidad de observar como la nave de Izal vuela alto, muy alto.

Izal principio

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Los Estudiantes y Los Pekenikes los semilleros del pop-rock español

Los Brincos

Los Estudiantes y Los Pekenikes, grupos pioneros de la segunda mitad de los 50, son semilleros del pop-rock español. Contemporáneos del Dúo Dinámico, los grandes de su época, de sus filas surgieron Los Brincos, Estos se convirtieron en los grandes competidores del Dúo y de los mismísimos Beatles (aplicable también a Juan y Junior, la escisión de Los Brincos). Este nuevo fenómeno fue bautizado como Brincosis.

Fernando Arbex era el bateria de Los Estudiantes y Pepe Barranco su cantante. Luis Satorius, primo de Nicolás Sartorius –historico dirigente del Partido Comunista y cofundador del sindicato Comisiones Obreras– había dejado la formación de Los Estudiantes para incorporarse a la dirección artística de la discográfica Philips. De ahí pasó a Zafiro para dirigir un nuevo sello enfocado al público joven, Novola. Y tuvo la idea de formar un grupo para competir a nivel nacional con The Beatles. En mi libro «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» cuento esta génesis (incluyo pantallazos al final). También digo que Los Brincos fueron el primer supergrupo de la historia del pop-rock, antes que los anglosajones acuñasen el termino. Y también menciono la particular situación de España y México: al principio en estos países predominaban los grupos mientras que en el de origen, EEUU, eran los solistas quienes partían la pana. Esto indudablemente favorece la aparición de supergrupos.

Sartorius ofreció a Arbex y Barranco entrar en la formación que estaba gestando. Barranco prefirió la otra opción que tenía: acababa de ingresar en Los Pekenikes sustituyendo a Juan Pardo. Y con ellos, Pekenikes, actuó de telonero de los Beatles en Las Ventas.

Barranco fue el último cantante de Pekenikes. A partir de su marcha el grupo pasó a ser instrumental y alcanzaron sus mayores éxitos («Hilo de seda«, «Lady Pepa«, n.º 1, y «Frente a palacio«).

Juan Pardo había entrado en Los Pekenikes sustituyendo a Junior. Pardo y Junior son de la primera formación original de Los Brincos con Arbex y al bajo otro ex-Estudiantes, Manolo González.

Por estos primeros Pekenikes, además de los ya mencionados, también pasaron el gran Pepe Nieto o guitarristas como Tony Luz y posteriormente Salvador Domínguez, tras formar en Los Canarios.

Les dejo con las capturas de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll«.

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50 años de «Cosmo’s Factory»

CCR

Tal día como hoy hace 50 años se editaba «Cosmo’s Factory» de la Creedence Clearwater Revival. Seis meses después lanzaban otro álbum «Pendulum«. 1970 fue un año muy fértil para el pop-rock. Por ejemplo, Grateful Dead lanzaban «Workingman’s Dead» y «American Beauty«, en mi opinión sus dos mejores LPs. Hay más ejemplos pero me ciño a estas dos bandas emblemáticas del área de la bahía de San Francisco (el otro grupo insignia Jefferson Airplane, tras su obra maestra «Volunteers» de 1969, editaron en 1970 tan solo un recopilatorio «The Worst Of Jefferson Airplane«).

El primer álbum de la CCR es de 1968. ¡En 1969 sacaron tres y dos en 1970! Algo impensable en nuestros días y más concretamente a partir de mediados de los 70.

El nombre del álbum hace referencia al local de ensayo de la banda en Berkeley, la ciudad natal de los hermanos Fogerty. Se trataba de un almacén. El batería Doug «Cosmo» Clifford (montado en la bici en la portada del LP) lo bautizó como «la fábrica», por que John Fogerty les obligaba a ensayar todos los días y era especialmente exigente con su forma de tocar los tambores.

«Cosmo’s Factory» fue n.º 1 en los principales mercados discográficos (EEUU, UK, Australia, Canadá, Francia) y n.º 2 en muchos otros países (como Italia y Holanda). Fue todo un éxito planetario.

Siendo adolescente bebía los vientos por la Creedence. Ya iba solo los domingos al Rastro. Y me sorprendía que la opinión mayoritaria, entre los aficionados habituales que nos congregamos alrededor de los puestos de discos, fuese la de que eran unos horteras. La razón principal era porque tenían éxito comercial (sus singles eran cañonazos que sonaban en las radios). Mi opinión no era tenida en cuenta porque en 1969 tenía 13 años. Uno más en 1970. Esos días aprendí que la calidad y la popularidad no estaban reñidas. Al contrario. Era mucho mejor que lo bueno triunfase. Como se supone que deberíamos haber aprendido del éxito de Beatles, Brincos, etc. Esta enseñanza que ha marcado mi rumbo profesional y personal data de esos años de la adolescencia, en los que por otra parte mis gustos eran bastante radicales y limitados al rock. La madurez amplió mis miras.

«Travelin’ Band» fue el primer sencillo de los dos que anticiparon el «Cosmo’s Factory«. Se sacó en enero del 70.

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Patxi Andión (1947-2019)

Acabo de enterarme del fallecimiento de Patxi Andión, en accidente de coche camino Soria. Le conocí personalmente cuando coincidimos en Epic, a mi vuelta de Nueva York. Había editado «El balcón abierto«, que sería su ultimo álbum para la compañía. El sencillo elegido fue «Si yo fuera mujer«, una canción adelantada a su época y que hoy (desafortunadamente) sigue vigente. Era una versión de un tema italiano, «Se fossi una donna«, original de Andrea Mingardi (Mingardi también hizo una versión inglesa «If I Were A Woman«). Patxi Andión hizo la adaptación al español e hizo suya la canción. Recuerdo que no tuvo la acogida en las radio formulas que merecía. Era un temazo, tanto la original como la de Patxi Andión. Para la elección de la canción hay que recordar que el director de A&R nacional de Epic era Rafa Alvero y Manolo Díaz el director general de la compañía.

Profesionalmente conocía a Patxi Andión desde los inicios de su carrera, a finales de los 60 (Sonoplay/Movieplay). Aunque mi canción favorita es de 1973, «Una, dos y tres«, donde El Rastro se convertía en una metáfora social. La encontrarán al final de este post.

No voy a extenderme más respecto a su figura. Voy a copiar y pegar del borrador de un libro (inacabado y que permanecerá así). Lo escrito hasta entonces (y sin actualizar) sobre Patxi Andión:

[…] La influencia del rock ‘n’ roll tiene especial relevancia cuando hablamos de nuestros primeros cantautores. Dato tan sorprendente como poco divulgado. Y, una vez más, se demuestra que el rock ‘n’ roll fue un género que atravesó todas las capas sociales y cuyo denominador común era la juventud, la rebelión adolescente o juvenil (si así lo prefieren). Los siguientes nombres, fundamentales en su campo, provienen del rocanrol español y son pioneros de la canción de autor (algunos también lo fueron del rock & roll, por usar la denominación que agrupa al rock ‘n’ roll facturado fuera de Estados Unidos). Son: Luis Eduardo Aute, Manolo Díaz, Francesc Pi de la Serra, Raimon, Patxi Andión, Benito Lertxundi y Joan Manuel Serrat. ¡Casi nada! […]

[…] Patxi Andión y Benito Lertxundi, también dieron sus primeros pasos rocanroleros, antes de tomar otros derroteros. Nos detendremos más adelante en ambos. […]

[…] Antes de la creación en Madrid de Canción del Pueblo en 1967 (y su continuidad en La Tragala de 1969) algunos medios empezaron a denominar Nueva canción castellana a un heterogéneo grupo de artistas y autores como Massiel, Luis Eduardo Aute, Manolo Díaz y Patxi Andión (en 1973 grabó un disco en euskera con poemas de Joxe Maria Iparragirre). Aquello no cuajó, a pesar de los éxitos comerciales por separado de sus hipotéticos miembros, porque no había un cuerpo ideológico que lo sustentase. Es decir, unos planteamientos y objetivos comunes. Massiel, que no era cantautora, era un nexo entre Aute y Díaz, porque cantaba sus canciones. Y no había nada más. Porque los aires de renovación eran comunes entre todos los creadores jóvenes, como lo eran entre su publico. Como el rock & roll, los deseos de cambio abarcaban a todos los jóvenes. […]

[…] Patxi Andión, madrileño de orígenes vascos, sería la vertiente urbana de los anteriormente nombrados. Costumbrista también, pero de las calles de Madrid, de El Rastro, protagonista de su mayor éxito. Militante de la UPA, el brazo cultural del FRAP, tuvo que exiliarse en París. Sus inicios en la música también tuvieron que ver con el rock & roll: cantó en un par de grupos que versionaban los clásicos del género. Sociólogo y periodista actualmente ejerce de profesor en la Politécnica de la Universidad de Castilla La Mancha, tras haber dado sus pasos en el cine y el teatro. Su primer LP (Movieplay, 1969) contó con los arreglos de Carlos Montero y la producción de Carlos Guitart (quien también escribió el texto de contraportada). El porteño Montero (su nombre real era Juan Carlos Zamboni) llegó a España de la mano de Alberto Cortez, de quien era guitarrista (el argentino fue el primero en cantar a Miguel Hernández; Serrat en su disco dedicado al poeta incluyó «Nanas de la cebolla» musicado por Cortez). Guitart, militante del PCE, provenía del mundo del rock: integrante de Los Sonor (por donde también pasaron Luis Eduardo Aute y Manolo Díaz) y de Los Flecos (supergrupo nacido para hacer frente a Los Brincos), estuvo trabajando para Los Bravos antes de incorporarse a la dirección artística de Movieplay (fue uno de los fundadores de Sonoplay, embrión de la futura Movieplay, y posteriormente también de Dial Discos), desde donde impulsó la canción de texto y el folk (con cantautores y grupos). […]

 

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El truño de «45 revoluciones»

Bye

… Y luego tenemos la huida de la audiencia (un rechazo en toda regla). Como en el caso del truño de «45 revoluciones» de Antena 3, cuyo fracaso es más que evidente. En la siguiente imagen (de Wikipedia) podemos observar como el público ha ido abandonando la serie.

45 revoluciones

Pero los datos de audiencia son solo un aspecto del fiasco. También tenemos la baja calidad y la falta de rigor de los tres episodios emitidos. La serie es simplemente mala. Mala de solemnidad. ¿Se precisan tantos guionistas para construir un relato tan penoso?

La falta de rigor es asombrosa. Y esto sí que me sorprende. Porque si pretendes recrear el año 1962 y la confirmación, más que los inicios, de un nueva era musical, lo mínimo que debes hacer es reflejar adecuadamente la época. Hay licencias que te puedes permitir como la de los edificios, locales, etc. porque los originales ya no existen. Pero no puedes poner minifaldas años antes de que estas apareciesen. O enseñar la portada del segundo LP de Led Zeppelin, editado siete años después (1969). O meter canciones de ahora y no reflejar la música de entonces (por mucho que lo hayan intentado explicar no han convencido a nadie). Son demasiados detalles para enumerar. Estamos acostumbrados al rigor (y a ciertas licencias) de series como «Cuéntame«, «El ministerio del tiempo» o las de la BBC, por poner unos pocos ejemplos. Así que lo de «45 revoluciones» no es de recibo.

La actriz protagonista Guiomar Puerta (Bilbao, 1992) dio la clave sin darse cuenta en una entrevista. Decía que tuvo pocas referencias para crear su personaje porque «No encontré nada escrito, apenas unas páginas en un libro de Los Brincos» para soltar a continuación un alegato feminista, que ni venía a cuento ni tenía nada que ver con la serie (ni con la época). Se refería a la gran Maryní Callejo. ¿Tantos guionistas, ni nadie en la productora (Bambú), supieron encontrar nada sobre la Callejo? En mi «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» así como en otros libros hubiesen podido encontrar información. O haber preguntado a Patricia Godes o José Ramón Pardo. O a artistas que trabajaron con ella como Micky o Paco Pastor. O… a la propia Maryní. ¿La actriz o la productora no saben usar Google? ¡A mi me salen 1.890 resultados! No hicieron adecuadamente los deberes. Se quedaron en la superficie. Por eso la serie no funciona y la audiencia ha ido dando la espalda. No hay profundidad en los planteamientos ni en las situaciones.

¿Qué futuro puede tener «45 revoluciones» cuando ha pasado del (por los pelos) aceptable 10,1% del primer capitulo al estrepitoso 5,4% del tercero?

P.D.: el primer capítulo lo vi (grabado) a las pocas horas de su emisión; el segundo al día siguiente; el tercero anoche, donde las referencias a la Hispavox de los hermanos Vidal son obvias. Y adaptaban un conflicto autoral tomado de la historia de «La moto«, compuesta por Manolo Díaz y grabada en 1966 por Los Bravos (Columbia) y Los Pasos (Hispavox). Según José Ramón Pardo este fue el primer conflicto autoral del pop español. En «Bikinis…» escribía lo siguiente:

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Barrabás y «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» en Jot Down

Jot Down Barrabás

Una de las cosas que más me agradan y satisfacen de «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» es que es un libro, que a los dos años de su edición, sigue siendo referenciado a distintos niveles: desde una ponencia en la Facultad de Educación de la Complutense o un reportaje en La 2 Noticias, ambos hechos relacionados con el 40 aniversario de la Constitución del pasado mes de diciembre, hasta un artículo esta semana en Jot Down.

Álvaro Corazón Rural publicaba un artículo estupendo sobre Barrabás en Jot Down, reivindicando la figura de Fernando Arbex. Integrante de Los Estudiantes, grupo pionero del primer rock ‘n’ roll madrileño, posteriormente de Los Brincos, Alacrán y Barrabás, además de productor y autor de éxitos nacionales e internacionales.

A Don Álvaro, a quien no tengo el gusto de conocer personalmente, le admiro y respeto profesionalmente. Por eso verme citado en su artículo supuso una enorme alegría.

Recomiendo la lectura del artículo, que nos acerca a una figura indispensable del pop y el rock español de la segunda mitad del siglo XX. ¡Arbex era un grande! Gracias a Álvaro por recordarle y acercarle a las nuevas generaciones.

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«45 revoluciones»: una nueva serie de A3

«45 revoluciones» es una nueva serie de la productora Bambú para Antena 3 TV. Se estrena el próximo lunes 18 de marzo (a partir de las 22:45). Creada por Ramón Campos y Gema R. Neira está dirigida por el segoviano David Pinillos. Ambientada en los años 60, y en la revolución musical que supuso la aparición del rock & roll en la España franquista, la trama gira alrededor del nacimiento de una nueva discográfica.

Dado que el protagonista principal está inspirado en Luis Sartorius es fácil asumir que el sello será Novola (la marca joven de Zafiro donde debutaron Los Brincos y Serrat cantando en español). La protagonista femenina respondería al perfil de la gran Maryní Callejo.

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Luis Sartorius, pionero del primer rock ‘n’ roll madrileño de finales de los 50 como integrante de Los Estudiantes (con quienes actuó en las matinales del Circo Price), dejó los escenarios por los despachos (primero Philips y luego Novola). Era primo del venerable Nicolás Sartorius (cofundador de CCOO y miembro del PCE), con quien compartió infancia y juventud (eran como hermanos según le contó NS a Juan Luis Pérez Alvajar).

En la promoción de la serie dicen que «45 Revoluciones» es «Rock & Roll, es dinamismo, es buen rollo, es años 60, pero también es franquismo, dictadura y una época oscura en la que se enmarca todo.» El paralelismo con «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» es más que evidente.

Me atrevería a decir que «45 revoluciones» es una serie basada en hechos reales, mientras «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll» es un libro que narra los hechos reales.

P.D.: los textos referidos a Sartorius y Callejo son capturas del libro «Bikinis, Fútbol y Rock & Roll«.

P.D. bis: estoy expectante por comprobar como han encajado la música contemporánea anglosajona (Adele, Lady Gaga, The Killers, etc.) con los 60 españoles, el Price, etc.

Portada Bikinis Amazon

 

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Psicodelia en la cultura visual de la era beat (1962-1972)

Psicodelia CdBAAyer por fin conseguí ver la exposición Psicodelia en la cultura visual de la era beat (1962-1972) en el Círculo de Bellas Artes. Lo había intentado dos veces antes y no pude. La última vez fue el lunes, aprovechando la presentación del libro de Esteban Hernández «El tiempo pervertido«. Pero los lunes las exposiciones del Círculo están cerradas.

La nueva intentona fue a raíz de la presentación del libro «La llama» de Leonard Cohen, traducido por Alberto Manzano, en Blanquerna. Al igual que el lunes llegué al Círculo una hora antes de la presentación. Y esta vez sí pude disfrutar.

La exposición me impactó. Vi los discos de mi infancia, adolescencia y juventud. Los tuve casi todos. Y descubrí con alegría que Los Bravos y Los Brincos habían llegado a Checoslovaquia. Porque la muestra esta comisariada por Zdenek Primus, historiador checo de Arte.

Brincos Bravos

De Bravos nos encontramos el LP «Black Is Black» al lado del «Contrabando» de Brincos (portada de Iván Zulueta). De Brincos hay dos más, el segundo LP y el «Mundo, demonio y carne«.

Tener a un historiador de arte significa que la base de Psicodelia en la cultura visual de la era beat (1962-1972) es el maravilloso grafismo que se desarrolló tanto en portadas como carteles de conciertos (especialmente acertados -y crearon escuela- los desarrollados en San Francisco anunciando las actuaciones en el Avalon, Winterland o Fillmore). Es muy interesante observar la evolución de los primeros pósters de los conciertos del Avalon a los más elaborados del Fillmore.

Primeros carteles

Otro aspecto a destacar de los carteles es ver la programación que anunciaban: como las nuevas bandas de la bahía de San Francisco alternaban en los escenarios con las leyendas del blues y del rhythm & blues como Big Mama Thornton, Bo Diddley, James Cotton, etc. Y también con las nuevas bandas de blues (blanco) que se estaban formando (Butterfield Blues Band, Blues Project, Janis Joplin con Big Brother & The Holding Company, etc.).

También hay clásicos como el póster de Zappa en el retrete, que adornó mi habitación para horror de mi madre. Respiró aliviada cuando lo quite. Y se preocupó mucho más cuando lo reemplacé por uno de Bowie (el de «Hunky Dory«).

Zappa

Psicodelia en la cultura visual de la era beat (1962-1972) está en la Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes hasta el 20 de enero de 2019. Altamente recomendable. Y les dejo con un texto del programa:

«Como dijo Paul Kantner, de Jefferson Airplane, la música rock significó para toda una generación una nueva forma de comunicación, que transformó la mentalidad de los jóvenes y su forma de percibir la vida. A través de elementos procedentes del mundo de la música y de la escena alternativa, esta muestra intenta evocar el espíritu que impulsó a gran parte de una generación que, a través de su aspecto, preferencias musicales y, en cierta medida, actitud política, denunciaba y rechazaba las convenciones imperantes y que encontró en la música una vía de escape.»

 

 

 

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Sanzol dirige «Luces de bohemia» de Valle-Inclán

El gran Alfredo Sanzol dirige el montaje de la versión completa de «Luces de bohemia» de Ramon María del Valle-Inclán en el Teatro María Guerrero. Recordemos que esta obra teatral se publicó primero por entregas semanales en 1920 (en la revista España). Cuatro años después se editó la versión definitiva con tres escenas más. La obra, que inauguraba un nuevo género teatral –el esperpento– no se estrenó hasta 1963. ¡En París! En España no se vio hasta el otoño de 1970. Dirigida por José Tamayo se representó primero en Valencia. En Madrid la vimos un año después en el Bellas Artes con Carlos Lemos y Agustín González (el hermano del bajista de Los Brincos) en los papeles de Max Estrella y Don Latino. No se volvió a representar hasta 1981 en Sevilla por Teatro Estudio de Sevilla (TES) y se repuso en 1982 además de en Sevilla en otras ciudades andaluzas ese mismo año y el siguiente. Lluis Pasqual en 1984 repuso la obra. La compañía Ur Teatro hizo su versión en 2002. En 2012 el Centro Dramático Nacional (CDN) bajo la dirección de Lluis Homar presenta su montaje. Y así llegamos a 2018 con Alfredo Sanzol dirigiendo esta nueva producción del CDN.

El elenco de actores es sencillamente impresionante (algunos realizan varios papeles: son 16 interpretes para 40 personajes). Son cercanos, directos, no sobreactúan, transmiten rotundamente el texto y se hacen con el personaje que representan. Mantienen la tensión durante las dos horas y cuarto que dura la función. Y en un elemento importante de la escenografía mantienen un trasiego constante modificando los atrezos del decorado. Este truco proporciona un dinamismo adicional a la obra.

Sanzol en un artículo del gran Marcos Ordoñez en El País decía: “Vuelvo a leer esta obra y no envejece: es como si cada vez sacara a la luz vicios de fábrica del funcionamiento del país. Su esencia se repite por encima de las épocas. Formalmente es prodigiosa: parece escrita ayer. Hay un anhelo modernísimo de simultaneidad, de abarcar muchos espacios e historias a lo largo de un breve tiempo. Decir que es cinematográfica es una obviedad, pero muy cierta. Y el gusto de Valle por jugar con el lenguaje es un placer de dioses. Yo la veo como una obra muy céltica: cuanto más la releo, más se me conecta la noche de Max Estrella con la de Leopold Bloom en el «Ulises» de Joyce”.

Jorge Bedoya toca el piano sobre poemas de Valle y Rubén Darío.

Anoche la estuvimos viendo (día del espectador) y salimos encantados. Altamente recomendable.

Luces de bohemia

 

 

 

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