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Un siglo de canciones 42: “L’estaca” (por Gustavo Sierra)

2 de noviembre de 2009

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L’avi Siset em parlava

de bon matí al portal

mentre el sol esperàvem

i els carros vèiem passar.

Siset, que no veus l’estaca

on estem tots lligats?

Si no podem desfer-nos-en

mai no podrem caminar!

Si estirem tots, ella caurà

i molt de temps no pot durar,

segur que tomba, tomba, tomba

ben corcada deu ser ja.

Si jo l’estiro fort per aquí

i tu l’estires fort per allà,

segur que tomba, tomba, tomba,

i ens podrem alliberar.

Però, Siset, fa molt temps ja,

les mans se’m van escorxant,

i quan la força se me’n va

ella és més ampla i més gran.

Ben cert sé que està podrida

però és que, Siset, pesa tant,

que a cops la força m’oblida.

Torna’m a dir el teu cant:

L’avi Siset ja no diu res,

mal vent que se l’emportà,

ell qui sap cap a quin indret

i jo a sota el portal.

I mentre passen els nous vailets

estiro el coll per cantar

el darrer cant d’en Siset,

el darrer que em va ensenyar.

El abuelo Siset me hablaba,/ de madrugada en el portal,/ mientras el Sol esperábamos/ y los carros veíamos pasar.// Siset: ¿No ves la estaca a la que todos estamos atados? Si no podemos librarnos de ella, nunca podremos caminar.// Si tiramos todos ella caerá y mucho tiempo no puede durar. Seguro que cae, cae, cae/ bien podrida debe estar ya.// Si yo tiro fuerte por aquí/ y tú tiras por allá,/ seguro que cae, cae, cae,/ y nos podremos liberar.// Pero, Siset, ya hace mucho tiempo,/ las manos se me van desollando,/ y cuando la fuerza se me va/ ella es más ancha y más grande.// Bien cierto que sé que está podrida,/ pero es que, Siset, pesa tanto/ que a veces la fuerza me abandona./ Vuelve a decirme tu canto.// Si tiramos… // El abuelo Siset ya no dice nada,/ mal viento que se lo llevó,/ él sabe hacia qué dirección,/ y yo bajo el portal.// Y mientras pasan los nuevos muchachos/ estiro el cuello para cantar/ el último canto de Siset,/ la última cosa que me enseñó.// Si tiramos…

No sería exagerado decir, con el debido respeto y permiso a Quico Pi de la Serra, Raimon, Maria del Mar Bonet…, que Lluís Llach es, dentro, tanto de los cantautores catalanes como españoles, el gran compositor, si acaso compitiendo en este aspecto con Pi de la Serra. En mi opinión, fue Lluís el que trajo esa otra dimensión del cantautor a España: el compositor, sin despreciar por ello la labor del propio Quico, Hilario Camacho, Bibiano Morón o Pedro Ruy-Blas entre otros.

Mientras que la mayoría de los cantautores llegan a la canción mediante la letra, es decir, el contenido, para Llach fue al revés, por la forma, por la música. Pero claro, como cantautor, la mayoría de las veces es recordado por la letra y no por la música, razón ésta por la que, personalmente, considero que Llach ha sido el auténtico renovador de la música popular española en lo tocante a la melodía. Pero volvamos al principio.

Lluís Llach era el hijo de un médico perteneciente a la burguesía liberal catalana, de ahí le venían sus ideas de inspiración republicana y catalanista que plasmó en sus canciones. Se convirtió en el “juez nº 16” del colectivo Els Setze Jutges, cerrando así la lista de cantautores catalanes que formaron parte del colectivo.

En 1968, dentro del colectivo, Llach publica su 3er EP, formado por “Cop De Destral”, “Canço Sense Fi”, “Per Un Tros Del Teu Cos” y “L’estaca”, que es precisamente de la que vamos a hablar.

A Lluís siempre le sorprendió la facilidad con la que el gobernador civil de Barcelona autorizó la grabación y difusión del texto, a la vez que la rapidez con la que pasó a ser una de las canciones más prohibidas en toda la geografía española, pasando su autor a ser uno de los más perseguidos por la policía del régimen, cosa que le forzó a su exilio “voluntario”.

Si tomamos el texto y su contenido literal, podría pasar por una especie de relato rural centrado en el diálogo de un abuelo payès y su nieto, y quizás esto fuera lo que leyó el gobernador  civil de Barcelona, y probablemente gran parte del público.

Parece ser, si hacemos caso a lo que José Ramón Pardo dice en la serie documental “La tierra de las mil músicas” (que en el asunto de la canción de autor parecía tener Luqui más buenas intenciones que informaciones) que el público se dio cuenta de lo que estaba cantando en un concierto, el primero en el que la cantara, y es que uno no puede estar cantando junto a cientos de personas “Segur que tomba” y no darse cuenta. Es en ese preciso instante cuando el gobernador se arrepiente y cae del burro; y es entonces cuando a Llach comienzan a lloverle las prohibiciones: conciertos no autorizados en cualquier lugar de España, vetado en televisión, sus canciones como “no radiables”… Así que Llach se pira a París, donde convive con otros artistas, y en donde cosecha un gran éxito tanto entre el público español exiliado o emigrado como en el francés… A partir de ese momento, Llach comienza a ser conocido internacionalmente.

En 1974, con el llamado –o mal-llamado- y exiguo “espíritu del 12 de febrero”, por el cual el régimen pretendía mostrar ciertas buenas intenciones con los disidentes, Llach no sólo parece poder volver a su tierra, sino además -¡sorpresa!- se le consiente participar en un programa de televisión con un directo en el espacio “A su aire”, en el que también apareció Serrat en su regreso del silencio impuesto por el affair eurovisivo. No es la única sorpresa que Llach encuentra: ¡le permiten cantar “L’estaca”!

Desde que las autoridades se dieron cuenta del significado real de la canción, cerca de 1968, la interpretación y radio-difusión de “L’estaca” estaba prohibida: en cada recital, Lluís expresaba su descontento por esta prohibición debido a “circunstancias que ya conocemos”, y al menos en una ocasión, durante la grabación del directo en 1972 de “Ara i aquí”, Lluís premia a su audiencia con una versión instrumental del tema al que el público puso letra. Desconozco cómo acaba la historia, pero seguramente, y a pesar de que Lluís cumplió, porque no la cantó, obtendría su multita correspondiente por “alteración del orden público”. De esa manera, cuando en 1974, en el transcurso de ese recital, tal y como podemos apreciar en la película documental La revolta permanent, Lluís se dirige a su audiencia para decirles que le han permitido cantarla, pero que como no quiere participar en estas cosas raras que pasan hoy, vendiendo una falsa apariencia de normalidad ¿democrática?, “me vais a permitir que no la cante”.

Franco se muere, comienzan los avances y retrocesos de la transición, pero ni para Lluís ni para el resto de sus compañeros (incluidos visitantes latinoamericanos, estadounidenses y portugueses) esto es una garantía de trabajo: prohibiciones totales del recital, a veces a última hora; acción calculada de grupos ultras a sueldo de la policía y de otros organismos, a veces disfrazados de militantes de extrema-izquierda; multas por “escándalo” y “alteración del orden público”… La revista humorística Hermano Lobo muestra en una viñeta una nota de protesta contra las prohibiciones que sufre el cantante catalán.

hermano lobo

Para Lluís, una de las cosas más importantes que le ha pasado, ha sido ver como “L’estaca” se convierte en una canción popular no sólo catalana, no sólo española, sino universal: versiones en griego, en alemán, en portugués, en vasco (Gorka Knorr), en occitano, en sardo, en francés, en inglés… Llegando a convertirse, en su versión polaca, en el himno del sindicato Solidaridad.

De esta manera, “L’estaca”, esa canción metafórica a ritmo de vals, se convirtió en parte de la literatura universal, muy a pesar de algunos…

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