El Real Madrid se impuso 5-3 al Al-Hilal en la final del Mundial de Clubes. Una final de récords (goles, títulos) y marcas personales. Nunca antes se habían marcado tantos goles en esta final (descuento cuando el torneo origina se denominaba Copa Intercontinental y se jugaba a dos partidos, el de ida y el de vuelta). El Madrid consigue su octavo entorchado universal. Con este título Florentino Pérez iguala como presidente los 31 de Santiago Bernabéu. Benzema logra su vigésimo cuarto trofeo y se queda a tan solo uno de Marcelo. Kroos se convierte en el jugador con mejor registro de la competición: ha ganado todos los partidos jugados (semis y finales) y a los cinco Mundiales con el Madrid hay que añadir uno más con el Bayern. Ancelotti logra su noveno título desde el banquillo blanco y se coloca en tercera posición tras Zidane (11) y Miguel Múñoz (14). Fede Valverde, con sus dos goles de ayer, aseguró la continuidad del mister italiano (recuerden eso del «si no marca más de 10 goles rompo mi carné de entrenador»).
Centrándonos en el partido si nos ceñimos a los parciales de ambas mitades, 2-1 y 3-2, tendremos una imagen distorsionada de la final. La superioridad blanca fue manifiesta, no reflejada en esos dos marcadores apretados. Los mejores minutos del Madrid fueron los 20 primeros con dos golazos: el 1-0 de Vinicius (min. 12) y el 2-0 de Fede Valverde (min. 17). Luego vino una concatenación de factores. Dos: el equipo levantó el pie del acelerador y Ramón Díaz, el técnico de los saudíes, modificó su dibujo táctico y pasó a jugar con un 4-1-4-1. Con Marega de único punta desplazado a la banda de Camavinga. Nuestros centrales se quedaron sin referencia. A esto sumemos un despiste defensivo y nos encontramos con el primer gol rival. Marega se plantó delante de Lunin a quien batió contando con su colaboración. Se la tragó por debajo de su cuerpo. En realidad, los tres goles encajados son culpa nuestra. No es por quitar méritos al rival pero es así. De hecho este primer gol es el único en el que pueden ponerse una medalla. Aunque la media vuelta de Vietto en uno de sus dos goles no debe pasar desapercibida. En cambio los cinco goles del Madrid fueron golazos. Los dos dobletes de Vini y Valverde más el de Benzema. En el primero del brasileño la participación de Benzema fue decisiva. Y en el tanto del francés lo fue Vini.
La alegría del triunfo, la superioridad demostrada en el torneo -no olvidemos que el Al-Hilal venía de tumbar al Flamengo vigente campeón de la Libertadores-, no debe ocultar nuestra debilidad defensiva. A mi me preocupa bastante. Y como siempre digo el sistema defensivo no solo es labor de los defensas. Implica a todo el equipo, empezando por los delanteros. Teniendo en cuenta los partidos de eliminatorias que se nos avecinan, en Copa (Barça) y Champions (Liverpool), encajar tantos goles es alarmante.
Para terminar recordar el excelente partido de Vinicius y Fede Valverde, Balón de Oro y Plata respectivamente de este Mundial.
Estoy encantado con la reacción recibida a mi texto sobre Pelé para Voz Pópuli. Recomiendo que lo lean ahí, porque va con video y en redacción arreglaron estupendamente mi artículo, incluyendo encabezados a los párrafos de cada hito de Pelé (creo que se llaman «ladillos»). A continuación hago un copia y pega del Word para facilitar la lectura a quien no quiera pinchar en el enlace:
Los hitos de Pelé que cambiaron para siempre la historia del fútbol
O Rei ha muerto, larga vida al rey. Pelé, el futbolista, la persona, el símbolo, nos ha dejado. Su legado permanece.
Es difícil escribir sobre Pelé desde España y por extensión desde Europa. En sus tiempos de gloria, poco más de dos décadas, la televisión no tenía el peso de hoy en día. Primaban las retransmisiones por radio de los partidos y las crónicas en prensa. Tan solo en su tercer Mundial, México 1970, pudimos admirarlo en todo su esplendor. Y los privilegiados lo disfrutamos en color. Porque fue el primero en emitirse integro en directo y en color (en Suiza 1954 se televisaron siete partidos y supuso la creación de Eurovisión entre un puñado de países para cubrir a sus combinados nacionales). Hemos visto a Pelé en filmaciones (tanto en blanco y negro como color), pero pocos partidos completos. A España vino tres veces de gira con su club, el Santos, y jugó un partido con la selección brasileña. Un total de 16 partidos amistosos (que no oficiales), entre 1959 y 1974, con un balance de ocho victorias, seis derrotas y dos empates. En esos 16 encuentros anotó 17 goles. Un aspecto para destacar era que por contrato el Santos recibía una cantidad si jugaba sin Pelé y el doble si lo alineaban. En esto también fue precursor.
Cuando en el párrafo anterior mencionaba “su tercer Mundial” me refería al tercero que ganó Pelé (de los cuatro que disputó) y en este caso levantó la copa como capitán de la selección de Brasil. Este es uno de los hitos por los que se recordará a Pelé: es el único jugador en haber ganado tres Copas del Mundo.
No solo es el único con tres Mundiales a sus espaldas, con participaciones decisivas, también tenemos otras aportaciones relevantes. Algunas que tuvieron influencia directa en el juego y su reglamentación. Entre las primeras esta la paradinha. Fue el primero en lanzar así los penaltis. Y se extendió hasta nuestros días hasta que cambiaron la norma. Ahora solo se puede hacer antes de iniciar la carrera. De hacerla en carrera se castiga con tarjeta amarilla y tiro libre en contra.
La cacería a Pelé era una constante de las defensas de la época. El cénit se alcanzó durante el Mundial de Inglaterra en 1966. En el primer partido la defensa búlgara le machacó y en el tercero la Portugal del gran Eusebio lo retiró del campo. Brasil, la entonces vigente campeona, quedaba eliminada y Pelé, lesionado, anunció su retirada de la selección. A raíz de esto los dirigentes del fútbol mundial implementaron el sistema de tarjetas para proteger a los grandes jugadores de las patadas sin ton ni son. Las figuras lesionadas perjudicaban el espectáculo y por tanto al negocio. Se iniciaba así una nueva época del fútbol. Las tarjetas, amarillas y rojas, se estrenaron en el Mundial de México 70, en el que Pelé retornó a su selección. La de Brasil en ese Mundial de 1970 es considerada la mejor de todos los tiempos. Curiosamente esta cacería a Pelé se originó en su país en un partido amistoso (ni más ni menos). Su convocatoria para la selección para la disputa del Suecia 1958 levantó ampollas. Por su corta edad y por dejar fuera de la lista a la estrella del Corinthians. La afición se dividió y para crear un buen clima, sin haber superado aun el trauma del Maracanazo del Brasil 1950, se decidió organizar un partido de confraternización entre la canarinha y el Corinthians. Los defensas del Timao fueron a por Pelé. Quisieron lesionarlo para sacarle de la selección y forzar así la llamada de su compañero, estrella del equipo. Consiguieron en parte su objetivo: se cargaron a Pelé, pero no lo sacaron del combinado dirigido por El gordoFeola. El astro en ciernes viajó tocado y no debutó hasta el tercer partido. Dicen que fueron los veteranos quienes convencieron a Feola para que alinease al joven Pelé. Debutó anotando y se convirtió en el jugador más joven en marcar un gol en un Mundial, con 17 años, 7 meses y 8 días. Un hito que se mantiene vigente. A este primer gol siguió un hat-trick en el siguiente y dos en la final que ganaron al equipo anfitrión. En Chile 1962, donde Brasil revalidó su título, también se cargaron a Pelé que solamente disputó los dos primeros partidos. Recuerden que FIFA no creó las reglas de sustitución hasta la Copa del Mundo de 1970. Ese México 70 vivió las novedades de las tarjetas y los cambios, reflejo de la influencia de Pelé en el juego y sus reglas.
El peso de la camiseta con el número 10 también corresponde a Pelé. Y nació fruto de la casualidad. Cuando Feola, a través de la federación brasileña, mandó a los organizadores del Suecia 1958 su lista de jugadores por el Mundial lo hizo sin especificar la numeración de los dorsales. Los suecos asignaron los números por el orden según aparecían en la carta. De arriba abajo. Y Pelé ocupaba el décimo puesto. Hoy en día llevar el 10 a la espalda es sinónimo de figura.
Pelé fue hábil en popularizar sus logros. Empezó la cuenta atrás hasta su gol 1.000. Cuando se alcanzaron esos mil goles la noticia dio la vuelta al mundo. Recuerdo a Puskás comentar que Pelé contaba cada tanto marcado en partidos oficiales y amistosos, y él nunca lo hizo. La leyenda húngara del Real Madrid llevaba razón. En 1995 IFFHS (International Federation of Football History and Statistics) y FIFA hicieron justicia y nombraron a Cañoncito Puskás como el máximo goleador del siglo (se sobreentiende que del siglo XX). Sirva este ejemplo de cómo la maquinaria de Pelé también funcionaba con maestría en el ámbito de la promoción publicitaria. En esto también fue precursor. La foto de Pelé con Puskás me maravilla. Se tomó en Madrid en junio de 1959 (durante la primera gira del Santos, en las que el Madrid vistió de azul por deferencia con el equipo visitante; se impuso 5-3 el Madrid en lo que fue el partido homenaje a Miguel Muñoz que se retiraba).
La marca Pelé fue decisiva para la implantación del fútbol en Estados Unidos. En 1974 jugaba su última temporada en su club de siempre, el Santos. Nacido en 1940 ingresó en las categorías inferiores del club debutando con el primer equipo en septiembre de 1956 frente al Corinthians, en un amistoso, en el que anotó su primer gol. Con Santos ganó seis de los ocho Brasileiraos del club, cinco de ellos consecutivos. A esta media docena de campeonatos nacionales hay que añadir 10 torneos paulistas (solo compiten los equipos del estado de Sao Paulo) y cuatro copas Rio-Sao Paulo (disputadas por los mejores clubes cariocas y paulistas). Sumen dos Libertadores y dos Intercontinentales. Además de numerosos galardones individuales como mejor jugador, máximo goleador, etc. Su trayectoria en el Santos se puede resumir en este dato: 643 goles en 659 partidos oficiales (con la selección fueron 77 tantos en 92 encuentros). Su idea original era abandonar el fútbol profesional de alta competición. Una suculenta oferta para fichar por el Cosmos de Nueva York (1975-1977) lo devolvió a los campos de juego. En su momento representó el contrato más elevado de la historia para un futbolista.
El Cosmos fue fundado por los hermanos Ertegun, a la sazón responsables de la discográfica Atlantic Records que acababan de vender al grupo Warner. Ahmet, el hermano pequeño, socio fundador que permanecía en Atlantic, había incorporado a su hermano mayor Nesuhi a Atlantic después de la marcha de uno de los fundadores. Cuenta la leyenda que Steve Ross, presidente de Warner, insistió en que los Ertegun permaneciesen en la estructura de Warner tras la adquisición. Ahmet continuaría presidiendo Atlantic y Nesuhi se haría carga de la recién creada división internacional de WEA (Warner, Elektra y Atlantic, las tres compañías que formaban el grupo discográfico). La cuestión se zanjó cuando Ross preguntó que querían para quedarse. La respuesta recibida fue que querían montar un club de fútbol. Así nació el Cosmos. La pasión por el fútbol de los hermanos Ertegun, como la de la música, surgió en Londres, en su juventud, donde su padre ejerció de embajador de Turquía. A Estados Unidos llegaron cuando su progenitor se hizo cargo de la embajada en Washington. El Cosmos, fundado en 1970, no arrancaba en ventas. Sus taquillas eran escasas. Y eso que en 1972 se impusieron en la liga estadounidense. La media de espectadores era de 4.000 por partido. La llegada de Pelé dio un vuelco a la situación. La cifra media se multiplicó por 10 y hubo partidos en los que se superaron los 70.000 espectadores. Lo sorprendente es que este impacto no se tradujo al mercado televisivo. Los ratings apenas superaban el 2,5%, dato muy bajo de audiencia especialmente para el primer mercado televisivo del país (junto a Los Ángeles). Esto auguraba problemas económicos (como así sucedió y se acentuarían tras la retirada de Pelé al descender los ingresos por taquilla). El alto salario de Pelé se distribuyó entre todas las divisiones del grupo Warner. Mientras tanto la marca Pelé funcionaba a pleno rendimiento con patrocinadores, merchandising y anuncios. Cuando conocí a Pelé, a mediados de los 80 en su ático de Manhattan, se sorprendió al conocer el rechazo de Santiago Bernabéu a la televisión y a que los jugadores hiciesen anuncios. Se tronchó con la historia del anuncio de las medias de mujer y las piernas de Di Stéfano. Cierto es que el provocador concepto era avanzado para la época. Nos había invitado a comer a su casa para agasajar a su amigo Raimundo Fagner, cantautor brasileño, quien estaba grabando en la ciudad. Fagner además de amigo mío era artista de CBS, la discográfica para la que yo trabajaba en Nueva York. Era de las primeras veces, si no fue la primera, que mi esposa y yo comimos sushi. Nos aficionamos. Pelé en esos momentos era vicepresidente de Comunicación del Cosmos. Un par de días después nos invitó a un cóctel corporativo del grupo Warner. Y me presentó a los Ertegun. Un inciso: CBS y WEA eran las grandes rivales en el mercado discográfico. A los hermanos Ertegun, especialmente a Ahmet, solo les interesaba conocer historias y anécdotas de Di Stéfano. Sabían a través de Pelé que mis padres eran compadres de los Di Stéfano (y también de los Santamaría, a quien Pelé tenía un gran respeto como defensa central).
Para llegar al Cosmos hubo que superar obstáculos políticos. La dictadura brasileña (1964-1985) llevaba 10 años en el poder. No querían que Pelé saliese del país y pretendían que volviese a la selección para el Mundial de 1974 en Alemania. Steve Ross recurrió a los servicios del ministro de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, su amigo Henry Kissinger, fan del fútbol y admirador de Pelé. Kissinger era un experto en dictaduras latinoamericanas (había promovido varias). Su intervención allanó las dificultades con las autoridades brasileñas.
Otro aspecto nada baladí es el racial. Pelé fue el primer ídolo mundial de etnia negra del fútbol. Su calidad humana y excelencia deportiva rompió todas las barreras y prejuicios. Y despejó el camino para muchos jugadores…
Cuando me preguntan cuál o cuáles son los mejores goles de la historia siempre responde lo mismo: el que no fue. Lo elijo por la genialidad de la acción, no por su finalización. El protagonista no fue otro que Pelé. Sucedió en México 70 en un encuentro que enfrentó a Brasil con Uruguay y que ha pasado a la historia. Tostao avanzó desde la divisoria de ambos campos y filtró un pase a Pelé. El prodigioso delantero, que remataba y jugaba con las dos piernas, llegó corriendo y no tocó la pelota. Amagó y engaño al portero charrúa en su salida desesperada al balcón del área (donde no puede usar las manos). Mazurkiewicz, el guardameta, se escoró hacia la izquierda siguiendo a Pelé mientras la pelota continuó su trayectoria hacia la derecha. Superado el portero por el delantero y la pelota, Pelé rectificó su dirección y fue a buscar el balón. Una vez alcanzado disparó en diagonal buscando el palo largo, por el hueco entre un defensa que corría a cubrir la línea de gol, otro que se incorporaba a la jugada y Mazurkiewicz que intentaba recuperar la posición. El problema es que el balón salió rozando el poste. Comentando la jugada con Pelé me comentó, con la mejor de sus sonrisas: “Nos habría gustado más si hubiese entrado”.
Uno de los mantras del PP y sus medios afines es la presunta irrelevancia internacional de España. Parecería que lo relevante es poner los pies encima de la mesa en el rancho del presidente Bush (hijo), meternos en la guerra de Irak por unas inexistentes armas de destrucción masiva o llamar a los directores de los medios españoles y a los corresponsales extranjeros para decir que «ha sido ETA» en ref. a los atentados del 11-M (Aznar). Otro hecho internacional relevante podría ser el viaje en Falcon de Rajoy y sus amigos a Kiev para ver la final de la Eurocopa 2012 (se gastaron una fortuna en catering).
Estos días hemos conocido la espectacular noticia que nuestro presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha sido invitado por su homólogo alemán para asistir a la reunión del consejo de ministros de Alemania. No recuerdo precedentes. Y mucho menos que una potencia económica tenga esta deferencia con un estado digamos de menor rango de renta. Es una noticia espectacular, convenientemente silenciada por los medios de la caverna. Porque el objetivo, golpista, es tumbar a Sánchez como sea. Y aupar a Feijóo, como antes lo fue elevar a Casado. De momento el canciller Scholz apuesta por Sánchez como salvador de la crisis energética alemana. Mientras Sánchez intenta resolver problemas aquí y ahí, nuestro PP intenta crearlos aquí y allá (el ejemplo de las trabas para que España no recibiese fondos europeos es obvio).
¿El indudable éxito de la cumbre de la OTAN del pasado junio también es irrelevante? Como debió de ser el éxito de la cumbre que Feijóo se vio forzado a felicitar al gobierno de coalición. Han sido sus únicas palabras positivas respecto a Pedro Sánchez y su equipo gubernamental. La cumbre anterior se remonta a 1997 con Aznar en La Moncloa. Fue una reunión sin más. Nada que destacar. Ni para bien ni para mal. Con la perspectiva que da el tiempo, y comparando con la reciente, me atrevo a decir que aquella fue una oportunidad desaprovechada.
Una rápida y breve reflexión me lleva a la siguiente conclusión: ninguno de los grandes eventos internacionales de éxito celebrados en España han tenido al PP como protagonista. Me refiero a los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, la Expo de Sevilla 92 o la cumbre de la OTAN de 2022. También podría incluir la final de la Copa Libertadores (partido de vuelta) entre Boca Juniors y River Plate. Un encuentrito de muy alto riesgo que fue imposible celebrar en Buenos Aires. Y Madrid surgió como solución. En la alcaldía estaba Manuela Carmena. La única experiencia del PP se saldó con un fracaso: Madrid Capital Europea de la Cultura 1992, siendo Álvarez del Manzano alcalde (la concesión se produjo durante el mandato del socialista Juan Barranco). Resultó ser un ejercicio de caspa a más no poder. Y devaluó la imagen de la capital respecto a Barcelona y Sevilla.
¡No quiero el pasillo del Atlético de Madrid! El pasillo si se hace, se hace. Sin más explicaciones. No hacerlo da lugar a justificaciones para excusar actitudes antideportivas. Malo si hay que recurrir a explicar lo inexplicable.
El Atleti ha inventado el comunicado no oficial pero publicable, para inventarse razones y conceptos psicológicos de lo más infantiles. Una argentinada. Simeone habló en rueda de prensa de «su gente». ¿Qué gente? ¿Se refiere a los ultras rojiblancos? Me temo que sí. Esos mismos que suspendieron un entrenamiento del Atleti para pedir explicaciones. Los que se citaban con las aficiones rivales para pegarse (con el saldo de dos muertos en los últimos años del Calderón). En su Argentina natal los llaman Barras bravas. Y han provocado que los seguidores de los equipos visitantes no puedan acudir a los estadios de los equipos que juegan de locales (creo que esta norma hoy en día solo es aplicable para los clubes de Buenos Aires). ¿No recuerdan que el partido final de la Libertadores (la Champions sudamericana) entre Boca Juniors y River Plate tuvo que jugarse en Madrid. Porque nadie garantizaba la paz y convivencia en BBAA. Se jugó en el Bernabéu.
Asumo que la afición atlética estará dividida al respecto del pasillo. Y que probablemente una mayoría lo vea con malos ojos. El antimadridismo imperante entre ellos nubla su razonamiento. Se impone el corazón. Y esto también es fútbol. Porque los sentimientos y las emociones conforman eso que conocemos como la pasión del fútbol. De todas formas esto del pasillo es una decisión de club, no de encuestas o referéndums. Y el Atlético de Madrid no es propiedad de sus socios. Es la familia Gil y GIl quien controla la mayoría de las acciones…
Cada vez me gustan más las chicas del Real Madrid. Me declaro oficialmente fan del Madrid femenino. Del primer equipo veo todos los partidos. Del Castilla, el Juvenil A y las chicas casi todos.
El Real Madrid femenino cada vez tiene más empaque. Ha acortado distancias respecto al Atlético de Madrid y aún le separa una distancia del Barça, el mejor equipo femenino del país. Todo se andará.
Ayer derrotaron brillantemente, por 3-1, al Valencia. La sueca Asllani con sus tres goles puso fin a su sequía goleadora. Anotó uno más, pero fue anulado. La delantera centro entra en la historia del club al ser la primera en marcar un hat-trick. También ha logrado el hat-trick más rápido de la historia del fútbol femenino. Entre el primer y el tercer gol transcurrieron 154 segundos.
Además de Asllani me gustaría destacar a la extremo Marta Cardona. A sus 25 años la zaragozana, en su primera temporada como jugadora blanca, acumula experiencia en varios equipos. Desde su Zaragoza pasó al Levante y de ahí a la Real Sociedad. Me gusta su velocidad, capacidad de desborde y la inteligencia de su juego. Siempre busca la solución más sencilla y efectiva. Y tiene gol. La paraguaya Jessica Martínez (21 años) también atesora alguna de estas cualidades, aunque últimamente está más apagada. Con 17 años fue campeona de la Libertadores en 2016 con el Club Sportivo Limpeño (jugó la final de titular).
Habrán observado que he guardado un respetuoso silencio sobre el fallecimiento de Maradona. Lo rompo para solidarizarme con la postura de Paula Dapena. No solo por estar de acuerdo con ella, también por los tremendos ataques que ha recibido en redes sociales por mostrar públicamente su postura. Desde amenazas de muerte hasta insultos, que van desde la inocente demagogia de la goleada que sufrió su equipo hasta el burdo juego de palabras con su apellido. Habrá gente que se preguntará por qué me sorprendo. Dirán que es algo habitual en las redes. Son los haters. Pues no, no hay que dar por sentada esta premisa. No podemos ni debemos acostumbrarnos a los odiadores profesionales. Que no dejan de ser similares a los matones de la vida real. En el planeta fútbol son los hooligans y las barras bravas, por ceñirnos al país de Maradona (los mismos que impidieron la celebración del partido final de la Libertadores en Buenos Aires, trasladada a Madrid, o protagonizaron los incidentes en el velatorio de Maradona).
Entiendo que Argentina y Nápoles lloren su fallecimiento, porque sus triunfos llegaron jugando en esa selección y en ese club (el único con el que ganó títulos importantes). También entiendo que nos afecte a los madridistas, no en vano su paso por el Barça, nuestro acérrimo rival, fue un fracaso. Ninguna Liga, ninguna Copa de Europa (torneo que nunca ganó) y no logró ser el máximo goleador de nuestra Liga. Tan solo me pregunto que pasará cuando fallezcan futbolistas como Pelé o Beckenbauer, con mejor palmarés que el del argentino. O Kevin Keegan, cuya gesta al frente del Hamburgo podría ser comparable a la del Nápoles y además ganó una Copa de Europa (Liverpool) y dos Balones de Oro.
No soy quien para juzgar la vida de nadie, bastante tenemos con las propias. Pero si me atrevo a decir que en el caso de figuras públicas sus vidas también lo son. ¿Por qué exigirle más a Maradona que a Víctor Hugo, Pablo Picasso o John Lennon? Por citar a tres primeros espadas de otras especialidades. Aunque parezca una contradicción esto no supone una crítica a Paula Dapena ni que mi apoyo decaiga. Entiendo su postura ante la desmedida reacción de los estamentos del fútbol. Y su reacción responde a las (afortunadamente) nuevas sensibilidades de nuestra sociedad, que no son las mismas que en las épocas de los anteriormente mencionadas. Y eso que Lennon es autor de un pionero y excelente himno feminista «Woman Is The Nigger Of The World«, que le redime de sus pecados.
Un Real Madrid-Real Sociedad es siempre atractivo a priori. La Real llegaba en puestos europeos y el Madrid estaba obligado por la victoria culé en Leganés. La atención, al menos en mi tribuna, estaba dividida en tres frentes: nuestro partido, la final de la Libertadores y la semifinal de la Copa Davis. A partir del primer minuto el foco se centró en lo que sucedía sobre el césped del Bernabéu. El toque de atención lo dio Sergio Ramos: en una sobrada tremenda dio un pase atrás a Courtois sin mirar. Willian José, ex del Castilla, no desaprovechó el regalo y anotó el 0-1. Ramos pidió perdón. Nos había puesto el encuentro muy cuesta arriba.
Con el marcador a favor la Real se hizo grande. Ocupaba muy bien los espacios. Nos presionaban arriba. Estaban encima nuestra. Nos maniataban. Llevaban el ritmo del partido. Las dos mejores ocasiones llegaron de sus botas. Dos muy claras, en la misma jugada. Falló «nuestro» Odegaard y también Willian José en el rechace. Lo mejor del Madrid en ataque era llegar, superando las dificultades que nos ponía el rival. En este aspecto destacaron Correcaminos Mendy y Hazard. El lateral era un muro infranqueable en defensa, superaba en velocidad a quien se le pusiese delante… pero el pase final no era el acertado. El belga por su parte encaraba y destilaba clase en cada intervención. Fue un martillo pilón para la defensa realista. Va a más. (Y espero que juegue más en equipo y nos ayude metiendo goles y pasándolos). Las dos oportunidades blancas llegaron en disparos desde fuera del área que Remiro tuvo dificultades en atrapar (de Mendy y Hazard). Y nosotros acusamos la falta de un delantero atento a los rechaces.
El Madrid vio la luz en el 36. Una falta magistralmente botada por Modric fue rematada con todo por Benzema (creo que la dio con el abdomen). Era el empate a uno. El estadio se convirtió en una caldera. La catarsis fue total. Los donostiarras acusaron el golpe y los nuestros volaron. Fueron 10 minutos espectaculares, con los donostiarras encerrados en su campo (no pasaron del circulo central). El aluvión blanco fue total. Se terminaban las jugadas, si se perdía el balón se recuperaba inmediatamente. Ahora quien ejercía la presión era el Madrid. Fueron los mejor minutos blancos del partido.
Al descanso se llegó con el empate a uno. En el intermedio comentábamos la buena noche de fútbol que estábamos disfrutando, el resultado de la Libertadores y lo de Nadal.
Al poco de iniciarse la segunda mitad se movió el marcador. Esta vez fue a nuestro favor. Fede Valverde, cada vez mejor y más asentado, anotaba el 2-1. El zapatazo de Valverde, tras recibir el balón de Modric, parece que dio en Oyarzabal (¿su brazo?). La euforia se desató. Solo que ahora la Real no acusó el golpe y se mantuvo firme. El partido se jugaba de igual a igual. Visto lo visto, y con un resultado corto, me preocupaba no lograr un tercer tanto. La Real podía empatar. Odegaard, de nuevo, pudo haber afinado, pero su remate flojo y sin intención fue centrado a las manos de Courtois. A Rodrygo, de cabeza, le pasó algo parecido en la portería contraria. Estaba solo sin marca. Remiro (a tiro de Benzema) y Courtois se lucieron con dos paradas. Y ese tercer gol, el de la tranquilidad llegó en el 73. Un balón largo a Bale originó un pase del galés a Benzema. El francés de cabeza la cedió atrás a Modric, quien llegaba lanzado. El zurdazo del croata fue un golazo, imparable.
El respetable mostró claramente sus preferencias: despidió con aplausos y coreando su nombre a Rodrygo para inmediatamente silbar a su sustituto, Bale. El galés que solo jugó 25 minutos pareció extenuado los últimos 10. Y una parte del público le pitaba en cada una de sus intervenciones (desde el calentamiento en la banda). Valverde fue despedido con una sonora ovación, con miles de aficionados de pie (entre los cuales me encontraba). Los cambios de Modric por Isco también fueron aplaudidos. Más Modric, que salía y se había lucido en el gol y en las jugadas de los otros dos. La entrada de Kroos fue bien recibida pero quedó tapada por la tremenda ovación a Valverde.
El 3-1 nos dejó muy buenas sensaciones. Parece que los nubarrones van quedando atrás. Y el martes tenemos Champions contra el PSG. Otro test.
El Clásico debe jugarse el día 26 como está previsto. En el Camp Nou a puerta cerrada o en Polonia. Si el Barça (club que opina oficialmente sobre sentencias judiciales) y las autoridades catalanas no son capaces de garantizar el orden y la seguridad de un partido a puerta cerrada, constataremos que se han convertido en un lugar tercermundista. Las consecuencias de esto ya lo vivimos con el partido de vuelta de la Libertadores: no pudo jugarse en Buenos Aires y el partido se trasladó a Madrid. Este cambio de ubicación sentó un precedente, que podría (o debería) aplicarse con el Barça-Real Madrid. ¿Qué mejor escenario que Polonia?
El Estadio Nacional de Varsovia, el mayor del país, tiene una capacidad de 58.500 espectadores y tiene un techo retráctil (esos que tanto gustan a Florentino Pérez). Hay vuelos directos desde Barcelona (3 horas) o con escala (5 horas). Desde Madrid hay que añadir media hora más. Supondría una novedad poder asistir con banderas, camisetas y bufandas madridistas a un Clásico con el Barça como equipo local…
Solari ha salvado el honor del fútbol argentino. Al frente del Real Madrid se ha clasificado para la final del Mundial de Clubes. Los tres goles de Bale dispararon al Madrid frente al Kashima, el rival de la final del año pasado (que nos llevó a la prórroga). De su hat-trick me quedo con el segundo tanto, clara muestra de su compromiso y concentración durante el partido. Un doble fallo garrafal de la defensa y el portero japonés lo aprovechó por estar atento y rápido. Muy rápido. En el sitio justo en el momento adecuado. Este 0-2 del 52 sentenció el partido. El 0-1 al filo del descanso hizo mucho daño. Fue un jugadón entre el galés y Marcelo igual que el 0-3. Benzema también hizo acto de presencia, muy activo durante todo el encuentro.
El honor del fútbol argentino está maltrecho desde hace décadas. Pero este 2018 ha sido especialmente duro. Hicieron el ridículo en el Mundial de Rusia 2018, fueron incapaces de organizar la final de la Libertadores (el primer partido se aplazó ¡por lluvia! aunque no hubo ahogados y el segundo se suspendió y tuvo que jugarse ¡en Madrid!). Para rematar el año el River Plate, campeón de la Libertadores, fue eliminado en los penaltis de la semifinal del Mundialito. Así que el rival del Madrid en la final será el equipo local, Al Ain.
Solari se encuentra ante la oportunidad de su vida. Ganar un título entrenando al Real Madrid (y el primero de su carrera como entrenador profesional). Es el segundo golpe de fortuna en el espacio de un par de meses. Porque el primero fue sentarse en el banquillo del Madrid. ¿Quién le iba a decir hace unos meses que, tras un mediocre paso por el Castilla, se haría cargo del primer equipo y estaría disputando la final del Mundial de Clubes? La tercera consecutiva del Real Madrid.
P.D.: ¿Los que se levantaron admirados por los tres goles de Messi ante el Levante harán lo mismo con Bale? ¿O los elogios solo los guardan para el culé que lleva tres temporadas seguidas sin pisar las semifinales de la Champions?
El partido final de la final de la Libertadores ha sido el peor partido del fin de semana. De la media docena que he visto. Hasta el del Atlético de Madrid fue mejor. Qué ya es decir.
En justicia hay que acotar mi comentario a los 90 minutos, no a la prórroga. Porque sucedieron situaciones excepcionales (expulsión, lesión y la astracanada del meta del equipo perdedor) que nos entretuvieron y dieron un plus de emoción (añadido al habitual de cualquier prórroga).
River Plate (Río Plata) se impuso 3-1 a Boca Juniors (Juveniles Mouth). Los goles muy buenos los cuatro. Lo mejor del partido.
En el 43 Benedetto adelantó a Boca, en jugada individual tras un excelente pase en profundidad de Nández (el jugador que más me gusto). El delantero (decisivo en este trofeo para Boca en su camino hasta la final a doble partido) resolvió el mano a mano con destreza y sangre fría. mucha sangre fría porque Armani, el meta de River, ocupa mucho espacio.
En la segunda mitad vimos otro River. En linea con el equipo que acostumbra a ser: tocando y buscando el hueco. La garra de Boca quedaba en evidencia y se empezó a ver que podrían quedarse en 10. En realidad, se vio desde el primer minuto. Lo de Pablo Pérez en la primera mitad no tiene nombre. Barrios no le fue a la zaga. Al primero, capitán, le cambiaron y al segundo le expulsaron por dos amarillas. Pero no adelantamos acontecimientos. Con un River mandón, desde el inicio de la segunda parte, una buena combinación entre Palacios (dicen que pretendido por el Real Madrid) e Ignacio Fernández encontró a su delantero centro, Pratto. 1-1 en el 67. Un jugadón!!!
La entrada del colombiano Quintero diez minutos antes del empate le dio un empaque y una solidez al juego de River que no había tenido en la primera mitad. Y él se hizo con el partido. Fue decisivo para su equipo.
En el 86 el mencionado Barrios fue expulsado. Boca afrontaba la prórroga con uno menos. A dos minutos del final de los primeros quince minutos del añadido Quintero lograba el 2-1 para River. Un potente disparo desde fuera del área. Me quedé con la sensación que Andrada podría haber hecho algo más. Aunque la potencia del chut era tremenda.
Las desgracias nunca vienen solas: Boca se quedaba en nueve por la lesión de Gago (y habían agotado los cambios). Y comenzó el show de Andrada. Con el empate empezó a quejarse de la pierna (la rodilla, creo). Artimañas, porque luego sacaba sin ningún problema. Faltando seis minutos, desoyendo las indicaciones de su entrenador, se lanzó al ataque. Jugando la pelota, subiendo a rematar córners, etc. En una de estas acometidas épicas de Boca Jara estuvo a punto de empatar (su remate en los instantes finales se estrelló en el palo). En el ultimo córner a favor de Boca llegó el 3-1 de Pity Martínez. Una contra rápida con el meta volcado en el área contraria.