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Las paellas de Osvaldo

Las paellas de Osvaldo Gomariz fueron míticas en el Nueva York de los 80. O nos invitaba cenar a su casa, cuando vivía en el Meat District, o venía a nuestro apartamento a cocinarlas (la mayoría de las veces). También se desplazaba a los pisos de nuestros amistades.

Era una época sin selfies ni móviles, redes sociales, etc. Así que no tenemos muchas fotos. En realidad solo existen las que aparecen aquí. La del encabezado es de una cena para seis en el Upper West Side (calle 81 con Columbus Avenue), en la casa de Leonor Brun (no se pierdan su post  en este blog sobre su experiencia trabajando para Serge Gainsbourg), en la que vivía con su pareja el escritor Laurent Chalumeau. En la siguiente se ve a Osvaldo, portando su creación, y a Laurent. No reconozco ni recuerdo a quien pertenece el torso que les acompaña y que sería el sexto comensal.

De nuestra casa echo en falta fotos de las paellas con Lisa Kramer, otros compañeras/os de CBS, amigos de Naciones Unidas, Leonard Cohen, Raimundo Fagner, etc. Solo tenemos una foto: La Mundana y Osvaldo (con barba) junto a la pintora manchega afincada entonces en NY, Amelia Moreno, y su pareja en aquella época, Bennett Melzak.

Este pasado martes fantaseaba sobre las paellas perdidas del Dakota con John y Yoko. Las que no pudieron ser…

Sobre las actividades culturales en NY de Osvaldo Gomariz, medico y pintor, les recomiendo el post sobre cuando la noche neoyorquina era española. Osvaldo (junto a dos socios) tenía el sitio puntero del underground del Lower East Side de Manhattan, el Gas Station.

Para cerrar, una última foto tomada a principios de los 80 (1981 o 1982) en un ático que Osvaldo alquiló en la zona de finales de la calle Goya. Se había mudado ahí tras su separación de la poetisa argentina Etelvina Astrada, exiliada en Madrid desde 1975. En 1983 Osvaldo se vino a Nueva York con una beca Guggenheim. En la foto, de izquierda a derecha: Etelvina, Rafael Alberti, La Mundana, Mercedes Sosa, Raimundo Fagner (con un cigarrillo en la boca) y Osvaldo. Sentada de espaldas, en el centro, Gloria Fuertes.

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La piscine

69ba0eef-763b-4898-b5a8-e7e22cea14e4La piscina es una característica imprescindible del verano. Cumple diversas funciones. Dos de ellas realmente gozosas, al menos para mí: darse un chapuzón al volver de la playa y ese primer baño de la mañana, mientras esperas que se haga el café o bien después del primer café. La Mundana añadiría nadar a la luz de la luna.

Bego casa Leo

Esta piscine está en las montañas que rodean a Cogolin, una de las localidades situadas en el área del Golfo de Saint Tropez. Y aquí estamos gracias a nuestra gran amiga Leo. Nuestra única preocupación son los jabalís, que por la noche merodean buscando agua. Con cerrar las vallas de acceso todo queda solucionado.

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Reencuentros y el paso del tiempo

A&V bebés

Hacía 5 años que no venía a París (ciudad en la que viví el siglo pasado en un par de ocasiones: con mis padres antes de llegar a Madrid y posteriormente en los 80 trabajando para CBS). Laurent y Leonor son 2 muy buenos amigos parisinos que La Mundana y un servidor conocimos en Nueva York (Leo ha publicado en este blog parte de su experiencia con Gainsbourg).

Repasando fotos anoche con ella me quedé impresionado viendo la de sus hijos hoy en día (ambos nacieron en NY). En la primera -que está en mi Facebook– les estoy sujetando en el apartamento que la entonces pareja tenía en el west side de Manhattan. La segunda es de este invierno (también en NY, donde reside la hija) y ya tienen ambos 25 años.

A&V

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Serge Gainsbourg (par Leo)

3 de enero de 2008

Desde finales de los 70 hasta principios de los 80 me vi arrastrada hacia un extraño trío formado por tres Artistas muy especiales. Digamos que dos de ellos eran bastante populares, Jacques Dutronc y Serge Gainsbourg, mientras que el tercero, igual de talentoso que los dos ya mencionados, solamente era conocido dentro de la industria de la música, Jacques Wolfsohn –mi jefe. Una leyenda viva de la edición musical y una persona muy apreciada por mi. 

Serge Gainsbourg andaba buscando una secretaria personal para que fuese dos o tres días a la semana a su casa. Necesitaba a alguien para atender los montones de cartas sin abrir (básicamente nunca abría el correo), llevarle las cuentas personales (sólo firmaba los cheques que le preparaban), re-escribir varios borradores de un guión de una película Black Out (1978) que no se rodó y posteriormente también incluyó editar su primera novela Evguénie Sokolov, una parábola que fue publicada por Gallimard (1980) 

Jacques Wolfsohn le ofreció mis servicios advirtiéndole que sólo podría ser después de terminar mi trabajo en su oficina y eso que las jornadas laborales en el mundo de la música suelen adentrarse en la madrugada. Acepté sin problemas la propuesta. 

Le conocía de haberle visto por la oficina de Jacques Wolfsohn. Siempre de guasa y cinchando a Wolfsohn –eran íntimos amigos. Pero yo raramente intervenía. 

La primera vez que fui a su casa de Rue de Verneuil me quedé impresionada. Me abrió la puerta el mismismo Serge Gainsbourg. Luego conocí a Nana –nunca habia visto un perro tan feo. 

La casa estaba a oscuras, repleta de cosas raras y frágiles. La imagen pública de Gainsbourg venía precedida por una sólida reputación de ser un cerdo-borracho-caprichoso-con-talento. El hombre que me recibió era un tímido que estaba aseado y sobrio. Balbuceó en un tono de voz suave, excesivamente educado y tan azorado como lo estaba yo. Poco después mostró su preocupación porque la paga podía no ser suficiente. 

Cada noche que las tareas se alargaban –el consideraba que a las 10.30/11.00 ya era tarde- insistía en pagarme el taxi de vuelta a casa. Y cada vez que no tenía el cambio justo para pagarme las horas me daba un talón de 500 y no aceptaba las vueltas. 

En cuanto al trabajo de escribir y editar, era tenaz en su búsqueda de la idea o palabra apropiada. Me preguntaba muchas veces hasta que le aseguraba que estaba bien. No es que necesitase mi opinión… Durante esos años de veladas nocturnas compartimos muchas confidencias sobre el comportamiento de los ricos y famosos del negocio. Entre ellos, la familia de Wolfsohn, Jacques Dutronc, Françoise Hardy, Catherine Deneuve, Julien ClercAl principio los trabajos que compartía con él no tenían nada que ver con la parte musical de su vida. A medida que nos fuimos conociendo fue contándome de sus reuniones, grabaciones, actos públicos y sociales. Era escéptico sobre su éxito, siendo el primer sorprendido, pero lo disfrutaba a tope.

¡La versión reggae de «La Marsellesa» era un blockbuster! Había conseguido sus primeros discos de oro y platino. Fue ovacionado en el MIDEM, los conciertos de Bruselas fueron una apoteosis y hasta hubo manifestaciones (Nota del editor: El youtube recoge estos momentos e incluye no sólo la marcha donde calló a la extrema derecha sino también la compra en subasta de la partitura original del himno francés) 

Solía burlarse, a veces de forma cruel, de las actrices que le pedían canciones. Siempre consciente de lo que cada petición implicaba. Nunca le dieron gato por liebre. 

Ya solía quedarme en su casa cada vez que tenía citas con cantantes o músicos. En esos momentos su actitud cambiaba. Como si quisiese protegerse de las eventuales incompetencias abrazaba distintos comportamientos burlones, denigrantes o lanzaba bravuconadas.  

A veces podía tratarte como si fuese tu profesor, siempre encontrando una risa. Pero a veces no dejaba de ser algo infantil y políticamente incorrecto. O bien lucido, brillante y encantador o bien insultante y humillante. 

Nunca me dijo nada sobre su vida personal anterior a 1966. Pocas palabras sobre una de sus hermanas, Jacqueline. Sólo cuando se veían. Lo mismo pasaba cuando veía a sus dos hijos, de su matrimonio con Françoise Pancrazzi. Eran lamentaciones sobre la distancia que les separaba. Pero no se quejaba y tampoco lo explicaba. 

Estaba muy orgulloso de sus cantantes femeninas. Siempre elogiando a Brigitte Bardot. Y por supuesto nada sobre Jane Birkin. Hasta que un día Jacques Dutronc se presentó en la casa y por la conversación deduje que había algún tipo de rivalidad entre ellos sobre la Birkin. 

Durante este periodo Gainsbourg me invitaba a cenar después del trabajo con asiduidad. Frecuentábamos un pequeño y tranquilo restaurante. Alejados de la farándula solíamos conversar sobre escultura, pintura, y anti semitismo. No se emborrachaba, era tremendamente educado, generoso y de bajo perfil. Yo sabía que después de cenar se marchaba de copas a clubes como La Calvados, L’Elysée Matignon, Barbés, el bar del Plaza Hotel Lancaster,… 

A veces la vida nocturna da paso a la vida diurna sin solución de continuidad. Jacques Wolfsohn habia decidido que Jacques Dutronc tenia que grabar un nuevo album «Guerre et Pets» y Gainsbourg tenia que escribir letras para varias canciones. La grabación era en los estudios Ferber. La cita a las 9 de la mañana. Llegué tarde, Wolfsohn echaba humo y Gainsbourg todavía no había aparecido. Lo hizo cinco minutos después de mí. No había escrito nada. El tantrum de Wolfsohn fue de los que hacen época. Nos mandó a la sala de espera. Gainsbourg tenía que ponerse ipso facto con las letras y yo tomar notas. Mientras todo el mundo nos esperaba no pudimos evitar reírnos como dos críos de seis años. 

ENTRADAS RELACIONADAS: 

Leo & Serge

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Leo & Serge

29 de diciembre de 2007

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Llevo un mes acordándome de Léonor Bonneval.

Primero fue cuando su ex Laurent Chalumeau llamó para decir que venia a visitarnos a mediados del mes que viene. Eso fue el 27 de noviembre y escribí Springsteen como excusa que terminaba con La primera cita con la que luego seria la madre de sus gemelos fue en el Meadowlands Arena (New Jersey) Era la primera gira del Born In The USA. Le conseguí las entradas a condición de conocerla.  

Ella era, y sigue siendo, Leo. Ya ninguno vive en Nueva York. Ellos, separados, están de vuelta en Paris y nosotros en Madrid. 

Unos días después, el 5 de diciembre, Javier Rioyo escribió en su blog Te amo, yo tampoco con motivo de la aparición de la primera biografía en español sobre Serge Gainsbourg.

Volví a acordarme de ella y mandé un email pidiéndola que escribiese sobre SG. Pensaba que era un tema delicado y que se negaría. Para mi sorpresa acepto encantada.

Luego leí una critica muy favorable del libro en Efe Eme y volví a recordarle el asunto. 

Hoy he recibido un email diciéndome que mañana me lo envía. Lo espero ansioso.

Y calma que tendré que traducirlo…

El post de Leo:

Serge Gainsbourg (par Leo)

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