Anoche estuvimos gozando de la enorme actuación de Miguel Ríos y The Black Betty Trio en el Botánico de Madrid. Casi dos horas y cuarto de concierto que nos dejaron boquiabiertos y entusiasmados. Un recital de «rock acústico en español», como bien definió el maestro desde el escenario. Y en el que presentó las canciones de su excelente nuevo álbum «Un largo tiempo» («El blues de la tercera edad«, «La estirpe de Caín» y «Memphis-Granada» crecen con cada escucha) y repasó las más conocidas de su extenso repertorio de éxitos. El buen rollo fue la nota predominante de la noche. Como bien se aprecia en la foto de La Mundana.
Buen rollo tanto en el escenario como en el público que llenó el recinto (con las limitaciones de aforo por la pandemia). Al igual que en el showcase de la Galileo me impresionaron los arreglos en temas marchosos, sobre todo en el «Bienvenidos«, donde el violín de Manu Clavijo mantenía la tensión rockera. En aquella ocasión del 7 de junio, onomástica de Don Miguel, quizás el empeño resultase más fácil al tratarse de un evento en petit comité. Lo del Botánico era otra cosa y temía que la ausencia de batería se notase. Estaba equivocado. No solo no se notó es que ni siquiera se echó en falta. Ni en el citado «Bienvenidos» ni en «Los viejos rockeros nunca mueren» y tampoco en «Rocanrol bumerang«. Todo un mérito de los arreglos, que suplieron a la perfección la ausencia redimensionando las canciones. En este aspecto un arreglo jazzero a uno de los temas fue sencillamente magistral. Y además sirvió para que todos los músicos se luciesen con sus respectivos solos.
Finalizado el concierto pude conocer a Jose Nortes y felicitarle por su labor. Como también hice con mi admirado Luis Prado (se volvió a salir con un tema propio, «Estoy gordo«, que sirvió de interludio) y me presenté a Gaby Pérez, imprescindible en su labor de multiinstrumentista, y a Manu Clavijo (con quien tenía pendiente concertar una cita para un libro que está escribiendo).
Al maestro Ríos cuando le comenté que le encontré en un estado espléndido de forma, cantando como nunca -con fuerza, garra y sentimiento- me dijo que «Me estoy cuidando como nunca lo he hecho. Solo vivo para esta gira». Y se percibe, porque está hecho un chaval, derrochando entusiasmo, con la madurez y experiencia que dan sus años de carrera y carretera.
La apoteosis final llegó con dos hits clásicos, «Santa Lucía» y el «Himno a la alegría«, con todo el público cantando ambas canciones. Nuevamente, vuelvo al tema de los arreglos. Hay que tener bemoles para hacer el «Himno a la alegría» en formato acústico reducido y salir airoso. Los tuvieron y salieron a hombros del recinto. La sonrisa y las caritas de felicidad de todos los asistentes al abandonar el Botánico eran la mejor prueba.
P.D.: me van a tener que disculpar la mala calidad de mis dos fotos.