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Burning y Los Enemigos en las Noches del Botánico

Burning- Los Enemigos

Un clásico de los conciertos estivales de Madrid son las Noches del Botánico. Tras la ausencia de 2020, a causa de la pandemia, el festival volvió el verano pasado.

La programación de este año es irregular. El nivel medio es bueno, mas los momentos álgidos son escasos. Uno de ellos es indudablemente el del 15 de junio con Burning y Los Enemigos. Un cartel contundente de dos bandas legendarias del rock urbano de la capital. Las entradas cuestan 35€ las de pie en la pista y 40€ sentado en las gradas.

Los de Josele Santiago (Los Enemigos) arrancan a las 20:45 y los de Johnny Cifuentes (Burning) a partir de las 22:30.

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Vuelve Burning

Burning que oficialmente clausuró su andadura el otoño de 2019 vuelve con un nuevo tema. Johnny Cifuentes (o Johnny Burning) anunció en febrero de este año que volvería a resucitar la banda, tras su aventura en solitario (bien acompañado como siempre).

Aprovecho que hoy es el cumpleaños de Johnny para felicitarle públicamente y resaltar su nueva canción, cuyo video se dio a conocer a finales de mayo.  «Algo está ardiendo» es como cerrar un círculo. Al menos para mi porque me recuerda a sus inicios, cuando estuve involucrado con ellos. Era la época en la que cantaban en inglés y su primer disco, un sencillo de 1974, se llamaba «I’m Burning» (Estoy ardiendo).

Este «Algo está ardiendo» se presenta en palabras de Johnny como una «canción hecha para todos esos músicos que día tras día acuden a los ensayos para currar o componer nuevas canciones, y pensamos que ahí esta germinando la futura estrella del rock».

Felicidades amigo y que sigas girando!!!

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Dos noches inolvidables con Miguel Ríos celebrando los 40 años del «Rock & Ríos»

Ricardo Rubio Europa PressMiguel Ríos y sus aliados volvieron a hacerlo. Lo de Miguel, a sus espléndidos 77 años camino de los 78, entra dentro de lo sobrenatural. ¡Qué fuerza, qué derroche de energía! ¡Y la voz! Pleno de facultades cada vez canta mejor. Anoche repitió su excelente actuación del día anterior. Dos noches seguidas dándolo todo, empujado por su público, los aliados de la noche. Además de los otros aliados, los excelentes músicos que forman la banda de esta celebración de los 40 años del «Rock & Ríos» más los artistas invitados.

Los asistentes de ambas noches estuvimos entregados desde los primeros acordes. Los de ayer fuimos los mecenas, como nos definió Miguel desde el escenario. Porque agotamos las entradas del WiZink rápidamente, propiciando una segunda fecha (la del viernes). No se trata de establecer un concurso de fidelidad o de quiénes son más fans, mas los hechos son los hechos.

Comentaba después del concierto con Javier Vargas y Osvi Grecco (a quien hacía tanto tiempo que no veía que le deseé un feliz siglo), la excelente cosecha de guitarristas eléctricos del país. En el país de la guitarra ni más ni menos. Y lo acontecido con la española, clásica o flamenca sucede también con la eléctrica. Repasé de memoria una breve lista que incluía a los que han pasado por las bandas de Miguel Ríos, incluidos los de estos 40 años del «Rock & Ríos» que además de los fijos contaron con la presencia de dos fieras como el mencionado Vargas y Jorge Salán (excepcionales ambos las dos noches), Los Canarios, los de la música progresiva catalana, los tres de Loquillo (con mis queridos Igor Paskual y Josu García) o el gran Ray Gómez. Salvador Domínguez, el gran ausente (reemplazado por Salán), es otro nombre que además de sus proyectos ha militado en bandas de Miguel y en Canarios (aparte de Los Pekenikes). Antonio García de Diego miembro de la banda original del «Rock & Ríos» también estuvo en Canarios. Precisamente respecto a Antonio descubrí hace poco sus problemas con los dedos, algo tremendo para un guitarrista. Cuando me acerqué con Miguel a lo de Paco Gento me enteré del problema. El hijo mayor de la leyenda blanca le comentó a Miguel que lo de Antonio estaba camino de solucionarse. Anoche Antonio me contó el calvario que pasó. Afortunadamente superado. Todos los guitarras con los que hablé tras el concierto citaban a John Parsons. Y también alabamos la labor de José Nortes, apoyo fundamental de Miguel Ríos, cuya labor a la guitarra a veces se olvida. Al igual que Parsons siempre está ahí.

La gran diferencia entre ambos conciertos estuvo sobre el escenario y en parte fue técnica. Ayer músicos e invitados se escucharon mejor, algo que afecta especialmente a quienes cantan. Pero como me dijo Vargas cuando «pisas el escenario tienes que darlo todo incluso en las peores circunstancias. No valen las excusas». Esto Don Miguel lo sabe a la perfección y su entrega superó las dificultades del viernes. La otra gran diferencia fue que ayer estaban más rodados. Se notó mucho en algunos de los invitados que repitieron como Anni B Sweet o Rosendo. Ella no tiró del comodín del sonido y enarboló la bandera de la sinceridad: «No me había visto nunca frente a tanta gente. Estaba nerviosa y me olvidé del principio de la letra. Me quedé en blanco. Hoy ha sido distinto, los nervios quedaron superados». Rosendo por su parte volvió de su retiro de la música para participar en la fiesta de Miguel Ríos. El «Maneras de vivir» y su presencia entusiasmaron al respetable. Fue uno de los momentos cumbres de los conciertos. En el primero estuvo menos suelto que en el segundo. El primero fue «como un buen ensayo general» según me dijo Carlos Narea, a quien me encontré el sábado a primera hora de la tarde debajo de mi casa (venía a recoger a su hijo Pablo, uno de los dos bateristas, que está viviendo en el portal de al lado). Y recordamos que hace 40 años sucedió lo mismo. Los problemas del primer día quedaron superados el segundo. No puede haber más fidelidad cuatro décadas después.

Otras diferencias fueron en los invitados. Por ejemplo, Carlos Tarque estuvo el viernes pero no pudo ayer. La gran Rebeca Jiménez no pudo el primer día (tenía un bolo en Barcelona) y anoche nos cautivó, como siempre, en «Reina de la noche«. Eva Amaral también estuvo mejor el 12. Y se notó sobre el escenario cuando ella y Miguel se arrancaron a bailar durante «El río«, superadas las dificultades del 11. Se la notaba más suelta y disfrutando con el momento. Pasó lo mismo con Alejo Stivel, mejor ayer. En cambio su compañero Ariel Rot anoche tuvo problemas al principio porque no le sonaba la guitarra en el «Sábado a la noche» de Moris. Fueron apenas unos segundos.

Johnny Cifuentes de Burning también estuvo más cómodo ayer en su «Mueve tus caderas«. Lo mismo puede decirse de los Vetusta Morla, Pucho y Guille Galván, que lo bordaron en «Extraños en el Escaparate«. Y de los Topo en su emocionante «Mis amigos dónde estarán«. En cambio a mi parecer Mikel Izal estuvo mejor el viernes. Quien estuvo espléndida los dos día fue Lucía Ruibal.

La hija de Javier Ruibal, presente también los dos días, me impresionó. Suele suceder que cuando descubres algo por primera vez quedas deslumbrado por el impacto recibido. Lo difícil es que esas sensaciones iniciales se repitan una segunda vez. Pues con Lucía Ruibal me sucedió. Y así se lo dije, entregado a su arte. La fina estampa de la bailaora, su presencia, sus taconeados, sus movimientos de brazos y el juego final con el mantón volvieron a tocarme en lo más hondo.

Víctor Manuel, quien derrocha sabiduría y veteranía a raudales, estuvo enorme en los dos recitales. Su letra del «El blues del autobús» es todo un clásico de nuestra música popular.

Ovidi Tormo, cantante de los valencianos Los Zigarros, solo estuvo el sábado. Al igual que Javier Bardem.

Nuestro laureado actor voló desde Los Ángeles para el evento. Aterrizó el mismo sábado para arrancar el concierto con «Bienvenidos«. Un reto al que se sumó Lua, la hija de Miguel Ríos. La salida al escenario de Bardem actuando como el Miguel de hace 40 años fue recibida con una estruendosa ovación. La primera de las muchas que hubo a lo largo de la noche. Vicente Paniagua, mi aliado anoche, tomó esta instantánea desde nuestras localidades. Recoge el primer momento en que cantaron juntos.

Paniagua

Cantar con Miguel Ríos es un reto para cualquier cantante. Porque el maestro granadino es el mejor. Así que imaginen lo que debió de pasar Bardem, sobre todo en un himno como «Bienvenidos«. Salió airoso del trance en la opinión mayoritaria del respetable. La alegría de verle superó sus limitaciones. La foto de Juan Barbosa publicada en El País es el documento gráfico profesional del momento.

Juan Barbosa El País

Asumo que se habrán percatado que toda esta ristra de elogios tienen un artífice, que no es otro que Miguel Ríos. Grande entre los grandes, su esfuerzo, sus ganas, han sido esenciales para poner en marcha esta fiesta del rock español, celebrando los 40 años del «Rock & Ríos«. Igual que hace cuatro décadas con los conciertos originales. Indudablemente hay un equipo detrás, a los que el propio Miguel agradeció, pero es él quien lidera la operación. Su público, nosotros, se lo hemos agradecido llevándolo en volandas dos noches seguidas. Agradeciéndole con pasíon la suya, la que despliega en todos sus emprendimientos. Hemos estado con él de principio a fin al igual que él con nosotros. Abriendo caminos.

Habrán podido comprobar que no he seguido el orden del repertorio interpretado. Me he dejado llevar por las emociones y los recuerdos. Esta parte emocional es el denominador común de ambos conciertos, tanto por parte de músicos como de público. Por esto mismo he dejado para el final el «Himno a la alegría«, cuyo mensaje es tan necesario desde hace siglos. En los dos conciertos encendimos el WiZink durante esta canción. Y representa una metáfora perfecta del paso del tiempo. Hace 40 años eran mecheros y ahora son móviles los que iluminan nuestras emociones.

P.D.: la foto del encabezado, de Ricardo Rubio de Europa Press, es del concierto del viernes 11 de marzo.

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«Noches de Rock ‘n’ Roll» el doc de Colomo sobre Burning

Anoche asistí al estreno en cines de «Noches de Rock ‘n’ Roll«, el documental de Fernando Colomo sobre Burning. Forma parte del festival In-Edit dedicado a documentales musicales (todos los de esta edición tienen una pinta estupenda). Y ya se está emitiendo por uno de los canales de Movistar.

A la sala del Proyecciones acudieron los coproductores Susana López Corcuera y Roberto Oltra (quien además fue batería de Burning) y el director. La Mundana nos hizo unas fotos. Entre los presentes estaban además parte del equipo técnico, Gonzalo García-Pelayo y el gran Jesús Ordovás (aparece en la foto con Susana).

Finalizado el pase hubo un turno de preguntas y respuestas. Susana, en su segunda intervención, comentó que el concierto del entonces denominado Barclayscard Center, con una pléyade de estrellas del rock nacional, y que es parte esencial de la filmación, lo organizó ella para recaudar fondos para financiar el documental. Es decir, no fue al revés, rodar aprovechando el evento.

Fernando Colomo vuelve a encontrarse con Burning. La primera, «¿Qué hace una chica como tú en sitio como este?«, no pudo ser más fructífera y lanzó comercialmente a la banda. Una vez más encontramos ejemplos de la estrecha colaboración entre el cine y el rock (y la música en general). Concepto que menciono frecuentemente en mis dos últimos libros. En «Noches de Rock ‘n’ Roll» Colomo nos cuenta los 40 años de existencia de Burning. Desde sus comienzos. Su ascenso a los cielos. Y sus infiernos. La narración es ágil y nos da la dimensión exacta de la importancia del grupo. Que es mucha. Así como su influencia. Y así lo reflejan los múltiples testimonios que recoge el documental. Desde Rosendo hasta Loquillo. De las personas que intervienen me gustaría destacar a las dos hermanas de Pepe Risi (José Casas Toledo), el que fuera guitarra solista y miembro fundador de Burning. Y también quiero agradecer a la productora por haber contado conmigo. Nunca me había visto en pantalla grande…

De los supervivientes de la formación original es el enorme Johnny Cifuentes quien lleva la antorcha de Burning, desde las desapariciones de Toño Martín (el primer cantante) y Pepe Risi. Y lógicamente Johnny es el gran protagonista de la cinta. Y objeto del cariño de sus compañeros de profesión y de Colomo.

No pierdan la ocasión de ver «Noches de Rock ‘n’ Roll«. Merece y mucho la pena. No les defraudará. Es más, les encantará.

Con Roberto Oltra y Fernando ColomoCon Susana López Corcuera y Jesús Ordovás

 

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Johnny Cifuentes: la patria del escenario (texto y fotos de Charly Hernández)

24 de noviembre de 2010

 

Johnny Cifuentes, el superviviente del rock nacional con los Burning aparece de negro. Las sempiternas gafas de sol cuelgan del cuello de la camiseta y comenta: “Tocar en Madrid, en casa, es siempre como el torero que toma la alternativa en Las Ventas”. Se relaja en el camerino y brinda con una cerveza por el rock and roll y los tiempos pasados. Se acomoda y observa algunos vinilos. Sonríe al ver la portada del single en vinilo de “¿Qué Hace Una Chica Como Tú En Un Sitio Como Este?”: “Este cine, el Pleyel, estaba en la calle Mayor y ahora es un cine porno. Toda esa zona; Carretas, Mayor… y tal. Y joder, que pintillas teníamos aquí. El Risi, Toño, Enrique, Teto… y ahí estoy yo con una guitarrilla. ¡Qué bueno, tío! ¡Me encanta!

 Continúa viendo otros vinilos de Burning junto con un ejemplar de “Hail, Hail, Rock and Roll” de Chuck Berry: “¡Joder y aquí está el jefe! ¡Que guapo estaba ahí el Richards!”. Sonríe con melancolía cuando recuerda a Pepe Risi y a Toño, una chispa en sus ojos que se dejan ver sin las gafas de sol. Después de andar entre los surcos de los acetatos, la entrevista echa a andar. 

Se avecina un trabajo tuyo en solitario junto a Leiva (Pereza). Lo firmas como “Johnny Burning” ya que ninguno del resto del grupo participa y destaco lo que dijo Leiva sobre ti: “Me encuentro a un Johnny asustado, inseguro después de casi diez años sin grabar. Y comienzo a tirar y tirar. Sus expresiones son frases que los demás utilizamos en las canciones y él no. Así que le convenzo para que las utilice”. Ese relevo generacional… ¿cómo surge este proyecto?

-Pues creo que todo esto de las colaboraciones y cosas que se hacen entre la gente que nos dedicamos a esto ocurren casi siempre en los bares, después de un concierto o en algún sitio que vamos después y que termina siendo un denominador común para los dos porque nos gusta y también para mucha gente. Todo empieza cuando Leiva me dice: “Joder, Johnny… me encantaría hacer un disco contigo, unas canciones… algo contigo…” Y bueno, ya sabes que yo desde el año 2002 no he vuelto a grabar un disco con canciones nuevas. Hemos estado ahí en el 2006 con “Dulces Dieciséis” que es un acústico y luego hicimos ese mismo acústico en directo en la Joy Eslava y que grabamos en 2008. Había unos temas por ahí que yo los tenía en casa, los cuales iban destinados a ser del nuevo disco de Burning pero se metió este hombre y al final me lo pensé y dije de darme un capricho tras treinta años.

Este tío [Leiva] tiene una banda muy stoniana, los dos somos fans de los Stones y Keith Richards… y yo le veía en esa honda así que le dije de empezar a quedar en mi casa, de vez en cuando siempre que los dos pudiéramos para empezar a mirar las canciones. Fuimos quedando, nos fuimos gustando cada vez más hasta que comprendimos que solo teníamos que grabar el y yo. Vino para mirar unas guitarras y al final la cosa empieza a enredarse de tal manera que empezamos con las grabaciones en casa porque ya se pueden hacer con un ordenador y cada vez me iban gustando más los riffs que hacía con la guitarra porque me recordaban a los que hacíamos los Burning en los setenta. Ya verás como este disco te va a sonar bastante a los Burning de aquella época. Desde hace un mes o mes y medio empezamos a quedar en el estudio que tiene en Alameda de Osuna hasta que ya lo he terminado. Todo terminado.

Además no hay pasta ni discográficas de por medio.

-Ha sido como un salto al vacío en un precipicio. Yo creo que ha sido algo simplemente por las ganas que teníamos los dos de hacer cosas juntos. Pienso que a partir de ahora nos hemos ganado una amistad, porque nos conocíamos de tomarnos algo y hablar de proyectos y ahora somos prácticamente hermanos tío. Leiva es un musicazo que te cagas. Ha grabado los bajos, las baterías y las guitarras, y yo las voces y los teclados. O sea, que hemos hecho un disco entre los dos y nos encanta.

Me gusta este relevo generacional que hay con Leiva, Quique González…

-Es como lo que te comentaba antes con Keith Richards y Chuck Berry. Quique González además colabora en una canción, que no es mía porque la han compuesto entre Quique y Leiva, y es una canción como de regalo que va en el álbum. Se llama ‘Sudando La Tristeza’, que es muy bonita.

Pero no es la primera vez que os juntáis… ya hubo una colaboración dentro de “Los Amigos De Los Animales”.

-Es que llevamos picoteándonos desde hace tiempo. Ellos vinieron al Joy Eslava cuando hicimos aquel directo, yo grabé con ellos “Los Amigos De Los Animales”… para mi ha sido un descubrimiento musical. Muy “richero”, me ha dado todo lo que yo quería porque hacía tiempo que no escuchaba esos riffs tipo Risi y me ha sabido coger bien el punto, así que estoy encantado.

Alguna que otra vez has hablado de tu retiro, dejándolo caer…

-Es que son cincuenta y cinco palos, tío. Sobre todo lo digo para picar un poco a la peña y para que vengan al concierto porque puede ser el último. Está un poco pensado de esa manera. ¡Ahora! El día que diga que a tomar por culo me iré, no seré como estos toreros malos que dicen todo el rato que se van y luego vuelven [risas]. Si me voy… ya me iré y a la playa que es donde me mola irme. Pero de momento estoy muy ilusionado y sigo haciendo rock and roll, que es lo mejor que me ha podido ocurrir.

Y como he dicho antes , con este relevo generacional que hay, hacen que te piques y sigas en la brecha.

-Pues si tío, porque el trato es exquisito. Yo no sabía que fuera una referencia para esta gente, porque uno vive su vida y no se da cuenta o no está pendiente de lo que significas o no. Ya tiene uno bastante con su propio pollo en la vida haciendo sus propios temas, los shows… como para estar tú mismo comiéndote la polla [risas]. Quiero decir que me tratan como el papá de esta historia y es que nosotros también hemos sido hijos de los Stones y nietos de Chuck Berry. Un relevo generacional, como estás diciendo.

De hecho leí que cuando llegó “La Movida” vosotros ya teníais los huevos negros.

Si [carcajada]. Claro, es que date cuenta que “La Movida” fue prácticamente en los ochenta y nosotros empezamos como grupo a mediados de los setenta. Lo que pasa es que nos pilló viviendo por la zona de Malasaña, entonces tuvimos relación con los nachita [Nacha Pop], Los Secretos… con mucha gente. Yo ponía discos en El Pentagrama por aquella época, allí conocí a mi esposa que es ahora madre de mis hijos. Teníamos una muy buena relación. Tuvo mucha culpa ‘¿Qué Hace Una Chica Como Tú En Un Sitio Como Este?’ para estar metidos en esa onda, y los Burning como siempre han estado en el filo de la navaja que no eran ni muy hard ni muy pop, pues teníamos ahí buen rollo con la peña.

Empezasteis en plan glam, además.

-Si, pintándonos. Yo me acuerdo que nos tirábamos en los camerinos más tiempo pintándonos que lo que duraba el show. Nos pintábamos los unos a los otros, utilizábamos esas botas que llevan los transexuales…

¿Drag Queens?

-Si, correcto. Unas plataformas tipo Gary Glitter. Es que éramos fanáticos y nos molaban mucho los T-Rex, Slade, Sweet… nos divertíamos mucho. Y bueno, con aquellas pintas nos fichó Gonzalo García-Pelayo con el que hicimos el primer disco.

Gran personaje García-Pelayo. Si mal no recuerdo, el primer disco se grabó en inglés por “exigencias del guión”.

-Exactamente, tío. Había que darle vida a esa vena que teníamos; muy gris y trasgresores en aquella época. ¿Cómo cojones íbamos a cantar en español con esa pinta? Ninguno sabía inglés –como ya sabes- y teníamos ahí a un tío que nos lo hacía cantar palabra por palabra. Ahora lo escucha cualquier tipo que sepa inglés y no sabrá ni lo que decimos. Era un ‘spanglish’.

 Esa chulería madroña vuestra junto con la astucia de García-Pelayo en la industria y en los casinos, tenía que ser buena combinación.

-Es que he tenido mucha suerte de conocer a gente estupenda. Que leyenda tan bonita esa de: “No, no, aquí no puedes entrar porque nos desbancas, cabrón.” [risas]. Un gran tipo musical. Yo habría seguido con el mucho tiempo, lo que pasa es que Triana estalló tan bien y estuvo tan fuerte, que digamos se quedó con esa parte y nosotros tiramos por otro lado.

Remarcando lo de la chulería madroña y lo que dice la canción ‘Jim Dinamita’ (En La Elipa nací y Ventas es mi reino…), como era ese Madrid de entonces y lo que aportó Enrique Tierno Galván, del cual has hablado en varias ocasiones. ¿Cómo recuerdas aquello?

-Tierno Galván… joder tío, es que “el profesor” nos dio una lección a todos cuando estábamos un poco pensando que cojones iba a pasar. Entonces vino un tipo con dos dedos de frente, una sabiduría total y una tranquilidad que te cagas… para dejarnos a todos muy tranquilos y sacar la fiesta a la calle. Yo el primer carnaval que viví potente en Madrid fue en esos años. Me di cuenta que algo había pasado en Madrid y que por fin se había enterrado esa tristeza y ese mal rollo de las calles. La ciudad estaba muy gris y cuando el Tierno llegó empezó a colorear las calles y a nosotros nos dio una motivación especial para sacar todo lo que teníamos dentro de cada uno; ya fueran canciones, el tío que hacía libros, poesía… era un mensaje que venía a decir algo así como: “Venga chicos, es el momento de hacerlo, que no pasa nada.” Franco murió pero los que mandaban seguían siendo los mismos.

De hecho en Madrid siguen mandando los mismos…

-Si, si [risas], pero bueno, Madrid sigue siendo nuestra ciudad. O la quieres o la odias, tiene esos dos palos. Nosotros cuando nos vamos de Madrid durante tres días ya estamos deseando volver y cuando estamos en Madrid deseamos irnos. Puede que esté algo desteñido, pero tío… necesitamos otro cambio porque son muchos años con este rollo. Otro petardo, reinventarnos un poco. Yo creo que esto les toca a las nuevas generaciones, que es lo que estábamos hablando. No significa que nosotros ya lo hicimos y que lo nuestro estaba bien, pero pienso que la gente tiene que mover el culo y hacer que la ciudad sea mejor. Y esto no depende solamente de los políticos, nos toca a todo el mundo y arrimar el hombro. Presumir de nuestra cuidad e involucrarnos en todo esto. Si a nosotros nos oyen en la calle, con nuestra actitud y nuestra fuerza, esa gente se va de ahí y nos deja paso, porque con dieciocho o veinte años no hay quien te destruya, tío, pero ni el muro de Berlín, ni un Caudillo, ni nadie. Así que os toca a vosotros, tronqui.

Siempre has dicho que hay que currar. Que los Burning al principio con Toño, Risi, tú… currabais, ibais a los conciertos y os cambiabais en las furgonetas, sin camerinos…

-Así era, tío. Echo la vista atrás… Venimos de familias humildes, de barrio y por lo tanto había que ayudar en casa y pagar la letra del piso o lo que sea. Cada uno teníamos nuestro curro. ¡Recuerdo que terminábamos de currar a las siete o siete y media y nos íbamos a Barajas! A tomar por culo, kilómetro doce… en un autobús que pasaba cada hora. Pero esa ilusión era acojonante, meternos en el local y hacer tres notas y mirarnos… era todo felicidad. Es que la música es el puto veneno, tío. Cuando te reúnes con cuatro colegas que son exactamente igual que tú y que la meta sea hacer algo que te llene por dentro, es que ese es el camino y lo has conseguido. No importaba levantarse luego a las ocho de la mañana para irse a currar. Pero eso dura un tiempo, hasta que la constancia y el rollo te dan ese premio que consiste en grabar un disquito y terminas por decirles a los del curro que te tienes que pirar por un tiempo, firmar la excedencia, prometerles que irás a verlos… Y nada, he ido a verlos pero ya no volví a trabajar más allí [risas].

Ahí está Pepe Risi, que aun estando en el hospital estaba pendiente del próximo concierto, que me parece era en Mallorca.

-Si, como te lo sabes. Pero es que él y todos los que estábamos allí donde le estaban cuidando, todos, pensábamos que iba a salir. En realidad Pepe ha sido siempre un tío súper fuerte y ha salido de muchas y variadas cosas. Yo pensaba como el resto, que iba a salir y le creía perfectamente cuando se levantaba la mascarilla del oxígeno y me decía: “Johnny, cuida de la actuación de Mallorca, mira a ver que falta cuando vayamos para allá porque yo salgo de aquí en dos días…” Y si, efectivamente salió de ahí en dos días pero no… en fin. Siempre lo digo, el Risi se fue lleno de cosas, con un cadáver bonito, joven… pero se fue lleno de historias. Hay gente que vive noventa y nueve años o ciento y pico y realmente han pasado por la vida como un objeto o un mueble. Yo lo siento mucho por ellos, pero Pepe si que se fue con muchas historias.

Perdurar y dejar huella, que se dice.

-Si tío… es un animal que ha hecho cien canciones, que se dice pronto. Muchas de ellas exquisitas.

Ya lo dijo Loquillo, que con Risi aprendió a cantar. Al igual que otros músicos han aprendido a dar los primeros pasos con Burning.

-Y además de manera inconsciente. Que esto se hace generando esa adrenalina de estar en una banda haciendo lo que te gusta. Recuerdo que el no dormía por las noches, un tío que componía mucho con su guitarra, una eléctrica. Fíjate como era componer con una eléctrica, que si por las noches estás con una española los vecinos te pueden llamar la atención por el ruido, pues el ponía el oído en “la negrita” y así se tiraba toda la noche. Se afeitaba, se arreglaba… lo hacía todo por la noche. Y luego, cuando empezaban a salir los primeros rayos de sol era cuando se acostaba el tío. Dormía poquito. Siempre ha sido una fuente iluminada, han pasado muchos años y todavía le echo mucho, mucho de menos. Me acuerdo mucho de él con muy buen rollo y siempre sonrío cuando lo recuerdo.

Desde luego lo que no hayan vivido los Burning… aquella historia en un pueblo de León donde no quisieron pagaros y al final apareció por ahí la Guardia Civil que terminó por encañonar a Toño…

-Si y nos agarraban del pelo y nos decían maricones de mierda. Antes la Guardia Civil impresionaba o imponía más porque eran de estos que llevaban unos gabanes súper largos, el tricornio y así… como de época de miedo [risas]. Nosotros decíamos que los íbamos a denunciar y ellos decían que vale, que si, pero que en el siguiente pueblo estaban sus primos. Todos se conocían y era absurdo meterse en esas peleas porque siempre pierdes. Siempre se perdía si luchabas contra aquellas historias en esa época. Ahora las cosas han cambiado.

…O lo sucedido en una comisaría de Gijón con Risi pidiendo un paquete de Winston en la entrada de la comisaría.

-Para que veas, tío. Éramos unos inconscientes [risas]. Después de tocar existe una especia de adrenalina en la que normalmente no pisas el suelo, estás a dos palmos y todavía sigues pensando en que eres un artista y que te deben un paquete de tabaco y una cervecita fresca, esté donde esté. Decía Risi: “¡Me apetece esto!” y yo le decía: “Que no Pepe, que aquí no es…” [risas].

Habría historias con las chicas, siempre presentes en las canciones, ¿no?

-En aquella época ya se sabe, movidas de todo tipo. Las chicas, pues la verdad, yo soy padre de alguna nena y si las viera con el Risi o con Toño me alarmo. Lógicamente han ocurrido episodios de venir los padres a buscarnos al local de ensayo y mirar detrás de los amplis por si estaban allí. Pero la sangre no llegó nunca al río, entraba en el juego del rock and roll. 

Para ir cerrando este bloque recordatorio. Bajo mi humilde punto de vista, pienso que Risi se merece una calle, como la tienen otros tantos músicos.

-Si, la verdad es que si. Pero bueno, yo no seré uno que se ponga a llorar aquí por eso. Yo creo que eso tiene que estar interiorizado en el barrio y una vez más les paso el testigo a la gente y chavales del barrio porque son ellos los que tienen que actuar. La verdad es que nosotros hemos paseado el nombre de La Elipa por todos los sitios en los que hemos estado. Un barrio que se conoce ahora porque tiene metro y antes por los Burning, y bueno, se le sigue conociendo por el grupo. Eso ya no depende de mi, pero si alguien lo hace a mi me encantaría, aunque fuera un grifo con agua que dijera: “Esta agua es del Risi, coño.” [risas]. Cualquier cosita, un detalle si que me molaría, pero yo jamás iré a un sitio a decirles que deben de hacerlo.

Y para que el grupo perdurara y no se perdiera el nombre, lo registraste.

-Yo veía que la cosa se estaba desmoronando cuando vino la época de las drogas y las cosas se estaban poniendo muy raras. Depende a que miembros les afectaba de una manera u otra, temía que esa historia la cogiese alguien que de verdad no tuviera buenas intenciones, porque las buenas intenciones son que Burning siguieran tocando y haciendo canciones de rock and roll. Porque a veces pienso que incluso los miembros de Burning no son tan importantes como ese nombre que nos ha cobijado a todos los que estuvimos ahí. Entonces antes de que eso cayera en manos de alguien que no lo supiera tratar o que lo hubiera utilizado de una manera extraña, pues decidí hacerlo. La verdad es que yo no sabía que el nombre se podía registrar, así que fui allí, pregunté y pague lo que fuera y ya está. Se lo dije al Risi y aunque le pareció de puta madre luego me dijo que lo metiera también, pero yo lo veía una gilipollez porque nos íbamos a gastar más dinero e íbamos a tener problemas. Digamos que tuve como una especie de clarividencia, vamos, que antes de que se joda lo voy a coger yo para que la cosa siga caminando.

¿No pensabas que podía haber gente que se sintieran ofendidos si otros músicos tocaran bajo el nombre de Burning sin ser los originales a pesar de que quedara alguno todavía de la formación inicial?

-Volvemos a la respuesta de antes, de que Burning está por encima de cualquier miembro, siempre y cuando quede alguien del original. En este caso estamos; Eduardo Pinilla, Carlos, Kachito, Pitu y Maykol con el saxo… y están amparados bajo ese paraguas que es Burning. No solamente era Toño, o Pepe… éramos todos y si alguien tiene que defenderlo voy a ser yo con un montón de buenos músicos. Y que siga esa trayectoria porque afortunadamente no nos hemos vuelto locos y seguimos haciendo lo mismo que empezamos hacer. Otra respuesta evidente es que no le puedes encantar a todo el mundo. A los enemigos hay que alimentarlos para que estén gorditos y sigan dando caña porque al fin y al cabo te están dando cuartel

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