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¡Harto de la reina de Gibraltar, de paraísos fiscales y del Brexit!

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¡Estoy harto de cada vez que pongo la tele para ver un informativo me encuentre con las pompas de la difunta reina de Gibraltar, de los paraísos fiscales británicos y del Brexit! Es insoportable. ¡A qué viene tanto papanatismo!  ¿Somos británicos de repente? ¿Se nos han olvidado las muchas afrentas sufridas desde Gran Bretaña a lo largo de los siglos?

Esta Isabel II (Elizabeth II) no nos representa. Por mucho que se empeñen los informativos o presidentes como IDA o Moreno Bonilla, ambos del PP. ¿Estos políticos se dicen patriotas? Patriota era el almirante Blas de Lezo a quien se atribuye esta frase:  «Todo buen español debería mear siempre mirando hacia Inglaterra».

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Posibles daños colaterales del funeral de Isabel II

Reuters

El funeral de Isabel II, fallecida ayer por la tarde a los 96 años de edad, tiene posibles daños colaterales para la corona española. Recordemos que nuestro monarca, Felipe VI, está emparentado con la difunta reina británica tanto por parte de su padre, el emérito, como de su madre, Sofía de Grecia.

¿La desestructurada familia real española se reunirá al completo para el funeral en Londres?

¿El reencuentro de Felipe VI y su padre será tan polémico como el anterior? ¿O se evitarán como cuando el rey visitó Abu Dabi -donde reside Juan Carlos I-, en mayo de este año por la muerte del emir?

¿Se atreverá el emérito a viajar a Inglaterra donde la justicia no le considera inmune? Tiene una denuncia, presentada por una novia que lo desplumó, aunque el juicio no tiene fecha. Mas se expone a una situación peliaguda. Ella es hábil. Muy hábil.

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Los patos de la Plaza de Oriente

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Hace unos días les contaba sobre el All Star Team del siglo XVII (Velázquez, Galileo,…) y como afrontaron en equipo la escultura ecuestre de Felipe IV. Un reto imposible que supieron resolver en una colaboración que se desarrolló entre Madrid y Florencia, las ciudades punteras de la Europa de esos tiempos. Terminaba mencionando su ubicación actual «en la madrileña Plaza de Oriente, como parte de un conjunto escultórico ordenado por Isabel II«.

En la base de este conjunto hay dos fuentes, una de cara al Teatro Real y la otra mirando al Palacio. Los patos de los vecinos Jardines de Sabatini y del Campo del Moro han aprovechado la coyuntura y se han acercado a las fuentes del monumento presidido por la escultura “en corveta” del caballo de Felipe IV.

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Los pavos reales de Sabatini también campan a sus anchas en uno de los laterales del Palacio. El otro día tuve la fortuna de ver a dos en un baile de cortejo, desplegando sus plumajes.

De los pocos paseos que me he atrevido a dar, aprovechando las horas en las que me toca, la Plaza de Oriente ha sido el destino elegido (a un 1 km. de casa). Y aproveché para hacer fotos a la estatua (las del post del All Star) y a los patos. Los pavos estaban demasiado lejos para la cámara de mi teléfono.

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El All Star Team del siglo XVII

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Felipe IV presidió el All Star Team del siglo XVII. Un capricho real pasó de ser un encargo a una exigencia. E involucró a las dos ciudades punteras del momento: Madrid, capital del Imperio, y Florencia, cuna del Renacimiento.

Felipe IV era rey de España, Portugal, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Países Bajos, duque de Milán Borgoña, y conde de Flandes. Quería una escultura ecuestre que superará a la de su padre Felipe III. Esta, que podemos ver en el centro de la Plaza Mayor de Madrid, fue un regalo del primer Gran Duque de Florencia, Cosme I de Médicis, al monarca español. La obra la inició Giovanni da Bologna (Giambolognay la terminó Pietro Tacca.

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El caballo de Felipe III tenía una pata elevada. Felipe IV quería el suyo con las dos patas delanteras izadas. Así que tanto el monarca como su valido, el conde-duque de Olivares, encargaron a Velázquez, entonces pintor del rey, que se pusiese al frente del proyecto (en esa corte un tal Góngora era el capellán real). El genial pintor sevillano argumentó la imposibilidad de tal emprendimiento. No era factible que la escultura aguantase todo el peso sobre solo las dos patas traseras. El rey no atendió a razones. Quería lo que quería. Y el proceso se puso en marcha. Velázquez dibujó el diseño. Se lo envió a Pierto Tacca a Florencia. Con una nota avisando de la obstinación real y urgiéndole a encontrar una solución. Tacca había finalizado la escultura de Felipe III y ahora se enfrentaba a la de su hijo, Felipe IV.

Tacca sabia que Galileo Galilei estaba bajo arresto domiciliario en Florencia. La Inquisición le había condenado por afirmar que la Tierra giraba alrededor del Sol. Tacca fue a verle y le expuso el problema. Galileo acabó encontrando la solución. O más bien, las soluciones. La primera era una condición indispensable: la escultura debía estar hueca en su interior, salvo en la parte trasera. Nalgas y patas debían estar rellenas del mismo material de la escultura. Una innovación pionera en el mundo del arte. Impuso un nuevo modelo que estuvo vigente durante el siglo XVII y el siguiente. Pero aún había otro aspecto: la cola del caballo es excesivamente larga y ancha en su extremo final. El objetivo era que llegase a tocar el suelo del pedestal y convertirse así en un tercer punto de apoyo (junto a las dos patas).

Aún había otro aspecto a resolver. Tacca no conocía a Felipe IV y tampoco tenía ningún retrato suyo. Velázquez resolvió el asunto encargando al escultor Juan Martínez Montañés un busto del monarca. Una vez terminado se envió a Florencia. Y Tacca pudo terminar este proyecto global e innovador, nacido de un capricho real y que reunió a un plantel de primeras figuras de la época. Hoy podemos admirarlo en la madrileña Plaza de Oriente, como parte de un conjunto escultórico ordenado por Isabel II.

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Jefes de Estado y coronavirus: Monarquía vs. República

Jarretera

En toda crisis de calado, como esta del coronavirus (que probablemente no lo será en el número de fallecimientos en comparación con la gripe normal), muchas cosas quedan al descubierto y muchos quedamos retratados. Por ejemplo: los cavernícolas españoles y sus órganos de expresión (no hace falta mencionar la larga lista de medios). Se llevaban indignados las manos a la cabeza porque Pedro Sánchez no comparecía. Tenía que ser cuando ellos decidieran que debía hacerlo. No tenían suficiente con el ministro de Sanidad o con Fernando Simón (director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias). Este último se ha convertido en la diana de sus dardos. Pero esto es otra historia. Como la de los que se indignan por todo y no hacen ninguna diferencia entre asuntos (y al final sucede como en el cuento de ¡Viene el lobo!): no distinguen entre la recepción a Guaidó (acorde a lo solicitado por él) o las maletas (se llaman valijas diplomáticas y no se preguntan sobre las de otros países) de una expedición del gobierno venezolana (¿pretenden que viajen sin equipaje?); o el contrato de catering de cinco aviones Falcon (confunden intencionadamente los años de duración del contrato como si fuese uno solo en vez de varios y hacen lo mismo con el número de aviones); también pusieron el grito en el cielo por la suspensión del Mobile porque según ellos no había motivos para ello, para poco después acusar a Sánchez poco menos de haber importado el virus (Eduardo Inda es un claro ejemplo de esto); y así hasta el infinito y más allá. Pues bien, volviendo al meollo del asunto, digo yo o más bien asumo que estos cavernícolas son monárquicos. Igual hay republicanos entre sus filas. No lo descarto, pero serán minoría. Han echado de menos al presidente del gobierno y no a su monarca. Raro, raro.

¿Por qué los cavernicolas monarquicos españoles no han reclamado la presencia del rey? La respuesta es fácil y les retrata: porque sus reclamaciones e indignaciones, sin ton ni son, son fruto de haber perdido las elecciones generales. Su labor de oposición y crítica al gobierno se confunde al parecerse a las rabietas de un niño consentido y caprichoso. Solo que cuentan con poderosos altavoces y medios económicos.

Nuestro rey, Felipe VI, ha anunciado su comparecencia para esta noche del 18 de marzo. No sabemos si nuestro jefe del estado hablará de la crisis del coronavirus o de lo de su padre. ¿O de ambas cosas?

De la otra monarquía que conozco o sigo, la británica, la reina Isabel II no ha hecho ninguna discurso (de hecho creo que el último fue el de Navidad). Sabemos que por el coronavirus ha suspendido un par de viajes y ha cancelado sus garden parties. Lo cual lleva al siguiente punto: las actitudes de los jefes de estado. Reyes y Presidentes.

De las republicas presidencialistas que sigo más o menos, Francia y Estados Unidos, he visto y escuchado a sus jefes de estado. A Macron y Trump. No juzgo ni la cantidad ni la calidad de sus intervenciones. Me limito a señalar que comparecen. No se puede decir lo mismo hasta hoy de Felipe VI ni de Isabel II. Tampoco hay mucho más que decir. La evidencia es abrumadora.

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