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Ya no dejo propinas

La campaña de la Comunidad de Madrid para fomentar dar propinas ha tenido el efecto contrario sobre mi: ya no dejo propinas. Al igual que dejé de ir a bares en los que fomentaban el voto a Ayuso con carteles al respecto. Por ejemplo, la calle Ponzano ni la piso. No es que fuese mucho pero había un par de locales que me gustaban bastante. No he vuelto desde entonces. Y oigan, no me ha pasado nada malo. Ni he dejado de disfrutar (en otros sitios).

Los veteranos de El Mundano saben lo que pienso del gremio que nos subió las cañas y los cafés de 100 pesetas a un euro. ¡Una subida del 66%! Así por toda la cara. Comenté en su día que no son nuestros amigos. Y respecto a las propinas conviene recordar que en muchos negocios los dueños participan de las propinas. Pienso en dos razones y probablemente haya más: son negocios familiares y solo trabajan miembros directos de la familia; los propietarios también trabajan por lo que la propina se reparte entre todos los empleados.

A fin de cuentas esta campaña propone aliviar a la patronal de sus obligaciones económicas con sus camareras/os fomentando las propinas.

Siempre he sido generoso dando propinas. A veces demasiado. Pues se acabó. Al hashtag #YoDejoPropina contraataco con el #NoDejoPropina. Y si hay personal que se siente perjudicado ya saben: al igual que colocaron posters anunciando el voto a Ayuso ahora pueden hacer lo contrario, refiriéndose al asunto de las propinas. O mostrar solidaridad con nuestro médicos y personal sanitario de Atención Primaria. ¿Lo harán? Apuesto a que no.

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Los hosteleros y los locales de ocio nocturno no son nuestros amigos

Salvemos HyLON

No nos equivoquemos: los hosteleros y los dueños de locales de ocio nocturno no son nuestros amigos. Somos sus clientes o empleados. En ambos casos salimos mal parados.

Dentro del gremio de hosteleros los bares son protagonistas del mayor aumento de precios de la historia de España. Con la entrada en vigor del euro, en 2002, la caña y el café solo pasaron de cien pesetas a un euro. ¡Una subida del 66%! ¡Viva el redondeo! Y por supuesto, no subieron los sueldos de su personal… Conviene recordar este asunto, porque marca pautas de comportamiento. Sugiero que ahora, cuando andan preocupados por el descenso de ingresos a causa de la pandemia y se manifiestan pidiendo socorro, se haga un registro de quienes operaban en 2002. Y se les niegue cualquier tipo de ayuda o subvención. Porque ya se la cobraron por adelantado, y muy bien cobrada, cuando abusaron descaradamente del consumidor. ¿El contribuyente español tiene que seguir financiándoles?

¿Qué se puede pensar de un sector al que hay que imponerle por ley medidas sanitarias e higiénicas? Es el mismo sector que protestó cuando se prohibió fumar en el interior de sus locales, después de haberse resistido a instalar extractores de humo. Muestras claras de la poca relevancia que dan a nuestra salud. ¿Y de la garrafa, el garrafón y las botellas adulteradas rellenas qué me dicen? ¿Todas estas prácticas demuestran preocupación por nuestra salud y bienestar?

Asumo que surgirán voces enseguida diciendo que en sus locales no se rellenan botellas ni se sirve garrafa o garrafón. Que no conviene generalizar, que no todos son iguales. A estas voces solo les digo una cosa y es una pregunta: ¿han hecho algo para terminar con estas malas prácticas o han mirado para otro lado? A ver si esto va a ser como con las colillas de cigarrillos en el suelo o los excrementos de perro en la calle. Ningún fumador tira las colillas y todos los dueños de perro recogen las heces de sus mascotas. Pero las calles, plazas y parques están llenas de tobas y cacas. Serán los extraterrestres, que deben ser unos guarros.

Los salarios de su personal no son para tirar cohetes, salvo en los locales de lujo (y sobre estos habría que hablar largo y tendido). Las propinas, las nuestras, siguen siendo un importante ingreso extra.

Los de la noche (algunos bares de copas, clubes y discotecas), contratan angelitos como porteros y para seguridad. Algunos matan (Madrid, Tenerife, Figueras) y otros son asesinados (peleas de bandas o venganza). En los enlaces hay unos pocos casos. En Google pueden encontrar más.

Para quienes estamos o hemos estado cerca del planeta música no está de más recordar dos asuntos. El primero: una federación de hosteleros y locales donde sonaba música demandaron a SGAE (junto a otras asociaciones). El llamado caso SAGA. 10 años después todos los demandados han sido absueltos de todos los cargos. ¿Estos empresarios que denunciaron se van a excusar? Asumo que conocen la respuesta. Su único objetivo era no pagar los derechos de autor que legalmente correspondían por la música que programaban. La otra variante, el segundo asunto, es la de pagar por tocar. Porque ahora las salas que tienen (bueno, tenían) música en vivo te alquilan el local y se quedan con los ingresos de la barra (la taquilla es para ti). Dependiendo del estatus del artista se puede negociar más o menos. Pero los tiempos en los que te contrataban para actuar pasaron a la historia.

Parte de este sector empresarial organizó 500 fiestas ilegales este pasado puente en Madrid capital. Al menos se detectaron 500 e igual hubo más. Son muchas para la zona de la península más afectada por el coronavirus. Y con la cuarta ola llamando por la puerta. Y no son las primeras… Del control de aforos en el interior ya casi mejor hablamos otro día. Mientras, lo de la patronal asturiana es de nota: culpan a los clientes de los incumplimientos en sus establecimientos. Muy amigos no parecen ser.

La presidenta Díaz Ayuso ha demostrado ser amiga de hosteleros y propietarios de locales de ocio nocturno, pero no del personal sanitario. Está en su derecho. Pero daría la impresión que siempre se inclina a favorecer a unos pocos en contra del interés general (aunque haya peña que prefiera ir de fiesta que cuidarnos, porque sus descuidos nos perjudican a los demás). Y si la hostelería y los locales nocturnos están a favor de Ayuso, a mi me van a encontrar en la esquina opuesta.

Recuerden: se puede votar en contra, En este caso en contra de IDA.

P.D.: para evitar malentendidos quiero aclarar que hoteles y restaurantes quedan excluidos del concepto de hostelería vertido en este post.

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De hosteleros…

26 de febrero de 2011

Ya se conocen, según informa El País, los primeros datos del impacto de la ley antitabaco sobre el empleo en el sector de hostelería. Si se comparan las afiliaciones en enero de 2010 y el mismo mes de este año se ve que ha habido un ligero aumento, según datos del Ministerio de Trabajo: han pasado de 1.187.907 a 1.190.338 (un 0,2% más). Estos números contradicen, de momento al menos, la predicción de los hosteleros de que se iban a perder 20.000 puestos de trabajo. Algunos de ellos -junto a tenderos- también protestaban en su día por la peatonalización de calles comerciales en los centros de las ciudades (el caso de la calle Preciados de Madrid es emblemático al respecto). La realidad demostró que estaban equivocados: aumentaron su cifra de negocio, a pesar de sus negros augurios.

En estos tiempos que corren los vendedores de placebos, consejos pseudo psicológicos de autoayuda, pulseras mágicas, religiones, etc. proliferan como las setas en ambientes húmedos y oscuros. La fábrica de sueños que es Hollywood es el gran teatro de operaciones. Colocas tu teoría a un famoso, y si este o esta la propaga te forras inmediatamente.

Juliano Brotman es el último caso que he conocido. Hostelero nacido en Las Vegas hace 41 años es la nueva sensación entre la tontuna cinematográfica. Este «vegano» abrió su primer restaurante en San Francisco y se consagró con el de Santa Mónica (condado de Los Angeles).

«Yo le doy a todo el mundo lo mismo: alimentos vegetales no cocinados, preparados de un modo original y sabroso, pero conservando todas las enzimas y los nutrientes. Comiendo así, como hacíamos antes de usar el fuego, se acabaron las enfermedades. La comida cruda te mantiene saludable y joven, y te proporciona un ‘subidón’ constante de energía. Yo mismo no necesito dormir más de dos horas al día comiendo de esta manera

Sorprende que alguien que dejó el colegio a los ocho años hable de enzimas, nutrientes, enfermedades, horas de sueño, salud,… Muchas de las cosas que menciona van en contra de las más elementales normas de la buena salud (como dormir lo suficiente) y de la evolución del homo sapiens (de carroñeros a depredadores) por el descubrimiento del fuego.

No me malinterpreten: no tengo nada en contra de la comida cruda. Es más me encantan por ejemplo el sushi, el sashimi, el steak tártaro, la fruta o eso que los franceses denominan como «crudités» y que son unos aperitivos tremendamente populares en EEUU (como las zanahorias o el apio, el cual además resulta el perfecto removedor para cualquier bloody mary que se precie). Tampoco tengo nada contra las legumbres ni las verduras (añoro las menestras de Terete en Haro o de Príncipe de Viana en Madrid). Y me apasionan la carne y el pescado. Y los platos de cuchara, los de cuchillo y tenedor y por supuesto los de «barquitos». Vamos, como de todo. Por eso limitarse (radicalmente) a un solo tipo de alimentación me parece un craso error. Salvo que estés obligado a ello (por dieta o falta de recursos económicos).

La conversión de Juliano (en la foto rodeado de hojas de berza, todo un eufemismo) se produjo gracias a una «iluminación». Se fogueó desde niño, tras dejar la escuela, en el restaurante italiano de su familia (de sangre siciliana). Las ensaladas y los platos de pasta eran su fuerte, aunque se adiestró cocinando y comiendo carne, y viendo la televisión a todas las horas (todo un intelectual). Pero un día:

«Perseguí a mi perro en el desierto, y me llevó a un lugar donde había un águila, revoloteando alrededor de una poza donde había una serpiente de agua, y un poco más allá, una rana tomando el sol. Fue un momento muy especial, en el que sentí la unidad con el mundo. A partir de ese día dejé de comer animales y me hice vegetariano.«

Semejante «visión» transformadora no hubiese desentonado en la fiesta de presentación de Equo, donde descubrí el tinto ecológico y las tortillas veganas (la española de patatas y la paisana de toda la vida).

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