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Se apagó la luz de Caballero Bonald

Se apagó la luz de José Manuel Caballero Bonald. Un faro de muchas madrugás, de mañanas, tardes y noches. Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926 – Madrid, 2021) era ante todo un hombre culto, de vasta cultura. Asumo que influido por sus progenitores (padre cubano y madre descendiente de aristócratas franceses), supo navegar entre las mal llamadas alta cultura y baja cultura. Apasionado de esta última, especialmente del flamenco, siempre supo distinguir cual era la música popular de su tiempo. En casi todos los obituarios que lean destacarán su faceta de escritor, sobre todo como poeta. Es justo que sea así. Pero no podemos ni debemos olvidar su aportación a la música popular.

Fue además un excelente gestor cultural. El librero asturiano Silverio Cañada fundó Ediciones Júcar (Gijón, 1967). Encargaría la dirección de la editorial a Pepe Caballero Bonald, que abrió oficina en Madrid y bajó su mandato se editaron casi 2.000 libros. Cañada y Caballero Bonald le compraron una idea a otro grande, Mariano Antolín Rato (trabajaba de traductor en la editorial): ampliar al rock la colección «Los Juglares» dedicada a los cantautores, bajo la dirección del propio Antolín Rato, el primer traductor español de las letras de Bob Dylan. En «Los Juglares» se editaron los primeros libros en España sobre Bob Dylan (del gran Jesús Ordovás), Leonard Cohen, Serrat (de Vázquez Montalbán), The Beatles, The Who, Simon & Garfunkel, etc. Se tradujeron libros franceses sobre sus principales cantautores, Ramón de España publicó volúmenes en los 80 sobre Roxy Music y Buddy Holly. Marcos Ordoñez (Gato Pérez) y Ramón Chao (George Brassens) también forman parte del ilustre elenco de autores de «Los Juglares«.

Su labor de difusión del flamenco fue muy activa en varios frentes. Como letrista, productor y director de sello discográfico. Las alegrías que abren este post son letra suya. Como todas las de los dos primeros discos de Diego Clavel, a quien produjo esos dos primeros LPs para Ariola. «Tierra» el doble álbum de El Lebrijano también son letras suyas. Lo produjeron ambos. Entre Clavel y El Lebrijano, Caballero Bonald dirigió el sello Pauta para Ariola. Pauta, fue la respuesta a mediados de los 70 del jefe de Ariola, Ramón Segura, al éxito de Gong, el sello en Movieplay de Gonzalo García-Pelayo (entonces Garcíapelayo). Gong ampliaba sus miras al rock, mientras Pauta se enfocaba en el flamenco y la canción de autor. El día a día de Pauta lo llevaba Charo García. En Pauta reeditaron el primer LP de Luis Eduardo Aute (RCA) y le grabaron dos más («Babel» y «Sarcófago«). Rosa León, el Forgesound, Miro Casabella, María del Mar Bonet, Paco Ibáñez y el Cuarteto Cedrón, Manuel Gerena, El Sordera, Agujetas padre e hijo, son algunos de los artistas que formaron parte de los casi tres años de existencia de Pauta.

Como productor, aparte de los mencionados y por mencionar, destacar dos discos para Ariola: el «Heliotropo» de Vainica Doble y «Rito» de Aute con el gran Carlos Montero en la dirección musical y artífice de los arreglos.

Ramón Segura y Pepe Caballero Bonald se conocían desde los tiempos de Vergara, la discográfica barcelonesa que fue adquirida por la alemana Ariola. En Vergara, Caballero Bonald puso en marcha y produjo en 1968,  con Segura coordinando, la magna obra «Archivo del Cante Flamenco«. En seis discos se recorrían todos los cantes, divididos en Cantes Primitivos y Cantes Derivados. Esta antología, años después, me sirvió de enciclopedia para mi aprendizaje flamenco.

Mi admiración por José Manuel Caballero Bonald fue siempre desde la distancia. Coincidímos brevemente en la presentación de «La raíz del grito«, el segundo LP de Diego Clavel con portada de Guinovart (Ariola, 1974). En esa época trabajaba en medios. Se mostró interesado por el hecho de alguien apasionado por el rock apreciase el cante. Volvimos a coincidir en otros saraos: la presentación de Pauta, el Forgesound y el «Babel» de Aute. Breves ráfagas, en las que su luz se proyectaba en cada frase. Muchos años después nos vimos en BMG (el grupo empresarial formado tras la compra de RCA por parte de Ariola). Yo trabajaba ahí. Salía del despacho de Tato Luzardo (exbatería de Canarios y brazo derecho de Segura) y nos cruzamos en la escalera. El subía y yo me disponía a bajar a mi despacho. Su cariñoso saludo me sorprendió. Me agarró del brazo y me pidió que le acompañase. Había quedado para comer con Ramón Segura. Tato, testigo de la escena, se acercó y se dieron un fuerte abrazo. Dos sentidos del humor complementarios: el canario y el jerezano. Segura no le hizo esperar demasiado tiempo. El suficiente para alertarnos que si teníamos pendientes con el jefe que aprovechásemos, porque la comida, según costumbre, se alargaría bastante. Tato le replicó que como ya lo sabía había cancelado el desayuno conjunto que tenían para el día siguiente.

He sabido de su fallecimiento por Javier Rioyo en su muro de Facebook. Pedro Lópeh en el suyo puso el video de Diego Clavel. Y Ángel Sánchez Harguindey recordaba en FB esta frase del desaparecido maestro:

«Un buen poema es la máxima temperatura que puede alcanzarse manejando el idioma. Un buen poema justifica toda una vida. Ojalá me llegue algún día ese buen poema».

Archivo cante flamenco

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Un siglo de canciones 114: “Chanson Pour L’Auvergnat” (por Elena Gabriel)

Puede que George Brassens sea el mayor exponente de la “chanson”; sin duda alguna, es un poeta enorme. Su “Chanson Pour L’Auvergnat” es una de las canciones más bonitas y sencillas de todos los tiempos. Un himno a la gente buena, al agradecimiento… a la solidaridad, a la compasión. Al vecino que no denunció. Al extranjero que se comprometió con su muestra de empatía. Al desconocido que resultó ser un amigo. Al hombre y a la mujer capaces de sentir piedad.

La “chanson”

Canción, en francés. En realidad, un estilo de canción, que encuentra sus raíces en los trovadores y acaba en la segunda mitad del siglo XX. Los cantores ambulantes viajaban por el país pregonando las noticias del pueblo y contando lo que pasaba en sitos remotos.

Engloba a grandes artistas y cantantes como la Piaf, Brel, Gainsbourg, Léo Ferré, Aznavour o el mismo Brassens, entre tantos otros.

Con influencias que van desde Ovidio y François Villon (el poeta francés más conocido del Medioevo) hasta los cánticos populares, pasando por todos los estilos de la canción bailable. Opuesta al canto eclesiástico o a los temas religiosos, la canción popular francesa se impone a mediados del siglo pasado como una herramienta irónica y crítica de la sociedad. La industria discográfica acabaría lanzandola como una suerte de esqueleto sobre el cual muchos autores contemporáneos compondrían sus canciones .

En España, Paco Ibañez, Lluis Llach o Serrat son sus exponentes más conocidos. Ellos también encontraron en Brassens una fuente de inspiración.

Georges Brassens

Nace en Sète el 22 de octubre de 1921, hijo de una italiana y de un albañil.

Influenciado por Villon, Tino Rossi, Trenet o Ray Ventura, Brassens crece en una Francia crispada por la entre guerra . Mal alumno, ladronzuelo y poco dispuesto a trabajar, la música lo atrapa y se refugia en Paris en casa de su tía Antoinette. Lee a Baudelaire, a Víctor Hugo, empieza a perfeccionar su estilo. Pero llega la ocupación y Brassens es enviado a Alemania a un campo de trabajo, del que se escapa, regresando a Paris y refugiándose en casa de sus amigos Jeanne y Marcel Planche. Viviría con ellos durante 22 años.

Mientras tanto, empieza a cantar y tocar su guitarra entre amigos.Tímido y reservado, prefiere ceder sus canciones a otros artistas. Pero en enero de 1952, la cantante Patachou lo invita a cantar con él en su cabaret de Montmartre y le presenta a un productor de Phillips, Jacques Canetti.

Brassens graba sus primeras canciones a lo largo de 1952… y luego vendrían la television, la Salle Pléyel, Bobino… la fama.

La canción del Auvernés

Auvernia es una región en el Massif Central, en el centro de Francia. Famosa por sus quesos, sus aguas termales, su artesanía… Y su hospitalidad.

Los Planche fueron los grandes amigos de Brassens. En su casa, Impasse Florimont nº 9, Paris, convivían junto a todo tipo de animales (“La Pata de Jeanne” está dedicada a Jeanne Planche).

Brassens, un hombre agradecido, nunca olvidó que Marcel Planche (auvernés de origen) y Jeanne le dieron cobijo cuando la Gestapo le buscaba después de haberse quedado en Francia tras un permiso. También estaba Louis Cambon, el dueño del Bar des Amis (Bar de los Amigos), un sitio que Brassens frecuentaba. Cambron también era auvernés. De ahí, una de las más bonitas canciones sobre la gratitud, la amistad, la hospitalidad, la sompasión y la empatía.

Se ha dicho que Brassens, con esta canción, demostró su apoyo al Abate Pierre, cuando creó Emaus para los sin techo, para los pobres, para los abandonados, para los que no tienen nada. Aunque no se conocieran y aunque Brassens no comulgara con el catolicismo apostólico romano y mucho menos, con su moral oficial.

 

En 1954 se publica su tercer LP, “Les Sabots d’Hélène”. Uno de los temas es justamente “La Chanson de l’Auvergnat”. Se grabó en el estudio Apollo para Polydor, producido por Jacques Canetti. Como siempre, acompañado por Pierre Nicolas al contrabajo y también por Victor Apicella con la segunda guitarra.

En Febrero sale el EP de “Chanson Pour L’Auvergnat” junto con “La Pière”, “Une Jolie Chanson” y “La Mauvaise Réputation”. El single salió en 1955. La cara B era “Les Sabots d’Hélène”, la canción que daba título al LP.

Una canción que se hizo inmensamente popular. Villon, el jazz, la sociedad de los años 50 y la picardia medieval se conjugan para dar cuerpo al mejor estilo Brassens. La letra, una declaración de amor, sin duda. Denuncia a la vez a la sociedad “bienpensante” y al populacho, a los campesinos ignorantes. El hambre, el frío, la cárcel son los hilos conductores de uno de los poemas más bonitos de Brassens.

La cantaron muchos: Juliette Gréco, Gigliolla Cinquetti, Paco Ibañez (en español, adaptando la versión al “maño” y dedicado a Labordeta) …incluso hay una versión en ruso.

 

(versión en ruso por Alexandre Avanessov)

Chanson Pour L’Auvergnat

Elle est à toi cette chanson
Toi l’auvergnat qui sans façons
M’as donne quatre bouts de bois
Quand dans ma vie il faisait froid

Toi qui m’as donne du feu quand
Les croquantes et les croquants
Tous les gens bien intentionnés
M’avaient fermé la porte au nez

Ce n’était rien qu’un feu de bois
Mais il m’avait chauffe le corps
Et dans mon âme il brûle encore
A la manière d’un feu de joie

Toi l’auvergnat quand tu mourras
Quand le croque-mort t’emporteras
Qu’il te conduise à travers ciel
Au père éternel

Elle est à toi cette chanson
Toi l’hôtesse qui sans façons
M’as donne quatre bouts de pain
Quand dans ma vie il faisait faim

Toi qui m’ouvris ta huche quand
Les croquantes et les croquants
Tous les gens bien intentionnés
S’amusaient au me voir jeuner

Ce n’était rien qu’un peu de pain
Mais il m’avait chauffé le corps
Et dans mon âme il brûle encore
A la manière d’un grand festin

Toi l’hôtesse quand tu mourras
Quand le croque-mort t’emporteras
Qu’il te conduise à travers ciel
Au père éternel

Elle est à toi cette chanson
Toi l’étranger qui sans façons
D’un air malheureux m’as souri
Lorsque les gendarmes m’ont pris

Toi qui n’as pas applaudi quand
Les croquantes et les croquants
Tous les gens bien intentionnés
Riaient de me voir emmener

Ce n’était rien qu’un peu de miel
Mais il m’avait chauffé le coeur
Et dans mon âme il brûle encore
A la manière d’un grand soleil

Toi l’étranger quand tu mourras
Quand le croque-mort t’emporteras
Qu’il te conduise à travers ciel
Au père éternel

Canción Para El Auvernés

Para ti es esta canción,

tú, Auvernés, quien sin más

me diste cuatro trozos de leña

cuando en mi vida hacía frío.

Tú, que me diste fuego cuando,

los campesinos y campesinas,(*)

toda la gente “de bien”

me había dado con la puerta en las narices.

No era más que un fuego de leña

pero calentó mi cuerpo

y en mi alma aún arde

como una fogata de feria.

Tú, Auvernes, cuando mueras

cuando el enterrador te lleve

que te conduzca a través de los cielos

hasta el Padre Eterno.

Para ti es esta canción,

tú, anfitriona que, sin más,

me diste cuatro trozos de pan

cuando en mi vida hacía hambre.

Tú que me abriste tu arca cuando

los campesinos y campesinas,

toda la gente “de bien”

reía al verme pasar hambre.

No era más que un poco de pan

pero calentó mi cuerpo

y en mi alma aún arde

como si fuera un gran banquete.

Tú, anfitriona, cuando mueras,

cuando el enterrador te lleve

que te conduzca a través de los cielos

hasta el Padre Eterno.

Para ti es esta canción,

tú, extranjero que, sin más,

me sonreíste tristemente

cuando los gendarmes me detuvieron.

Tú, que no aplaudiste cuando

los campesinos y las campesinas,

toda la gente “de bien”

reían al ver cómo me llevaban.

No era más que un poco de miel

pero calentó mi corazón

y en mi alma aún arde

como si fuera un gran sol.

Tú, extranjero, cuando mueras,

cuando el enterrador te lleve

que te conduzca a través de los cielos

hasta el Padre Eterno.

Entradas anteriores en:

Un siglo de canciones (todos los posts)

(*) He traducido “croquants”, palabra que se refiere a los campesinos de tiempos de Enrique IV, como “campesinos”. El término es despectivo y también podría traducirse como “paletos”.

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