Anoche fuimos al Teatro Lara para disfrutar de la presentación de «Galaxias«, el nuevo álbum de Niño Josele. Fue una noche de buen rollo: buena música y reencuentros con viejos amigos y conocidos. Que reunió, además de a los artistas invitados que actuaron, a tres guitarristas de renombre como Pepe Habichuela, Serranito y Juan Manuel Cañizares. Hubo otros músicos entre el público. También vi a Fernando Trueba y a Cristina Huete. Y a dos políticos, Eduardo Madina (ya retirado) y Mónica García. En la foto, tomada durante el fin de fiesta, vemos de izquierda a derecha a la banda de Niño Josele y a sus invitados: su hijo a los teclados, el bajista, Enrique HerediaNegri, Josémi Carmona, Rosario La Tremendita, Niño Josele, Jorge Pardo, Nino de los Reyes (parcialmente tapado por Jorge) y los dos percusionistas. La labor de ambos junto a los taconeados de Nino crearon un sólido e inspirado armazón que sostuvo la estructura del concierto y sus improvisaciones.
La primera referencia que tuvo de Niño Josele fue cuando Paco de Lucía lo integró a su formación. Ahí es ná. Fueron 10 años. Los últimos si no me equivoco. Alguien me apuntó que ya lo había visto cuando tocó para Enrique Morente cuando tan solo contaba con 17 años.
Hoy en día Niño Josele es un músico cotizado fuera de nuestras fronteras. Ha tocado y/o grabado con Elton John, Paul Simon, Alicia Keys, Lenny Kravitz, Chick Corea, Rubén Blades, etc. Precisamente Corea y Blades colaboran en «Galaxias«. El tema de Blades, que anoche cantó El Negri, está dedicado a Paco de Lucía.
A principios de septiembre me hacía eco, porque no quedaba más remedio, del tonto-debate de la apropiación cultural. En ese post recogía una entrevista de Víctor Lenore a Arcángel en el que se le preguntaba al cantaor sobre Rosalía. Indudablemente ella es la gran protagonista del asunto (que por otra parte no tiene ni pies ni cabeza y demuestra la poca sapiencia musical de quienes se hicieron eco de una asociación gitana, representada por una inculta musical y que nadie conocía hasta ese momento; podríamos decir que logró su objetivo: darse a conocer). No era la primera vez que Rosalía aparecía en el blog: anteriormente había destacado aquísu video «Malamente«, junto a otros dos (definía a los tres como Spanish Urban Hits).
Este pequeño preámbulo ha servido para ponernos en situación de cara a lo que voy a contar a continuación. Hace dos domingos en Sevilla, dentro del marco de actividades del Bookstock 2018 celebrado en el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla), participé en una mesa redonda sobre periodismo musical junto a Grace Morales y Patricia Godes, moderados por Jesus Morillo del ABC de Sevilla (el día anterior presenté junto a Fran G. Matute mi libro «Rock ‘n’ Roll: el ritmo que cambió el mundo«). Paralelamente en la ciudad se celebraba la Bienal de Flamenco (con un gran despliegue publicitario: carteles y autobuses pintados con los personajes que configuran la imagen de esta Bienal). Entre los asistentes al debate en el CICUS se encontraba Jordi Costa (crítico de cine de El País y autor entre otros libros de «Cómo acabar con la Contracultura«). Nos habíamos conocido el sábado en el tren de ida. Un tipo encantador. Hizo una pregunta levemente relacionada con el tema y en mi respuesta aproveché para hablar de Rosalía y arremeter contra la portada de El País Semanal. Grace Morales asintió mostrando su acuerdo y Patricia Godes fue más cruel.
Mi punto de vista se resume en que el primer álbum de Rosalia (un ladrillo) es pretendidamente de cantaora y falla por el repertorio y el guitarrista, su productor, que no domina el toque flamenco. Un disco de guitarra y voz a estas alturas de partido no tiene mucho sentido a no ser que seas la (el) mejor del mundo e interpretes temazos. Han pasado dos años y Rosalía se ha movido a un estilo más contemporáneo: el de la música urbana. Ha presentado dos temas que mezclan distintos tipos de música y creo que le han quedado fenomenal. Su segundo álbum aún no se ha editado. ¿Juzgamos a Rosalía por ese primer álbum que fue un fracaso comercial o por estas dos canciones que han tenido éxito? Dicho lo cual rematé mi alocución final en Sevilla con el despropósito que supuso hace un par de semanas verla en la portada de El País Semanal. ¿Por qué? ¿Quién la colocó ahí? Era un hype de tomo y lomo que probablemente la perjudique (si acaso no lo está haciendo ya). ¿Por qué esa portada? ¿Por un álbum que fracasó hace dos años? ¿O por estas dos nuevas canciones? ¿Desde cuándo EPS dedica una portada a una artista de dos sencillos de éxito y un CD de fracaso? ¿Tendrá algo que ver El Deseo, la productora de los Almodovar? Porque se sabe que va a trabajar en la nueva película de Almodovar. Estos mismos argumentos los expuse ayer en el muro de Víctor Lenore en Facebook, a raíz de una publicación suya sobre Rosalía y una mala crítica de un flamecólico (como Morente llamaba a los defensores de la pureza). Adjunto dos pantallazos (el primero hace ref. a lo de Almodovar)
A lo largo de mi carrera profesional he trabajado tanto con artistas puros como impuros (la verdad, con más de estos últimos), Con los impuros mezclando sonidos y culturas. Considero que el flamenco es nuestra gran música popular, que ha bebido de muchas fuentes y que tiene la flexibilidad de adaptar y acoger géneros dispares. Sean rancheras, rock, boleros, jazz, dance, electrónica, etc. De esto proviene en parte su grandeza a lo largo de los tiempos. Y espero con muchas ganas el segundo álbum de Rosalía.
No sé muy bien cómo ni por qué se ha abierto el melón de otro tonto-debate: el de la apropiación cultural que supuestamente sufre el flamenco. Se han cargado las tintas injustamente sobre Rosalía. En El Confidencial de hoy Víctor Lenore le hace una estupenda entrevista a Arcángel, en su día uno de los nuevos valores del flamenco y hoy una enorme realidad. Dice Arcángel al respecto:
[…] También le pido opinión sobre el debate de moda: el apropiacionismo del que han acusado a Rosalía. “La ecuación está mal planteada. No es cuestión de apropiarse o no, sino de reconocer que cualquier músico necesita hacer incursiones en géneros que no son el suyo principal. Quien se acerca al flamenco es para aprovecharse, igual que el flamenco se ha aprovechado de muchas otras músicas. Mi opinión es que los músicos que se han acercado al flamenco desde fuera lo han beneficiado más de lo que lo han perjudicado. Ese tipo de debates me parecen absurdos y no tengo ganas de alimentarlos. Cuando me preguntan si algo es flamenco o no, les respondo que me da igual, lo que importa es si te emociona”, resume. […]
Otro recadito para tanto ortodoxo del flamenco (flamencolicos los denominaba el gran Enrique Morente, de quien Arcángel tanto aprendió): el cajón flamenco no es gitano ni siquiera andaluz, es peruano. Y lo trajo a España un percusionista brasileño, Rubem Dantas, miembro del grupo de Paco de Lucía (payo, cuya madre era portuguesa). Más: la guitarra tampoco es original del flamenco. Se introdujo en la primera mitad del siglo XIX, para acompañar al cante. Como recordaba Paco de Lucía, los guitarristas eran los banderilleros del flamenco porque los primeros espadas eran los cantaores. Eso también cambió… Por otra parte la guitarra (también conocida como clásica o española) llegó a la península de la mano de los árabes donde evolucionó hacia la que conocemos hoy en día.
Así que quienes acusan a otros de apropiarse de culturas ajenas deberían mirarse primero en el espejo. Para posteriormente aprender que la riqueza musical reside en tener los oídos bien abiertos a otras expresiones, que bien puedan incorporar a las suyas. O no.
Arcángel es un buen ejemplo de esto. Su nuevo trabajo discográfico «Al este del cante» (Universal) incorpora las voces búlgaras (con el coro Nuevas Voces Búlgaras dirigido por Georgi Petkov). Es el testimonio impreso, grabado en directo, de dos años de trabajo y experimentación. El gran Isidro Muñoz se ha encargado de los arreglos. Arcángel presenta en Madrid desde hoy hasta el domingo este espectáculo en el Teatro La Latina.
Encuentro en Efe Emeuna muy interesante respuesta de un lector, un misterioso G., a mi pieza sobre el regreso de grandes y olvidados artistas. Plantea que España solo produce discos de homenaje. Aleladas recreaciones con alumno famoso interpuesto. Regresos de saldo o mesa camilla. Qué razón tiene. Hubiera matado por disfrutar del, digamos, Tratamiento Rick Rubin, en alguien como Mari Trini. «Alas De Cristal«, lo siento, no me parece EL disco, y ya no será posible. Ídem para Bambino, que bien lo merecía. Ahora, ¿lo merecíamos nosotros? ¿Merecíamos a semejante portento? ¿Merecimos a las Vainica Doble? Puestos a hablar de Carmen y Gloria, ¿merecíamos a Mario Pacheco? Ah, entiendo. El cierre de Nuevos Medios, esa mierda, ese obstáculo en la carrera hacia la libertad del artista, retrógrada imposición entre el angélico creador y su sediento público, solo puede ser bueno… Un paso adelante, dos pasos atrás, ¿no es así, Rodríguez Ibarra, Amador Savater, superviviente a las cenas del miedo, lectores de Vladimir Ilich Lenin, líricos enemigos del intermediario, idealistas guerrilleros en pos de la libertad, románticos francotiradores? Encima, el flamenco (¡y el silbo canario!), es Patrimonio de la Humanidad. ¿O de la UNESCO? Disculpen que nunca recuerde tan pomposos títulos, vomitivo afán nobiliario que apenas sirve para otra cosa que no sea financiar institucionales saraos. Ya saben. Se trata de un país, el nuestro, donde Enrique Morente recibe honores presidenciales en el telediario una vez cumplido el engorroso trámite con las Parcas. Antes no, faltaría. Cuando publicaba maravillas tipo «Omega» no había sitio. No era, sublime conjuro, ah, oh, noticia. No. No provocaba contundentes erecciones entre los directivos de las cadenas. A los buitres de guardia, especialistas en homenajes fúnebres, sordos correveidiles de la náusea, Morente solo les interesa muerto. Pacheco o Nuevos Medios, ni siquiera.
Recuerdo haber leído que Celia Cruz soñaba con grabar un otoñal disco de boleros. Por pereza, imposiciones, mercadotecnia, qué sé yo, no lo hizo. Regresen a «Vasos Vacíos«. Intuyan, si logran contener el vértigo, la rabia, la vergüenza o la pena, cuanto perdimos. Anoten aquí que la culpa concreta es muy posible que fuera de las discográficas. Defender la propiedad intelectual no incluye ser gilipollas, pero, verán, por mucho fenicio que hubiera en ellas, por muchas decisiones discutibles que tomaran, por mucho engendro que patrocinasen, la cultura no es ni será nunca pura nube, algodón rosa, mágico pensamiento que ni moja ni huele ni traspasa, luminiscente fornicación de sonrientes hados, cascabeleros duendes y opalescentes musas. La necesidad de intermediarios, léase productores, etc., con gusto y criterio, parece decisiva. El dinero para costear sus servicios, también.
Volviendo a Celtiberia show, sección utopía, sería histórico el regreso de Pepa Flores con material y dirección a la altura.
La última bala de Sabina pasa por despedir al equipo médico habitual, tan chistoso, tan fraternal, tan AOR, tan gagá. ¡Esas guitarras eléctricas, dios mío! ¡Esos arreglos! ¡Esos teclados! Sobran compositores, instrumentistas, etc., que imagino estarían encantados de alistarse. O no. Asunto distinto es que el Sonetista quiera, o a estas alturas pueda o sepa. Asombroso que cite al Cohen anciano como modelo. Desde luego «The Future» no opera como brújula de «Vinagre Y Rosas«.
Puestos a implorar: que vuelva con lustre Rafael Amador. Ah, si tuviéramos vergüenza Moris disfrutaría de discográfica cómplice, contrato a la altura, lanzamientos cuidados, etc. Y lloro porque la última década de Chavela Vargas ha sido quemada con duetos superfluos, repeticiones ad nauseam del mismo repertorio, etc. De Serrat solo espero que no repita «Dos Pájaros De Un Tiro«, fiesta de chistes con cuarto y mitad de alzheimer. María Jiménez rozó el modelo soñado. Temo que lo suyo fuera un (bello) espejismo. Nunca aprecié mucho las virtudes de Raphael. Reconozco, eso sí, que sería interesante verlo lejos de Miami… y de la pose cool e insufrible, habitual entre sus modernos admiradores.
España, palabrita de Fraga, siempre será diferente. Qué escribo diferente. ¡Exótica! ¿En EEUU recuperan a Johnny Cash? ¿Dice usted Wanda Jackson, Mavis Staples, Solomon Burke, Loretta Lynn, Marianne Faithfull, Bettie Lavette o Kris Kristofferson? Nada, nada. Chorradas. Prescindibles dinosaurios. Nosotros, oiga, gozamos con un resucitado Papito Bosé. Ahora nos visita en Manhattan. Qué suerte tenemos. Bienaventurados los plumillas agraciados con un pase para disfrutar del sublime intérprete, cáustico compositor, inmarchitable crooner. Tan emocionante, vanguardista, independiente, poético y tierno que sus discos debieran de incluir una etiqueta. «Manténgase lejos del alcance de los niños. Si queda expuesto a su escucha durante más de cinco minutos póngase en contacto con el centro de control de envenenamiento. Una dosis mínima basta para infligirse el seppuku«. Algo así.
El otoño ya está aquí y por tanto pasó la época de los grandes festivales. Haciendo un repaso a vista de pájaro (o a vista de “vogel”) me quedan claras algunas cosas. Que intentaré desgranar a continuación.
La accesibilidad y portabilidad de la música “enlatada” ha significado una merma en la calidad de reproducción del sonido. Y en algunos casos también en las fuentes de origen: las grabaciones. Esto no parece importarle a la gente joven de hoy en día. Quienes prefieren la cantidad sobre la calidad. Y también, y esto si que me parece relevante, la posibilidad de elegir y seleccionar las canciones que les gustan. Lo cual implica un cambio importante en sus fidelidades a la hora de escuchar música. En su A&R personal ahora prima la R, de repertorio, sobre la A, de artistas. A quienes se mantienen fieles en sus apariciones en festivales, donde además encuentran la oportunidad de reunirse con sus iguales.
¿Pero qué ha pasado este verano? Podríamos decir que los grandes triunfadores han sido los veteranos. ¿Qué entiendo por veteranos? A todos aquellos que han sobrepasado la edad limite de supervivencia. Esos 33 años que Mick Jagger fijó como edad de retiro, a principios de los 70. Y que tuvo continuidad en los títulos de dos álbumes “Too Old To Rock ‘n’ Roll: Too Young To Die” (“Demasiado Viejo Para el R&R: Demasiado Joven Para Morir”) de Jethro Tull (1976) y el “Los Viejos Rockeros Nunca Mueren” de Miguel Ríos (1979), el que hoy en día está marcando la pauta.
Porque repasando carteles, la lista es apabullante. A los cuarentones que siguen en activo tenemos que sumar a aquellos que se han vuelto a reunir o han decidido abandonar sus cuarteles de invierno. Cito un puñado de ejemplos: Tequila, Calamaro, Nacha Pop, Iggy Pop y los Stooges, Chuck Berry, Tom Waits, Bob Dylan,Neil Young, Bruce Springsteen, Lou Reed, The Police, Blondie, Leonard Cohen, Sex Pistols, Patti Smith, Burning, Enrique Morente y Lagartija Nick. Y en estos dos ultimos quisiera detenerme un instante:
Han rescatado su proyecto “Omega”, de 1996. Y al igual que Lou Reed con “Berlín” (1973) que lo presentó por primera vez en directo en 2006, Morente y Lagartija Nick han realizado actuaciones muy escogidas. Y leyendo El País del pasado jueves, Xavi Sancho en su “Tócalo otra vez, pero que sea de principio a fin” nos cuenta que esta tendencia ya es moda. Tuvo su origen en el festival ATP (las iniciales del tema “All Tomorrow’s Parties” de la Velvet Underground) y su creador lanzó posteriormente los conciertos Don’t Look Back. La formula llegó a España de la mano del Primavera Sound.
Repasando las criticas de los festivales del verano, hay unanimidad en que los triunfadores se encuentran entre un puñado de artistas que son Neil Young, Springsteen, The Police, Dylany Leonard Cohen (sin olvidar la reunión de los Jayhawks). Es más, nuestros hermanos del RockDeLuxe en su último número dicen que la foto de Morente y Cohen es la imagen del FIB, uno de los templos de la modernidad. Un pequeño inciso: al igual que en unaentrada anterior les daba “un meneito” por su escaso apoyo a la música española en un ejemplar concreto, en este caso alabo su ultima portada (El Guincho), así como su informe sobre el nuevo indie nacional (primera parte) y el CD conmemorando los 25 años de la discográfica independiente Munster. Es decir, los nuestros tanto artistas como emprendedores.
¿Qué está sucediendo para que la nostalgia se lo esté llevando crudo? Ya sabemos aquello de quien tuvo retuvo. ¿Pero a estos niveles? ¿Hemos perdido la capacidad de riesgo? Al menos la han perdido las discográficas, que ante el “acoso” -y el descenso en ventas producido como consecuencia- restringen presupuestos y apuestan sobre seguro. Que casi nunca suele ser la mejor música (cumpliéndose los pronósticos de algunos a quienes nos consideraban agoreros). La gente ha encontrado nuevas formulas –y más económicas- para conocer nuevos sonidos. Pero estas nuevas formas de exposición no alcanzan masa crítica. Lo cual dificulta su conocimiento y difusión. Siendo los directos, como siempre, la mejor forma de conocer la valía real de los nuevos aspirantes al Olimpo. Mientras que los promotores y organizadores de conciertos y festivales, apostando sobre seguro, pujan por los grandes nombres. Aquellos que atraen al público, a los políticos en el poder y a los patrocinadores. Elevando el precio de las entradas. Cuadrando este círculo vicioso en el que estamos sin encontrar la salida…