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Italia campeona de Europa a los penaltis

Marca

La jornada no empezó bien para el deporte italiano. Su primer tenista en una final de Wimbledon perdía en cuatro sets ante Djokovic. Berrettini lo hizo mejor de lo que podía, ganando el primer set. Luego nada más arrancar la final de la Eurocopa, Italia-Inglaterra, los ingleses anotaron el 0-1. Trippier desde su banda derecha lanzó un excelente pase cruzado. Desde el vértice del área grande al vértice del área chica. Por ahí entraba el otro lateral largo, Shaw, que fusiló a Donnarumma. Tan solo habían transcurrido dos minutos y esta era la primera posesión inglesa.

El fallo defensivo italiano no desmerece la brillantez de la jugada del gol. Y aprovecho para destacar el campeonato del rojiblanco Trippier. Para mi uno de los mejores jugadores de esta Eurocopa. 

La disposición de Southgate con tres centrales y dos laterales largos, apoyando a sus dos mediocentros, ocupaba todos los espacios y cortocircuitaba a los centrocampistas de Mancini.

A partir del gol Italia dominó aparentemente, porque no creaba peligro ni finalizaba las jugadas. En cambio las subidas por banda de Trippier maltrataban los corazones italianos. Un par de veces encontró apoyo en Sterling

El primer peligro de los azzurri vino de los pies de Chiesa. Una jugada individual. Inició su carrera un metro delante del círculo central, por la banda derecha. Se fue de varios rivales y antes de entrar al área disparó. Se le fue fuera por poco.

Italia salió con otro aire tras el descanso. Finalizando las jugadas. Aunque sus centrocampistas seguían sin estar a su nivel. Jorginho daba la impresión de estar tocado y no parecía consciente que se estaba jugando el Balón de Oro. Barella no era el del Inter y fue sustituido en el 54 (Immobile también). Y Verratti nunca me ha convencido. En los partidos grandes del PSG no le recuerdo (algunos ni los jugó). 

Chiesa en el 61 tuvo el empate en esa jugada suya tan característica: se desembaraza de varios y cuando menos te los esperas suelta el latigazo. Pickford, muy atento, desvió abajo el remate que se colaba. 

La solidez defensiva inglesa -solo un gol en contra durante el torneo hasta ese momento- se traducía en la presencia ofensiva de sus defensas. Desde el gol hasta los saques de esquina que buscaban a sus centrales, auténticas torres.

Se jugaba en campo inglés. Los centrales italianos jugaban delante del círculo central.

En el 65 una jugada de Chiesa termina en córner. Se bota, hay un pequeño barullo y Verratti cabecea. Pickford desvía y da en el poste. El rechace lo recogió Bonucci y empata. 1-1 en el 66.

Southgate reaccionó quitando a Trippier, no tan acertado como en la primera mitad, para volver a defensa de cuatro. Entraba Saka.

Italia seguía presionando arriba. Inglaterra tenía dificultades para controlar el balón y lo perdían. En la tele veíamos a Henderson en la banda, como solución para este problema. Entró por Rice.

En el 73 Berardi (sustituyó a Immobile) tuvo el 2-1. Remató forzado, delante de Pickford, un balón largo llovido del cielo. No llegó con claridad y la tocó como pudo. 

Jorginho carburaba y Verratti se empeñó en dejarme mal. Su fútbol contrarrestaba el poderío físico inglés.

En el 80 se rompió Chiesa. Se retiró del campo. Volvió mermado. Hasta el 85 no entró Bernardeschi. Inglaterra aprovechó esta circunstancia para estirarse, conscientes del estado de Chiesa. No corrían riesgo a sus espaldas.

Sterling, muy flojo anoche, lleva camino de competir con Neymar en exageraciones y piscinazos. 

La segunda mitad se alargó seis minutos. El marcador no se alteró y nos fuimos a la prórroga.

Italia afrontaba el tiempo extra con sus dos centrales con amarillas. 

Si los primeros 45 minutos fueron de Inglaterra y los segundos de Italia, la primera parte de la prórroga estuvo más equilibrada. Henderson era la llave de la mejora inglesa. 

Chiellini salvó a Italia, cruzándose a Sterling en el 96, quien ya se relamía ante el gol que estaba a punto de anotar. Acto seguido Locatelli entraba por Verratti. 

En el 99 entraba Grealish por Mount, de quien no recuerdo ninguna jugada.

Pickford al filo del 103 evitaba con su antebrazo un gol cantado. Despejó el pase de Emerson desde la banda a su área, al que llegaban dos italianos y un tercero por detrás. 

La entrada de Locatelli mitigó el impacto de Henderson. El italiano además aportaba en ataque. 

El primer cuarto de hora de la prórroga no alteró el marcador.

El último cuarto de hora de partido empezó con Inglaterra dominando. En el 110 Sterling se durmió en el área chica y Chiellini, con toda la sangre fría del mundo, le robó limpiamente la pelota. El central emergía como el mejor de los suyos. 

En el 117 Florenzi entraba por Emerson. Y Jordan Sancho calentaba. ¡Qué desperdició tenerle sin jugar! Igual que en semifinales. En el 119 doble cambio: Sancho y Rashford por Walker y ¡Henderson!

Se añadieron tres minutos. Los cinco últimos minutos más los tres de descuento se jugaron en campo inglés. Italia había recuperado el control. Queda por saber si el dominio anterior de Inglaterra fue mérito suyo o los italianos se cerraron para buscar la contra.

Se llegó con 1-1 y pasamos a la tanda de penaltis. Triste y caprichoso final para una Eurocopa de momentos brillantes que merecía mejor desenlace.

Berardi anotó el primero. Kane también.

Pickford se lo paró a  Bellotti (tenía malacara antes del lanzamiento). Maguire la clavó por la escuadra contrario a donde se lanzó Donnarumma. 1-2.

Bonucci anotó. Rashford la estrelló en el palo (había entrado para esto). 2-2.

Bernardeschi marcó por el centro. A Sancho se lo paró Donnarumma (también entrado para esto). 3-2.

A Jorginho se lo rechazó Pickford y luego dio en el palo. Saka tenía la oportunidad de empatar. Pero Donnarumma desvió el lanzamiento. ¡Italia campeona de Europa! Es su segundo título. 

Los dos últimos partidos de Italia los han ganado a los penaltis. En semifinales ante nosotros y ayer la final. Está en su ADN.

Reuters AS

 

 

 

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Copa América: Argentina 1 Brasil 0

Wagrner Meier Getty AS

La final de la Copa América fue una guerra abierta. Patadas a diestro y siniestro. En este apartado también ganaron los argentinos. Y eso que los brasileños tampoco son unas monjas.

En la primera parte hubo más patadas que remates entre los tres palos. De hecho solo hubo uno, el del golazo de Di María. Los protagonistas de las patadas, los que más recibieron, fueron Messi y Neymar. No cuento los piscinazos del brasileño. Las dos amarillas (Paredes y Fred) fueron por entradas sobre los dos capitanes. El festival de tarjetas llegó en la segunda mitad.

Brasil no inquietó a Emiliano Martínez, el grosero meta argentino (que obvio no ganó ningún premio a la deportividad). En realidad, ninguno de los dos porteros tuvo que intervenir. Ni siquiera en el 1-0 de Di María en el 21. Un pase largo de De Paul, pretendido por el Atlético de Madrid, se lo tragó Lodi, el lateral brasileño del Atleti. Di María le superó en carrera tras fallar Lodi en el despeje. Controló con el exterior trasero de su bota izquierda y superó al meta con una impecable vaselina con la zurda. Bellisimo.

La tensión se palpaba en ambos equipos. Brasil jugaba más agarrotada, mientras la albiceleste imprimía velocidad en sus conatos de ataque.

Se llegó al descanso con 1-0.

Para la segunda mitad Firmino entró por Fred.

En el 50 amarilla a Lo Celso por entrada sobre Neymar. Dos minutos después anulaban, por fuera de gol, el tanto del empate obra de Richarlison. Quien estuvo a punto de anotar en el 55, pero Martínez se lució. Entre medias Guido Rodríguez entró por Paredes.

Argentina lo estaba pasando mal en este arranque del segundo tiempo. El primer cuarto de hora fue totalmente de Brasil.

En el 62 Tite daba entrada a Vinicius por Everton, flojo todo el tiempo que estuvo en el campo. Scaloni hizo un cambio defensivo: Tagliafico entró por Lo Celso. Acuña subió a reforzar el centro del campo y quien entró pasaba al lateral.

En el 67 amarilla para De Paul por falta sobre Neymar. Lodi la vio por una entrada sobre De Paul.

El último cambio de Argentina asentó al equipo. Y se fue desembarazando del dominio de la canarinha.

En el 72 otra amarilla, esta vez para Paquetá. Y un par de entradas que merecieron serlo y no lo fueron.

De María, el mejor de los suyos, crecía en la misma medida que a Messi se le veía fatigado.

En el 75 entraban Gabigol Emerson por Lodi y Paquetá. Tres minutos después la reacción argentina llegaba con un triple cambio: Romero se marchaba  e ingresaba PezzellaLautaro Martínez era sustituido por González y Di María por Palacios.

Amarilla para Otamendi por falta sobre Neymar en el 80. Y a Marquinhos por empujar al central argentino cuando se retiraba del lugar de los hechos.

Martínez despejó a córner el gol del empate de Gabigol en el 87. AL minuto Messi pudo hacer el 2-0. Estuvo a punto de regatear al portero. Y en 89 otra amarilla, Montiel.

Se añadieron cinco minutos de añadido. Aparte de las patadas, no pasó nada.

Argentina como equipo sufrió más. Y eso les unió. Fueron una piña. Brasil, en cambio, eran destellos, sobre todo a cargo de Neymar. Muy pocas finalizaciones para la posesión que tuvieron.

Messi lograba su primer título con su selección. Y como madridista me preocupó el mal partido de Casemiro. Desubicado y sin controlar el ritmo de juego de su selección.

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Tanti auguri (para jugar bien al fútbol hay que venir al sur): Italia finalista

Arrizabalaga AFP AS

Perdida la inocencia,
en el sur se pasa mejor

Parafraseando a la gran Raffaella Carrá, o en realidad a Manolo Díaz autor de la letra en español de «Hay que venir al sur» (adaptación del original italiano «Tanti auguri» que no decía lo que Manolo escribió, pero al referirse al sur de Trieste le sirvió de inspiración y buscó la rima exacta para el pegajoso estribillo de este inmortal éxito): para jugar bien al fútbol hay que venir al sur. Y lo digo tanto por Italia, finalista, como por España, que jugó su mejor partido del torneo.

Luis Enrique, que perdió la inocencia (futbolística) hace tiempo, sorprendió con un once sin delantero centro. La idea, atrevida, en principio parecía buena. Quedaba a expensas del desempeño de nuestros jugadores. Los tres elegidos en ataque fueron Ferran Torres, Dani Olmo y Oyarzabal. Los extremos jugaron a banda cambiada (algo que perjudicó al vasco en la primera ocasión que tuvo, al tener que revolverse para acomodar el disparo y se le echaron encima; en la segunda, en cambio, le vino bien al poder disparar con la zurda según le venía).

Los de Mancini salieron a por todas. Se mascaba la tragedia. Eran un enjambre que se nos echaba encima. No pasamos del círculo central. Estábamos acorralados. A los tres minutos Chiesa ya había estrellado un remate en el poste. La mencionada primera oportunidad de Oyarzabal (min. 12) supuso un respiro. A partir de ahí tranquilizamos nuestro juego y empezamos a controlar un poco el juego. Con nuestra parsimonia habitual. Nuestros tres puntas sí buscaban jugar rápido. Olmo, solo cinco goles en la pasada Bundesliga, puso los uys y Donnarumma en la parada del partido salvó un gol que ya cantábamos. A mi me pilló a medio levantar del sofá.

Perdonen la insistencia, pero a mi la ausencia de Marcos Llorente me parece un lujo, una ventaja para el rival. Y si se pretende que nuestros tres puntas ayudan a los centrocampistas, Llorente es el más indicado para esa labor.

Con España asentada, Italia defendía con dos líneas de cuatro (4-4-2). Y surgió una picardía, porque ellos hace décadas que perdieron la inocencia: balones largos buscando una contra por sorpresa o un error nuestro (de Unai Simón o de un central), pero sobre todo provocar que España saliese desde muy atrás y así adelantar ellos su línea de presión.

La diferencia básica entre ambas selecciones era la velocidad. Ellos juegan rápido. Nosotros sobamos y sobamos la pelota.

El arranque de la segunda mitad mostró a La Roja más veloz e incisiva. Terminábamos las jugadas. Unai Simón nos provocó dos sustos que acabaron en sendos saques de esquina.

Chiesa en el 53 dio el primer aviso, desde la derecha del ataque azzurro. Unai Simón se lució parando abajo un balón que buscaba el palo contrario. Y siete minutos después, a la hora de juego, nos clavó el 1-0. No voy a hacer sangre de los centrales, pero Laporte está en la génesis del gol. En esa contra falló y el rechace le llegó al excelente delantero. Chiesa, esta vez, desde la izquierda controla y marca.

Luis Enrique tenía jugadores calentando. Morata entró en el 61 por Ferran Torres (no muy acertado anoche y flojo en la segunda parte). Mancini, al mismo tiempo, retiraba a Immobile. Entraba Berardi. Tres minutos después Oyarzabal fallaba a puerta vacía. No llegó a tiempo. ¡La que se hubiese liado de haber sido Morata!

En el 69 entraban Gerard Moreno y Rodri por Oyarzabal y Koke (su partido más flojo del torneo y miras que lo estaba haciendo bien hasta hoy). Luis Enrique buscaba ideas y confiaba en un doble pivote. No se le puede reprochar que lo intentase (sin nueve o con doble pivote). Cuatro minutos más tarde se iban Verratti y Emerson y entraban Pessina y Tolói.

En el 77 show de Unai Simone: despeja y rebota en Laporte.

La reivindicación de Morata llegó en el 80. Una buena combinación con Olmo y se planta frente al portero. Con una sangre fría impresionante ajusta al palo corto mientras Donnarumma se vencía al lado opuesto. 1-1.

Morata lleva tres goles en cinco partidos. Y ha fallado menos que Gerard Moreno, Olmo, Oyarzabal o Koke. De estos solo ha marcado Oyarzabal, un gol. Ninguno de nuestros jugadores ha anotado tres.

Entre el 84 y el 85 varios cambios en ambos combinados: Locatelli y Belotti sustituian a Barella y Insigne mientras Marcos Llorente entraba por Azpilicueta. ¡Qué obsesión de poner a Llorente de lateral derecho!

Con 1-1 alcanzamos el final del partido. Fueron 90 minutos intensos de buen fútbol y en varias fases de muy buen fútbol. La segunda parte mejor que la primera, por los goles y por La Roja, que mejoró sus prestaciones, de salida y luego obligada por el marcador en contra.

España afrontaba su tercera prórroga consecutiva. Un esfuerzo tremendo en un espacio tan corto de tiempo.

Ambas selecciones siguieron a lo suyo, fieles a los planteamientos de sus técnicos. Curiosamente, España parecía más fresca. A veces Italia nos recordaba a la vieja Italia. Pero era por méritos de España.

Tuvimos dos oportunidades: la primera en un barullo tras un remate de Morata rechazado y en el 101 de nuevo con Morata de protagonista, cuyo medio remate llegó a Llorente que no pudo consumar.

El resultado no se movió en los primeros 15 minutos de la prórroga. Y nosotros físicamente parecíamos más enteros.

Thiago reemplazó a Busquets para la segunda parte de la prórroga y Bernardeschi a Chiesa en el 106. Dos minutos después se rompía Eric García en una contra italiana. Entró Pau Torres. En el 109 anulaban un gol de Italia por fuera de juego. Era claro y no hubo protestas.

Nuestro problema a partir de ese momento es el que señaló Kiko en TV: habíamos perdido fluidez. Nos pesaban las piernas. Ahora eran ellos los que estaban más frescos.

En el 114 un providencial tacón de Pau Torres nos libró de un gol seguro. Despejó en última instancia cuando el pase llegaba al delantero rival, que se plantaba solo frente a Unai SImón.

No se movió el marcador. Y a los penaltis. España volvía a jugarse el pase desde el punto de penalti. Nos fue bien contra Suiza. Unai Simón paró dos.

Unai Simón paró el primero a Locatelli. Dani Olmo la mandó alta.

Belotti marcó. 1-0. Gerard Moreno también. 1-1.

Bonucci anotó engañando a nuestro portero. 2-1. Thiago, con mucha clase, hizo lo mismo. 2-2.

Bernardeschi la metió por la escuadra. 3-2.  Donnarumma se la paró a Morata. Si marcaban ellos estábamos fuera de la final. Como nosotros ante Suiza.

Jorginho no falló. Se lució!!!

Italia es el primer finalista de la Eurocopa 2020. En unas horas conoceremos su rival.

Para España llegar a semifinales ha sido un éxito. Aunque nos vayamos con el amargo sabor de caer en los penaltis, después de haber jugado nuestro mejor partido. Enfrente teníamos a los mejores del campeonato y hemos estado a un paso de la proeza.

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Un Real Madrid sin garra no gana

Real Madrid

En el once que presentó Zidane frente al Betis me sorprendieron las presencias de Carvajal y Modric como titulares. Entendiendo que el defensa precisa minutos, para ir cogiendo ritmo, pensaba que entraría en la segunda mitad (de cara a la ida de las semifinales de Champions frente al Chelsea). Asimismo, pensando en el Chelsea, suponía que reservaría al croata para la segunda mitad.

Los béticos de Pellegrini salieron dominando. Se iban arriba con alegría. Canales protagonizaba el encuentro. En cambio, el Real Madrid salió perezoso. Le costaba avanzar. Rodrygo era el único que ponía algo de chispa, pero no acertaba en la acción final.

El Betis botó el primer saque de esquina del partido en el 10. El primero del Madrid no llegó hasta el 14. Era nuestra primera aproximación al área rival. Este córner provocó el primer remate blanco. El chut de Marco Asensio se fue muy alto. El segundo fue de Isco en el 18, en un lanzamiento de falta que también se fue fuera.

A medida que Modric aparecía el Madrid iba adelantando posiciones. La presión alta, inexistente durante el primer cuarto de hora, la lideraba Modric. El Betis no se inmutaba.

Rodrygo robó una pelota en su banda, la derecha. Se fue primero de dos y luego de un tercero. La jugada terminó en córner (min. 20). Nuestro segundo.

Al filo del 24 Rodrygo, cambiado de banda, pudo hacer el 1-0, tras una buena combinación con Benzema. Taponó Víctor Ruiz. El rechace acabó en las botas de francés que disparo bien. Atajó abajo Bravo.

Canales disparó al lateral de la red al filo del 29.

Carvajal se sentía fuerte frente a Joaquín. Y a la media hora se lanzó banda arriba. Su internada acabó con falta de Casemiro en ataque.

Isco vio la amarillas en el 34.

Rodrygo y Asensio seguían cambiados de costado. El brasileño acusaba la lluvia y resbalaba demasiado.

Un buen balón de Isco a Benzema en el 38 pudo ser gol. El remate no encontró portería. Y vivimos una situación curiosa: la jugada se anuló por fuera de juego del nueve blanco. No lo era. De haber entrado el VAR hubiese rectificado la errónea decisión del juez de línea.

El 0-0 al descanso era justo. Un Madrid flojo en unos pocos destellos generó algunas ocasiones de peligró, mientras un Betis dominador aparente, no creó ocasiones claras. Solo dispararon una vez (por las seis nuestras). Con el nivel de esta primera mitad estábamos dilapidando nuestras posibilidades de volver a ganar la Liga.

No hubo cambios en el descanso. Tampoco dejó de llover. Rodrygo y Asensio ocuparon sus posiciones de inicio.  Y volvimos a salir al campo sin garra.

Vinicius saltó a calentar sobre el 50 (¿a calentar o a empaparse?).

El primer disparo ente los tres palos de esta segunda mitad fue de Asensio en el 52.  No presentó ningún problema y Bravo embolsó la pelota tranquilamente. Dos minutos después un centro-chut de Rodrygo se estrelló en el larguero.

Lainez muy suelto en esta segunda parte se animaba a atacar la banda con demasiada frecuencia. Ese lado con el mexicano arriba y Emerson entrando desde atrás comenzaba a ser un problema para el Madrid.

En el 58 entraba Vini por Rodrygo y Aitor Ruibal por Joaquín.

La ausencia de Kroos era impepinable. No teníamos ninguna posibilidad a balón parado. Ni en faltas ni en córneres. Estos ya los sacábamos en corto.

En el 64 Canales le pone a Borja Iglesias la mejor ocasión del Betis, tras otra buena jugada de Lainez. La salida de Courtois fue providencial. Antes nos hurtaron una posible mano en el área bética cuando Case buscaba cabecear.

En el 67 entraban Odriozola y Marcelo por Carvajal  e Isco.  Pasábamos a defensa de tres centrales.

No llegábamos con claridad ni peligro. Jugándote la Liga la falta de garra era pasmosa. El Betis, ordenado, hacía bien su trabajo.

Casemiro en el 73 eligió buscar portería desde fuera del área cuando tenía a Odriozola libre a su derecha.

Canales continuaba dejando en evidencia a Isco (ya sustituido).

En el 75 fue Vinicius quien eligió mal. Remató flojo cuando tendría que haber pasado a Benzema. Su carrera se inició en campo propio.

Hazard volvía a jugar en el 76. También entraba Blanco. Salían Asensio y Modric.

Pellegrini efectuaba un doble cambio en el 79. Se iban Lainez y Borja Iglesias. Entraban Loren y Juanmi.

En el 81 se revisó una mano verdiblanca en su área. Fue clara y desvió el remate de cabeza de Militao que iba a puerta. Que fuese voluntaria o involuntaria no viene al caso. Desvía la trayectoria y el brazo del defensor está extendido. En la jornada 11, ante el Alavés, le pitaron a Nacho penalti por una acción similar. ¿Entonces sí y ahora no?

A cinco minutos del final Vinicius se resbaló en una posición inmejorable tras una buena jugada y mejor  pase de Hazard. En ese momento recordé aquellas palabras de Benzema sobre el carioca ( más o menos dijo: «nos perjudica, es como si fuese con ellos»).

El último cambio bético fue el de Carvalho por Guardado.

El partido se alargó tres minutos. No hicimos nada. Aparte de sobar la pelota sin ningún sentido.

El 0-0 es un certificado de defunción de cara a esta Liga. Ya no dependemos de nosotros. Quedamos a expensas de errores ajenos. Sin garra no vamos a ganar nada.

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Zidane cambió el libreto

JORGE GUERRERO AFP AS

En San Sebastián, ante la Real Sociedad, Zidane apostó por las bandas (con Rodrygo y Vinicius). En Sevilla, frente al Betis, cambió el libreto. No es que renunciase a las bandas. Simplemente no las saturó, dejando vía libre a los laterales (Carvajal y Mendy). En mi opinion, ni tanto ni tan calvo.

El arranque del choque fue vertiginoso: no se habían cumplido ni 10 minutos y ya teníamos un gol anulado a Benzema, una oportunidad local desbaratada por Courtois y un jugadón de Mendy, quien no tuvo claro el pase de la muerte y se la jugó con un remate que se le fue fuera. Y en el 13 llegó el 0-1. Una formidable jugada de Benzema, de extremo derecho, fue rematada a la red por Fede Valverde, en la posición de delantero centro. Este gol da idea de la movilidad de los madridistas. Lo que pretendía Zidane. Su alineación al menos parecía indicar esto. Con Jovic de titular, Valverde, en vez de Modric, acompañando a Kroos, Casemiro y Odegaard, quien repitió titularidad.

Con el 0-1 el Madrid tenía el partido con todo a favor. El Betis estaba desconcertado y Sergio Ramos pudo hacer el 0-2. Pero falló. No fue su peor error de la noche.

Hubo una jugada que terminó cambiando el ritmo del encuentro: una entrada de Emerson a Casemiro. Case salió tocado y amarilla para el bético. Y a medida que avanzaban los minutos bajaba su rendimiento y emergía Canales. Entre el 34 y el 37 el Betis volteó el marcador. Primero, Mandi cabeceó imponiéndose en el salto al renqueante Casemiro. Y luego Carvalho hizo el 2-1 tras una defectuosa salida de balón de Sergio Ramos (regaló la pelota a los rivales) y un blando Odegaard en la cobertura del autor del gol.

Las malas noticias, además del mal partido de Jovic y Odegaard, no terminaron con los goles locales. Finalizando la primera mitad Kroos tenía que abandonar el terreno de juego tocado. Entraba Modric.

Con el 2-1 se llegaba al descanso.

Isco salió del vestuario sustituyendo a Odegaard. Y en el 48 empataba el Madrid. Un autogol de Emerson. Justicia poetica. En un principio pareció que el pase de Carvajal lo había rematado Benzema. Un minuto después, tras la revisión del VAR del 2-2, Benzema reventó la pelota contra el travesaño y luego entró. No se concedió porque el francés estaba en fuera de juego.

El primer cuarto de hora de Isco, sin ser ninguna maravilla, fue mejor que toda la primera parte de Odegaard. Jovic en cambio de iba de mal en peor. Y Zidane puso a calentar a Borja Mayoral. En el 64 Jovic protagonizó una de las jugadas del partido. ¿Estaba en fuera de juego? ¿Era penalti o roja? El VAR dictaminó que era roja para Emerson. Y se pitó la falta. Ramos estuvo a punto de hacer el 2-3 en el lanzamiento.

Benzema la tuvo un par de minutos después. El pase de Valverde iba muy fuerte y fue la pelota la que golpeó al delantero y no al revés. Un minuto después se producía el anunciado relevo de delanteros. A mi entender, con el Betis en 10, era mejor Vinicius que Mayoral.

La inferioridad numérica del Betis los hizo buscar las contras. Mientras, el Madrid buscaba el gol de la victoria. Estaba obligado a ganar. A medida que avanzaban los minutos la ansiedad madridista iba en aumento.

En el 79 el VAR señalaba otra jugada decisiva: penalti por mano de Bartra en un forcejeo con Mayoral. Sergio Ramos transformaba a lo Panenka. 2-3.

Un par de minutos después una incursión de Valverde por la derecha fue salvada por Joel tras el remate de Isco. El paradón de la noche: una mano abajo, a contrapié.

Los ocho minutos de descuento se me hicieron largos. No porque viese peligrar el resultado. Más bien por el ritmo tedioso del Madrid. El cuarto estuvo más cerca que el gol del empate (dos ocasiones, de Valverde –ha vuelto– y una muy clara de Benzema, en el último segundo).

El Betis 2 Real Madrid 3 fue un buen partido. Bien jugado. Disputado. Y emocionante por los vaivenes del marcador. Y del VAR. Por otra parte, es la victoria n.º 100 de Zidane en el banquillo blanco.

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