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El Real Madrid y el Bernabéu hunden al PSG

AS

Noche grande en el Bernabéu, una noche europea en la que el Real Madrid hundió al PSG. El 3-1 final que eliminaba al club parisino tuvo aires de gesta. Porque todo se puso cuesta arriba con el golazo de Mbappé en el 39. Un 0-1 que llegaba en uno de los peores momentos, cerca del descanso.

El primer cuarto de hora del Real Madrid fue muy buena, pero faltó remate. Y precisión en las aproximaciones, tanto en los escasos disparos como en los últimos pases. El Madrid presionaba arriba, liderado por Benzema y Fede Valverde, robando bien la pelota e impidiendo los avances rivales. Kroos, de pivote, tenía a Alaba de guardaespaldas y a su lado un Modric que en la segunda mitad impuso su ley y fue clave en la victoria.

La salida fue fulgurante, desde que pusimos el balón en juego: jugada ensayada con un envío largo a Vinicius y ya estábamos en el área rival a los 10 segundos. Y a los 36 habíamos recuperado el primer balón a 20 metros de Donnarumma.

A partir de ese primer cuarto de hora los blancos aflojaron porque el PSG se recompuso y empezó a tocar. Siempre buscando a esa fiera que es Mbappé. De no ser por los tres goles de Benzema habría sido sin duda el jugador de la eliminatoria. Marcó los dos tantos de su equipo, aquí y ahí, además de los que le anularon.

La sensación al descanso no era buena. Courtois estuvo más activo que su portero. Lo cual nunca es buena señal. Sin olvidar el aspecto físico porque pasamos un rato largo persiguiendo sombras. Pero comentaba a mis cercanos que si antes necesitábamos dos goles para pasar ahora seguíamos necesitando dos, mas para igualar. Y si se conseguían vaya usted a saber que podría pasar…

Arrancó la segunda parte con un Benzema más activo. Pudo empatar pero Donnarumma voló y con la yema de sus dedos enguantados desvió a córner. Mbappé nos puso el corazón en un puño con un golazo, anulado por fuera de juego de Nuno Mendes. El lateral arrancó su carrera por la banda en offside. Esta y una de Messi fue lo único que nos ofreció el PSG en la segunda parte. Hasta Mbappé se diluyó a medida que avanzaba el partido, a pesar de sus embestidas y su endiablada velocidad (le anularon otro gol).

El destino del encuentro y de la eliminatoria cambió a partir del minuto 56. Entraron Camavinga y Rodrygo por un fatigado Kroos y un Marco Asensio que arrancó muy bien pero que a partir del primer cuarto de hora se fue desvaneciendo hasta desaparecer del campo. Alaba pasó al lateral izquierdo. Los que entraron aportaron energía. El delantero aliviaba a Vinicius porque los avances por la derecha ahora sí funcionaban y el equipo alternaba ambas bandas. El francés con sus insultantes 19 años se comía a los parisinos. Era el complemento ideal para Valverde. Y Modric pudo hacerse con la batuta del equipo. Como dijo alguien Modric lideró la insurrección blanca. A los cinco minutos de este doble cambio llegó el empate.

Donnarumma la cagó ante la presión de Benzema, en el área pequeña. El balón llegaba a Vini en la banda izquierda, dentro del área. El extremo con excelente criterio se la pasa a Benzema quien logra el 1-1. La esperanza y la euforia se juntaron. Comenzaba el recital madridista y al PSG le empezaron a temblar las piernas. Sobre todo a sus defensas y portero. Se encadenaban las ocasiones (la más clara una de Vinicius en el 72, cuando en un fallo defensivo se encontró con el balón solo frente al portero y su disparo se fue alto).

En el 66 Lucas Vázquez entraba por Carvajal, con una amarilla. Mbappé seguía siendo la única preocupación que teníamos.

A Paredes le perdonaron la segunda amarilla por un pisotón a Benzema (luego a Marquinhos le perdonaron la segunda ¡dos veces!). Pochettino con buen criterio retiró a Paredes poco después.

Los dos minutos mágicos fueron el 76 y el 78, los del 2-1 y el 3-1. Primero, Modric sale desde la frontal de nuestra área. Avanza como si tuviera 22 años. Supera obstáculos, combina con Vini a quien lanza en carrera con un pase cruzado y filtra el pase a Benzema desde la frontal del área francesa. El nueve anotaba su segundo gol de la noche. Controló con la izquierda y chutó con la derecha. La eliminatoria estaba igualada. El PSG sacó de centro y les quitamos la pelota. Fue el inicio del desastre parisino. Vinicius presionó a Marquinhos en el área, tras un pase de Rodrygo, y el despeje del central se convirtió en una asistencia a Benzema. 3-1 y hat-trick del francés.

Con el 3-1 y el partido roto el Madrid pudo ampliar el marcador. El PSG solo dispuso de una falta lanzada por Messi, que se fue lamiendo el larguero. Mbappé estaba solo. Y era el único capacitado para voltear el marcador.

La estadística final muestra que el Madrid remató 21 veces, siete entre los tres palos. De estas siete tres fueron gol. La segunda mitad fue decisiva para estos números. Ellos dispararon 10 veces, cuatro entre los tres palos (un gol)

Siempre nos han dicho que la fe mueve montañas. Los madridistas conocemos esto bien. Y hoy lo hemos vuelto a comprobar.

El sorteo para los cuartos de final de Champions será el día 18. A ver qué suerte tenemos. Y por cierto la decimotercera la ganamos tras eliminar al PSG en octavos…

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El Real Madrid pierde y sale milagrosamente vivo

AS

Antes del PSG-Real Madrid me preocupaba el estado de Benzema (escribí sobre ello el lunes) y las posibles tarjetas a Casemiro y Mendy, que podrían alejarles del partido de vuelta. Ancelotti arriesgó con Benzema de titular. Pochettino en cambio fue prudente y guardó a Neymar.

Empiezo por el final: Courtois fue el mejor del Madrid y Mbappé del PSG. Esto dice todo del partido.

Mbappé empezó por la banda izquierda y Di María en la derecha. A punto de cumplirse los cinco minutos Mbappé encaró a Carvajal y se fue. Su pase al centro del área fue rematado alto por Di María, en inmejorable posición. Fue la primera ocasión del partido. Tres minutos después Mbappé se volvió a ir de Carvajal, que en esta ocasión contó con el apoyo de Casemiro.

Al Madrid le costaba pasar del círculo central. Al igual que hemos visto en otros encuentros al diesel blanco le cuesta arrancar y coger ritmo. En este partido no sucedió porque ellos nos griparon el motor. Nuestros medios no funcionaron, salvo en tareas defensivas.

El PSG alternaba sus ataques por ambas bandas. Y cuando recuperábamos el balón nos precipitábamos en el pase y lo perdíamos.

Al cuarto de hora una falta en ataque sobre Carvajal no señalada propició la contra de Mbappé. La recuperación del lateral fue asombrosa y desbarató lo que podría haber tenido un fatal desenlace. Dos minutos después Courtois achicó frente a Mbappé, que se le plantó delante (obstaculizado por Carvajal). El córner lo sacó Messi y Danilo cabeceó abajo. Nueva intervención de Courtois.

A los 20 minutos los parisinos sacaban su cuarto saque de esquina. El dominio era abrumador.

El incansable Di María bajaba a la media para ayudar. Y era el primero en presionar arriba. Leandro Paredes, otro argentino infatigable, imponía su ley en el centro del campo.

Una internada de Militao en el 28, desde la frontal del área blanca, sacó al Madrid de la cueva. La jugada terminó con una falta de Di María sobre Vinicius. Al poco fue Alaba quien subió, por banda izquierda. Y luego fue Carvajal, aprovechando que Mbappé no le siguió. En el 34 una falta de entendimiento madridista desbarató una buena contra.

La primera mala noticia llegó en el 36: amarilla para Casemiro. Era tan solo la tercera falta blanca. Y no pareció para tanto. En las imágenes vimos que pudo ser por un agarrón de cuello del brasileño tras la falta. Error de principiante, impropio de alguien con la experiencia de Case. Se pierde la vuelta. Tres minutos después la vio Verratti por una fea entrada sobre Casemiro.

A partir del 40 vimos la posesión más larga del Madrid. Si la perdíamos la recuperábamos inmediatamente. Estuvimos casi tres minutos en su campo. Pero a Donnarumma no le vimos. Ni entonces ni luego. Acabó el partido inédito.

Vinicius no podía con Achraf Hakimi, bien apoyado por Danilo. La mejor acción del extremo fue provocar un córner en el último minuto, el primero del Madrid. Se botó y Casemiro cabeceó fuera. Fue la única aproximación blanca en esta primera mitad.

No hubo cambios en el descanso.

Mbappé pudo marcar en el 49. Courtois se lució abajo, desviando el potente disparo a bocajarro del francés.

Militao vio la amarilla en el 51 por una entrada sobre Mbappé. Y al minuto Courtois apareció dos veces consecutivas. Pero cuando se hizo con la pelota se la pasó defectuosamente a Mendy. Y se originó otra ocasión de peligro.

Kroos buscó portería desde lejos en el 54. Dos minutos después Mendy vio la amarilla que le deja fuera para la vuelta.

A la hora de juego Carvajal cometió penalti sobre Mbappé. Lo lanzó Messi y Courtois impidió el gol. Desvió abajo a córner. Se botó y en la contra blanca vimos la primera carrera de Vinicius. Fue frenado en falta. Amarilla para Danilo.

Lucas Vázquez y Rodrygo entraban por Carvajal y Marco Asensio en el 72. Al mismo tiempo Neymar lo hacía por Di María. Mbappé pasaba a la derecha.

Echaba de menos el empuje y los pulmones de Fede Valverde. Y lo de Benzema, visto lo visto hasta ese momento, fue un error. Cierto que no llegaban balones a los delanteros. Pero no estuvo acertado en los pases cuando tuvo la pelota.

A Mbappé se le fue fuera por los pelos un remate cruzado desde la izquierda del área (min. 72).

Hazard y Valverde entraron en el 81 por Vinicius y Modric.

Rodrygo vio una amarilla.

Neymar en el 86 la tuvo. Su remate, tras entrar por la banda derecha, se fue arriba y fuera de banda por el costado contrario. Al minuto Bale sustituyó a Benzema.

Mbappé se fue de Mendy en el 89. Su pase de la muerte no encontró rematador. El contragolpe blanco lo frenó Paredes en falta (amarilla).

El alargue fue de cuatro minutos.

A falta de un minuto Neymar, en la banda izquierda, se la da de tacón a Mbappé. El francés se interna, superando a dos jugadores (Militao y Lucas Vázquez) y desde el vértice del área chica cruzó su remate al palo contrario, antes de que Valverde le tapase. 1-0. ¡Golazo!

El PSG mereció ganar y por un marcador más amplio. Tuvimos suerte y solo perdimos por un gol. Salvo Courtois no estuvimos a la altura de un partido de Champions. No se puede basar todo en jugar replegados y confiar tu suerte a un contragolpe. Que no llegó nunca porque no supimos sacudirnos del dominio rival ni nuestros medios estuvieron finos en el pase.

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Italia 1 España 2 (semis de Liga de Naciones)

Getty AS

España en una excelente primera parte certificó su pase a la final de la Liga de Naciones. La semifinal se decidió por los dos goles de Ferran Torres (min. 16 y 46), ambos a pases de Oyarzabal (que estuvo inmenso),  y por la expulsión de Bonucci (vio la segunda amarilla en el 41). Podríamos decir que los últimos cinco minutos de la primera mitad fueron los decisivos, por conseguir la superioridad numérica y el segundo tanto.

Las Luisenricadas del día fueron la inclusión de Gavi en el once titular y la insistencia con Busquets, quien no atraviesa desde hace tiempo su mejor momento (y su equipo tampoco). Rodri, titular del Manchester City, vio el partido desde el banquillo. Lo de Gavi suena a lo sucedido con Eric García en la pasada Eurocopa (ganada por Italia). Pero ojo que la proyección del centrocampista tiene mejor pinta que la del central.

Italia en 10 y con dos goles en contra lo tenía muy complicado. Prácticamente imposible. La España de la segunda mitad contemporizó. Entendió a lo que se debía jugar. Parecíamos italianos, por decirlo de alguna manera.

El resultado pudo ser más amplio. Marcos Alonso, en su regreso a la selección, tuvo dos ocasiones, una en cada parte. En la primera remató y se le escapó el balón a Donnarumma y cuando se colaba se encontró con el palo y el posterior despeje de Bonucci. En la segunda, no pudo resolver el mano a mano con el portero local.

El problema para La Roja fueron los últimos 12 minutos (incluidos los cinco adicionales). Un error de Pau Torres en el círculo central lo aprovechó Chiesa y se lanzó hacia la portería española. Cuando parecía que iba a consumar la jugada rematando a gol se la cedió a Pellegrini, quien le acompañaba por la derecha. 1-2.

Curiosamente despertamos de nuestro letargo con el gol italiano y volvimos a ser los de la primera mitad. Y además con uno más. Aunque acabamos pidiendo la hora. El inefable Luis Enrique había debilitado el equipo con sus cambios…

Mañana conoceremos a nuestro rival en la final. La otra semifinal la juegan Francia y Bélgica.

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Italia campeona de Europa a los penaltis

Marca

La jornada no empezó bien para el deporte italiano. Su primer tenista en una final de Wimbledon perdía en cuatro sets ante Djokovic. Berrettini lo hizo mejor de lo que podía, ganando el primer set. Luego nada más arrancar la final de la Eurocopa, Italia-Inglaterra, los ingleses anotaron el 0-1. Trippier desde su banda derecha lanzó un excelente pase cruzado. Desde el vértice del área grande al vértice del área chica. Por ahí entraba el otro lateral largo, Shaw, que fusiló a Donnarumma. Tan solo habían transcurrido dos minutos y esta era la primera posesión inglesa.

El fallo defensivo italiano no desmerece la brillantez de la jugada del gol. Y aprovecho para destacar el campeonato del rojiblanco Trippier. Para mi uno de los mejores jugadores de esta Eurocopa. 

La disposición de Southgate con tres centrales y dos laterales largos, apoyando a sus dos mediocentros, ocupaba todos los espacios y cortocircuitaba a los centrocampistas de Mancini.

A partir del gol Italia dominó aparentemente, porque no creaba peligro ni finalizaba las jugadas. En cambio las subidas por banda de Trippier maltrataban los corazones italianos. Un par de veces encontró apoyo en Sterling

El primer peligro de los azzurri vino de los pies de Chiesa. Una jugada individual. Inició su carrera un metro delante del círculo central, por la banda derecha. Se fue de varios rivales y antes de entrar al área disparó. Se le fue fuera por poco.

Italia salió con otro aire tras el descanso. Finalizando las jugadas. Aunque sus centrocampistas seguían sin estar a su nivel. Jorginho daba la impresión de estar tocado y no parecía consciente que se estaba jugando el Balón de Oro. Barella no era el del Inter y fue sustituido en el 54 (Immobile también). Y Verratti nunca me ha convencido. En los partidos grandes del PSG no le recuerdo (algunos ni los jugó). 

Chiesa en el 61 tuvo el empate en esa jugada suya tan característica: se desembaraza de varios y cuando menos te los esperas suelta el latigazo. Pickford, muy atento, desvió abajo el remate que se colaba. 

La solidez defensiva inglesa -solo un gol en contra durante el torneo hasta ese momento- se traducía en la presencia ofensiva de sus defensas. Desde el gol hasta los saques de esquina que buscaban a sus centrales, auténticas torres.

Se jugaba en campo inglés. Los centrales italianos jugaban delante del círculo central.

En el 65 una jugada de Chiesa termina en córner. Se bota, hay un pequeño barullo y Verratti cabecea. Pickford desvía y da en el poste. El rechace lo recogió Bonucci y empata. 1-1 en el 66.

Southgate reaccionó quitando a Trippier, no tan acertado como en la primera mitad, para volver a defensa de cuatro. Entraba Saka.

Italia seguía presionando arriba. Inglaterra tenía dificultades para controlar el balón y lo perdían. En la tele veíamos a Henderson en la banda, como solución para este problema. Entró por Rice.

En el 73 Berardi (sustituyó a Immobile) tuvo el 2-1. Remató forzado, delante de Pickford, un balón largo llovido del cielo. No llegó con claridad y la tocó como pudo. 

Jorginho carburaba y Verratti se empeñó en dejarme mal. Su fútbol contrarrestaba el poderío físico inglés.

En el 80 se rompió Chiesa. Se retiró del campo. Volvió mermado. Hasta el 85 no entró Bernardeschi. Inglaterra aprovechó esta circunstancia para estirarse, conscientes del estado de Chiesa. No corrían riesgo a sus espaldas.

Sterling, muy flojo anoche, lleva camino de competir con Neymar en exageraciones y piscinazos. 

La segunda mitad se alargó seis minutos. El marcador no se alteró y nos fuimos a la prórroga.

Italia afrontaba el tiempo extra con sus dos centrales con amarillas. 

Si los primeros 45 minutos fueron de Inglaterra y los segundos de Italia, la primera parte de la prórroga estuvo más equilibrada. Henderson era la llave de la mejora inglesa. 

Chiellini salvó a Italia, cruzándose a Sterling en el 96, quien ya se relamía ante el gol que estaba a punto de anotar. Acto seguido Locatelli entraba por Verratti. 

En el 99 entraba Grealish por Mount, de quien no recuerdo ninguna jugada.

Pickford al filo del 103 evitaba con su antebrazo un gol cantado. Despejó el pase de Emerson desde la banda a su área, al que llegaban dos italianos y un tercero por detrás. 

La entrada de Locatelli mitigó el impacto de Henderson. El italiano además aportaba en ataque. 

El primer cuarto de hora de la prórroga no alteró el marcador.

El último cuarto de hora de partido empezó con Inglaterra dominando. En el 110 Sterling se durmió en el área chica y Chiellini, con toda la sangre fría del mundo, le robó limpiamente la pelota. El central emergía como el mejor de los suyos. 

En el 117 Florenzi entraba por Emerson. Y Jordan Sancho calentaba. ¡Qué desperdició tenerle sin jugar! Igual que en semifinales. En el 119 doble cambio: Sancho y Rashford por Walker y ¡Henderson!

Se añadieron tres minutos. Los cinco últimos minutos más los tres de descuento se jugaron en campo inglés. Italia había recuperado el control. Queda por saber si el dominio anterior de Inglaterra fue mérito suyo o los italianos se cerraron para buscar la contra.

Se llegó con 1-1 y pasamos a la tanda de penaltis. Triste y caprichoso final para una Eurocopa de momentos brillantes que merecía mejor desenlace.

Berardi anotó el primero. Kane también.

Pickford se lo paró a  Bellotti (tenía malacara antes del lanzamiento). Maguire la clavó por la escuadra contrario a donde se lanzó Donnarumma. 1-2.

Bonucci anotó. Rashford la estrelló en el palo (había entrado para esto). 2-2.

Bernardeschi marcó por el centro. A Sancho se lo paró Donnarumma (también entrado para esto). 3-2.

A Jorginho se lo rechazó Pickford y luego dio en el palo. Saka tenía la oportunidad de empatar. Pero Donnarumma desvió el lanzamiento. ¡Italia campeona de Europa! Es su segundo título. 

Los dos últimos partidos de Italia los han ganado a los penaltis. En semifinales ante nosotros y ayer la final. Está en su ADN.

Reuters AS

 

 

 

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Tanti auguri (para jugar bien al fútbol hay que venir al sur): Italia finalista

Arrizabalaga AFP AS

Perdida la inocencia,
en el sur se pasa mejor

Parafraseando a la gran Raffaella Carrá, o en realidad a Manolo Díaz autor de la letra en español de «Hay que venir al sur» (adaptación del original italiano «Tanti auguri» que no decía lo que Manolo escribió, pero al referirse al sur de Trieste le sirvió de inspiración y buscó la rima exacta para el pegajoso estribillo de este inmortal éxito): para jugar bien al fútbol hay que venir al sur. Y lo digo tanto por Italia, finalista, como por España, que jugó su mejor partido del torneo.

Luis Enrique, que perdió la inocencia (futbolística) hace tiempo, sorprendió con un once sin delantero centro. La idea, atrevida, en principio parecía buena. Quedaba a expensas del desempeño de nuestros jugadores. Los tres elegidos en ataque fueron Ferran Torres, Dani Olmo y Oyarzabal. Los extremos jugaron a banda cambiada (algo que perjudicó al vasco en la primera ocasión que tuvo, al tener que revolverse para acomodar el disparo y se le echaron encima; en la segunda, en cambio, le vino bien al poder disparar con la zurda según le venía).

Los de Mancini salieron a por todas. Se mascaba la tragedia. Eran un enjambre que se nos echaba encima. No pasamos del círculo central. Estábamos acorralados. A los tres minutos Chiesa ya había estrellado un remate en el poste. La mencionada primera oportunidad de Oyarzabal (min. 12) supuso un respiro. A partir de ahí tranquilizamos nuestro juego y empezamos a controlar un poco el juego. Con nuestra parsimonia habitual. Nuestros tres puntas sí buscaban jugar rápido. Olmo, solo cinco goles en la pasada Bundesliga, puso los uys y Donnarumma en la parada del partido salvó un gol que ya cantábamos. A mi me pilló a medio levantar del sofá.

Perdonen la insistencia, pero a mi la ausencia de Marcos Llorente me parece un lujo, una ventaja para el rival. Y si se pretende que nuestros tres puntas ayudan a los centrocampistas, Llorente es el más indicado para esa labor.

Con España asentada, Italia defendía con dos líneas de cuatro (4-4-2). Y surgió una picardía, porque ellos hace décadas que perdieron la inocencia: balones largos buscando una contra por sorpresa o un error nuestro (de Unai Simón o de un central), pero sobre todo provocar que España saliese desde muy atrás y así adelantar ellos su línea de presión.

La diferencia básica entre ambas selecciones era la velocidad. Ellos juegan rápido. Nosotros sobamos y sobamos la pelota.

El arranque de la segunda mitad mostró a La Roja más veloz e incisiva. Terminábamos las jugadas. Unai Simón nos provocó dos sustos que acabaron en sendos saques de esquina.

Chiesa en el 53 dio el primer aviso, desde la derecha del ataque azzurro. Unai Simón se lució parando abajo un balón que buscaba el palo contrario. Y siete minutos después, a la hora de juego, nos clavó el 1-0. No voy a hacer sangre de los centrales, pero Laporte está en la génesis del gol. En esa contra falló y el rechace le llegó al excelente delantero. Chiesa, esta vez, desde la izquierda controla y marca.

Luis Enrique tenía jugadores calentando. Morata entró en el 61 por Ferran Torres (no muy acertado anoche y flojo en la segunda parte). Mancini, al mismo tiempo, retiraba a Immobile. Entraba Berardi. Tres minutos después Oyarzabal fallaba a puerta vacía. No llegó a tiempo. ¡La que se hubiese liado de haber sido Morata!

En el 69 entraban Gerard Moreno y Rodri por Oyarzabal y Koke (su partido más flojo del torneo y miras que lo estaba haciendo bien hasta hoy). Luis Enrique buscaba ideas y confiaba en un doble pivote. No se le puede reprochar que lo intentase (sin nueve o con doble pivote). Cuatro minutos más tarde se iban Verratti y Emerson y entraban Pessina y Tolói.

En el 77 show de Unai Simone: despeja y rebota en Laporte.

La reivindicación de Morata llegó en el 80. Una buena combinación con Olmo y se planta frente al portero. Con una sangre fría impresionante ajusta al palo corto mientras Donnarumma se vencía al lado opuesto. 1-1.

Morata lleva tres goles en cinco partidos. Y ha fallado menos que Gerard Moreno, Olmo, Oyarzabal o Koke. De estos solo ha marcado Oyarzabal, un gol. Ninguno de nuestros jugadores ha anotado tres.

Entre el 84 y el 85 varios cambios en ambos combinados: Locatelli y Belotti sustituian a Barella y Insigne mientras Marcos Llorente entraba por Azpilicueta. ¡Qué obsesión de poner a Llorente de lateral derecho!

Con 1-1 alcanzamos el final del partido. Fueron 90 minutos intensos de buen fútbol y en varias fases de muy buen fútbol. La segunda parte mejor que la primera, por los goles y por La Roja, que mejoró sus prestaciones, de salida y luego obligada por el marcador en contra.

España afrontaba su tercera prórroga consecutiva. Un esfuerzo tremendo en un espacio tan corto de tiempo.

Ambas selecciones siguieron a lo suyo, fieles a los planteamientos de sus técnicos. Curiosamente, España parecía más fresca. A veces Italia nos recordaba a la vieja Italia. Pero era por méritos de España.

Tuvimos dos oportunidades: la primera en un barullo tras un remate de Morata rechazado y en el 101 de nuevo con Morata de protagonista, cuyo medio remate llegó a Llorente que no pudo consumar.

El resultado no se movió en los primeros 15 minutos de la prórroga. Y nosotros físicamente parecíamos más enteros.

Thiago reemplazó a Busquets para la segunda parte de la prórroga y Bernardeschi a Chiesa en el 106. Dos minutos después se rompía Eric García en una contra italiana. Entró Pau Torres. En el 109 anulaban un gol de Italia por fuera de juego. Era claro y no hubo protestas.

Nuestro problema a partir de ese momento es el que señaló Kiko en TV: habíamos perdido fluidez. Nos pesaban las piernas. Ahora eran ellos los que estaban más frescos.

En el 114 un providencial tacón de Pau Torres nos libró de un gol seguro. Despejó en última instancia cuando el pase llegaba al delantero rival, que se plantaba solo frente a Unai SImón.

No se movió el marcador. Y a los penaltis. España volvía a jugarse el pase desde el punto de penalti. Nos fue bien contra Suiza. Unai Simón paró dos.

Unai Simón paró el primero a Locatelli. Dani Olmo la mandó alta.

Belotti marcó. 1-0. Gerard Moreno también. 1-1.

Bonucci anotó engañando a nuestro portero. 2-1. Thiago, con mucha clase, hizo lo mismo. 2-2.

Bernardeschi la metió por la escuadra. 3-2.  Donnarumma se la paró a Morata. Si marcaban ellos estábamos fuera de la final. Como nosotros ante Suiza.

Jorginho no falló. Se lució!!!

Italia es el primer finalista de la Eurocopa 2020. En unas horas conoceremos su rival.

Para España llegar a semifinales ha sido un éxito. Aunque nos vayamos con el amargo sabor de caer en los penaltis, después de haber jugado nuestro mejor partido. Enfrente teníamos a los mejores del campeonato y hemos estado a un paso de la proeza.

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¿España de menos a más?

Stuart Franklin Getty AS

¿Irá España de menos a más en esta Eurocopa? Hay signos esperanzadores, como la vuelta de Busquets que además mejora el rendimiento de Pedri, el estado de forma de Koke y Jordi Alba o el afianzamiento de Azpilicueta en el lateral derecho (esto último es un deseo, pero no creo que Luis Enrique vuelva a las andadas tras el rendimiento del último partido). Nuestros puntos débiles siguen siendo la portería, la pareja de centrales, encontrar hueco a Marcos Llorente en el once y Morata. Igual la solución pasa por sentar al delantero centro y dar entrada a Llorente por la derecha con Gerard Moreno en la punta de ataque. El estado anímico de Morata parece bajo. ¿Es mejor sentarle o seguir apoyándolo de titular? La fase de los experimentos ya pasó. A partir de hoy ya todo son finales. Un tropiezo y a casa. 

Esta selección de suplentes ha logrado el primer objetivo: clasificarse para octavos. Pero no ha conseguido ser primera de grupo, que nos llevaría a enfrentarnos a Ucrania. Un rival más asequible que el de hoy, Croacia. Subcampeona del mundo. Conseguir una plaza en cuartos de final sería un logro para estar satisfechos. Y a partir de ahí todo lo que venga sería un éxito. No llegar a cuartos es un pinchazo. Atribuible a nuestros deméritos en la fase de grupos.

En este tipo de torneos las selecciones triunfadoras van de menos a más. Lo contrario es como la gaseosa. Miren a Países Bajos o a la misma Italia, cuyo fútbol fue el más vistoso hasta que se toparon con Austria en octavos y se clasificaron por los pelos, tras una prórroga (y un penalti no señalado, que de haberlo materializado los austriacos les hubiera mandado a casa). 

A partir de octavos el rol de los guardametas es clave. Donnarumma fue un bastión para Italia, como lo fueron Courtois para Bélgica y el meta checo. Hoy toca confiar en Unai Simón.

 

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