Excelente mañana de domingo: concierto matinal en al Auditorio Nacional, aperitivo en La Quinta de Suero de Quiñones 24, saludos a Javier Carne Cruda Gallego y felicitaciones a diferentes músicos de la Orquesta Nacional de España.
A las once de la mañana salíamos de casa rumbo al Auditorio. En el coche sonaba «Elvis In Memphis«. El programa prometía: Brahms y Mendelssohn. Y presentaba una novedad. Se trataba de un concierto con explicaciones previas (y sin descanso). Las presentaciones a las obras corrieron a cargo de Sofía Martínez Villar. Excelentes, salvo en una desafortunada mención despectiva al reguetón. No venía a cuento y fue reveladora de una aproximación elitista a la cultura. En su día hubiera dicho lo mismo de copla. boleros o rock. Por lo demás son de agradecer estas introducciones, que además fueron ilustradas musicalmente por la Orquesta Nacional de España interpretando los fragmentos a los que hacía referencia Martínez Villar. Este aspecto lo destacamos en la conversación con los padres de Javier Gallego. quienes también habían asistido al concierto. Me acerqué a su mesa a saludar. Nos habíamos conocido en el Clamores, cuando Alberto Manzano y Bolo García organizaron un homenaje a Leonard Cohen.
Sentados en la terraza de La Quinta, justo en la esquina de la calle Suero de Quiñones con García Luna, estaba en una situación privilegiada para ver la salida de los músicos. Algunos de los cuales también encaminaron sus pasos hacia El Foque. A mi me permitió mostrarles mi entusiasmo por la magnifica sesión que nos habían ofrecido.
Mi primer bravo anónimo fue de acera a acera para la concertino invitada, la coreana Barennie Moon. Se sobresaltó y dio un bote. La Mundana me recriminó. Repuesta del susto noté un leve rubor en sus mejillas (igual era maquillaje). Y muy contenta agradeció con varias reverencias. Su actuación fue espléndida, sobre todo en la sinfonía de Mendelssohn. Bailaba interpretando con su violín. Estaba entregada. Enfrente, al otro lado del director, una compañera la daba réplica.
Tomàs Grau. el director, tampoco escapó a mis felicitaciones. Me vino de frente. No pude contener mi entusiasmo. Sus dos acompañantes, un hombre y una mujer, sonrieron. Él se mostró sinceramente agradecido.
Al irnos vimos a cuatro componentes de la orquesta en el tramo de la terraza en Suero de Quiñones. Más felicitaciones. Ellas encantadas, ellos azorados.
De vuelta al coche nos esperaba Elvis…