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Música y tecnología en El Confidencial

El Confidenccial

Mario Escribano tuvo a bien contactar conmigo para su artículo sobre música y tecnología en El Confidencial. Se lo agradezco de corazón.

La verdad es que el tema da para un libro de ensayo. La tesis que sobrevuela el excelente trabajo de Escribano es que estamos viviendo el cierre de un círculo. No deja de ser una vuelta a los orígenes: las canciones. No solo por la calidad y la fuerza del impacto del repertorio. También por el formato: el sencillo (single en su acepción original en inglés). Lógicamente los superventas de hoy lanzan álbumes, como en su día el nuevo formato del LP fue el soporte sonoro de las bandas sonoras, los musicales de Broadway y los primeros artistas «alternativos» que se beneficiaron del long play fueron los del jazz y ya desde mediados de los 60 los del rock.

Mario Escribano narra con maestría como funcionan hoy en día las cosas. Recaba testimonios de artistas, productores y ejecutivos discográficos. Y cierra con el apartado Nuevas herramientas, ¿viejas estrategias? donde recurre a mis apreciaciones, en las que rindo homenaje a Brian Epstein, el gran mánager de los Beatles. Y perdonen el autobombo pero me encanta que cierre el artículo con una frase mía sobre la presión que ejercen «unos artistas que quieren que su bebé nazca graduado en la universidad».

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2 de julio: ¡Camarón vive!

En 1992 tal día como hoy, 2 de julio, fallecía en Badalona José Monje Cruz, el inmortal Camarón (anteriormente conocido como Camarón de la Isla).

Resulta muy difícil elegir un tema de Camarón. Tiene varios que son bandera. Me quedo, por motivos sentimentales, con «Como el agua«. Era la canción que daba titulo a su álbum de 1981 y lo abría. Este disco también suponía el reencuentro con Paco de Lucía.

«Como el agua«, genial composición del hermano de Paco, Pepe de Lucía, es un homenaje a Lorca. Lo cuenta Camarón en la mini entrevista con Mercedes Milá antes de la actuación que pueden ver en el video del encabezado. Está acompañado por Jorge Pardo (flauta), Carles Benavent (bajo), Tomatito (guitarra) y otro guitarrista a quien no reconozco y que bien podría ser Raimundo Amador (entonces Raimundito).

Pepe de Lucía, hoy en día suegro del inútil de Albert Rivera, compuso la totalidad del LP excepto un tema (y otro a medias con Camarón).

Decía que elegía «Como el agua» por motivos sentimentales. Nos casamos en noviembre de 1981 y al día siguiente estábamos en Nueva York. El giro a nuestra vida fue de 360 grados. «Como el agua» formó parte de nuestra banda sonora ya asentados en nuestra piso (tras unas breves estancias en el Hilton de la 6º Avenida y un apartamento en Broadway con la calle 56 que nos puso CBS). La Mundana lo ponía muchísimo, a todo volumen, en nuestro piso de la planta 26 de 200E 90th Street. Los empleados del mantenimiento y limpieza del edificio, en su mayoría puertorriqueños, adoraban lo que escuchaban de Camarón. Y así se lo manifestaban. Alguna casete les grabé…

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La canción más mentirosa de Cole Porter que cantó Sinatra

I get no kick from champagne
Mere alcohol doesn’t thrill me at all
So tell me why should it be true
That I get a kick out of you
Some they may go for a cocaine
I’m sure that if I took even one sniff
It would bore me terrifically too
Yet I get a kick out of you
«I Get A Kick Out Of You» es la canción más mentirosa que compuso Cole Porter y que haya cantado Frank Sinatra. Podría traducirse el título cómo «Me pones». El tema se estrenó en el musical de Broadway «Anything Goes» (1934). Hoy en día es una de las inmortales composiciones del genial Cole Porter, que ha sido interpretada por las mejores voces. Este pasado verano la rescataron Tony Bennet y Lady Gaga. Fue el primer sencillo que editaron de su segundo álbum juntos.
Eso de que el champán, o el alcohol, no fuesen del agrado del compositor no tiene ninguna base de realidad. Sus fiestas en París, cuando residió ahí, son legendarias. Hablar de excesos en esas reuniones en su casa es probablemente quedarse corto. Y el champán era y es la bebida de referencia en la capital francesa. Sinatra también era conocido por su afición a la bebida.
Sobre el tema de la cocaína tan solo comentar que Sinatra cantó dos versiones. En la primera, que corresponde a la composición original, se menciona la droga de preferencia de las elites de las sociedades parisinas y neoyorkinas de la época, La segunda versión elimina la mención al polvo blanco y se sustituye por «perfume in Spain» o «perfume from Spain» (el perfume de España). Asumo que la referencia a nuestro país es por la rima. El primer cambio («in») se produjo en 1936 cuando se rodó la película basada en el musical y la censura entonces imperante en Hollywood exigió la supresión del nombre de la droga. La versión del «from» la usó SInatra. En los dos videos que ilustran esta entrada encontrarán las dos versiones.
Las inclinaciones sexuales de Porter y de SInatra eran diametralmente opuestas. El autor podría estar pensando en un chico que le ponía, mientras Sinatra canta a la chica que le pone.

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El documental sobre Ella Fitzgerald

En Sundance TV, uno de los canales de la plataforma de Movistar, pueden encontrar «Just One Of Those Things«, el excelente documental sobre la vida y obra de la gran Ella Fitzgerald. Está disponible hasta el 19 de junio de este año. ¡No se lo pierdan! También les servirá para entender muchas de las cosas que aún suceden en Estados Unidos y como los supremacistas blancos quieren dar marcha atrás en el tiempo.

Ella Fitzgerald (1917-1996) las pasó canutas, incluso una vez llegada a la cumbre (su casa en Beverly Hills la tuvo que poner a nombre de su mánager, Norman Granz -fundador del sello Verve– porque no se la querían vender por ser negra). Lo mismo le sucedió para actuar en las elegantes salas nocturnas de Los Ángeles. Fue Marilyn Monroe quien solucionó el problema: o la contrataban o ella y sus amigos de Hollywood dejaban de ir. Ella Fitzgerald fue la primera artista afroamericana en actuar en el club más importante de la ciudad. Y ahí estuvo Marilyn, con sus amigos, en primera fila, todas las noches. Jaleando como la fan más incondicional de Ella, que lo era.

Ella Fitzgerald sufrió la doble marginación por el color de su piel y por ser mujer. Su físico y sus problemas de sudoración tampoco ayudaban. Se impuso por la fuerza y genio de sus facultades vocales. Y por la acertada selección de repertorio, sobre todo desde que Granz se hizo cargo de su carrera. Fue él quien la puso a cantar el cancionero americano de George Gershwin, Cole Porter, Jerome Kern, etc. Por una parte rescató y actualizó esas canciones, hoy clásicas, y por otra parte su carrera se internacionalizó por el talento de su voz y de esas composiciones.

Ella Fitzgerald que empezó cantando en una big band, la de Chick Webb -su primer mentor-, pasó por varios estilos, siempre apreciada por el público, la crítica y sus iguales, los artistas y músicos más importantes.

Como podrán suponer los lectores más fieles de El Mundano, y dada mi actual fase llorona, solté bastantes lágrimas en diferentes partes del documental.

Despido con su versión de «Satin Doll«, un clásico compuesto por Duke Ellington y Billy Strayhorn al que posteriormente Johnny Mercer puso letra. Mercer además de letrista del Tin Pan Alley (la fábrica de standards de Broadway) fue uno de los tres fundadores de Capitol Records y su primer presidente.

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Se estrena «Ma Rainey’s Black Bottom» en Netflix

Hoy 18 de diciembre se estrena en Netflix la película «Ma Rainey’s Black Bottom«, basada en el musical de Broadway del mismo titulo. Ma Rainey, conocida como la madre del blues (apelativo al que ella no le puso pegas a pesar de la discutible veracidad del mismo), es de una importancia capital en la popularización y difusión del género, así como de la relevancia que obtuvieron las cantantes. Lo que sí es cierto es que fue quien primero cantó blues desde el escenario de un teatro, en 1902 (siendo una adolescente). El blues rural o urbano encontraba su lugar en tugurios, clubes, esquinas, fiestas privadas, etc.

La precocidad profesional de Ma Rainey la proporcionó el conocimiento suficiente para dirigir su carrera. Impuso sus ideas. Era una líder y un ejemplo. Aparte de sus facetas artísticas y empresariales hizo historia apadrinando e impulsando la carrera de la gran Bessie Smith. Se rumoreaba de una relación más intima. Esos amores prohibidos en la época la han convertido con el paso del tiempo en un icono del colectivo LGTB. Y además muchas de sus letras eran marcadamente feministas, reflejo de su personalidad.

Otra contribución imprescindible fue la grabación en 1924 de la versión original de «See See Rider«, con Louis Armstrong y Fletcher Henderson entre los músicos. Ma Rainey es coautora de la canción. Con el paso del tiempo se convirtió en un clásico del rock. La grabó Elvis. Y Mitch Ryder & The Detroit Wheels (en 1965) y The Animals (en 1966) alcanzaron el Top 10 de las lista pop de EEUU con sus versiones.

Ma Rainey fue una figura decisiva en la difusión de los discos de pizarra. Fue una autentica superventas (se decía que salvó a la división discográfica de Paramount de la bancarrota). En cinco años grabó alrededor de 100 canciones. Cuando a las primeras figuras del classic female blues les llegó la hora del relevo, con voces más refinadas, centró sus actividades en la gestión y programación de varios teatros de su propiedad.

Nacida en 1886 como Gertrude Pridgett en Columbus (Georgia), adoptó el apellido de su marido William Rainey (se casaron en 1904). A él le llamaban respetuosamente Pa Rainey. Y ella adoptó el Ma. El «Black Bottom» del título hace referencia a un baile popularizado en el Nueva Orleans de principios del siglo XX. El origen del nombre es doble: de un barrio negro de Detroit llamado así y del gesto del cachete en la nalga que era uno de los pasos del baile (bottom en este caso significa trasero).

En la película, cuya banda sonora es de Branford Marsalis, la gran Viola Davis es Ma Rainey. Les dejo con el trailer.

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Por las calles de Nueva York

CaféHoy último día del 2018 coincide con el último post de fotos del viaje a Nueva York de la semana pasada. Pondré las que tomé paseando y que se quedaron descolgadas de las temáticas de las entradas anteriores (aunque un par ya se vieron en Facebook y/o Twitter).

A la vuelta de la esquina del hotel donde nos alojamos estaba el FIT (Fashion Institute of Technology). Los alumnos habían decorado las paredes con sus grafitis. El único que realmente me gustó fue este. La Mundana hizo esta foto al heredero.

FIT

También había una exposición en el FIT dedicada al Pink (el rosa).

El día que bajamos al Memorial y museo del 11 S aprovechamos que estábamos en el distrito financiero y nos acercamos a Wall Street y Broad Street, las mecas del capitalismo.

Simbólicamente hay tres edificios de una enorme carga y no recuerdo que hayan sido relacionados. Cuando la nueva nación se independizó, de Gran Bretaña, la ciudad de  Nueva York fue la capital durante algún tiempo. El Federal Hall fue la sede del primer parlamento. Ahí juró su cargo George Washington como primer presidente (su estatua preside la entrada). Federal Hall está situado en Wall Street en la desembocadura de Broad Street (calle que sustituyó a un canal que se quedó pequeño, y que primero sirvió de embarcadero a los nativos de la isla y después a comerciantes y viajeros que llegaban desde Brooklyn –desde los tiempos en que la ciudad era New Amsterdam).

Federal Hall

Delante, en las dos esquinas de Wall St. con Broad St., se encuentran la que fue mansión de J. P. Morgan (el financiero que sufragó la Guerra de la Independencia y proveyó de fondos a la nueva república), posteriormente ampliada para ser la sede de la Banca Morgan, y en la acera de enfrente está la Bolsa de Nueva York (el NY Stock Exchange), un edificio neoclásico en la onda del Federal Hall y que ocupa toda una manzana (desde el 1 de Wall St con Broadway).

Al pie del árbol de Navidad del NYSE encontramos otro símbolo: las siete velas del Kwanzaa, la fiesta seglar de la cultura afroestadounidense que se celebra entre el 26 de diciembre y 1 de enero. Las siete velas del candelabro corresponden a cada uno de los días de la semana que dura la festividad.

Adri, NYSE, árbol

Enfrente de la bolsa y pegado al edificio de Morgan hay una tienda de Hermès. Me hizo gracia este detalle de una de las ventanas de sus escaparates.

Hermes

No podía falta la foto con el toro, otro símbolo en este caso del mercado bursátil en alza. Está situado en Broadway a un par de manzanas de Wall St.

Bull market

En los casi cinco años que vivimos en Nueva York entre las discotecas que se pusieron de moda estuvo el Limelight, instalada en el interior de una antigua iglesia. No era un local que frecuentásemos (solo estuvimos un par de veces). Teníamos otros sitios de preferencia. Ahora es un gimnasio. Un cruel destino para un espacio que nunca fue vanguardia a pesar de su apariencia de ruptura por ocupar una iglesia.

Los vehículos pesados que se ven por la ciudad son una pasada (incluidos los de los bomberos). Ya pudieron ver en la entrada dedicada a los transportes el camión de la mudanza de Rent-A-Wreck. La Mundana captó estos dos de NYC Brownstone, una empresa de reformas y rehabilitaciones.

NYC Brownstone

Para despedir este post y el año que mejor que un brindis. Está vez es con un margarita en una taquería del Chelsea Market. La foto es del mediodía del 24 de diciembre. Hace justo una semana, pero no duden que me volvería a tomar otro. Estaba excelente (como los tacos). Atención a mi careto, entre Echanove y el emérito. Es el poder e influjo de los Juanes

En Los Tacos:Los Mariscos

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Springsteen en Broadway

Bruce Springsteen lleva actuando en el Teatro Walter Kerr de Broadway (Nueva York) desde el 12 de octubre de 2017. De martes a sábado. Inicialmente estos cinco recitales semanales estaban previstos concluir el 26 de noviembre del 2017. Se han ido ampliando fechas y finalmente concluirán, catorce meses después, el 15 de diciembre de este año.

Con un aforo de 960 butacas, estas actuaciones en el teatro de Springsteen solo con su guitarra (a veces acompañado por su mujer Patti Scialfa), costaban un pastizal: desde 75$ la más barata a 850$ la más cara. En la reventa variaban de 1.800 dólares a 6.700.

Netflix ha anunciado que el programa Springsteen on Broadway se estrenará coincidiendo con el día del último show. Lo rodaron este pasado mes de julio. Asimismo habrá un álbum del evento.

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Un féretro de sacarina (por Julio Valdeón Blanco)

4 de junio de 2010

De todos los espectáculos que quieren ver los amigos que nos visitan ninguno tan viscoso como los musicales. No hay remedio. Cada vez que veo uno siento deseos de abrirme las venas. Corren tiempos aciagos para el género. Lo dominan charlistas profesionales que hacen del truco barato y la sacarina combinación de alto rendimiento en taquilla. “El Fantasma De La Ópera”, por ejemplo, no es capitán de las estrellas, sino galán hortera que hace gorgoritos multifrutas con una partitura entre Meat Loaf y López Cobos. A Víctor Hugo y sus “Miserables” los mantienen desgajados de cualquier blasfemia, componiendo una denuncia social con banderines rojos y aguachirle. Contemplar a los huelguistas en la barricada mientras entonan cancioncitas dignas del ballet de José Luis Moreno acaso reafirma el fin de la Historia según pronosticara Fukuyama; de paso, cuestiona la salud mental de cualquiera engatusado por esos filisteos canoros y sus escarchadas majaderías.

Acertaba poéticamente Gary Gilmore, o sea, simbólicamente, cuando en la novela/reportaje de Norman Mailer (“La Canción Del Verdugo”) explicó que al morir regresaremos reencarnados en aquello que merecimos según nuestras acciones. No cabe duda de que los urdidores de musicales volverán como insectos coprófagos (reservemos la mierda para directivos de televisión, buitres de la prensa rosa, productores de los Grammys, etc.). Qué otra cosa resta excepto masticarse los dientes cuando compruebas que Broadway ha sido tomado al asalto por contables expertos en agitar la coctelera del más grande/ más alto / más espectacular/ etc., en lugar de aplicarse a urdir musicales que sean pasatiempo grato, sí, pero también sustancioso, entretenido y emocionante, juguetón con ironía, juvenil de espíritu pero adulto en emociones y melodías. Hoy por hoy, el género queda más cerca de Mira quien baila (aquí Dancing with the stars) que del cancionero que lo hizo almibarado pero grande. 

Descontada la variante decimonónica, hay otras cochambres, estupefacientes recreaciones del encuentro en la Sun Records entre Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, Elvis Presley y Carl Perkins, brujas verdes salidas del “Mago de Oz” y bendecidas por la crítica, cielos, como quintaesencia del experimentalismo transgresor y la rebeldía con causa (con esas canciones, ay), abominables celebraciones de ABBA y blablablá. Si obligado a asistir a tan indigesto espectáculo alguien duda, no olvide que siempre podrá escaquearse, amparado por la multitud, para acabar en el Iridium. Allí, puerta con puerta con “Mamma Mía”, todavía despachan jazz, al menos mientras la autoridad competente no lo transforme en parque de atracciones. (Respecto al jazz, un inciso: publica hoy el Village Voice una entrevista con Woody Allen en la que, con motivo del genio y su querencia por las fórmulas añejas nacidas en Storyville, se hace repaso del amarillo tirando a chungo panorama del género. Cuentan que en 1982 la media de edad de los espectadores que acudían a un concierto de jazz era de 29 años, hoy de 42; si en 2001 despachaba el 3,4% de las ventas totales de discos en Estados Unidos, en 2009 apenas rozó un miserable 1,1%).

De vuelta al musical, cuentan voces autorizadas que “Fela!” merece verse. Lo dudo. Para una vez que la música brilla sin pacatería o sentimentalismo, el libreto, a ver, escamotea las sombras de su apasionante biografía (de Fela Kuti). Cómo no iba a hacerlo, si de lo que se trata es de suspender por unas horas la lucidez, no para encantarnos, «para lanzarnos allí donde los corazones laten más fuerte en abril, y la muerte nos hiere, y los montes se bambolean con el terremoto, y hay un hechizo en todas las cosas que vemos, y un temblor para el oído en los ruidos todos, y la misma leyenda ha hecho su habitación entre los hombres» (Robert Louis Stevenson, en un oscuro pasaje de su “Virginibus Puerisque” citado por Fernando Savater para su “Diccionario De Filosofía”), sino para hacernos creer que el agua es vino y la realidad, incluso la realidad mítica de los cuentos, un guión prefabricado que ni huele, ni muerde ni ruge, melancólico tigre desdentado, artrítico perdido, que pasea su ajada pelambre, su domesticada furia, por la que un día fuera calle de los sueños, teatro del mundo. Como “Avatar”, igual de hortera, sumiso, espiritualista, reaccionario, ampuloso, aseado, correcto, calculado y frailuno, aunque al menos, menos mal, sin las putas gafitas.

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