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Bye Bye Boris

Chris J. Ratcliffe Bloomberg News WP

Tomo prestado el título de la canción «The Bye Bye Boris Song» del polifacético Humphrey Milles, cuyo video fue presentado en noviembre de 2019.  Si entonces se pedía el cese de Boris Johnson hoy ese deseo es una realidad. A las razones esgrimidas en el tema se han añadido más, entre ellas su desastrosa gestión al inicio de la pandemia (de la que pudo ser víctima mortal), el partygate o el conflicto con su principal asesor (fue el principio del fin), y de quien se sospecha que se vengó filtrando las fotos de las fiestas.

Su adiós tiene matice. Su partido, el Conservador, fiel a su tradición, cual Saturno devorando a sus hijos, lo ha defenestrado. De momento ya no es el jefe de filas del partido, pero ha formado nuevo gobierno. Cubriendo las bajas del gabinete producidas en forma de varias dimisiones y un cese. Boris Johnson pretende permanecer al frente del gobierno hasta el otoño. Algo que sus ejecutores no están dispuestos a permitir. Para acelerar el proceso, según leo en The Guardian y en la Web de la BBC, quieren nombrar un sustituto transitorio hasta encontrar el definitivo.

Las caras del Brexit y los caras que lo impulsaron van cayendo poco a poco. Putin y los oligarcas y millonarios rusos de Londongrado se van quedando sin marionetas.

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La Superliga vista y no vista (cuitas de un socio madridista)

Real Madrid

La idea de la Superliga Europea de futbol ha sido vista a y no vista. El proyecto se dio a conocer a los ocho minutos del pasado lunes y ayer recibió la puntilla con la retirada de los seis clubes ingleses. Antes de entrar en mis cuitas como socio madridista, unas breves consideraciones sobre los equipos de la Premier. La primera es que estamos hablando del país del Brexit. No se alarmen, tan solo tengan en cuenta este dato y la posición del primer ministro británico, Boris Johnson. Apoyó fervientemente la salida de la UE y ha sido el campeón en contra de la Superliga. A continuación mis reflexiones al respecto, que se inician con una pregunta: ¿Por qué los propietarios de los seis equipos se achantaron y cedieron ante las amenazas del jefe del gobierno?

  • Lo primero a tener en cuenta es la propiedad de los seis equipos. Tan solo uno, Tottenham, es de titularidad inglesa. Tres son propiedad de grupos inversores estadounidenses (Manchester United, Liverpool y Arsenal). Otro es de un oligarca ruso (Chelsea) y el restante (Manchester City) es un club-estado perteneciente al Emirato de Abu Dabi.
  • Los tres dueños estadounidenses tienen intereses en su país en el deporte profesional (Boston Red Sox de beisbol, Tampa Bay Buccaneers de la NFL -son los actuales campeones de la Super Bowl-, la NBADenver Nuggets-, y otros deportes como lacrosse, hockey sobre hielo y la liga norteamericana de fútbol). Es decir, están acostumbrados a competiciones deportivas sin ascensos ni descensos.   
  • Dado que cinco de los seis equipos, no tienen dueños ingleses, estos se encuentran en desventaja frente al gobierno británico, que puede legislar en su contra. Como parece ser que amenazó Boris Johnson. Una limitación a la participación extranjera en clubes deportivos es un riesgo enorme para estas organizaciones.
  • La otra amenaza fue de tipo fiscal. Un súper impuesto para los seis clubes.
  • Otro aspecto a tener en cuenta es el de los permisos de trabajo. La posibilidad de dificultar la contratación o la renovación de contratos de jugadores de la UE y de otros países era una amenaza real. La limitación para tramitar licencias federativas a jugadores no británicos era una espada de Damocles. Los que hemos trabajado en el sector musical conocemos bien todo esto: hasta bien entrados los 60 las grabaciones en Londres solo podían ser ejecutadas por músicos británicos; la tramitación de permisos para actuar eran una pesadilla (fuesen recitales o en TV). El sindicato de músicos era poderoso y defendía a los suyos. En este sentido la movilización de los capitanes de los equipos de la Premier fue más que significativa. Y se asemeja bastante a lo que sucedía con los ejecutantes musicales.

No estoy intentando justificar «la traición» de los seis clubes de la Premier. Tan solo exponer a lo que se enfrentaban, visto el posicionamiento de Boris Johnson y las derivadas que fueron surgiendo. Aquí también vislumbramos un aspecto que trasluce en todo este fiasco: la improvisación y la falta de una política de comunicación eficaz. ¿Estos seis, y los otros también, no consultaron o tantearon sus posibilidades antes de dar el paso definitivo?

Un aspecto que no he visto comentado y que me intriga es el papel de los medios, porque es indudable que el pastel televisivo es muy goloso. Se comentó por encima la participación de la plataforma de Amazon como tenedora de los derechos (¿todos o parciales?). Y Florentino Pérez mencionó al grupo mediático italiano propietario de El Mundo, Marca y el Torino (eterno rival de la Juventus, uno de los 12). ¿Y Roures, Movistar, Sky, etc.? ¿Qué influencia han ejercido los poderosos grupos de medios televisivos a la hora de abortar la Superliga?

Ahora es el turno de mis preocupaciones como madridista (socio 2.410):

  1. Como expresé en el post del lunes me encantaba la idea de la Superliga. Tampoco veía que disminuyese las posibilidades de las respectivas Ligas nacionales. 12 clubes cargados de estrellas reactivarían las taquillas de los equipos de las distintas ligas. Por ejemplo: ¿Cuántas veces hemos escuchado al presidente del Getafe quejarse de no llenar el campo salvo cuando les visitan Barça y Madrid? Esto seguiría funcionando igual, pero con un añadido: el Atlético de Madrid, integrante de los 12 fundadores de la Superliga.
  2. Real Madrid y Barça son los únicos del clan de los 12 fundadores que pertenecen a sus socios. No hay estados ni empresas en su accionariado. ¿Dadas las actuales condiciones financieras podrán seguir manteniendo este status?
  3. Al hilo del punto anterior: ¿Se encamina el Real Madrid hacia su conversión en una sociedad anónima? El riesgo es muy grande. Y la tentación también.
  4. ¿Cuáles serán las represalias deportivas que sufrirá el Madrid? La vez anterior que el Madrid, bajo la presidencia de Florentino Pérez, quiso provocar un cambio, salimos trasquilados. Y nació el Villarato. Recuerden: en unas elecciones a la presidencia de la Federación Española de Fútbol, tanto el Madrid como el Barça apoyaron al candidato que se enfrentaba a Villar. Joan Gaspart, a última hora, cambió el sentido del voto de los azulgranas y los clubes que lideraban. Villar salió reelegido y el Madrid se quedó con las vergüenzas al aire. El paralelismo con la situación actual es obvio. Cambien la FEF por la UEFA. ¿Qué arbitrajes podemos esperar en nuestra semifinal de Champions frente al Chelsea? Me temo lo peor…

Para terminar dos asuntos, para hacer frente a la demagogia imperante respecto a todo esto (independientemente de estar a favor o en contra de la Superliga). Primero, ni al Barça ni al Madrid les pueden decir nada del fútbol de cantera. Las miman. En cambio el Atleti, con GIl y GIl, la cerró (y así llegó Raúl al Madrid). Y segundo, un comentario que dejé en el post del lunes pasado:

«Cero solidaridad con Tebas y la LFP, UEFA, FIFA, Peter Lim (Valencia), el condenado a prisión Del Nido (Sevilla), el grupo chino de Wuhan (Granada), el jeque de Qatar (PSG) y un largo etcétera.»

 

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Boris y Macron: los nuevos socialcomunistas bolivarianos

El primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, y el jefe de estado francés, el liberal Emmanuel Macron, son los nuevos socialcomunistas bolivarianos. No tengo nada más que añadir.

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Mi primer mes de confinamiento

He cumplido un mes de confinamiento. Lo inicié el 2 de marzo. Bueno, en realidad fue el 1 de marzo tras regresar del Clásico en el Bernabéu. Entre la aprensión con la que fui al partido y la lluvia al final no quedé con nadie para celebrar el triunfo. Llegué a casa sobre las 23:30. 23:40 lo más tarde. Y hasta hoy.

La razón de mi autoconfinamiento es por pertenecer a tres grupos de riesgo. Por eso me daba reparo ir al estadio. Mi hermano que es biólogo me tranquilizó diciendo que no podía tener tan mala suerte. Pero aún así opté por la prudencia y una medida drástica. Evidentemente porque me puedo permitir el lujo. De otra manera sería imposible haber sido un pionero.

Ha habido algunas excepciones: el primer fin de semana, los días 7 y 8 de marzo, salí para desayunar, ir a la farmacia (el sábado 7) y comprar el periódico. Estas tres acciones se desarrollan en un radio de 10 metros (la farmacia está a medio camino entre el bar y el kiosco) y no hay más de 200 metros desde mi casa hasta el punto más lejano (el kiosco).

El domingo 8 me asusté ante la cantidad de gente que había en el barrio. Se lo comenté alarmado a los camareros del bar donde desayunaba. Equivocadamente creía que se habían juntado la manifestación feminista y la gente que va al Rastro (vivo al lado). Un parroquiano me sacó del error: la manifestación era por la tarde. Hacía una mañana espléndida, las terrazas estaban a reventar, como las calles de todo el barrio. Volví corriendo a casa.

Las otras excepciones fueron dos: el día 9 me acerqué a CEDRO para realizar una gestión. Tardé unos 50 minutos en total, desde que salí de mi portal hasta que regresé. Y la última fue ir a hacer la compra a un supermercado de El Corte Inglés. Estrené guantes de latex y mascarilla. Fui en coche. Fue una experiencia como de ciencia ficción. Madrid vacío. De tráfico y de gente. A la tienda se accedía de uno en uno. La cola para entrar era larga, no por las personas que la formábamos. La razón era porque manteníamos una generosa distancia de seguridad entre nosotros. Dentro no podía haber más de ocho personas. Al entrar te echaban un gel desinfectante en la palma para frotarte (en mi caso sobre mis guantes). Y luego te indicaban donde tenias unos guantes para ponerte y el lugar donde depositarlos al salir. Cuando lean estas líneas estaré a punto, o habré ido ya, de ir al Corte Inglés de la calle Princesa a recoger un pedido que hicimos ¡la semana pasada! Se supone que lo recoges en el garaje y el contacto humano es mínimo. Veremos como resulta.

He leído a gente en las redes y escuchado a amigos quejarse del aburrimiento. A mi en cambio este mes se me ha pasado volando. Y los quejosos llevan menos tiempo confitados. Hay días que incluso se me han hecho cortos. A pesar de echar de menos el fútbol. No he parado de hacer cosas: escuchar música; ver series; películas clásicas (aún tengo 60 grabadas por ver); La Mundana ha descubierto los servicios gratuitos de obras de teatro español, inglés (el National Theater todos los jueves ofrece una obra) y argentino (teatrix.com); he estado atento a las ruedas de prensa sobre el coronavirus del gobierno español, Boris Johnson y Trump; he navegado por la red y leído más medios digitales que antes; me he comprado una mini bici estática portátil para hacer algo de ejercicio, en realidad son unos pedales (la entrega de Amazon fue curiosa: me dejan la caja en el portal, esperan a que baje y cuando me ven salir del ascensor se despiden); etc. Curiosamente he estado menos activo en redes sociales a pesar de disponer de más tiempo, salvo el Whatsapp que ha echado humo. Quizás las barbaridades que he leído a tantos Premios Nobel me han retraído. E indignado. Aunque reconozco que he disfrutando eliminando peña y practicando el bloqueo preventivo. Otro aspecto que me llama la atención es que estoy leyendo muy poco. Me refiero a libros. Sean novelas o ensayos.

La apertura y liberación de archivos de música en directo es una gozada. Destaco los festivales de jazz de Montreux y los de la Orquesta de Jazz del Lincoln Center de Nueva York, bajo la sabia dirección artística de Wynton Marsalis. He elegido su concierto dedicado a Miles Davis para su disfrute.

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Noticias desde Londres

La Vanguardia

La universidad Imperial College London, fundada en 1907, se independizó de la Universidad de Londres en 2007. Presumen de sus 15 Premios Nobel, incluido el de mi admirado Alexander Fleming (mi veneración por el médico escocés llega al punto que sugiero, cada vez que puedo, que contemos los años antes y después de Fleming, nuestro verdadero salvador). Pero este claim to fame tiene truco porque Fleming estudió e investigó en el St Mary’s Hospital Medical School. El Nobel es de 1945. El St. Mary se fusionó con el Imperial College en 1988. Aclarado este punto decir que el Imperial College está considerada la tercera universidad inglesa tras Oxford y Cambridge y la décima del mundo. En el área de salud es la cuarta del mundo. En esta crisis del coronavirus sus informes están siendo muy seguidos. En el último, el que referencia La Vanguardia (y otros medios), hay dos apuntes sobre España: el que destacan en el titular (las 16.000 vidas salvadas) y el que señala el nº de afectados en España como muy superior al que conocemos. Mencionan un 15% de la población, casi siete millones de personas. Como podrán suponer la mala noticia es la que han destacado los medios antigubernamentales. En cambio, en El Mundo podíamos leer: «De cualquier manera, Salvador Peiró, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) señala que este número de infectados podría estar sobreestimado.». Si están interesados en el informe completo del Imperial College (la institución que le hizo cambiar de idea a Boris Johnson sobre como afrontar esta pandemia) lo pueden encontrar en el enlace a La Vanguardia o aquí.

Lo que me ha dejado a cuadros ha sido lo del Financial Times: en sus gráficos vemos que al 25 de marzo somos el segundo país del mundo con más tests de coronavirus por millón de habitantes. Y al 27 los primeros. Esto no me lo esperaba. Y demuestra el grado de intoxicación y desinformación al que nos vemos bombardeados. Aparte del mal trabajo de comunicación de Moncloa. Por eso despido con un gráfico de la OMS que ya ha ilustrado un post anterior, el referido al calendario de intervenciones gubernamentales en varios países.

OMS datos lockdown

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The Guardian compara las medidas europeas contra el coronavirus

En un comentario de Javier Astudillo en Facebook nos daba a conocer un revelador artículo de The Guardian. El rotativo británico realizaba una comparativa entre las medidas del gobierno de Boris Johnson y las de algunos países europeos y China. Tiene fecha de ayer, 23 de marzo.

Lo que ellos llaman lockdown es el equivalente a nuestro estado de alarma (implementado el día 15 de marzo tras las primeras medidas de cierre de escuelas, universidades, bares, etc., de principios de semana). A la fecha de implementación le añaden el número de fallecidos y de casos de contagiados hasta ese momento.

En la tabla he eliminado a China, porque los datos eran confusos entonces y su cierre solo fue parcial (en el foco de la epidemia). De cualquier forma, a quien le interese lo tiene en el enlace.

The Guardian

Los datos hablan por si solos. Saquen sus propias conclusiones.

Otro dato que me llamó poderosamente la atención fue el de Suiza. Estaba leyendo el más que interesante artículo de Esteban Hernández en El Confidencial de anoche y vi este Top 10. Para este caso en concreto no es relevante que los datos sean del 22 de marzo.

El Confidencial

Suiza tiene 8,5 millones de habitantes. Su número de casos activos (7.016) me parece muy alto.

El concepto de casos activos es muy acertado. Porque no incluye ni a los recuperados ni a los fallecidos. Y refleja exactamente a las personas que necesitan cuidados.

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