Tengo a Nacho Gallego, amigo y jefe (es el codirector del Màster de Industria Musical y Estudios Sonoros, de la universidad Carlos III, donde doy un par de clases), por Bolonia, Florencia y Venecia. Su pareja es tocaya de la mía y compartimos experiencias y descubrimientos de nuestros viajes. Recomendaciones suyas memorables fueron la Orquesta Típica Fernández Fierro (Buenos Aires) y la que probablemente sea la tienda de vinilos más bonita del mundo (dos plantas enfrente de un lateral de la catedral de Florencia, con unas vistas espectaculares). Un par de semanas antes de su periplo italiano comimos y me pidió sugerencias para su visita veneciana.
Viene todo esto a cuento porque me ha corroído la envidia con unas fotos que me ha mandado, como testimonio gráfico de agradecimiento a un par de sitios que le comentamos. Primero, por la imagen que encabeza esta entrada (en la que aparece de lado, sentado en la terraza del local). La trattoria se llama Pontini porque está al lado del puente Guglie, en el barrio de Cannaregio. Es una recomendación nuestra, pero nunca hemos estado. Por variadas razones (horarios, estaba lleno o cerrado, nos pillaba a desmano, etc.). A la pregunta de ¿qué tal? respondió con un sencillo «Brutal!» y adjuntó la siguiente imagen.
En segundo lugar hay un daño colateral: es el recordar que en este año 2021 hemos roto con tradiciones recientes de Los Mundano. Son las de pasar el día de Reyes en Florencia (con su excepcional misa cantada y la cabalgata renacentista) e ir a Venecia en febrero (antes o después del Carnaval). Nuestros últimos viajes fueron el año pasado (después visitamos Praga) y en marzo todos confinados…
He intentado no pensar en la morriña (o la saudade) que me producen Florencia y Venecia. Pero este viaje de Nacho ha despertado estos sentimientos de añoranza. (Incluso tras la victoria de Ayuso estuve mirando viviendas en varias ciudades italianas y portuguesas y ahora he vuelto de nuevo a las andadas ante el espectáculo de nuestra justicia a todos los niveles…). De momento, me conformo con deshojar las hojas del calendario esperando los dos primeros meses del año que viene para volver a Florencia y Venecia.