27 de agosto de 2009

Me pide Adrian que cuente algo sobre el guirigay del debate sobre la Sanidad en USA. Por aquello del azar, la escritura de estas líneas coincide con la muerte de Edward Kennedy, presidente de la Comisión de Salud del Senado (Salud, Educación, Trabajo y Pensiones para ser exactos) y el gran impulsor de la reforma del sistema sanitario americano.
Para mí el meollo del asunto es bien simple: poder económico y política, en el peor sentido del término. Conviene resaltar que la industria de la salud es la primera industria de USA. Laboratorios farmacéuticos, Hospitales, Médicos, y sobre todo Seguros médicos, superan de largo a la industria petrolera o armamentista, por no mencionar a la difunta industria del automóvil. Supone entre un 13 y un 15% del PIB, según las estimaciones. Para la OCDE (OECD data) en el año 2001 ya suponía un 13,9% del PIB americano (frente al 8,4 de media en los países de la OCDE) y si sigue creciendo a este ritmo, se estima que pudiera llegar a un 20% a mediados de la década que viene.
Obviamente, el poderío económico de la industria no tiene parangón a la hora de hacer lobby en Washington. Por otra parte, las ansias de revancha del Partido Republicano, sumadas al apoyo económico de los lobbies, han calentado el debate. Es tradición que los políticos americanos aprovechen el receso parlamentario veraniego para visitar sus circunscripciones y tomar contacto con sus electores. Y es ahí donde, con un movimiento bien organizado y financiado por los grupos de presión de la Industria, han saltado “los nostálgicos del régimen” -los Republicanos blancos de la América profunda- a bramar barbaridades contra sus representantes (especialmente si son Demócratas) como parte de un supuesto movimiento de base, Grass Roots en ingles americano. Aunque resultó ser más bien como un Astroturf, en referencia al césped artificial de los estadios cubiertos, es decir, un movimiento artificial bien engrasado y financiado.

Una de las barbaridades de más éxito ha sido la del llamado ‘panel de la muerte’ según la cual el Plan de Reforma Obama contempla paneles que decidirán si se desenchufa a la abuelita, comparándolo con el programa Aktion T4 de eutanasia de los nazis. Esta burrada se basaba en una propuesta copatrocinada por un Senador Republicano (para más INRI) que sugería que se aprovechara la reforma del Sistema para aconsejar a los pacientes terminales y sus familiares sobre sus opciones médicas. ¿Os suena familiar el asunto? (Leganés, Montes,…). Como no, una de las portavoces del disparate fue la inefable Sarah Palin, ante el desespero del Senador Republicano Johnny Isakson, miembro del Comité de Salud del Senado y co-patrocinador de la propuesta. Otro de los disparates que se han oído estos días es que si Stephen Hawking viviera en Europa estaría muerto. Tuvo que saltar a la palestra el propio Hawking para recordar que si llegó donde llegó fue gracias al NHS (el Servicio Nacional de Sanidad británico). En resumen, una burda y disparatada campaña de demagogia y desinformación. Si a eso se suma la ridícula obsesión de Obama por pactar la Reforma con quien no tiene voluntad alguna de pactar, llegamos a la situación actual.
Algún avispado periodista favorito de este blog, se refería a la caída de popularidad de Obama como consecuencia del entuerto. Merece la pena destacar que la popularidad de Obama sigue siendo increíblemente alta considerando la crisis que le ha tocado lidiar. Duplica a la del Republicano más destacado y supera de largo el 50%. Si Obama pierde popularidad lo hace por la izquierda. Hay mucha gente que no entiende que los bancos rescatados con dinero publico (175 mil millones de dólares) pretendan repartir bonos multimillonarios (32.600 millones). Tampoco entienden que Obama metiera al zorro (Geithner y sus muchachos del equipo económico) en el gallinero de la economía (ya se comentó en este blog). Ni que ahora, contando con mayoría en ambas cámaras, intente pactar con los Republicanos. En el sistema de equilibrios de poder americano se necesita una mayoría cualificada para pasar una Ley en el Senado. El Senado cuenta con 100 miembros y 41 pueden bloquear una ley. Obama cuenta con 60 Senadores, suficientes para pasar una ley sin más problemas, máxime cuando los Republicanos han anunciado alto y claro que no van a votar por la Reforma de Obama. Resultado final, un continuo descafeinamiento de la ley en un vano intento de lograr consenso. Un botón de muestra es La Banda de los Seis, un grupo de seis senadores que supuestamente discuten puntos de encuentro entre ambos partidos (digo supuestamente porque anunciaron que hicieron “grandes avances”: ¡habían mantenido una conferencia telefónica de una hora para discutir sus progresos!) y cuyos Estados (repito, los Estados, no los votantes de los senadores) representan apenas al 2,77% de la población del país. El Comité lo preside un Republicano ultra conservador, Chuck Grassley de Iowa, otro bocazas que pregonaba la maldad del plan de eutanasia aunque en su momento votó por la mencionada ley. Por cierto, la prensa ha revelado que entre los 6 habían recibido 11 millones de dólares de la industria sanitaria como apoyo para sus campañas electorales.
El asunto no es nuevo. Fue la voluntad de Hillary Clinton de transformar el sistema de salud lo que subyacía en los escándalos políticos de la época de Bill Clinton, incluidos sus líos de faldas. Kennedy se acostaba (entre otras muchas) con la amante de un capo de la mafia, y no me refiero a Marilyn. Roosevelt con la secretaria de su esposa (Lucy Mercer), con su secretaria de prensa (Missy LeHand), con la Princesa Marta de Noruega -estos affaires están bien documentados- y hasta se rumorea que con la enfermera que empujaba su silla de ruedas. Para que no todo quede en el bando Demócrata, según un libro de cotilleos de Hollywood, Nancy Reagan era conocida por sus habilidades bucales (¡y no hubo demanda por libelo!). Y a Clinton le cayó la que le cayó por tontear con una becaria, una santa inocente que `porsiaca` se guardó un vestido impregnado de semen. Que me disculpen las lectoras si piensan que soy un borde machista, sólo narro hechos. Más datos, el Senador John Ensign, el Gobernador de Carolina del Sur Mark Sanford, y el Congresista por Mississippi Chip Pickering, los tres sorprendidos recientemente en affaires extramaritales, votaron por el impeachment de Clinton, siendo Ensign y Sanford (quien merece un capítulo aparte por su sonada escapada a Argentina en pos de su amante) dos destacados vociferantes en pro de la dimisión del Presidente. También fue pillado en líos de faldas Henry Hide, uno de los 13 managers (una especie de fiscales) que nombró el Partido Republicano para perseguir el asunto en el Congreso. Por no hablar de Newt Gingrich, Speaker (Presidente) del Congreso e instigador de la persecución a Clinton por el affaire Lewinsky: durante la época del impeachment mantenía una relación extramarital con Callista Bisek, su actual mujer (la tercera). En otras palabras, los líos de faldas son moneda corriente en Washington y si se montó el pollo que se montó era porque el asunto era otro, ni más ni menos que la voluntad de los Clinton de modificar el sistema de Salud.
(Nota al Margen: no entiendo el éxito de los Dan Brown de este mundo. Ensign, Sanford, Pickering y Grassley pertenecen a una congregación de ultraderecha denominada The Family, o La Hermandad, fundada por un pastor protestante de origen nórdico de nombre Vereide y tendencias fascistoides. La Hermandad tiene una especie de colegio mayor en Washington donde se refugian los políticos Republicanos cuando por líos de faldas tienen jaleo en casa, aunque en teoría vayan a hacer algo así como un retiro espiritual. En vez de tanto cuento merovingio, tanta familia de Jesús y tanto Opus exótico, recomiendo la lectura del libro de Jeff Sharlet “The Family: Secret Fundamentalism at the Heart of American Power”, religión, poder, sexo, dinero y además real como la vida misma).

Pero analicemos el sistema en si. En su conjunto es el más caro del mundo tanto en términos absolutos como ‘per capita’. Las deudas por motivo de salud son la principal causa de bancarrota entre los americanos. La OMS clasificaba el sistema americano en un estudio del 2000 como el 72 entre 191 países, con la tasa de mortalidad infantil más alta de los países desarrollados. En el mejor de los casos, sube al puesto 37. Un 84.7% de los ciudadanos cuenta con alguna cobertura, bien sean seguros pagados por sus empresas o las de sus familiares directos (59.3%), bien pagados por ellos mismos (8.9%) o suministrados por los programas gubernamentales. No hay cobertura universal y todos los programas gubernamentales tienen restricciones y en el 2007 se estimaba un 15.3% de la población sin cobertura. Básicamente el sistema de salud americano tiene tres componentes: el sistema público, los 47 millones de personas sin cobertura y la sanidad privada.
El sistema publico, tiene tres patas, Medicare (que cubre a los mayores de 65 años), Medicaid (básicamente para indigentes, niños sin ingresos, embarazadas sin cobertura y discapacitados) con un programa adicional para niños y los servicios públicos de salud para veteranos, militares, y algunos funcionarios incluyendo Congresistas y Senadores.
La gran vergüenza son los más de 47 millones de personas sin cobertura sanitaria -el 15% de la población- en el país más rico del planeta.
El sistema privado funciona fundamentalmente a través de seguros médicos. La mayoría son suministrados por las empresas. El coste se ha disparado en los últimos años y fue uno de los caballos de batalla para el rescate de las empresas automovilísticas. Eso no significa que el sistema sea gratuito, la inmensa mayoría de los usuarios tenemos que afrontar deducibles (cantidades mínimas que hay que pagar en determinados servicios como asistencia hospitalaria) y/o co-pagos en las visitas a los prestadores de servicios. El coste para un particular que tenga que pagar un seguro oscila alrededor de los 12.000 dólares/familia al año, dependiendo de edades, estado de salud, Estado de residencia y otros múltiples factores. Pero ojo, el pagar no significa obtener el seguro, pues a la mínima te rechazan (fumadores y enfermos crónicos, etc.).
El debate sobre la Reforma se centra en el derecho a la Sanidad (o sea los 47 millones de personas sin cobertura), el acceso a la misma, la equidad del sistema y su eficacia, coste y calidad. En principio parece que nadie objetaría objetivos tan altruistas, pero cuando estos se plasman en políticas para llevarlos a cabo es cuando se destapa el infierno. El equipo de Obama pensaba (en pasado, no está claro que en este momento sigan defendiendo el punto) que es necesario un servicio público, complementario al privado, que ofrezca seguros razonables a quienes por uno u otro motivo carezca de ellos. La existencia de una alternativa pública se presupone que empujaría a una racionalización de los costes del sistema en cosas tan elementales como que existan bases comunes de información médica (es decir que si tu médico de cabecera te acaba de mandar análisis y posteriormente te envía a un especialista, éste pueda acceder a los análisis para no tener que volver a incurrir en el coste). Varias de las soluciones propuestas ya existen en algunos de los sistemas manejados por algunos Estados o ciudades, pero para los Republicanos el término ‘sistema público’ es un anatema e inmediatamente genera acusaciones de totalitarismo, socialismo, nazismo y demás. Con lo cual se abre la caja de Pandora y a río revuelto… ventaja de quienes quieren que nada cambie. Hoy se comentaba si la ausencia de Kennedy en el debate (enfermo desde Mayo del 2008) no habría sido una de las causas de dislates como el de la Banda de los Seis.
Puedo garantizar que el sistema deja mucho que desear. Un ejemplo. Yo curro en una multi con muy buen seguro. Aún dentro de una misma empresa y con un mismo proveedor, los seguros no son iguales, normalmente puedes elegir entre varios formatos. Yo pago el caro. El 5 de Agosto pedí cita a un otorrino, me la dieron para ayer (20 días, casi 3 semanas, no esta mal…). No era primera visita, pedí cita con este facultativo porque me había visto antes, tenia mi historial médico y en teoría eso hace que todo sea más rápido. La cita era a las 4,30 de la tarde. Llegué a la 4,20 y salí a las 7,15. Entretanto me vieron 4 auxiliares distintas para cumplimentar trámites burocráticos varios (entre ellos el pago de 20 pavos de co-pago por la visita) además de una enfermera para hacerme una audiometría que duró unos 10 minutos. El doctor me vio 10 minutos para decirme básicamente que estoy perdiendo oído (que listo el jodío, le voy a ver por guapo) y para solicitar a una enfermera que me diese una nueva cita para una evaluación. No quiero aburriros con más detalles pero os garantizo que la Seguridad Social española no funciona peor (con lo de las Autonomías ya no sé si la SS sigue existiendo como tal). En mi experiencia personal el sistema americano es peor e infinitamente más caro. Y lo digo por experiencia. Creo que alguna vez tuve Sanitas en España, pero no recuerdo durante mis últimos años en España haber ido a un médico que no fuera de la Seguridad Social; mis 3 hijos sólo conocieron doctores del sistema público.
Cuidado con los cantos de sirena de la privatización. El sistema que nos quieren poner como modelo es una mierda y una sangría económica. No hay procedimiento serio que no sea capaz de efectuar la Sanidad Publica española. Si acaso algún procedimiento experimental ultra-avanzado que no es significativo dentro del panorama global, pero en las cosas normales o incluso en las avanzadas (¿hablamos de transplantes?) no hay nada que envidiarles. Los tiempos de mitos como la Clínica Mayo o Houston son historias del pasado. Los datos hablan por si solos, coste, mortalidad infantil, mortalidad por desasistencia, expectativa de vida, etc. etc. etc. Recientemente la radio pública americana NPR efectuó una serie de reportajes de cara al debate en el que repasaban distintos modelos de varios países: el británico (el mítico NHS que fundió la Thatcher), el suizo, etc. En el análisis del español, el reportero (un americanito) decía que era el séptimo mundial a nivel de calidad. Dentro del reportaje efectuaba una visita a la vetusta Paz y decía que no gozaba de grandes comodidades pero que daba asistencia de alta calidad médica a cualquier ciudadano a coste cero. Y como no, en el reportaje aparecía la típica gracia de una señora que teniendo un seguro privado, a la hora de enfrentarse a una operación seria acude al sistema público.
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